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Violación en la Frontera.

en No Consentido

Era un noche calurosa en la ciudad de Nueva Laredo, como era costumbre en esa zona de la frontera entre México y Estados Unidos, de cualquier manera la temperatura era secundaria para las personas que trataban de cruzar ocultos por la oscuridad, era un grupo variado compuesto por un número de personas que no se podía distinguir en la oscura noche, todos caminaban circunspectos y silenciosos, temerosos de ser descubiertos por las autoridades pero ansiosos de llegar a lugar donde encontrarían mejor vida y más oportunidades.

El grupo de caminantes estaba formado por hombres en su mayoría, solo dos mujeres integraban el grupo, eran Michelle y Kelly dos primas de 17 años cada una, que habían hecho su largo camino desde El Salvador, en Estados Unidos las esperaba la madre de Michelle que las recibiría en su casa donde vivirían juntas, habían llegado lejos, pero ahora se encontraban ante el ultimo y mayor obstáculo e iban igual de silenciosas y asustadas que el resto de las personas.

Las cosas parecían ir bien por un tiempo, las personas avanzaban en un grupo compacto de manera lenta pero incesante, en unas horas habrían salido de la zona peligrosa y estarían en su destino, pero un ruido repentino hizo que todo el mundo se estremeciera de terror, el sonido de un motor a la distancia, todos giraron su cabeza en la misma dirección donde vieron a una camioneta con las luces apagadas que se acercaba rauda a la distancia, todos se quedaron un segundo paralizados, antes de hacer lo que cualquiera en esas circunstancias habría hecho, huir los más rápido que puedan.

Michelle como todos se dio vuelta y empezó a correr, buscó con la vista a su prima pero apenas veía nada entre la gente el polvo y la oscuridad, abandonó sus intenciones de encontrarla y se concentró en avanzar lo más rápido posible para alejarse de la camioneta que los perseguía implacable, corrió lo mejor que pudo, pero las horas de tensión y caminata incesante le pasaron la cuenta a su cuerpo, los sentía los pies pesados y torpes y el pecho le ardía en su esfuerzo por respirar, comenzó a disminuir paulatinamente la velocidad y cada vez se tropezaba más con las piedras del camino aunque no hasta el punto de caerse, antes de darse cuenta sus compañeros la habían dejado atrás y se había quedado corriendo sola.

El ruido del motor aumentaba por segundos así como la desazón de Michelle, se dio cuenta que su captura era inminente, las luces del vehículo ya iluminaban la tierra alrededor de ella y escuchaba los gritos de los tripulantes de la camioneta, en cuanto se dio vuelta para mirar sobre su hombro, ya estaban a unos metros suyo, se detuvo no por la orden que le gritaron sino porque sus piernas no podrían haber dado ni un paso más ni con toda la adrenalina del mundo, se inclinó sobre si con las manos en las rodillas intentando respirar y no vomitar al mismo tiempo.

Tres hombres se bajaron de la camioneta, tenían algún tipo de uniforme que Michelle no pudo reconocer, eran tipos parecidos entre sí, feos, desaliñados y algo subidos de peso, la apuntaron con una linterna a los ojos deslumbrándola, allí tuvieron oportunidad para ver bien a la cautiva, les gustó lo que vieron, era una mujer pequeña y delgada, con un busto de tamaño normal pero un trasero redondo y bien formado, tenía el rostro moreno y unos ojos negros y expresivos, pudieron ver a través de sus labios que resoplaban que llevaba un piercing en la lengua, el resto de su vestimenta era una blusa azul y un pantalón de mezclilla muy corto que dejaba a la vista la totalidad de sus piernas y también algo de su trasero.

Los hombres toscos sonrieron sin que ella pudiera verlo y se miraron entre sí, bastó una simple mirada para que todos se pusieran de acuerdo, uno de ellos se le acercó y sin miramientos le tomó de la parte alta del brazo y la arrastró hacia la camioneta, le pusieron unas esposas y la arrojaron al asiento trasero.

Michelle ya podía respirar mejor, pero ahora el pánico le atenazaba la garganta, no sabía que iba a pasar con ella, no podía ver nada desde la camioneta y tenía miedo de tratar de hablar con esos hombres, se acurrucó en su asiento bajando la cabeza mientras escuchaba algunos ruidos de risas y conversaciones entrecortadas.

