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Parte III : Strapon

en Sadomaso

Tenía el culo completamente dolorido, había sido un castigo muy duro el que  había recibido por parte de mi vecina, mucho más duro que el primero que recibí. Esta sensación ya la había experimentado antes, no podría sentarme en una silla durante algunos días. Esta vez ya no podía evitar a la vieja señora, tendría que ir a verla todos los días, como si se tratase de fichar en el trabajo. Me dolía la cabeza terriblemente debido a la resaca del día anterior  y para colmo el culo me ardía, parecía un brasero lleno de verdugones.

Me vestí y lo primero que haría sería ir a ver a mi vecina. No deseaba enfadarla y recibir otra azotaina. Era temprano, un nuevo día caluroso de verano,  el sol ya empezaba a calentar. Llamé al timbre de la señora Marga y unos instantes después apareció en el umbral de la puerta. Me daba la impresión que cada día estaba más voluptuosa, o bien su bata azul que vestía de costumbre la hacía un cuerpo mucho más grande. Me invitó a pasar al interior de su casa, pasé intrigado y nervioso, desconocía que pretendía de mí y que ordenes iba a recibir a partir de ahora. Cerró la puerta de casa y sin más dilación dirigió su voz hacia mí:

 

- Tengo tareas para ti hoy, vas a limpiar todos los suelos de mi casa, que queden bien relucientes, luego continuaras con el baño -  Me dijo de forma autoritaria.

 

 

Observé un cubo con agua y jabón y un estropajo en un lado del salón. Resoplé y fui a coger el cubo, cuanto antes empezará antes acabaría. Antes de llegar a coger el cubo mi vieja vecina volvió a hablarme:

- Encima de esa silla tienes tu ropa, póntela ahora mismo -  volvió a darme una nueva orden.

Me acerqué hasta la silla y comprobé como había un par de medias de lycra de color negro, unas braguitas de plástico de color rosa y unos zapatos de tacón que indudablemente eran de ella por su tamaño. Me desnudé y me enfundé las medias en mis piernas, me sentía ridículo. Posteriormente me puse las braguitas de plástico, aquello me llamo mucho más la atención. No eran unas braguitas normales, eran de plástico impermeable y elásticas, se ajustaban a la cintura con unas gomas, además de que me quedaban muy pequeñas. Me puse los zapatos de tacón e intenté acercarme hasta el cubo de agua sin perder el equilibrio. Llegué con mucho esfuerzo ya que no sabía andar sobre tacones y me arrodillé delante del cubo. Justo en el momento que iba a meter el estropajo en el agua, la señora me detuvo:

- Espera, todavía te falta algo - . Se marchó a una habitación y regresó al momento con un objeto entre sus manos. Sujetaba un tapón anal de goma o silicona entre sus manos y no era de los pequeños precisamente. Se acercó hasta a mí, se inclinó y  me bajo las braguitas y sacó de su bata sus inseparables guantes de goma de fregar.  ¿Porque siempre los usaba? , ¿Acaso no deseaba tocarme? Comenzó a enfundarse sus guantes de goma en sus manos. Aquel proceso era lento, sus manos eran mucho más grandes que sus guantes y la quedaban muy ajustados, parecía que iban a explotar sus guantes, pero eso nunca sucedía.

Untó una crema que parecía vaselina en el tapón anal y lo acercó a mi trasero, más concretamente a mi ano. Intentó introducirlo dentro de mi ano pero no pudo, no paraba de moverme ya que producía un gran dolor, nunca antes me habían introducido nada en el ano. Volvió a intentarlo con más fuerza pero volví a moverme y a gritar.  La señora se enfadó:

- Bien, ven aquí - . Pegó su cuerpo al mío todo cuanto pudo. Sentí sus pechos y su estomago pegados a mi espalda. Yo me encontraba de rodillas y ella acomodó su cuerpo al mío tras de mí. Su mano izquierda me tapo la boca fuertemente, sentí repugnancia de sus guantes, estaban completamente malolientes de fregar con ellos y saber que más cosas. Una vez me tapó la boca con fuerza noté su mano derecha acercando el  tapón anal a mi ano. Comenzó a introducirlo como había intentado anteriormente pero esta vez me sujeto con fuerza y tapo la boca con dureza. Utilizó su fuerza y comenzó a entrar en mi ano, sentí un dolor muy fuerte, pero esta vez mi grito quedo amordazado entre sus malolientes guantes. Utilizó de nuevo su fuerza y terminó de introducirlo por completo de un tirón, HHHHHHHMMMMMMMM  sentí gran dolor al sentir como entró por completo dentro de mi culo. Esta vez utilizó la fuerza bruta para introducirlo y funcionó, a pesar del dolor que sentí.

