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La vida de paula IX

en Dominación

Cuando volvió mi marido, después de un buen morreo, me preguntó:

“Bueno y que tal cariño. Me has echado mucho de menos? ¿Que has hecho?”

“Sí, claro cielo. No me gusta estar sola. He estado un rato en la piscina, y luego he comido un poco y me he ido de compras.” , le contesté.

“¿De compras?, que raro; me vas a arruinar. ¿Y qué te has comprado?”, bromeó él.

“Oye, guapo que yo trabajo y gano mi dinerito”, salté como si me hubieran puesto un muelle en el culo.

“Ja, ja, es broma tonta,” me dijo dándome otro morreo. “Venga enséñame lo que has comprado”

“Poca cosa, una chilaba mora”, le dije

“Coño, ¿te vas volver ahora mora?”, me dijo nuevamente riendo. “Venga, póntelo a ver qué guapa estas”

Tampoco tenía ninguna excusa para no hacerlo, así es que me lo puse, eso sí procurando que al quitarme la camiseta que llevaba, no hacerlo de espaldas para que no me viera el culo. Por si acaso.

“Oye, pues te queda genial. Ahora solo falta que te pongas a rezar, mirando a la meca, y yo me pongo detrás y rezo contigo, jajajaja” me dijo divertido. Se lo estaba pasando bien con la chilaba, no se si le huiera gustado saber lo que me había costado.

“jajaja, nooooo. Me puede servir como vestido playero, es muy ligero, y si no para un baile de disfraces.” Le contesté.

“Bueno, bueno,” siguió el. “Y donde te apetece cenar?”

“Me da un poco igual “, le dije. “Incluso si quieres podemos ir a un sitio de comida rápida”

“O mejor, llamar a Telepizza, y cuando venga el repartidor, le recibes vestida de mora.  O mejor aún le recibes vestida de toalla, como si acabaras de salir de la ducha. Siempre me han puesto un montón esas situaciones,” me dijo.

“Claro le abro con la toalla, cuando vaya a pagarle, casualmente se me cae, y me quedo desnudita delante de él. ¿Y si me quiere hacer guarrerías?”, le contesté picarona.

“Buff, calla, no sigas, que me estoy poniendo malo. Yo escondido en un rincón y tu comiéndosela al repartidor en la entrada.”, me dijo

“Jajaja, perro ladrador…….”, le dije picándole.

“No me jodas”, me dijo él

Cogió el teléfono de la habitación y llamó a recepción.

“Hola, buenas noches, mira a mi mujer y a mí, nos apetece comer una pizza, pero de las auténticas, o al menos de las que nos otros conocemos como auténticas, de Telepizza de toda la vida. No, no no queremos una del hotel, una de Telepizza. ¿Tienen ustedes algún teléfono donde poder pedirlas? ¿Ah, que me pasan ustedes?, genial. Espero.” Tapó el micro y me miró diciendo… ¿quien es ahora el perro ladrador?, ¿lista?

Jajá se había picado. Siguió hablando

Si hola, buenas noches. Mire quería una pizza cuatro estaciones y una pizza carbonada. Si, para el Hotel ……….. Habitación ………. Ok, 20 minutos perfectos. No. Pagaremos en metálico. Si, Gracias, buenas noches.”

“Qué, ¿he hecho bien en decirle que pagaremos en metálico? ¿O debí decirle que pagaremos en carne?, jjaja”, siguió bromeando.

“No me pique, no me piques”, le contesté.

“Oye, pero en vez de con la toalla, que está muy visto, ponte el albornoz, sin nada debajo y malamente cerrado con el cinturón, de manera que cualquier movimiento te lo abra, jajaj, mira toca, toca, mira ocmo me tienes”, me dijo el capullo.

Y era verdad, estaba a cien, duro como un tronco.

“Muy bien, así lo haremos, y ……. ¿Hasta dónde debo llegar?, le pregunte, con voz de gata en celo.

“Paula, cariño, cuando eso te pase, escucha a tu cuerpo,” él es sabio y te dirá que hacer en cada caso.”, me dijo con toda su poca vergüenza.

“Si, eso es cierto, pero el cuerpo tiene muchos órganos, y no siempre están de acuerdo”, le conteste muy segura.

