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Su nombre es Alex 4

en Lésbicos

Una idea me cruzó la mente y me llevó al directorio telefónico. Oh, ya entiendo. Por eso hablaríamos ésta noche. Tenía su número registrado. Otra sonrisa llegó a mi rostro, miré a un lado no asimilando todavía aquello. Topé la mirada con la cara interrogativa de una viejita. Me miró de arriba abajo intentando buscar mi fallo psicológico, despegó los ojos haciéndole más arrugas a su frente. No le di importancia.

Volví a mirar el teléfono y ahora si me fijé en la hora: 10:31 am. Bloqueé la pantalla sin preocuparme por cambiarle el fondo. Este me agradaba.

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Capitulo 4

 

Meto la llave en el cerrojo de la puerta, lo giro y entro a casa. Subo rápido las escaleras, llegando a la entrada de mi habitación y cuando agarro el pomo alargado de mi puerta para meter la llave, éste se gira. Hay alguien en ella.

Lo suelto despacio y retrocedo. Mamá aún no sale de la clínica y de ser así ella me hubiera avisado antes de llegar. Bajo las escaleras, ahora despacio para no hacer ruido. Llego a la cocina y tomo el cuchillo más largo y filoso que encuentro. Me dirijo a la habitación con pasos iguales de sigilosos, abro la puerta asomando la cabeza y recorro la habitación con los ojos.

Allá, rebuscando en mi mesa de noche, diviso un trasero en movimiento, parece que baila, que ladrona tan... ¿alegre? Entro por completo y al ver quien era me relajo.

Cierro la puerta con fuerza para que la intrusa escuche. Logro el objetivo y ella se gira, me mira y sigue bailando, ahora caminando en mi dirección.

- Yo sé que estás consciente de lo que de ti me han dicho - pone un brazo en mi hombro y sigue bailando - te gustan las mujeres, pero te encanta en bicho - hace ademán de penetrar el aire con su pene inexistente.

Escondí el iris con mis palpados. ¿De verdad está cantando eso?

Deja de cantar y bailar, me mira chistosa y me abraza fuerte.

- Oh, mi amor. Cuanto te extrañé - dice Katherine a la par de sacar el aire de mis pulmones.

- Loca desquiciada - también le abrazo fuerte. Escucho la música sonar desde su audífono - no más que yo.

Me suelta y junta sus cejas al mirar mi arma blanca.

- ¿Es en serio? - la apunta  a mi filosa arma blanca- sí que eres huevona - se quita los audífonos y tira el teléfono a la cama.

- Bueno, nunca se sabe - me defendí. - ¿Qué tanto buscabas ahí?

Caminé hasta la mesa y puse el cuchillo.

- Otro pincel. Rompí el de allá - señala el lugar donde solía dibujar. - No preguntes como. Necesitas otro.

- Perfecto - lamenté-.

- Y tiré lo que tenías a medio pintar. Sé que no lo ibas a acabar. Mira que hermosura te hice - señaló su garabato abstracto.

- Me vas a comprar ese pincel. - le avisé - Y sobre el dibujo... Está muy bonito.

- ¿Cómo estás, Estef? - Me ignoró el comentario y se tiró en la cama, literal.

- Bien, bien loquilla, ¿y tú? - me acuesto a hacerle compañía.

- Yo bien. Terminé con Carlos, ese perro. Me pegó los cuernos, otra vez - dijo en total tranquilidad.

- Bueno... Que excelente manera de tomarte las cosas.

- Sí, es que se los devolví. Hubieras visto su cara cuando me reclamaba. ¡De novelas! - grita entusiasmada.

- Ya imagino. Heriste su masculinidad.

Me saco los tenis y subo todo mi cuerpo a la cama.

Hubo un silencio de minuto y medio. Algo iba mal con ella.

- No estás bien, ¿cierto? - la miré. Sus ojos se cristalizaron.

- Lo quiero en verdad - forzó su nudo en la garganta para poder hablar. La abracé.

- Ay Kat - acaricié su cabellera negra - él estúpido no merece que llores. Lamento no haber estado para ti cuando pasó.

