miprimita.com

Sueño o pesadilla

en Sadomaso

SUEÑO O PESADILLA

Hoy me he vuelto a despertar sobresaltado. Sudando y jadeando, he vuelto a tener el mismo sueño o más bien la misma pesadilla. Este extraño sueño se repite en mi cabeza una y otra vez. No puedo apartar de mi cabeza  aquella extraña y misteriosa señora. Quizás el motivo es porque la veo todos los días y no puedo olvidarla. Cada día cuando salgo de mi casa lo primero que veo es a mi vecina de la casa de en frente. Una mujer mucho mayor que yo, debe tener unos sesenta años o quizás más, su rostro ya denota arrugas. Podría ser mi madre, diría más bien mi abuela, más de treinta años nos separan de diferencia.

Su aspecto físico imparte miedo, rostro muy serio con  una mirada severa que realmente intimida, nunca la he visto sonreír. Es una mujer corpulenta y grande, unos 100 kilos de peso, grandes caderas y robustas piernas y anchos brazos. No os dejéis engañar por su edad, tiene mucha agilidad y a pesar de su corpulencia  no deja de moverse de un lado a otro en su finca.

La señora siempre está en su jardín cuidando sus plantas y flores, tiene el mejor jardín con diferencia  de todo el pueblo. No escatima en cuidados a sus flores, las mima, riega y poda a diario, dotando de una extrema belleza su jardín. Es muy habitual poder verla agachada de rodillas en su jardín  cortando alguna  pequeña imperfección de algún tallo. Siempre con sus grandes botas de goma para el agua y unos guantes de goma  cubriendo sus manos. Nunca la saludo ni la deseo los buenos días, sería perder el tiempo, ella nunca me devolvería la cortesía. Cuando me ve, deja sus quehaceres y me mira de forma muy seria, como si hubiese visto al mismísimo satanás. Desprende una especie de odio hacia mí, pero nunca la he hecho nada, no tiene motivos. Aún así me mira fijamente de forma airada , en muchas ocasiones tira del extremo de sus guantes de goma domésticos  dándola un aspecto de enfermera perversa recién sacada de una película de terror  , parece que quiere intimidarme con ese gesto y lo consigue sobradamente cada día.

Hoy se ha vuelto a repetir el mismo sueño o quizás la misma pesadilla, eso deben juzgarlo ustedes:

Es de noche, está todo muy oscuro, la única  la luz  es la que refleja la luna. Recorro los escasos metros que separan mi casa de la suya sin ser visto. He decidido colarme en el interior de la casa de mi misteriosa  vecina. Sé que oculta algo en su interior, algún terrible secreto y estoy dispuesto a descubrirlo. Salto la valla de su casa y me dirijo sin  hacer ruido por el jardín hacia la parte de atrás de la casa. Sé que en la parte trasera de la casa hay una pequeña ventana, mi casa es igual que la suya y tiene ese pequeño ventanuco. Saco un destornillador y en apenas unos segundos abro la pequeña ventana, ya lo he hecho en mi casa  varias veces tras olvidarme las llaves en el interior, me resulta muy fácil, solo unos segundos. Aparezco en la parte baja de la casa. Su apariencia es normal, muebles característicos de una casa, viejos cuadros.... Al final del pasillo hay unas escaleras que descienden hacia una planta inferior, en mi casa también es así, se que conducen a un pequeño sótano o almacén. Decido bajar las escaleras, me encuentro con una puerta al final de los escalones, pero esta puerta  a diferencia de la mía tiene cerradura. Aquí termina mi camino, no se abrir puertas, decido girar el picaporte sin esperanzas y me sorprendo al comprobar que la puerta no está cerrada con llave.

La puerta hace un pequeño chirrido según la voy abriendo, debería ser más cuidadoso si no quiero ser descubierto. Palpo con mi mano en un lateral de la pared  y enciendo la luz. Se ilumina la instancia con una luz  tenue de poca intensidad. Una luz suave y azul ilumina la instancia. Quedo perplejo al comprobar como aquella  instancia no es una habitación normal para guardar trastos, es una habitación decorada de una forma tétrica. Numerosas cadenas gruesas de metal penden de las paredes, argollas, cuerdas e instrumentos de castigo como látigos, correas y muchos otros objetos que nunca antes había visto. Aquella habitación es una especie de cámara de torturas.  Asustado decido abandonar la habitación, ya he descubierto el oscuro secreto que guarda aquella vieja señora. Antes de llegar a la puerta, la luz se apaga, quedo completamente a oscuras en aquella siniestra habitación sin poder ver absolutamente nada. Pienso que será un fallo eléctrico, intento salir de la habitación sin tropezar con nada y justo cuando creo haber llegado a la puerta choco contra algo o más bien alguien. No tengo tiempo de reaccionar, unos fuertes brazos me sujetan por detrás rodeando mi cuello y siento una pequeña punzada en el. Noto  el pinchazo de una pequeña inyección en mi yugular. Voy perdiendo mis fuerzas poco a poco, empiezo a encontrarme muy cansado, sea lo que fuese que me han inyectado tiene un efecto devastador, en apenas segundos caigo inconsciente en el suelo.