Subió mis braguitas rosas de plástico y apretó la goma para que quedasen bien ajustadas.

- Ahora puedes empezar tus tareas puta, te estaré observando -  . Me dijo mientras se quitaba sus guantes y se sentaba en su butaca cómodamente para ver la televisión.

 

Estuve toda la mañana limpiando los suelos, sentía una gran molestia en mi culo debido al tapón anal pero continué con mis tareas. Arrodilladlo pasaba el estropajo una y otra vez.  Me esmeré a fondo, no quería ser castigado. Limpié todos los suelos y su wc.  Cuando terminé me acerque hasta la señora Marga y la dije que había terminado.

- Muy bien, hoy te puedes ir, no olvides tu cita mañana -  Me dijo sin prestarme atención ensimismada mirando la televisión.

 

Comencé a quitarme las medias, los tacones y justo cuando iba quitar el nudo de las braguitas de plástico, la señora me detuvo.

- El tapón te lo quedas metido. He hecho un nudo que solo yo sé deshacer, si te las quitas tendrás que cortar el nudo y entonces mañana cuando regreses lo notaré. Lo llevaras hasta mañana -  Me dijo mirándome fijamente.

 

El resto del día fue muy molesto, todavía me dolía el culo por sus latigazos y ahora llevaba un tapón anal que me impedía poder andar, no podía hacer movimientos bruscos ya que me causaba dolor el tapón. El problema llegó cuando intenté orinar y no pude porque llevaba las braguitas rosas de plástico,  eran tan ajustadas y pequeñas que no podía sacar el pene por un lado. Efectivamente al final tuve que orinarme encima, las braguitas de plástico eran impermeables y quede completamente mojado. Ahora empezaba a comprender realmente el castigo, a parte de las molestias y el dolor, tendría que orinarme encima. Fue realmente humillante, intenté no beber mucha agua ese día, pero hacía mucho calor y finalmente me orinaba en mis braguitas de plástico.

Al día siguiente acudí rápidamente a casa de mi vecina para que me quitase las braguitas y el tapón.

¿Por favor señora Marga puede quitarme ya el tapón? - La rogué.

 

 

- Creo que lo vas a llevar hoy también, hasta esta noche no te lo quitaré - Me negó mi petición de forma cruel.

 

- Pero por favor no lo aguanto más - Me quejé a la señora.

- Si tengo que volver a repetírtelo te lo diré de otra forma, bajaremos al sótano y te lo diré de otra manera ¿has entendido? , vuelve esta noche y me lo pensaré - Me dijo con una sonrisa en su boca.

El segundo día que lo llevé puesto fue mucho peor, no conseguía olvidarme de él, no podía hacer nada, el simple hecho de moverme me causaba una gran molestia, por no decir lo sucio que me sentía de haberme orinado encima varias veces en mis braguitas de plástico. Finalmente el día pasó lentamente y fui de nuevo a ver a mi vecina. Estaba  deseando que me lo quitará, quizás fui antes de lo debido ya que no lo aguantaba más.

Entré al interior de su casa, la vieja vecina seguía viendo la televisión sentaba en su cómoda butaca.

 

- Por favor señora Marga, quítemelo, ya no lo aguanto más -  La suplique.

 

- Ahora no puedo, estoy ocupada - Me dijo con tono de burla.

- Por favor, ya no lo soporto mas - Me quejé de nuevo.

La señora Marga se levanto de su butaca, me agarró y me indicó que me sentara delante de la butaca. Me senté delante de la butaca y me inclinó hacia atrás, de tal manera que mi cara quedaba apoyada en la butaca y mi cuerpo sentado en el suelo. Levanto su bata hasta la cintura,  observé sus grandes bragas blancas ajustadas en su culo. Separó las piernas hacia un lado y se sentó sobre mi cara apoyada en la butaca. Sentí todo su peso sobre mi cara, me aplastó la cara literalmente con su trasero. Acomodó su culo a mi boca y dejó caer  su peso. Sentí un fuerte olor a su trasero, tanto mi nariz como mi boca estaban pegados al interior de su culo.

 

- Ahora no tendré que escucharte mas - comenzó a reírse la vieja señora Marga.