- No importa - limpió sus lágrimas - tienes problemas mayores. ¿Ya fuiste al psicólogo? - no respondí.

» Eso es un no. - dedujo - Hablando de tus problemas... ¿qué pasó contigo y Alice? ¿Terminaron?

- No, pero tuvimos un momento horrible. ¿Cómo sabes eso? - pregunté confusa.

- Para que no creas que abuso de la copia de llaves que me diste... Antes de venir acá te estaba llamando al teléfono, pero no respondiste. Llamé a la casa y nadie contestó, después hice lo mismo con tu mamá y ella me dijo que estabas con Alice. Así que la llamé a ella y me respondió raro cuando hablé de ti. Aparte que se escuchaba como apagada y tristona.

- Mm... Entiendo. Fue un momento muy feo - hice una mueca - Es un poco largo.

- Tengo todo el tiempo - dijo mi mejor amiga, echando sus problemas a un lado.

- Bueno, antes de eso estábamos peleadas por una tontería. Ella llegó anoche a la casa para arreglar las cosas...

Le conté todo tal cual pasó a mi casi hermana, ocultando detalles sólo en la escena sexual. Ella escuchó atenta, sin interrumpirme ni una sola vez y se lo agradecí enormemente.

- Vaya... Sí que estuvo feo - habló cuando ya había acabado - ¿Qué piensas hacer?

- Tratar de remediarlo. No quiero terminar con lo nuestro.

- Ya, ¿pero no dices que tienes dudas de lo que sientes por ella?

- Algo así, pero sé que le quiero.

- Bueno… ¿Ya llamaste a los doc.? - pregunta cambiando de tema.

- No, no he tenido tiempo.

- Dame tu celular - eleva la palma de su mano.

Lo saco con dificultad por la posición en la que estaba. Se lo entrego sin decir nada.

- ¿A cuál llamo primero? - pregunta.

- Al que quieras. Ambos se van a molestar. - agrego con desgana.

Y era de esperarse, yo me había ofrecido solita.

- ¿Quién es ésta? - ve la foto de Alex en el fondo de pantalla - Cielos... Amo su cabello.

- Es una chica que conocí hoy donde Doña Teresa. Ya sabía que se me escapaba algo.

- ¿Y ya los pones de fondo? Sí que van  rápido.

- No seas tonta, te explicaré después. Primero resolveré el lío de las clases.

Ella no dice más. En lo pocos segundos que tenía a favor, fui ideando una excusa que fuera lo suficientemente buena para que aceptara mi retractación en cuanto a sus secciones. No apareció ninguna.

Kat me tendió el teléfono ya con la llamada en curso. Puse al auricular en mi oído sin ver a quien había marcado primero. Ella cambió de posición y puso su cabeza sobre mí, entreteniéndose con los botones de mi camisa jeans mientras yo me excusaba.

- ¿Buenas? - contestó una voz femenina.

- Buenos días Dra. Suarez. Le habla Estefany Morel, ¿cómo se encuentra? - siendo cortés

- Ah, hola. Muy bien, ¿y tú?  - se escuchó animada.

- Todo bien, también.

Le dije que ya no podía dar las clases por causa de problemas personales, no le iba a decir que, por pasar tiempo con mi novia, obvio. Como era de esperarme puso objeción de que ya, a esta altura del juego, no tenía a nadie para ello. También mencionó que yo fui quién sé ofreció y que debería ser más responsable con mis decisiones. Me defendí con que fue algo que sé me salió de las manos, que no lo vi venir y que si no fuera tan importante no sé lo pediría. Al final hizo flexión y me quitó sólo una, con la excusa de que ella no podría con ambas porque tenía la agenda al borde. Algo era algo, así que acepté.

- ¿Y? - quiso saber Katherine.

- Me dejó una - respondí; pasándole el teléfono después.

Buscó en mi agenda la otra persona con la que debía hablar, puso el aparato en mi oreja. Yo lo agarré.