Fue un viaje accidentado, la camioneta daba tumbos e iba a gran velocidad, como si al conductor no le importara que les pasara, Michelle apenas podia contener los sollozos el miedo y la incertidumbre de no saber que le pasaría estaban dejando huella en ella, finalmente se detuvieron, no fue un alivio para ella porque seguía en la misma situación, rápidamente la sacaron del vehículo, era evidente que estaban bastante impacientes por algo, la arrastraron hacia un pequeña casa en medio de la nada y de un empujón le hicieron entrar al lugar.

Casi pierde el equilibrio cuando entró, pero se recompuso lo suficiente antes de tocar el suelo, miró en todas direcciones, pero era tan feo afuera como por dentro, era un lugar oscuro y sucio con algunos muebles dispersos por el lugar, otro tipo de miedo le atravesó trató de girarse e irse, pero nuevos empujones le hicieron avanzar, se dio vuelta finalmente pero ya era tarde, la puerta estaba cerrada y los tres hombres cubrían la salida y la miraban con una tenebrosa expresión.

Uno se acercó, ella pensó que la atacaría o algo, pero estaba demasiado aterrada como para retroceder o intentar defenderse, no se hacía ilusiones de sus oportunidades si intentaba dar algún tipo de pelea, cada uno de esos hombres pesaba el doble de ella y el arma en su cintura no le había pasado desapercibida a la joven, se quedó quieta llorando en silencio, aunque el hombre solamente le quitó las esposas y las guardó en su ropa.

-Mira perra, si haces todo lo que te decimos te soltamos y te llevamos al otro lado de la frontera- le dijo otro- si te niegas a algo o no lo haces bien…- dijo acariciando su arma en su costado, la amenaza velada fue suficiente para romper la fortaleza de Michelle que ya se encontraba fuertemente debilitada, balbuceo entre sollozos que aceptaba y que haría todo lo que le pedían.

Uno de ellos se acercó quitándose el cinturón, se puso al lado de ella y la empujó desde los hombros hacia abajo, hasta que quedó arrodillada en el suelo, el suelo estaba lleno de polvo y pequeñas basuras que se le incrustaban en la piel desnuda de sus piernas, pero Michelle no alcanzó a sentirse incomoda antes que el hombre liberara su miembro erecto de sus pantalones y se lo pusiera frente a su cara, no se preocupó demasiado por su apariencia ya que fue el olor el que le dio un bofetada, tuvo que contener las arcadas provocadas por ese hombre que parecía creer que las duchas eran opcionales.

- ahora perra demuestra que sabes usar ese piercing en la lengua- ella lamentablemente sabía usarlo bastante bien, los últimos años que vivió precariamente en su natal El Salvador, se vio obligada en reiteradas ocasiones a hacerles una mamada como la que haría a continuación a miembros de la Mara el grupo de pandillas más infame de toda Centroamérica, cerró sus ojos por un segundo mientras intentaba cerrar su mente a los malos recuerdos y concentrarse en el problema inmediato, con lentitud sacó su lengua y le dio un toque leve, de inmediato una arcada le hizo encorvar la garganta, no parecía posible pero su sabor era mil veces peor que su olor- si no haces un buen trabajo te devolveremos a tu país, perra.

La nueva amenaza hizo que se estremeciera por dentro, con toda su fuerza de voluntad contuvo los movimientos espasmódicos de su garganta, esta vez recorrió la totalidad de su miembro con su lengua demorando un segundo de más cuando rozó la punta con el piercing de su lengua, vio un temblor satisfactorio en su pene que le indicó que lo estaba haciendo bien, determinada a terminar lo más rápido posible repitió el mismo movimiento cada vez a ritmos más acelerados, ella sabía lo que hacía se hubiera corrido en menos de un minuto pero él se aburrió de dejarle seguir el ritmo.

La tomó por ambos lados de la cabeza y la tiró hacia sí, ella adivinando la intención abrió la boca y permitió que entrara su glande, se arrepintió rápido ya que él no se detuvo hasta que llegó a su garganta, ni siquiera pudo mover su cuello esta vez, él la tenía atrapada con fuerza, solo pudo sacudirse un poco, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y se le nublaba la vista por falta de oxígeno, cuando ya los bordes de su visión se volvieron negros y los pensamientos mismos se le hicieron nublosos sintió como un chorro de semen caliente se le escurrió por la garganta.