Ah, ¿sí? ¿Y qué órganos están en desacuerdo?, me preguntó intrigado

“Pues mira hay veces que ves a un tío en cualquier sitio. Tu chochi, puede pedirte fallártelo, pero tu cerebro, te recuerda que estas casada, que tienes un maridito que te quiere mucho y al que tú quieres mucho, y no lo haces”, le dije mientras me acercaba a él muy zalamera.

“A ver Paula, supongamos. Ahora llega el repartidor, yo estoy escondido para no asustarle, tu por ejemplo le dices que tu marido no está, que ha salido un momento y que no te ha dejado dinero. Que si no lo importa esperar un poco.

 Bien pues espera, tonteáis os calentáis y folláis. Si ya sé que eso es solo en las películas, pero dime cuando él se vaya y yo salga, ¿me querrás menos por eso? ¿Te querré yo a ti menos? Aquello de ser fieles, es un tabu social, igual que el sexo entre padres e hijos, o entre hermanos en la zoofilia, o tantas cosas”, Me dijo

Me estas queriendo decir con eso, que tanto tu como yo, ¿podemos follarnos a quien nos dé la gana?, le pregunte, un poco indignada

“Porque no?”, me respondió

Hubiera sido la ocasión ideal para decirle lo de los moros, pero como había sido previo a esa conversación no quise tensar la cuerda.

“Bien pues no tardará mucho en llegar. Ten el móvil a mano, pero sin volumen. Te enviare wasap cuando me vea sin dinero, jaja,” le dije súper divertida.

Realmente quería saber cómo reaccionaría si pasaba algo. Aunque después de la noche con los tres viejecitos, sabía que no se lo tomaría nada mal.

Me quité la ropa y me puse el albornoz, solo sujeto ligeramente con el cinturón.

“Anda que como sea una repartidora, vaya corte”, le dije entre risas.

“Bueno, también es follable.” Me contesto el irónico.

Al momento llamaron por teléfono desde recepción diciendo que estaba aquí el repartidor de Telepizza.

Le dije que subiera, y a mi marido que se escondiera detrás de las cortinas. Jaja como mandan los cánones.

Al momento sonó la puerta.

“Servicio de Telepizza”, dijo

Le abrí la puerta.

“Buenas noches, señora. Aquí tiene su pedido”, me dijo

Era un chico joven, quizás 25 años, llevaba el casco puesto, asi es que no podría decir en ese momento si era atractivo o no.

Me echó un rápido vistazo de arriba abajo, debiendo desilusionarse de que el albornoz no se abriera más.

Me entregó las pizzas junto con la nota.

“Dios, vaya putada “, dije en voz alto echándome las manos a la cabeza, “mi marido ha salido y no me ha dejado dinero, pues o esperas, o te las tienes que llevar” le dije.

Con el movimiento de las manos a la cabeza, el cinturón del albornoz se destensó lo suficiente como para que se me abriera un par de dedos., Y ahora, si no quitaba ojo.

“No se preocupe, espero, espero”, me dijo quitándose el casco.

Era un chaval majete. Medio rubiete, y muy colorado, seguro que lo que estaba viendo pensando que era  una visión furtiva, le tenía absorto.

“Pasa, pasa,” le dije indicándote el interior de la habitación “Quítate si quieres el chaleco o te morirás de calor. Voy a mandar un wasap a mi marido a ver si va a tardar”

SE quitó el chaleco, y se sentó en una silla yo enfrente de él. Me aseguré de que mis piernas se abrieran los suficientes para dejar a su vista mi coño. Mientras le mande el wasap a mi marido, rece porque hubiera recordado quitar el sonido.

“Vaya, le dije al chaval, me dice que perdones que no se ha dado cuenta, que puede el pasarse por la tienda a pagarlo si no puedes esperar”, le dije

Era mentira mi marido me contesto un escueto ….A POR EL

“No, no tranquila, yo espero, que si no es un lio luego cuadrar la caja”, lo primero que se le ocurrió al chaval, que tenía los ojos clavados en mi raja.

“Bueno”, le dije, ¿“quieres algo de beber mientras esperamos?”