Hablé con el Dr., éste quitó ambas sin objeciones, incluso sin indagar mucho en qué era aquello que me impedía cumplir con lo que yo misma pedí hacer. Cosa que agradecí en mi interior. No quería imaginar lo que pasaría si no las retiraba. Es cierto que me había quedado con una, pero podré sobrellevarla si problemas.

Le hablé a Kat la otra parte que me había callado, no por falta de confianza, sino que no me pasó por la mente. Y más de una vez sé carcajeó.

- Oye... ¿Sabes qué sé me hace extraño? - susurró pensativa.

- ¿El qué? - contesté con el mismo tono bajo.

- Ese libro no es gracioso, si es el que dices que era. Es muerte, suspenso y deducciones más que otra cosa. Así que puedo apostar que se reía de ustedes dos.

- También pensé en ello. Y el espectáculo no era para menos - visualicé el acontecimiento de mi mañana.

- Y qué... ¿te gusta ella?  - pregunta expectante.

- No, niña. - Alcé los ojos causa del fastidio.

- ¿Qué? - chirra al ver mi reacción - está buena.

Permanezco callada.

- ¿Cuándo llamarás a Alice para arreglar las cosas? - cambiado otra vez de tema.

- Más tarde, sé que no va a contestar. Oye - llamo su atención - haz comida para ambas, muero de hambre.

- Dale.

Bajamos a la cocina y ella hizo Macarrones con queso, ensalada verde y plátanos fritos. Sí, ella hizo, porque a mí eso de la cocina sé me da fatal. No recuerdo haber puesto a tostar un pan y que éste no termine negro por mi descuido y poco talento en ésta área. Y las veces que me "preparé" el almuerzo terminé haciendo ayuno o cogiendo cualquier chuchería de la despensa. Era un fracaso total.

- Oye... ¿te has fijado que Enrique Iglesias dice: "sólo en tu boca yo quiero acabar"? - dice con gesto pensativo mientras se mete el tenedor con lechuga en la boca.

- Sí - respondo - es todo un pervertido - le sigo el juego.

- ¡Con él te duele el corazón y conmigo te duelen los pies! - cantamos vociferadamente en unísono. Reímos al instante

- Que canción tan estúpida - digo.

- No te metas con mi Enrique - achica los ojos de modo desafiante.

- Oh, lo siento Natalya¹ - murmuro con sarcasmo.

Lavamos los trastes sucios hablando de trivialidades, con nuestro sarcasmo siempre a flote. Tener a Katherine conmigo me hacía mucho bien. Era la única persona que sabía bloquear por horas mi depresión con sus ocurrencias. Desde los cinco años somos inseparables, no había cosa que hiciéramos separadas, salvo el sexo y carrera universitaria. Escogió relaciones internacionales y ahora es toda una políglota, cosa que a veces me molesta por que me habla en idiomas incomprensibles para mí. Pero luego todo, desde los cursos de pintura y música, hasta los paseos en bicicleta. Incluso estudiamos la básica y secundaria juntas.

Subimos otra vez a la habitación y vimos películas online por Netflix encima de la cama. Riendo y burlándonos de los actores, poniendo con nuestras voces líneas que no aparecían en la película.

La reserva de comida que tenía en la mini nevera desapareció, comiéndose Katherine el 80% de ella. Era delgada, pero comía... Creo que el cuarto de agua que dejó en el galoncito fue por pura lastima.

Mi madre llamó cuando caía la noche, diciendo que no iba a dormir en casa. No tuve que insistir mucho para que mi mejor amiga se quedara conmigo.

- Estef, ¿cuándo llamarás a Alice?

- Ash - me quejo- no me gusta el rechazo y eso es exactamente lo que ella va a hacer: rechazarme.

- Pero si no lo haces ella pensará que te importa un pepino - me hizo reflexionar.

- Tienes razón - me rendí - será mejor que lo haga. Más conociendo a Alice.

Mi acompañante me pasa el teléfono con la llamada iniciada, para que no me arrepienta, imagino. Total, iba a aparecer en su registro la llamada perdida, así que mejor enfrentarlo. Me alejo de ella yendo a una esquina de la amplia habitación.