Las buenas noticias para Michelle es que el tipo se corrió e hizo retroceder a su pene, la mala es que la cantidad de semen que le llegó de golpe fue demasiado, se inclinó sobre sus rodillas mientras escupía y trataba de respirar, tosió y lloro mirando al suelo hasta que sintió que un poco de su leche se le escurría por la nariz, recién ahí pudo respirar aliviada para diversión de los hombres que la observaban.

Si pensaba que le iban a dar un descanso se equivocó gravemente, al alzar la vista ya había otro de esos hombres que se acercaba con la polla al aire, abrió la boca para respirar hondo, pero el sujeto lo malentendió o simplemente no le interesó ya que de inmediato le penetró los labios con fuerza, Michelle desesperada porque no se repitiera el ahogo de hace un momento tomó rápidamente la iniciativa, chupó con determinación mientras trataba al mismo tiempo de envolver su miembro con su lengua.

Hizo un espléndido trabajo, tanto así que  el hombre la dejó marcar el ritmo en general, de vez en cuando tiraba de su pelo o trataba de entrar hasta su garganta, ella sorbió con determinación y subió y bajó su cabeza como si su vida dependiera de eso y tal vez era así, finalmente el tipo llegó a su límite retrocedió liberando su pene de su boca y esparciendo su semen sobre el cuello y la blusa de Michelle, ella solo le echó un vistazo, no alcanzó más antes de tener otro pene bajo su nariz.

Ella estaba agotada, tanto física como mentalmente, sentía la ropa pegajosa y las rodillas le dolían pero sabía que no encontraría compasión en esos depravados, así que tragó con determinación y abrió la boca nuevamente, pero el último hombre no quería que ella saliera tan fácil, sin miramientos la tomó del pelo y prácticamente se folló su cabeza moviéndola desde atrás adelante a un ritmo acelerado, Michelle ya abandonada a su suerte solo lloraba en silencio y se dejaba hacer sin oponerse, a pesar que solo podía respirar esporádicamente y la garganta le dolía demasiado.

Finalmente el último hombre llegó a su límite, se empezó a correr en la boca de ella pero al sacarlo la mitad de su leche quedó esparcida por su rostro, después de eso ella quedó aturdida mirando el vacío mientras se tragaba el semen restante en su boca, de pronto cada uno de los hombres tomó su teléfono y le empezaron a sacar fotos con él, ante sus gritos ella terminó sonriendo y haciendo la V de victoria a la cámara, imagen bastante discordante con los surcos de lágrimas que recorrían sus mejillas.

Michelle por un momento pensó que todo había terminado, pero nada más lejos de la verdad, la pusieron de pie a la fuerza y la sujetaron con brusquedad ya que no podía mantenerse en pie, otro de ellos le tomó sus pantalones cortos y se los jaló hacia abajo, haciendo que bajaran hasta sus tobillos de un solo impulso, quedó a la vista su ropa interior unas tangas negras, ante eso enardecieron los insultos, le decían perra y otros términos peyorativos insinuando que por andar con tangas prácticamente estaba pidiendo que ellos la violaran.

La pobre salvadoreña, solo sollozaba y rogaba que todo terminara rápido, apenas si se dio cuenta como le quitaron las tangas con tanta brusquedad que casi se las rasgan en el proceso, nuevamente se vio en el suelo esta vez de espaldas, el primer tipo a que le había hecho una mamada se le ponía entre las piernas y acercaba su pene a la entrada de su vagina, lo  movió haciendo rozar la cabeza del miembro con su labios vaginales, contra su voluntad Michelle se sintió extrañamente estimulada, puede que la tensión y el sufrimiento mental le hayan pasado la cuenta y ahora sintiera cosas que no debería sentir.

Pese a todo no podía negar que sentía un extraño calor en el bajo vientre y los pezones erectos, cuando finalmente el la penetró de un golpe el quejido de dolor que dio se parecía peligrosamente a un gemido de placer, hasta el violador notó que la entrada fue demasiado fácil, pero poco le importaba lo que sintiera ella, tomándola de las caderas movió su pequeño cuerpo de arriba hacia abajo, mientras el la embestía como si quisiera romperla.