“No, bueno, si, jaja bueno como quiera. Un poco de agua, hace calor, si”, dijo balbuceando.

Me levanté y fui a por el agua.

A esas alturas ya el albornoz se quedaba abierto del todo.

Cuando volví con el agua, se lo acerqué a la silla donde estaba. Al estar sentado le deje mi rada a escasos 20 cms de sus ojos.

“Pero relájate hombre”, le dije acariciando un poco sus hombros.

Se llevó el vaso a la boca. Me preguntó

“Y tardara mucho su marido?”

Llámame Paula. Sí tardará lo necesario. Quieres que me quite el albornoz”, Le pregunté casi metiéndole las tetas en la cara.

“Yo, señora, digo Paula, no creo que sea buena idea”, me contesto.

Mientras lo iba diciendo, yo iba dejando caer el albornoz.

“Paula…… “ me dijo mientras echaba mano a mi coño

“Vamos apóyame, enséñame que tienes aquí”, le dije tocándole el paquete.

Sono el ruido del wasap

Mi marido diciendo…. NO SE A EL PERO A MI ME ESTAS PONIENDO MALISIMOOOOOOOOOOO

“Uhmmmm”, le dije al chico, “mi marido que aún tarda un buen rato”

Eso pareció envalentonar al chaval, que se animó a ponerse de pie y desabrocharse los pantalones.

“Cómo te llamas?”, le pregunte, mientras mi mano buscaba bajo su pantalón su polla.

“Jaime, señora, Paula”, me dijo temblando

“Uhmm, Jaime, Jaimito, pero que tienes aquí, tan grande y durito?, le dije.

Yo misma estaba sorprendida de lo puta que estaba siendo, pero bueno parece ser que es lo que tocaba.

Ya tenía su polla fuera del pantalón. Realmente era grande, y estaba muy dura. Había a eso que añadir el vigor de la edad.

Me agaché delante de él.

“Es más grande y gorda que la de mi marido”, le dije mientras le pajeaba un poco, antes de metérmela en la boca

Él se quitó la camiseta, y no paraba de tocarme las tetas.

“También sabe mejor que la de él”, le dije metiéndomela entera en la boca.

Otro sonidito del wasap.

ZORRA TE VAS A ENTERAR CUANDO TE COJA…. Y un monton de emoticones, de risas,  y signos de ok

SE la mamé un rato, cuando ya vi que empezaba a jadear en exceso, le pregunté

“Sigo? O quieres meterla”

“Por favor, si quiero metértela Paula.”

Me tumbe en la cama, y  le dije

“Ven”

Casi hace el salto del ángel.  Se tumbó sobre mí y me la metió. Me follo un poco hasta que me preguntó:

¿Puedo correrme dentro?

“Por supuesto”, le dije

Y lo hizo, me descargó con ganas todo lo que llevaba dentro.

Se levantó como un resorte nada más correrse, y me dijo

“Me lavo y me visto no llegue tu marido”.

En ese momento mi marido salió de detrás de la cortina.

“Ya he llegado. ¿No quieres cobrar?, le dijo.

El chico se quedo petrificado. Se dio la vuelta tapándose su partes, con cara de niño bueno.

Yo divertida en la cama espatarrada.

“Señor, yo, esto…. No se que decirle,” le dijo el chico

“Has disfrutado?” le preguntó mi marido.

“Mucho señor hasta que apareció usted”, le contestó.

“Nosotros también y de eso se trataba”, le dijo mi marido, toma el importe de la cuenta y 30 euros más de propina para ti.

“Joder, señor, no sabe como se lo agradezco. Paula, perdón su mujer, es encantadora. Pueden pedirme mas pizzas cuando quieran”, dijo el chico encantado de la vida.

“Venga, vístete y lárgate, que te van a pegar la charla en la tienda”, le dijo mi marido

“Si, señor, si señor, me voy ya. Adiós Paula, un placer.. Adiós”, se medio vistió y salió corriendo de la habitación.

Mi Marido se sentó en la cama y nos empezamos a reír como tontos. Recogió con un dedo leche del chico que salía de mi coño y me la uso en los labios.

La lamí glotonamente.

“Pero que puta me estas saliendo, Paulita”, me dijo morreándome

CONTINUARA