Una fuerte presión me despierta de mi inconsciencia, algo está tirando de mis manos fuertemente hacia atrás y de forma ascendente. Sobresaltado giro la cabeza y observo a mi vieja vecina como sujeta entre sus manos enguantadas una gruesa cadena de metal. La cadena de metal de varios centímetros de grosor  cuelga del techo sujeta por una argolla maciza al hormigón. El otro extremo de la cadena sujeta mis manos a mi espalda. Desconcertado compruebo como mis manos están sujetas a mi espalda por algo metálico, compruebo como unas esposas metálicas rodean mis muñecas, están terriblemente apretadas a mis manos, me causan mucho dolor, están apretadas con mucha fuerza. Mi desconcierto se vuelve en miedo. La cadena metálica que pende del techo termina en unas esposas metálicas que muerden con fuerza mis muñecas, manteniéndome  esposado con las manos en mi espalda en una incómoda posición y un fuerte dolor de manos. Intento ponerme de pie pero no puedo, mis pies están sujetos por una cuerda gruesa que a la vez está sujeta a una argolla en el suelo, no puedo ponerme de pie, también estoy atado de pies . La señora tira del extremo de la cadena metálica y provoca que tenga que inclinar más aún mis brazos hacia arriba quedando reclinado, de rodillas con la mirada baja y mis brazos atrás elevados sujetos a la cadena.

Estoy asustado, observo como la señora que veo todas las mañanas me tiene completamente atado en su sótano. Me infunde temor su aspecto, su gran corpulencia y su mirada de odio que mantiene hacia mí. Su vestimenta es la misma que todas las mañanas, un vestido negro sin mangas que dejan ver sus corpulentos y robustos brazos , lleva sus grandes botas de goma y sus manos enfundadas en unos guantes de goma domésticos de color amarillo completamente sucios como si hubiera estado limpiando cloacas.

La pido explicaciones sobre lo que está ocurriendo:

- ¿Porque me haces esto? - . Pregunto asustado.

- Los jóvenes creéis que podéis colaros en las casas ajenas y hacer lo que os da la gana -  Me recrimina duramente.

 

-  No volveré a hacerlo más, se lo prometo, pero suélteme - La suplico.

- Ya sé que no lo volverlas a hacerlo más, me voy a encargar de que así sea. Voy darte una lección que nunca olvidaras -  Me replica con un tono de voz muy serio.

 

- Suéltame, las esposas me hacen daño, Sueltamente inmediatamente - Insisto levantando mi tono de voz lleno de miedo.

- CAAAAAALLATEEE - Me grita airada.

 

- He dicho que me sueltes, te vas a enterar cuando me libere, me las vas a pagar - La amenazo sin dejarme intimidar por su grito.

La vieja y corpulenta señora se coloca tras de mí y observo como mete su mano enfundada en sus guantes de goma amarillos por debajo de su vestido. Desliza sus bragas por sus muslos y piernas hasta sacarlas por sus pies y botas. Hace un ovillo a sus bragas en una mano  y las aproxima a mi rostro. Contemplo atónito como sus grandes  bragas blancas están completamente sucias con tonos amarillentos y marrones. Son repugnantes. Pega su cuerpo al mío por detrás  y me rodea con su brazo izquierdo sujetando mi cabeza. Su mano derecha enguantada atenaza mi nariz, cerrando mis fosas nasales con dos dedos fuertemente. Deduzco lo que pretende, intenta amordazarme con ellas. Tengo que abrir la boca para respirar, además es mi única oportunidad para pedir auxilio. Abro la boca para respirar e intento gritar lo más fuerte que pueda, alguien me escuchará y vendrá a ayudarme. En el momento que abro la boca, la vieja bruja empuja con sus dedos bruscamente  sus bragas al interior de mi boca. No tengo  tiempo para respirar ni mucho menos para gritar, rápidamente fuerza sus bragas al interior de mi boca impidiendo pueda gritar, empuja con fuerza sus bragas para que entren por completo. Se ha adelantado a mis movimientos, sabía que pretendía gritar y ha actuado rápidamente evitándolo.

