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Mis masturbaciones más duras 4

en Autosatisfacción

Hola de nuevo a todos y todas. Aquí va la última entrega relatando las formas más extremas en que me he masturbado. Si habéis leído las tres entregas anteriores (si no, hacedlo para comprender mejor este relato) pensaréis que esta va a ser aún más dura. Pero en realidad es la más suave, aunque creo que es la más imaginativa y desde luego, la más deliciosa. Os recuerdo que lo que cuento aquí está, lógicamente, resumido, pero es 100% real. Ya sé que siempre recomiendo que intentéis poner en práctica algo de lo que he hecho, pero si solo váis a hacer lo de un relato, escoged este.

Bueno, al grano. No lo conté en el relato anterior porque venía más a cuento con este. Cuando me estaba masturbando con los huevos bien apretados con las gomas, muchas veces era inevitable que me saliera algo de semen. No estoy hablando de líquido preseminal, que también. Hablo de una o dos buenas gotas de semen. Desde que lo probé años atrás, siempre había querido tragarme más que el poquito que sacaba con el cable, pero cada vez que llegaba al orgasmo, se me quitaban las ganas de ello. Pero cuando se me escapaba el semen, pensaba que debido a la presión de las gomas sobre los huevos, estando aún empalmado y excitado, no podía hacer otra cosa que recogerlo y metérmelo en la boca. Tuve que usar una cuchara, porque la primera vez sólo pude mojar un dedo en el semen, pero la gran mayoría se perdió. Cuando dejé que el semen resbalara de la cuchara a mi lengua, casi me corro de gusto. Tuve que quitarme las gomas de los huevos a toda prisa para eyacular sin problemas.

Estas pequeñas dosis de semen estaban bien, pero dediqué muchas, pero que muchas horas y muchas pajas a perfeccionar un método que me permitió disfrutar de mucho de mi propio semen mientras aún estaba excitado. Creo que lo mejor va a ser explicar primero como conseguía eyacular sin llegar al orgasmo, y después os contaré lo que hacía con mis deliciosos jugos.

Al principio insistía en usar las gomas, pero luego ví que lo mejor era empezar sin nada. Al principio sólo conseguía unas pocas gotas, pues luego siempre llegaba al orgasmo. Intentaba parar la paja, pensar en otra cosa o mirar la pared para no acabar la fiesta, pero o no salía nada, o lo daba todo, con lo que al final no aprovechaba la corrida. Un gran paso fue cuando me dí cuenta de que era mejor estar media hora tocándome los huevos y acariciándome la polla con un dedo, pasándolo por el glande y por las zonas que más me gustaban, mejor que meneármela. Así conseguí que se escapara un buen chorro, pero casi no cayó nada en la cuchara. Esa vez no me lo pude comer, pero había hecho un gran avance. Y un nuevo elemento entró en juego. Un vaso de plástico (por si se caía, así no se rompía) para recoger mis corridas sin orgasmo.

Otro descubrimiento fundamental fue que no podía estar excitado a tope si quería no llegar al orgasmo (recomiendo no usar sus fantasías o imágenes más excitantes para esta práctica), pero tampoco muy relajado, pues así no salía nada. Y también muy importante, aprendí a cortar la corrida dos o tres veces antes de derramar el semen en el vaso, como para ir "llenando el depósito". Incluso aunque a veces la polla se me quedara simplemente morcillona, valía la pena esperar para ordeñarme. Y así llegó un momento en que cortando la paja, pensando en otra cosa pero dejando fluir el semen que quería salir, casi como si meara semen, conseguí un buen chorro en el vaso. En ese momento me relajaba, pues no quería llegar al orgasmo, escurría bien las últimas gotas y me limpiaba la punta de la polla. Lo que hacía con el semen lo contaré luego, aquí me quiero centrar en cómo lo conseguía. Luego volvía a la carga, repitiendo el proceso, pero teniendo más cuidado porque entonces era más fácil llegar al orgasmo. La clave principal era la paciencia. A veces me tiraba dos o más horas masturbándome para sacar tres chorros que comerme, más la corrida final. Casi siempre me salía bien la jugada, pero a veces solo conseguía unas pocas gotas antes de acabar. Así ví que era importante espaciar correctamente las pajas. Si me esperaba 8 o 10 días, pensando en acumular mucho semen, el orgasmo llegaba rápido. Pero si me masturbaba cada día, salía poco néctar. En mi caso, lo ideal era esperar unos cuatro días, pues obtenía una buena cantidad, pero sin la presión de no haberme corrido en una semana.

Cuando tenía algo de semen en el vaso o en la cuchara, al principio lo único que hacía era metérmelo en la boca, irme al espejo a ver mi lengua cubierta de mi propia leche y tragármelo. A veces reservaba el vaso para echar otro chorro y tener más cantidad. A veces salía mal, porque llegaba al orgasmo en el segundo chorro, pero cuando salía bien me llenaba la boca de mi propia corrida. Luego empecé a no tragarme tan rápido el semen. Lo mantenía en mi boca durante dos o tres minutos, saboreándolo. Tenía que tener cuidado, porque eso me ponía muy cachondo y a veces he llegado al orgasmo por no poder dejar de masturbarme mientras saboreaba mi semen. Tengan en cuenta que esto lo repetía por cada chorro que lograba, normalmente dos o tres, así que imagínense cómo disfrutaba masturbándome. Luego empecé, tras saborearlo un rato, a hacer gárgaras con el semen. Inclinaba la cabeza bien para atrás para que se deslizara por mi garganta y empezaba a expulsar aire. La boca se me llenaba de burbujas de delicioso semen y de saliva. Tras tragármelo, seguía masturbándome en busca de más leche deliciosa. Más adelante, como no quería repetir la jugada de dejar semen en el vaso a la espera de otro chorro por si salía mal, como hacía antes, después de saborearlo o de hacer gárgaras con él, en vez de tragármelo lo echaba de nuevo al vaso para acumularlo, y al rato volvería a correrme. A veces, antes de lanzar otro chorro al vaso, volvía a meterme el contenido del vaso en la boca para saborearlo por segunda vez. Y cuando se juntaba otro chorro con el primero y con la saliva acumulada, tenía la boca a reventar. El sabor de mi semen, su textura y el cómo lo conseguía me ponía muy cachondo, por lo que no tenía ningún problema en estar más de dos horas masturbándome hasta que me llegaba el orgasmo, que, como podrán imaginar, a veces era prácticamente seco.

No sé si esta última práctica les ha parecido la más suave o la más dura. Yo solo sé que si lo hacen es muy posible que lo disfruten, aunque luego digan: "no lo haré más, es una guarrada", al siguiente día que se masturben no dejarán de pensar en el delicioso sabor de su semen, y posíblemente repetirán.

Gracias por leer mis experiencias. Nunca pensé que alguien pasaría de leer el primer capítulo, pero si han leído hasta aquí espero que sea porque les ha gustado o les ha inspirado. Si se animan a realizar algo de lo que he narrado en estos cuatro relatos, o se lo hacen a sus novios, no duden en contármelo. Si fue placentera, me gustaría conocer su experiencia. Mi correo está en la parte superior.

Ésta es la última práctica extrema que he realizado porque, lamentablemente, hace unos meses que he tenido que cambiar de domicilio y no dispongo de sitio para hacerlas, pero en cuanto se me ocurra alguna que pueda hacer y la haga, lo contaré aquí. Mientras tanto, puede que me anime a escribir alguna ficción.