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Laura y Sara. La vida de dos hermanas gemelas 2

en Grandes Relatos

Saludos. En breve me quedaré sin mucho tiempo para escribir, así que he acelerado para publicar este segundo capítulo. Espero que esto no influya en la calidad del relato, aunque el propósito final es pasar un buen rato escribiéndolo y leyéndolo, a pesar de alguna incongruencia. Como Laura es la protagonista, sus vivencias son más intensas, pues las cuenta desde primera persona. Por supuesto, este es un relato ficticio sacado de mi imaginación.

En este capítulo nuestras jóvenes hermanas van a perder algo muy importante para todas las chicas.

Laura y Sara. La vida de dos hermanas gemelas. Capítulo 2.

Aquella fue la primera noche que mamá pasó fuera de casa. Yo pensé que por fin íbamos a tener un sueño placentero, sin oir a nuestros padres follar. Pensé que papá se masturbaría y nada más. Pero no pude estar más equivocada. Cuando Sara y yo ya estábamos en la cama, se acercó a nosotras, pero en lugar de venir en ropa interior como siempre, apareció completamente desnudo y totalmente excitado, pues su pene estaba muy grueso y mirando casi al cielo. Entonces nos dijo:

- Niñas, ahora que vuestra madre no está voy a hacer algo que llevo deseando desde hace mucho tiempo. Me voy a follar a una de vosotras.

Mi hermana y yo nos miramos con miedo y sin saber qué iba a pasar. Una cosa era ver y oir sexo cada noche, pero otra muy distinta era tenerlo con papá.

- No pongáis esas caritas de no saber qué pasa. Seguro que sois unas guarrillas, y esta noche una de vosotras me lo va a demostrar. Pero no sé a quién elegir, como sois idénticas es muy dificil. Además estáis vestidas. Venga Laura, desnúdate, que vea esas tetitas y ese chochito.

Me quedé paralizada. ¿Desnudarme para mi padre? Eso no entraba en mi cabeza. Estaba pensando que eso era incesto, que estaba mal, que debía de estar teniendo una pesadilla... Me debí de quedar pensando mucho rato, porque de repente mi padre me dio una bofetada y gritó:

- ¡Espabila guarra, y quítatelo todo si no quieres que te lo arranque a la fuerza!

Me quité la camiseta del pijama y me tapé los senos con las manos. No quería seguir, pero la mirada de mi papá me hizo ver que, o me desnudaba, o me volvía a pegar. Así que me quité los pantalones y mientras me sacaba las braguitas dijo.

- Dámelas. Quiero olerlas.

Mientras inspiraba profundamente el olor de mi cuerpo impregnado en la ropa interior, me miró directamente a los ojos. Su mirada lujuriosa hizo que mi cuerpo temblara de terror. Después me pellizcó los pezones, me apretó los pechos, los estrujó y los golpeó hasta que grité de dolor. Él no decía nada, pero no paraba de manosearme entera. Cuando llegó a la zona vaginal, pasó un dedo por entre los labios, se lo chupó y habló por primera vez desde que empezó a tocarme.

- Completamente seco. Muy interesante. Pero que muy interesante.

Y me dio la vuelta para tocarme el culo y el ano. Me azotó ambas nalgas hasta que se pusieron rojas y luego empezó a amasarlas. Estaba tan concentrado en mi cuerpo que no se dio cuenta de lo que estaba haciendo Sara a tan solo un metro de nosotros. Yo la ví perfectamente. Tenía una mano metida por dentro del pantalón, y se estaba frotando mientras con la otra se acariciaba suavemente los pezones. Se estaba mordiendo el labio inferior y se veía claramente que estaba excitadísima, como cuando veía a papá y a mamá y se ponía cachonda viéndola, solo que esta vez era yo el motivo de su calentón, pues no miraba a papá, si no a mí.

Cuando papá acabó su "exploración" empezó con Sara. Mientras ella se quitaba la ropa me miraba a mí y me guiñaba un ojo, como si se estuviera desnudando para mí. Cuando cogió sus braguitas para olerlas estaban casi chorreando así que, después de sobarla las tetitas y el culo, fue rápidamente hacia la vagina de mi hermana, la cual estaba casi encharcada. Eso pareció decantar la decisión, pues se incorporó y nos dijo:

- Hijas mías, sois muy guapas y estáis muy buenas. Tenéis unas tetas preciosas, pequeñas para vuestra edad, lo que me gusta aún más. Son deliciosas y con unos pezones perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños. Están duritas, y como son pequeñitas se mantienen en su sitio sin necesidad de sujetador. Vuestro culo es redondito y firme. Pero lo que más me gusta son vuestros coños. Pequeños, estrechitos y casi sin vello. Sara, estás más húmeda de lo que jamás me habría imaginado para una chica tan joven como tú. Ni siquiera tu madre produce tantos fluídos. Follarte será una delicia.