No para de empujar con la punta de sus dedos enguantados sus bragas para que se introduzcan más y más dentro de mi boca. Estoy aterrado, tengo sus bragas casi en mi garganta y no para de introducirlas más y más. Yo mismo colaboro ya que ella mantiene todavía sujeta mi nariz con su otra mano y no puedo respirar, abro la boca todo lo que puedo para que termine cuanto antes y pueda respirar .Siento una sensación de asfixia, continua presionando mi nariz impidiendo que pueda respirar, ella no tiene ninguna prisa, no la importa lo más mínimo que no pueda respirar.  Termina de introducir sus bragas hasta el fondo de mi boca  y libera mi nariz, respiro exhausto, medio asfixiado.  Ella tapa mi boca con su mano para que no pueda escupirlas y agarra un  rollo de cinta de embalar gris. Pega el extremo en la comisura de mis labios y comienza a dar vueltas con la cinta alrededor de mi boca y cabeza. Da una vuelta, otra vuelta más, no para de dar vueltas con la cinta de embalar hasta que tras varias vueltas, tensa la cinta apretándola fuertemente en mi boca y pega el otro extremo.

Me siento completamente humillado con sus repugnantes y malolientes bragas dentro de mi boca. Un fuerte sabor rancio impregna mi boca, es apestoso, siento náuseas y no puedo escupirlas. Intento gritar pero ya es demasiado tarde, no puedo articular palabra alguna, tengo sus bragas de mordaza casi hasta mi garganta. La señora dirige su tono de voz estricto hacia mí:

- Odio a los quejicas como tú  que no paran de  gritar y gritar. Ahora no tendré que soportar tus gritos -  Me recrimina  duramente.

La señora se acerca hasta un lado de la pared y agarra algo de ella. Se da la vuelta y observo como agarra en su mano una correa de cuero  gruesa de color  marrón,  de unos 50 o 60 centímetros de largo y un centímetro de grosor. Aterrado observo a la señora dirigirse hacia mí sujetando con su mano enguantada el extremo de la correa. Se detiene frente a mí y comienza a ajustarse sus guantes de goma  a sus manos tirando del extremo. Ahora comprendo aquel gesto que realiza todas las mañanas para intimidarme. Mientras continua ajustando sus dedos a sus guantes me habla de forma perversa:

- Adoro azotar con mi correa a los jóvenes maleducados que creen que pueden hacer lo que quieran y colarse en las casas de los demás. Te prometo que esto te va a doler mucho pero por suerte para mí no voy a tener que aguantar tus gritos - Me recrimina con un tono muy severo.

La miro fijamente aterrado. Ella sonríe, es la primera vez que la veo sonreír.

- Comenzaremos con 100 correazos, esto te ayudará a corregir tus modales - Me amenaza duramente a la vez que se sitúa tras de mí, fuera de mi visión.

Intento escapar o gritar pero todo es inútil, estoy completamente inmovilizado y mi boca está sellada. Escuchó un sonoro silbido y siento un fuerte dolor en mi culo. La señora ha descargado con  gran fuerza su correa chocando contra  mi culo .ZAAAAAAAAAAASSSSSSSS.  Si no hubiese estado amordazado se hubiese escuchado mi grito de dolor en todo el vecindario, sin embargo su apestosa mordaza amortigua mi grito y no se escucha nada. Todavía estoy tratando de digerir el dolor del primer correazo cuando vuelvo a escuchar el mismo silbido que produce su cinturón al descender en el aire e  impactar en mi trasero. .ZAAAAAAAASSSSSSSSS. Recibo un segundo correazo aún más fuerte que el anterior. Mi culo siente un fuerte escozor, como la picadura  de una avispa gigante.

La vieja y corpulenta  bruja descarga su correa una vez más con ira y fuerza sobre mi culo. Su fuerte y ancho brazo me azota de forma brusca, sin contener su fuerza. Los correazos se suceden uno tras otro, el dolor cada vez es más intenso, cada azote es más demoledor que el anterior. Tengo la zona dolorida y su cinturón choca con fuerza en mi piel una y otra vez .

ZAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS, ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSS. - Quince, dieciséis - . Mi vecina cuenta cada uno de los correazos que me propina.

ZAAAAAAAAAAAASSSSSSS- Cuarenta y cinco. El tiempo pasa y nada cambia excepto mi dolor, cada vez se vuelve más insoportable.

