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A correazos II parte

en Sadomaso

Habían pasado varias semanas desde el último encuentro con mi vecina. Si, en el que me rompió el culo a correazos utilizando la expresión en boca de mi vecina. En el momento que terminó de castigarme, me juré a mi mismo que la obedecería en todo, no quería volver a pasar por aquella situación, fue un terrible castigo que nunca olvidaría, nunca antes había sentido tanto dolor, especialmente en el culo. Estuve varios días sin poder sentarme, el simple hecho de apoyar mi culo en una silla me producía un enorme dolor, pasé los días de pie o tumbado bocabajo. Pero ya sabemos todos que pasa con las palabras, hoy dices una cosa y mañana dices otra. Según pasaron los días se fue el dolor de trasero y empecé a pensar de otra manera, ¿iba a dejar que mi vecina me dominara y me tratara como su pelele? No, en absoluto, no dejaría que aquella vieja señora amargada decidiese en mi vida y me prohibiese que pudiera hacer.

Las dos últimas semanas me pase esquivando a mi vecina, cada vez que salía de mi casa iba por la derecha para evitar la casa de mi vecina. Cuando regresaba a mi casa, apoyaba el oído en la puerta o me asomaba por la ventana para saber si mi vecina estaba con mi madre tomando café. Todos estos trucos me funcionaron, no me la encontré ni una sola vez, así fue transcurriendo el tiempo.

Pensaba que la vieja vecina se había olvidado de mí,  comencé de nuevo a disfrutar de mi juventud. Era verano y estaba de vacaciones, hacía un calor terrible y era el día de la fiesta universitaria de verano. Un día en el que se bebe a raudales y se pasa la noche concierto tras concierto. Indudablemente acudí a la cita, no pensaba perdérmela por nada del mundo. La verdad que no defraudo en absoluto la fiesta, fue una tarde y noche estupenda. Regresé a casa bastante tarde, era de madrugada y por supuesto en un estado un poco deplorable, bastante bebido y dando trompicones como de costumbre. En aquel momento ebrio no me paré a pensar porque lado de la calle entrar, normalmente entraba por el que no había que pasar por la puerta de mi vecina, pero a esas horas estaba seguro que no ocurriría nada ya que estaría durmiendo.

Olvidé por completo que mi vecina apenas duerme, es como un búho siempre con los ojos abiertos. Pasé por delante de la verja de  mi vecina y justo en ese momento se abrió la puerta de barrotes. Apareció ante mí la vecina, su habitual figura voluptuosa, brazos y piernas anchos, cadera grande de más de 100 kig , su cabello corto revuelto y sus gafas de pasta  en la cara.

-  Es el imbécil de mi vecino, ¿no me habrás estado evitando estos días? - Me preguntó.

- No... Nooo. yo ... eh...  No me salían las palabras, fruto del nerviosismo, el alcohol  y no saber cómo mentir.

- Creo que fui bien clara,  de ahora en adelante me obedecerías en todo, de lo contrario tendría que castigarte y de forma más severa -  Me dijo de forma muy autoritaria.

- ¿No estarás borracho? - Me pregunto mirándome fijamente.

 

- No... Noooo. -  dije de forma extraña disimulando.

La señora Marga me agarró y metió una mano en mi bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos. Además en el envoltorio del paquete llevaba una pequeña china para hacerme un último porro en la parte trasera del jardín de mi casa.

 

- borracho, fumando y drogas. Te lo advertí lo que pasaría si me desobedecías. No fui lo bastante dura contigo, esta vez te lo voy a explicar de otra manera, vas a lamentarlo de verdad -  Me recriminó.

 

¿Que no había sido dura? , es lo primero que se pasó por mi mente, ¿podía ser más dura? , quedé completamente asustado. Su castigo fue terrible y podía ser aún peor. Noté como su mano me agarró de la muñeca y empujó para que entrará dentro de su casa. Tiraba con gran fuerza de mi muñeca mientras me conducía por su pequeño jardín hasta la puerta de entrada de la casa. Abrió la puerta y me ordenó que pasara al interior.

- Ya conoces el camino - Me dijo señalándome el final del pasillo que conducía a su sótano.

Bajé hasta su sótano, estaba igual que la última vez, nada había cambiado. Muchos trastos apilados rodeando la habitación y en el centro el temible potro de gimnasia.

 

- Desnúdate ahora mismo, no me hagas enfadar aún mas  y súbete al potro, ya sabes cómo -  Me dijo levantando la voz.

 

Mi vecina Marga, estaba terriblemente enfada. Ahora si había cometido un buen error, primero no obedecerla tras su castigo y  haberla evitado estas semanas y segundo que me viera en este estado. Obedecí y me subí al potro como si estuviera cabalgando sobre él. Me recliné sobre el potro de tal formo que mis manos coincidían con las patas delanteras de metal  y mis pies con las traseras. Recliné la cabeza para observar que estaba haciendo mi vecina y me encontré con una situación que ya la había vivido. Estaba enfundándose sus guantes de goma amarillos de fregar en sus manos. De forma muy enfadada estaba tratando de introducir una mano en sus guantes, eran tan ajustados que tenía que esforzarse para que entrara su mano y su brazo. La goma de su guante producía un sonido que me ponía nervioso y a la vez me asustaba. Se enfundó una mano y posteriormente continuó con su otra mano. Me percaté de que sus guantes estaban más sucios, estaban grasientos y amarronados de suciedad. Tiró del extremo de sus guantes para que quedaran bien ajustados y se dirigió hacia mí con su manojo de cuerdas que ya conocía.