Continuó viendo la televisión sentada sobre mi cara, especialmente sobre mi boca y nariz. Ahora no podía hablar, mi boca estaba sellada por su culo y mi nariz no paraba de respirar su olor.  Respiraba con dificultad, intentaba coger algo de aire entre sus nalgas. La señora continuó viendo la televisión cómodamente ahora que ya no tenía que escucharme. Estuve una hora bajo sus nalgas, mi cara estaba sudando de calor y ladeaba la cara cada poco tiempo para coger aire. Su culo desprendía un olor muy fuerte que no paraba de degustar. Apartaba la cara ladeándola y tomando aire fresco, hasta que la señora se enfado:

-  Estate quieto, no vuelvas a apartar la cara o te dejaré el tapón otro día mas- Su amenaza surgió efecto, me estuve completamente quieto bajo su culo sin más remedio de olfatear una y otra vez el olor de su culo. La vieja señora se sentó con más fuerza y apoyó sus glúteos contra mi nariz y boca de tal forma que esta vez no pudiese apartar la cara , ni  poder hablar al sentir la presión de su culo en mi boca.

Respiré aliviado cuando terminó la serie que estaba viendo y se levanto de mi cara, me ordenó que me dirigiese al baño. Entré en el baño y la señora Marga deshizo el nudo de mis braguitas rosas de plástico. Desprendían un fuerte olor a orina, ya que no tuve más remedio que hacerme encima mis necesidades.

 

- Eres una guarra, ¿no te da vergüenza? , metete en la ducha inmediatamente -  Me ordeno y ella abandonó el baño.

Tras darme una buena ducha observe que mi ropa no estaba en su sitio, se la había llevado la señora Marga. Salí hacia el salón completamente desnudo tapándome mi pene con mis manos por vergüenza. La señora Marga me estaba esperando con sus  guantes de goma enfundados en sus manos. Aquello me produjo temor, solo se colocaba sus guantes cuando pretendía castigarme. Nunca se separaba de sus guantes, eran inseparables. La quedaban terriblemente ajustados a sus manos, se los compraba una talla inferior a la suya para que la quedasen a sí de ajustados y tuviese más tacto y movimiento. Empezaba a odiar sus guantes, solo producían dolor  y me ponían muy nervioso ya que cada vez que movía sus manos se escuchaba un inconfundible sonido a goma. Me ordenó que me pusiera a cuatro patas en el centro de la habitación. Obedecí y observé como la señora regresaba con una cuerda en sus manos. Me ato las manos a la espalda con mucha fuerza como acostumbraba, era imposible liberarse de sus ataduras, ejercían una fuerte presión que mordían la piel. Se quitó su bata para quedarse en bragas y se acercó a mí. Contemple su cuerpo voluptuoso y sus enormes pechos. Se bajo sus bragas blancas y se inclinó hacia mí. Esta vez abrí la boca todo lo que pude, ya conocía sus métodos, introdujo sus grandes bragas sudadas en mi boca hasta el fondo  para posteriormente sellarlas con cinta americana sobre mi boca y cabeza.

Sacó de un cajón un objeto negro que en principio no sabía que era, hasta que me fijé y descubrí que era un strapon. Una correa grande con un pene de  goma. Se colocó la correa sobre su cintura  y se ajustó unas hebillas para que se ajustara a su cuerpo. El pene de goma era grande, al menos para mí era muy grande. Se acercó a mí y se  puso de rodillas tras de mí.

 

 

-  Ahora te voy a follar como una puta, eso es lo que eres, mi puta   - Me dijo con un tono severo.

Ahora comprendía todo, el tapón anal era solo mi entrenamiento para lo que estaba a punto de suceder. La señora Marga pego su cuerpo al mío y acercó el strapon a mi culo. Comencé a notar como lo iba introduciendo poco a poco para al final pegar un empujón e introducirlo por completo. Sentí un dolor muy fuerte, lo introdujo de una forma muy severa dentro de mi ano. La mordaza amortiguó mi grito de dolor.

La señora me sujetó por el pelo bruscamente tirando de el hacia atrás con mucha fuerza y comenzó a galopar sobre mí con su strapon.  El dolor era muy intenso, mis gritos se hubiesen escuchado en toda la calle pero la señora ya se había preocupado de ello y fue precavida amordazándome. Noté como su pene de goma entraba y salía de mi ano rápidamente con fuertes embestidas. El dolor era muy fuerte sobre todo cuando sacaba su arnés y lo introducía rápidamente de un fuerte empujón con su cadera.  Me folló una y otra vez, estaba disfrutando, no cesaba en sacar y meter su strapon una y otra vez en mi ano. Sujetaba con fuerza mi pelo provocándome un fuerte dolor a la vez que me envestía con dureza.  Tras una hora follandome una y otra vez con su gran correa, se detuvo completamente sudorosa.

 

- A partir de ahora te follare cuando quiera, recuerda que eres mi putita -  Me soltó dos fuertes bofetadas en mi rostro con sus guantes de goma para que lo recordase.

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