Mientras se la cogía Michelle cerró los ojos y trató de pensar que estaba en otro lugar, el horrible olor de semen y sudor que llegaba por sus fosas nasales no ayudaban mucho, tanto trató de distraerse que no se dio cuenta de dos cosas, en primer lugar que en alguno momento le habían quitado la blusa dejándola con su sostén como única prenda, en segundo que su excitación solo iba en aumento sus gemidos se empezaban a escuchar sobre los ruidos normales del sexo y los hombres se burlaban con más ahínco y desprecio.

Finalmente se corrió dentro suyo con un seco quejido, se salió de inmediato y antes que Michelle alcanzara a entender que estaba pasando la voltearon sobre si misma dejándola boca abajo,  con bastante brusquedad otro de ellos la alzó por las caderas dejando su trasero en pompa, ella adivinó lo que estaba pasando, lo que le iban a hacer, pero no podría haber hecho nada ni aunque tuviera las fuerzas y el ánimo para hacerlo, con lentitud el ingresó el pene entre sus glúteos hasta llegar a su ano, sin misericordia lo atravesó rápidamente.

Michelle gritó como nunca había gritado, el dolor fue tan profundo y repentino que borró todo pensamiento racional, arañó el suelo desesperada mientras miraba en todas direcciones buscando una forma de terminar con él, él sin miramientos le tomó la cabeza y la sujetó al suelo mientras se la enculaba con odio y desprecio, al menos el dolor inicial fue desapareciendo con el paso de los minutos, reemplazados por un vacío como si la hubieran anestesiado, lloró contra el suelo mientras nuevamente rezaba porque todo terminara.

Largos minutos estuvo la pobre Michelle siendo violada analmente, ya apenas si podía escuchar los constantes insultos y humillaciones, en un momento determinado le quitaron el brasier, ella no podría decir cuando, liberando sus pechos para que todos los hombres los vieran y pudieran pizcarlos y apretarlos con las manos, finalmente ella sintió como un líquido caliente llenaba su esfínter y le corría por los glúteos hasta el suelo.

Rápidamente hubo un intercambio de hombres atrás suyo, para su alivio el reemplazante eligió su vagina en vez de su maltrecho trasero, rápidamente la penetró y en segundos la tenía en el vaivén mecánico que le permitía tratar de descansar un poco, no pasó más de 5 minutos cuando el hombre que acababa de encularla se arrodillaba delante suyo con el miembro una vez más erecto, el olor la hizo despertar, se dio cuenta que olía a sus propios desechos, ya ni siquiera tenía fuerza para hacer arcadas pero aun así alejó su cara del pene completamente asqueada.

Por supuesto eso no fue suficiente para el sádico hombre, le abrió las mandíbulas con sus propias manos y la penetró con fuerza, el sabor que sintió Michelle era absolutamente repulsivo, era indescriptible y estaría en sus pesadillas el resto de sus días, de haber tenido algo en el estómago habría vomitado, en su estado hambrienta y deshidratada como estaba después de todas esas horas solo le salió un poco de saliva por la comisura de los labios.

Ambos hombres aceleraron sus embestidas en ambos costados, Michelle ya se movía como una simple muñeca de trapo, sus pechos eran lo que más se movía rebotando en todas direcciones al ritmo del movimiento de sus violadores, pero todo debe llegar a su fin, eventualmente ambos hombres se corrieron casi simultáneamente, la salvadoreña terminó de nuevo con la boca y la vagina llena de semen de los hombres.

Esta vez sí terminó para Michelle, sin ceremonias la hicieron vestirse, con la misma ropa sucia y desprolija sobre su cuerpo que tampoco estaba en mejor estado, lleno de semen y sudor seco, la llevaron en la camioneta y la dejaron en un terreno vacío y se largaron sin mirarla ni una sola vez, Michelle se dio cuenta que sorpresivamente habían cumplido su promesa, se encontraba al norte de México, había llegado al fin al país destino, respiró hondo mientras empezaba a caminar hacia una ciudad que se veía a lo lejos, hubiera llorado de alegría pero ya no lo quedaban lágrimas.