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Laura y Sara. La vida de dos hermanas gemelas 3

en Grandes Relatos

Saludos. Esta es la tercera entrega de mi relato. Creo que, según voy escribiéndolo, se va alejando un poco de lo que siempre tuve en mente, pero creo que va mejorando. Solo pretendo pasar un buen rato escribiendo y hacer que la gente pase un buen rato leyendo, aunque la calidad literaria no sea la mejor. Espero que os guste.

En este capítulo papá no puede esperar una noche tras estar con una de sus hijas para disfrutar de la otra.

Laura y Sara. La vida de dos hermanas gemelas. Capítulo 3.

Después de los dos primeros días a solas con papá en que tanto Sara como yo perdimos nuestra virginidad, al día siguiente por la tarde él se acercó a nuestras camas y nos dijo:

- Niñas, lo que he hecho con vosotras ha estado mal, muy mal.

Yo pensé que se iba a arrepentir y a pedirnos perdón por habernos violado, y que dejaría sus relaciones sexuales para los viernes y sábados, cuando mamá volvía de su trabajo antes de partir de nuevo el domingo por la tarde. Pero no podía estar más equivocada.

- No os debí follar sin ni siquiera haberos masturbado previamente. Debí meteros algo, o por lo menos algún dedo por vuestros deliciosos y estrechos coñitos para dilatarlos un poco antes de desvirgaros con mi enorme polla. Pero es que estáis tan buenas que no pude evitarlo.

Yo no podía creer lo que oía. Sara tampoco, pues me miraba con unos ojos que solo dejaban ver el terror de ser violada de nuevo.

- Como tendréis el coño hecho polvo, esta noche os voy a desvirgar el culo - continuó papá - Pero voy a ser un padre responsable. Os dejo una hora más o menos para que os abráis el ano la una a la otra antes de follármelos.

Sara y yo nos quedamos petrificadas. Iba a seguir abusando de nosotras, y además nos lo anunciaba con una hora de antelación.

- Venga guarrillas - dijo cuando vio que no nos movíamos. - Desnudaos y meted vuestros deditos por el culo de vuestra hermana, que yo en un rato vuelvo y me follo a la primera que pille. Y espero que su ano esté bien abierto para meterla mi polla hasta el fondo.

- ¿Qué hacemos? - pregunté a Sara cuando papá se alejó.

- No creo que a mí me quepa la polla de papá en el culo. Ya me dolió cuando me la metió por el coño, pero no sé cómo me la va a meter por detrás.

- Y encima nos la va a meter hasta el fondo. Metiéndola y sacándola como hizo cuando nos violó.

- Pues no sé cómo vamos a hacerlo para que no nos duela. Mira nuestros dedos y compáralos con el nabo de papá - dijo Sara.

- Pues algo hay que hacer. ¿Probamos?

- Digo yo. Venga desnúdate que te meto un dedo a ver qué tal - dijo mi hermana mientras se quitaba la camiseta y dejaba a la vista unos pechos pequeños y muy apetecibles.

Terminamos de quitarnos la ropa mientras nos mirábamos con cierta lascivia. Antes de empezar, nos abrazamos desnudas y pudimos notar como las dos estábamos excitadas, pues los pezones de la otra se clavaban duros en nuestros cuerpos. Nos besamos en los labios y en la boca, en un beso lento, introduciendo nuestra lengua hasta el fondo de la otra. Habríamos estado así toda la tarde, pero teníamos que seguir con lo que nos había mandado papá. Cuando nos separamos, Sara comenzó a frotarme los pechos y a acariciarme los labios mayores con la otra mano y dijo:

- Creo que papá tiene razón en lo de que somos unas guarrillas.

Y se llevó el dedo lleno de mi fluido vaginal a la boca.

- Pero yo solo me excito contigo - la contesté. Y acerqué mi dedo a su vulva para coger algo de líquido de su cuerpo para llevármelo a los labios.

No sé por qué lo hice, pues nunca había probado el fluído vaginal. Creo que fue un acto reflejo de ver hacerlo a Sara. Lo que sí sé es que estaba delicioso.

Con el sabor de mi hermana en los labios me puse a boca abajo en la cama y levanté el culo. Sara empezó metiéndome uno de sus deditos. Pensé que me iba a doler, pero la verdad fue que me gustó. Pero claro, la polla de papá era mucho más larga y mucho más gorda, así que le pedí que me metiera otro dedo, y luego otro y otro más. Yo cada vez gemía más alto y creo que habría llegado al orgasmo si Sara no hubiera parado de repente diciendo:

- Te encanta ¿verdad? Ahora quiero que me lo hagas tú a mí.

Y se puso con el culo en pompa, esperando a que la metiera mis dedos en su ano. Pero cuando estaba a punto de introducirme por primera vez en el cuerpo de mi hermana gemela, llegó papá desnudo y completamente empalmado diciendo:

- Uffff. No sé quién estaba gimiendo así, pero no aguanto más, estoy cachondísimo.