Yo pensé que papá se iba a follar a mi hermana, pero siguió hablando y dijo:

- En cuanto a tí, Laura, ese coñito completamente seco me ha puesto a mil. No dejo de pensar en cómo será penetrar esa cueva árida. ¿Dolerá? ¿Será imposible? ¿Te desgarraré por dentro si te penetro sin lubricante? Está claro que no estás excitada como tu hermana, así que supongo que no querrás follar. Si quiero tener sexo contigo tendré que violarte. Y es lo que voy a hacer.

- ¡No, papá! ¡Para! ¡No me violes por favor! - logré decir, aunque seguía paralizada por el terror.

- Eso es, cariño. Resístete, que eso me excita aún más.

Me cogió por la cadera y me llevó a su cama. Me lanzó con violencia y se tiró encima de mí. Yo intentaba mantener las piernas cerradas, pero él consiguió separarlas sin mucho esfuerzo. Estaba tan cachondo después de sobarnos a Sara y a mí que fue directamente a penetrarme. Ni siquiera me masturbó o inentó abrirme el coño con los dedos. Frotó la punta de su polla contra mis labios vaginales durante un minuto o así. Luego me metió la punta, lo que ya me pareció la sensación más horrible del mundo y empezé a llorar y a gemir, lo que le puso aún más cachondo. Comenzó un movimiento de vaivén, arriba y abajo. Muy suave al principio, tanto que casi no me penetraba más con cada movimiento. Yo pensé que era porque no podía meter esa enorme polla dentro de mi vagina, pero después de unos meneos suaves cogió toda la fuerza que pudo y me penetró hasta el fondo. Sentí que me rompía por dentro. Grité de dolor, pero él seguía metiéndola y sacándola, cada vez más rápido. Empezé a sangrar, no solo porque me había desvirgado y roto el himen, si no porque me desgarró las paredes vaginales. Cuando vio la sangre se excitó mucho más. Me levantó las piernas, se agarró a mis muslos y me penetró lo más profundo que pudo, pues notaba su polla golpeando mis entrañas con cada embestida. Cuando se corrió, soltó una de mis piernas y me agarró un pecho con tanta fuerza que sus uñas se me clavaron en él. Aún estando mi vagina llena de sangre, noté el cálido chorro de semen que mi padre derramó dentro de mí.

Cuando sacó su polla de mi cuerpo, me besó en los labios y me dijo:

- Eres una putilla de primera. Me alegro mucho de que seas mi hija. Buenas noches cariño.

Y con un azote final en el culo me fui a la cama, casi sin poder andar, totalmente dolorida y chorreando sangre y semen por las piernas.

Al día siguiente sabíamos que sería el turno de Sara. Ella también tenía miedo, pues no quería acabar tan destrozada como yo. La dije que lo que tenía que hacer era producir fluídos para lubricar, pero ella me dijo que pensando en papá no se ponía cachonda, que sería imposible que no la rompiera por dentro como a mí si no se excitaba antes de follar con él.

- Ponme cachonda, Laura. - me dijo de repente.

- ¿Qué?

- Sí. Excítame. Haz que me ponga tan húmeda como ayer, mientras papá te sobaba.

- No quiero pasar por eso otra vez. No quiero que papá me toque otra vez.

- Pero sí me dejarás que te toque yo, ¿verdad?

- ¡No!

- Pero si no me excito, me dolerá como a tí. Déjame tocarte, anda... - me suplicó Sara.

Yo no quería que ella pasara por lo que pasé yo, así que la dije:

- Vale, pero que no me duela.

- Vale. Igual si empiezo oliendo tus braguitas como hizo papá me pongo cachonda.

Entonces me desnudé y le dí mi ropa íntima, pero como me la había cambiado hacía poco, pues la anterior se había manchado un poco de sangre, ya que aún no habían cerrado del todo los desgarros producidos por la violación de la noche anterior, casi no olía a mí, y no la excitó mucho. Así que probó desnudándose y abrazándose a mí. Sus manos recorrieron mi espalda y mi culo mientras nuestros pechos se hundían por la presión de los pechos de la otra. Empezó a besarme en los labios y continuó metiéndome la lengua hasta el fondo. Agarró mi mano, la llevó hasta su vagina y empezó a frotarse con ella. Mientras hacía eso y seguíamos besándonos, empezó a acariciarme la parte interior de los muslos y el coño con la otra mano. Introdujo uno de mis dedos en su chochito y empezó a meterlo y sacarlo.