Siento un terrible dolor en mi culo, está ardiendo, quema como el mismísimo infierno. Deseo suplicar que me libere y termine mi tormento pero no tengo manera alguna de hacerlo debido a mi eficaz y repugnante mordaza. .

ZAAAAAAAAAAAASSSSSS- Cincuenta. Sentencia mi vieja vecina.

La azotaina se detiene a la mitad, justo cuando lleva cincuenta correazos. La bruja avanza hasta situarse frente a mí. Se inclina y noto su mano enguantada sobre mi pelo, de pronto tira violentamente de mi pelo levantando mi rostro obligándome a mirarla a los ojos . Me mira fijamente mientras sujeta fuertemente mi pelo produciéndome un terrible daño.  

-       No eres más que una llorona, jajaja- comienza a reírse y burlarse de mis lágrimas.

La señora continúa agarrando su correa con una mano mientras me sujeta del pelo con la otra mano y continúa hablándome con un tono muy severo.

-       ¿Cuantos azotes llevo? – Es una pregunta retórica que no espera contestación, se pregunta  a ella misma.

-       ¡¡ Que despiste , Ya soy mayor y he perdido la cuenta¡¡. No tengo más remedio que empezar de cero. ¡¡ Que descuido ¡¡ - Se dirige a mí con un tono irónico y lleno de burla. Ella sabe perfectamente el número de correazos que  me ha propinado pero decide burlarse haciéndose la olvidadiza y fingiendo su distracción  para burlarse y reírse de mí.

-       ¡¡Vaya¡¡ , tendré  que comenzar desde cero los cien correazos  - Dictamina de forma perversa y  burlándose en todo momento de mí. 

Comienzo a llorar a lágrima suelta, una parte por el gran dolor que siento, otra por la humillación que profeso y sobre todo por la impotencia de no poder hacer nada y saber que va a empezar a azotarme de nuevo. Todos los correazos anteriores no han servido para nada, mi dolor ha sido en vano, vuelvo a estar igual que al principio. Quedan 100 largos y duros correazos por recibir.

Daría cuanto fuese necesario por no estar atado y  amordazado y poder suplicar piedad a mi captora. Siento una gran impotencia y agonía por no poder cambiar mi destino, el cual está en sus manos. Observo como la vieja señora se coloca de nuevo tras de mí, escucho el inconfundible silbido que produce su correa al rozar el aire, a continuación ya se lo que sucede.

 

 

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS       .

Comienza de nuevo a darme de correazos sin ningún tipo de piedad.  El dolor de sus correazos anteriores es incomparable con el dolor que ahora siento. Sus correazos se vuelven verdaderamente insoportables. No aguanto un solo azote más pero no tengo más remedio que soportarlos, Recibo un nuevo correazo, lloro y suplico en mi interior que cese cuanto antes pero no es así.

Comienzo a escuchar de nuevo como cuenta sus correazos:

-       Veinte, veintiuno… - Cuenta mi vieja vecina.

No cesa de chocar su cinturón bruscamente  contra mi culo, continúo llorando, no soporto tanto dolor. La velocidad  de la azotaina disminuye pero no su dureza, deja de azotarme  rápido pero para mí desgracia ahora sus correazos son más espaciados.

ZAAAAAAAAAAAASSSSSS – Cuarenta y cinco.

La señora se detiene, se toma su tiempo para descansar. Observa como retuerzo de dolor  y veo su cara de satisfacción, está disfrutando de verdad azotándome. Se ajusta lentamente sus guantes de goma  a sus manos para tener mayor facilidad de movimiento y de nuevo levanta su mano para descargar con dureza e ira de nuevo su correa.

-       Cuarenta y seis -   Vuelve a detenerse unos segundos, se toma su tiempo y vuelve a la carga con fuerza. ZAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS . He superado mi  umbral de dolor, nunca antes había sentido esta sensación, nadie me había provocado tanto sufrimiento. Todavía quedan  la mitad  de correazos y llevo más de cien . Mi agonía se vuelve claustrofóbica observando a mi vecina agarrando su correa mientras sonríe. No tiene intención de detenerse. El tiempo pasa muy despacio, se ha congelado. El dolor hace tiempo que paso a ser insoportable e inaguantable. Es una auténtica pesadilla.

 

 

Justo en el momento que vuelve a levantar su brazo en el aire agarrando su gruesa correa, me despierto jadeando. Otra vez he vuelto a tener el mismo sueño, quizás fruto de mis fantasías o quizás es mi pesadilla o quizás ambas cosas.

 

 

Para cualquier comentario sumisso22@yahoo.es