Y como Sara estaba en posición, se lanzó a su cama, la sujetó de las caderas y encaró su pene con el ano de mi hermana. La intentó penetrar, pero lo estrecho de su anatomía la impedía recibir esa enorme verga. Cabreado, se levantó de la cama, me miró y me dijo:

- ¿No se suponía que íbais a abriros el culo la una a la otra?

- ¡Es que has venido muy pronto! Justo cuando has llegado iba a meter mis dedos en su culo. - protesté yo.

- ¡No quiero excusas! Ahora me vas a ayudar a dar por el culo a tu hermana. Pero antes, te has ganado un castigo.

Me cogió los pezones y me los retorció con toda la fuerza que pudo. Hacia un lado y hacia otro. Tiró de ellos hasta que no se estiraban más. Me golpeó en los pechos varias veces. Y cuando yo ya había empezado a llorar, fue a por un par de pinzas de la ropa, me volvió a estirar los pezones, me los pilló con las ellas y me dijo:

- Hija, te vas a dejar las pinzas puestas hasta que me corra dentro de Sara, así que ya puedes ayudarme a follarme el culo de tu hermana.

Yo casi no veía a causa de las lágrimas que me causaba el dolor de mis pechos, pero fui directamente a donde estaba Sara y la metí tres dedos de golpe. Ella gimió, no sé si de placer o de dolor, pero me daba igual, yo solo quería que papá se follara a mi hermana para poder quitarme las pinzas de los pezones. Para hacer más grande el agujero de su ano la metí dos dedos de cada mano y empezé a tirar hacia los lados, para abrirla el culo. Creo que esto funcionó porque cuando papá se acercó y me pidió que agarrara su polla y la metiera dentro de mi hermana, conseguí que se la introdujera casi hasta la mitad. Empezó a embestirla, pero cuando quiso metérsela hasta el fondo lo único que conseguía era que Sara saliera impulsada hacia adelante. Me ordenó que la sujetara para penetrarla como él quería, así que me fuí al cabecero de la cama, hice fuerza con mi espalda contra la pared y sujeté a mi hermana por los hombros. Con cada penetración de papá, Sara sufría más y más, pues no podía casi ni gemir ni respirar de lo fuerte que la estaba dando papá. Yo tenía los pezones morados a causa de las pinzas, pero mi hermana ni se fijó en ellos, pues estaba completamente centrada en soportar la violación que estaba sufriendo. Yo comencé a besarla en los labios, pues pensé que eso la calmaría o por lo menos la excitaría un poco. Sara casi ni me devolvió el beso, pero afortunadamente, el que se excitó fue papá, pues cuando nos vio besándonos se corrió en seguida dentro de Sara. Debió de ser una buena corrida, ya que cuando papá sacó su polla de dentro de su hija, un montón de semen se escurrió por sus piernas. Yo me iba a quitar las pinzas, pues ya había acabado, pero él me vio y me dijo:

- No. No te las quites. Que te las quite Sara. Y que te chupe los pezones, que se te han puesto moraditos y un poco de cariño no va a venir mal.

A pesar de lo destrozada que acabó mi hermana, pudo quitarme las pinzas. Y cuando empezó a chuparme los pezones y las aureolas se animó un poco, pues comenzó a acariciarme y a besarme las tetas. A mí me estaba gustando mucho lo que me estaba haciendo Sara. Después de las pinzas, sentir esos suabes labios y esa húmeda lengua moviéndose suavemente sobres mis magullados senos era una delicia que, además, me excitaba bastante. Sin embargo, la excitación dio paso al miedo cuando oí decir a papá:

- Sige Sara, sigue tocándole las tetitas a Laura. Mmmmm. Me estoy poniendo cachondo de nuevo. No pares, que en unos minutos se me pone dura de nuevo y desvirgo el culo de tu hermana.

Yo miré a papá. Se estaba meneando la polla manchada de semen y estaba poniéndose cada vez más y más dura y más y más gorda. Yo no me creí capaz de recibir ese enorme pene en mi culo, así que le supliqué:

- ¡No! Fóllame el coño como el otro día. Mira, está húmedo y ya no me duele y seguro que te cabe la polla mejor que la primera vez, pero no me la metas por el culo por favor, que no me va a entrar, que Sara casi no me lo ha abierto. ¡Por favor, papá, no me des por el culo!