Justo entonces oímos a papá. Nos vestimos rápidamente y nos metimos en la cama cuando él apareció desnudo y empalmado, llamando a Sara para que la acompañara a su cama si no quería que la violara como me violó a mí la noche anterior. Ella se desnudó y lo siguió. Justo al pasar a mi lado me tocó los pechos, supongo que para recibir un poco de excitación extra antes de perder la virginidad. Cuando hizo eso, me dí cuenta de que yo tenía los pezones muy duros. Enrollarme con mi hermana me había puesto cachonda como no me había excitado en la vida. Me chupé el dedo que solo cinco minutos antes había estado dentro de la vagina de Sara. Ya no estaba mojado, pero aún conservaba el sabor de mi hermana gemela. Pensé en si yo sabría igual, así que acerqué la otra mano a mi vagina. Estaba húmeda, pero no era por la sangre como pensé, si no por el fluido vaginal que me había provocado mi hermana. Empezé a frotarme y cuando noté que había bastante líquido, me metí un dedo y lo saqué bien cubierto. Me lo llevé a la boca y cuando lo probé noté que el sabor era muy parecido al suyo, pero no igual.

Mientras yo estaba con estas ensoñaciones lésbicas, mi padre estaba abusando de mi hermana justo al lado. Me asomé por entre las rendijas del biombo y ví a mi hermana con el culo levantado y a mi padre metiéndola dos dedos por el coño. Sara estaba empezando a sufrir, así que la hice señas para que me mirara. Cuando capté su atención, volví a meterme un dedo en el coño y volví a lamerme mis fluídos. No sé si Sara me vio bien o se lo imaginó, pues las rendijas del biombo tendrían como 6 o 7 cm de ancho. Lo que sí sé es que a partir de ese momento su cara cambió y empezó a gemir de placer. Papá se tumbó en la cama boca arriba y empezó a comerle el coño a Sara. Ella se incorporó y empezó a tocarse los pechos mientras miraba en dirección al biombo. No paraba de morderse el labio inferior, por lo que yo sabía que estaba gozando como una perra. Yo seguía masturbándome y me dí cuenta de que estaba haciendo lo mismo que Sara cuando veía a mamá. Me estaba poniendo cachonda de ver follar a mi propia hermana, y me encantaba.

Cuando terminó de comerla el coño, papá tenía la boca chorreando de los fluidos de mi hermana. La dio unos azotes en el culo mientras la decía lo guarra que era y la tumbó boca arriba. Sara ya sabía que había llegado el momento de perder la virginidad, así que se abrió de piernas y dejó que papá la penetrara. Pero por mucho fluido vaginal, mucho meter previamente dos dedos y mucho sexo oral, cuando la penetró hasta el fondo Sara pegó un grito de dolor que, como os podréis imaginar, puso más cachondo a papá y empezó a penetrarla más rápida y profundamente. Y cuando Sara empezó a sangrar, no pudo más y se corrió dentro de mi hermana.

Yo aún no me había corrido y deseé que volviera mi hermana a mi lado para verla desnuda y llegar a mi propio clímax, pero después de las últimas embestidas de papá estaba tan dolorida que llegó cojeando, sujetándose el vientre con las manos, se metió en la cama sin decir palabra y se durmió al instante. Yo no me quería irme con ese calentón a la cama, así que la destapé del todo y la intenté despertar. Como seguía dormida, empecé a acariciarla los pechos y a darle pequeños mordiscos en los pezones. Bajé hasta su coño, pues quería saborearla una vez más, pero estaba chorreando el semen de papá que me daba mucho asco y no lo quería probar, así que volví a sus tetitas. Me puse a horcajadas encima de ella y mientras con una mano acariciaba sus pequeños pechos, con la otra me masturbé hasta que me corrí encima de mi hermana. Le dí un beso en los labios y me fui a dormir completamente feliz. Me daba igual que Sara acabara de ser violada por papá. Yo acababa de tener mi primer orgasmo y fue maravilloso.

Y esta ha sido la historia de cómo mi hermana y yo fuimos violadas por nuestro propio padre y perdimos la virginidad. Y también ha sido la historia de nuestra iniciación en el sexo.

Fin del capítulo 2. Continuará.