- Haló - escuché como contestaba Alice-.

- Hola Alice... - dudé - ¿cómo estás?

- Bien - respondió secamente.

- Me alegra - fue lo único que se me ocurrió decir.

- ¿Qué quieres? - preguntó con la misma actitud.

- Quería decirte que hablé con los docs y pude rechazar tres tutorías.

- Mm... Interesante - dice sin ganas.

- Intenté hacerlo con las cuatro, pero Suarez puso mucha objeción. A empujones puse salir de esa - me defiendo.

- Claro, estoy segura que sí - usa sarcasmo.

- Sólo es una, no me va ocupar mucho tiempo. Así que podremos salir y pasar más tiempo juntas - intento arreglarlo.

- Entiendo. - dice cortante - Oye, estoy ocupada ¿Tienes algo más que decirme?

Me dolía su actitud.

- Alice no seas así.  Hice lo más que pude.

- No ofrecerte hubiera sido mejor opción, pero como siempre haces lo que te venga en gana...

No hablé

- ¿Sólo era eso? -  vuelve a preguntar.

- Alice... - hice una pausa - te extraño. Te necesito. Te... - escuché el pitido de llamada terminada - te amo - le dije a nadie.

Me tiré de espaldas a la cama, Kat notó mi ánimo. Pausó la película, cerró la laptop y se colocó encima de mí, como lo había hecho esta tarde. No dijo nada, sólo sé limito en darme apoyo en silencio, como ella sabía que me gustaba en momentos como éstos.

Su actitud me golpeaba de una manera muy ruda. Está bien, apoyo que no he sido la mejor pareja, pero ella debería tomar en cuenta también mi situación, yo no estaba bien y ella lo sabía... Entonces ¿por qué tratarme así cuando a pesar de mi estado intentaba remediar las cosas? Ni siquiera un trato cortés sólo por... Qué sé yo, educación tal vez.

A pesar de tener a mi salvadora tan cerca, sospecho que ésta va a formar parte de las tantas noches de insomnio que con regularidad tenía. El peso que sentía se dividía entre mente y corazón, sin embargo, eso no hacía que fuera más fácil de llevar, en absoluto. No era como llevar una carga en las dos manos que al ser compartida me permitiera aguantar y avanzar más pasos, no. Esta era como cuando estás indefensa, atada y amordazada. Acostada en el suelo con grandes kilos en las piernas y en los antebrazos que por más intento de salir de ahí abajo haces no logras nada. La presión en uno de tus miembros no aminora el dolor de los otros y ni siquiera puedes gritar con libertad para soltar un rugido que alivie por milésima de segundo tu mente del dolor que sientes al ser tu cuerpo aplastado.

Un grito... Que bien me vendría rasgar mi garganta con uno en este momento. No tiene que ser ninguna oración, es más no pido ni una palabra, por más diminuta que fuera. Sólo necesito una letra, pero estoy con mi amiga y no quiero preocuparle demasiado, así que mejor mantener el silencio y esas lágrimas dentro de sus canales.

De mi teléfono salió el sonido de notificación después los minutos eternos en los que no hice más sentir melancolía. Lo tomé con rapidez teniendo fe de que se trataba de mi media novia, porque novia en sí ya no sabía si podía llamarle.

Fui al chat de WhatsApp y leo el mensaje acabado de entrar de un nombre ya conocido que decía:

"Si lo dejo a opción tuya no creo que hubiera dado contigo esta noche. Mi madre me enseñó que eso es ser descortés".

"¿Y no te enseñó que usar lo ajeno sin permiso y no saludar a la inicial una conversación no cuenta como cortesía? Buenas noches, Alex".

No sé cómo ni por qué, pero sonreí mientras lo escribía.

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¹Natalya: Natalie Katherine "Nattie" Neidhart Wilson (27 de mayo de 1982) es una actriz y luchadora profesional canadiense que trabaja actualmente en la WWE bajo el nombre de Natalya. Dentro de sus logros se destaca un como Campeona de Divas de la WWE.

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Saludos desde Rep. Dominicana!