Lo único que conseguí con mi súplica fue terminar de excitarlo. Se acercó a nosotras y me separó de Sara. Me llevó a mi cama y, por un momento se paró, pero solo para traer a Sara, ponerla a cuatro patas sobre mi cama y obligarme a ver la dimensión que había alcanzado su ano tras ser penetrada. Cuando lo ví me asusté aún más. Intenté zafarme de papá, pero me agarró, me llevó al lado de los pies de la cama y así, con los pies en el suelo doblada sobre la cama, con mi cara a pocos centímetros del ano y de la vagina de mi hermana, papá empezó a intentar penetrarme. Como mis piernas estaban apoyadas en la cama, cada embestida de papá se traducía en su polla un poco más adentro de mi cuerpo. Me sujetaba la cabeza por los cabellos para que viera el ano abierto de Sara, que seguía escurriendo algunas gotas de semen. Esto hizo que desechara la idea de comerle el coño a mi hermana a ver si me excitaba y lograba pasar la situación, pero me asqueaba el semen de papá, a pesar de que nunca lo había probado. Mientras me follaba el culo, empezó a sobarme las tetas. Aunque seguían doloridas por lo que me acababa de hacer, el dolor que sentía en mis entrañas hacía que ni sintiera mis lacerados pechos, porque yo me sentía más llena que cuando me desvirgó, supongo que porque mi ano no era tan flexible ni tan ancho como mi vagina para recibir tan enorme verga. No sé cuanto tiempo estuvo enculándome, pero como se acababa de correr dentro de mi hermana, esta vez duró mucho más. Muchísimo más. Y cada embestida era larga y profunda. Notaba como la sacaba casi entera, y la volvía a introducir violentamente hasta el fondo. Yo no sabía si iba a aguantar sin reventarme por dentro, así que hice de tripas corazón y, sujetándome bien con una mano, empezé a acariciar el coño lleno de semen de mi hermana, con la esperanza de que ese acto lésbico volviera loco a papá y acabara de una vez. Cuando llevaba un rato acariciando a Sara papá me dijo:

- Méte tus deditos en su coño. Quiero ver cómo masturbas a tu propia hermana.

Así que la metí dos dedos y empezé a moverlos dentro de su coñito. Me estaba untando de semen, pero merecería la pena si papá se corría. Y vaya si se corrió. No sé de dónde pudo sacar tanto semen después de lo que había echado en Sara, pero noté no dos, ni tres, ni siquiera cuatro. Noté cinco grandes chorros de semen inundándome los intestinos. Cada chorro acompañado de una embestida brutal que, esta vez sí, me desgarró el ano. Cuando me sacó la polla, de mi culo salió una mezcla de semen y sangre que me manchó las dos piernas. Papá me dio un par de azotes en las nalgas y se despidió diciendo:

- Niñas, sois unas folladoras natas, unas auténticas guarrillas. Siempre pensé que follarme a mis propias hijas sería maravilloso, pero nunca pensé que lo fuera tanto. Nos lo vamos a pasar muy bien.

Yo me incorporé a mi cama, besé a Sara, nos abrazamos y nos quedamos dormidas. Al día siguiente nos despertamos con las piernas pegajosas y con la sensación de tener el ano aún dilatado. Le pedí a Sara que mirara mi culo, solo para ver cómo estaba. Ella se puso detrás de mí, me separó las nalgas y me dijo:

- Tienes sangre seca alrededor. Te huele mucho a semen y no está cerrado del todo como cuando ayer empezé a meterte el dedo.

- Mira a ver cuántos dedos te caben ahora. Quiero saber lo que se me ha dado de sí el culo.

Sara empezó a meterme un dedo, luego otro y otro.

- Sin forzar nada, te caben cuatro dedos, pero si lo abro un poco más, me entran tres de cada mano. Además, se nota la herida que tienes.

- Ya la noto. No la toques más que aún me duele un poquito. Anda, déjame ahora ver tu culo, a ver cómo lo tienes. - pedí a Sara.

- Vale. Pero intenta meterme todos los dedos que puedas, para saber cómo está. Yo no sangré, así que no creo que me haya desgarrado por dentro, así que métemelos sin miedo.

Intercambiamos posiciones y también conseguí meterla tres dedos de cada mano.

- Igual que yo. - la dije - Te caben seis dedos. También huele mucho a semen y no parece que tengas ninguna herida. Yo creo que como me violó durante más tiempo, acabó rozándome y me destrozó.

- Pues no lo sé, Laura. Pero espero que si ya tenemos el ano así de abierto no duela tanto la próxima vez que nos dé por el culo.

- Seguro, por eso papá quería que nos lo abriéramos, para penetrarnos mejor. Pero ahora lo que quiero hacer es ducharme para quitarme toda la corrida que tengo encima.

- Y yo. ¡Menudo ascazo es el semen! - dijo Sara riéndose.

Nos fuimos juntas a la ducha con la intención no solo de limpiarnos si no de disfrutar un poco la una de la otra, pero estábamos tan cansadas y teníamos tanta hambre que casi ni nos tocamos, sólo nos besamos bajo la ducha y nos fuimos a desayunar.

Y así fue cómo papá nos abrió el culo por primera vez a Sara y a mí.

Fin del capítulo 3. Continuará.