Agarró mi mano y la condujo hasta la pata de metal, me rodeó con la cuerda la muñeca varias veces y pasó la cuerda por el agujero de la pata. Tensó con mucha fuerza la cuerda atándome de forma muy fuerte.

 

- Ahhhhhh, no es necesario que me ate - La dije para intentar disuadirla, ya que sus ataduras eran muy fuertes y producían un fuerte dolor.

PLAAAAAAAAAAAFFFFFFFF PLAAAAAAAAAAFFFFFFFFF

Su mano enguantada chocó contra mi cara con fuerza, abofeteándome con dureza,  dejando un fuerte escozor en mi cara.

- Ni se te ocurra volver a abrir la boca sin mi permiso -  Me recriminó mientras mantenía su mano en el aire para abofetearme de nuevo.

La vieja señora Marga continuó atándome las manos a las patas del potro de gimnasia. Me paré a pensar ¿porque tiene un potro de gimnasia en su sótano?, estaba claro que lo ha usado muchas veces para azotar, era su principal cometido. Te inmovilizaba de una manera muy eficaz que no podías mover un solo musculo de tu cuerpo. La señora me sacó de mis pensamientos cuando apretó la cuerda contra mi mano de forma muy dura. Ahhhhh, producía un fuerte dolor las cuerdas tan apretadas. Terminó de atarme los pies a las patas traseras y como la última vez estaba completamente inmovilizado. Esta vez no intenté liberarme, sabía que solo me produciría más dolor, era imposible escapar.

- Noooo, la correa no por favor - La supliqué, ya conocía que utensilio utilizaba para azotar.

- Claro que no utilizaré la correa. Esta vez voy a usar mi látigo,  esta vez voy a ser mucho más dura contigo, veo que no aprendes -  Me dijo en un tono enfadado.

Traté de suplicarla pero  observé como la señora empezó a bajarse sus bragas. Quedé atemorizado, esta vez sabía perfectamente que pretendía hacer con ellas, amordazarme. La ultima vez me duró el mar sabor de boca varios días, un sabor a orines y suciedad que no se iba de mi boca. Conocía perfectamente que llevaba las bragas sucias. Se bajó sus bragas  por los pies y las sacó por sus sandalias y las hizo un ovillo. Quedé completamente asustado al comprobar cómo estaban mucho más sucias, llevaban una mancha marrón de lado a lado. Era completamente humillante,  impediría por todos los medios que las introdujera en mi boca. Cerré la boca fuertemente, no estaba dispuesto a ser amordazado por sus bragas completamente sucias. La señora Marga atenazó mi nariz con fuerza, me hacía daño de lo fuerte que apretaba mi nariz. Aguanté unos segundos pero al ver que ella no desistía de cerrar mi nariz, no tuve más remedio que abrir la boca. Su mano derecha enguantada introdujo sus bragas en mi boca, presionó con sus dedos con gran fuerza, de forma bruta trató de que entraran por completo.  No era posible, no entraban en mi boca.

- Abre la boca o no te dejaré respirar - Me amenazó.

No tuve más remedio que abrir la boca todo lo que pude. Forzó con sus dedos de goma las bragas hasta el fondo de mi garganta. La señora sonrió y me tapó la boca para que no las escupiese y a la vez continuó tapando mi nariz.

- No se te ocurra volver a desafiarme  - Me dijo mientras mantenía su mano tapando la boca para que no escupiese sus bragas a la vez que continuaba atenazando mi nariz. Me faltaba el aire y ella no desistía. Ella continuó cerrando mi nariz mientras me miraba fijamente observando cómo me faltaba el aire y rogaba con la mirada.  Pasaron varios segundos más hasta que liberó mi nariz, creí que iba a asfixiarme. Respiré como un cerdito, rápidamente y exhausto. Había sido cruelmente dura conmigo. Llegó el momento en que no pude evitar degustar la suciedad de su mordaza, era repugnante, me daban incluso arcadas pero a ella no la importaba, era su cometido.  Se quitó una de sus medias  negras de lycra de sus piernas que la llegaban hasta las rodillas y abrió la media. Introdujo la media en mi cabeza, comprimió la lycra mi cara  de tal forma que era imposible escupir la mordaza. Agarró una correa de perro y la colocó en mi cuello sobre la media para cerrarla en mi cuello. La apretó duramente impidiendo pudiese quitármela.

Ahora veía todo oscuro, su media oscura me impedía ver con claridad y sentía una sensación de agonía. La señora Marga se dirigió a un lado de la habitación y agarró un látigo corto  de cuero.

 

- Hacia mucho tiempo que no lo utilizaba, solo ocasiones especiales y esta lo es, produce un dolor terrible - La señora se colocó detrás de mi a un par de metros agarrando el látigo en su mano enguantada.

Mi vieja vecina estiró su mano hacia atrás y con un movimiento de brazo blandió su látigo contra mi culo.

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSS

Un fuerte latigazo acertó de pleno en una nalga de mi culo. Sentí un aguijón en mi piel, una quemadura que recorría mi culo de forma vertical produciéndome un fuerte dolor. La mordaza fue completamente efectiva, no pude emitir el más leve sonido, mi grito quedó amortiguado en mi boca sin poder quejarme. La señora se preparó de nuevo y volvió a descargar el látigo contra mi culo, esta vez contra la otra nalga de mi culo. Sentí el mismo dolor que el anterior latigazo. El verdadero sufrimiento llegó cuando llevaba varios latigazos y mi piel se volvió sensible, el dolor se multiplicó por diez en cada latigazo. Si su correa me dolió horrores la ultima vez, su látigo lo sobrepaso con creces. El dolor se convirtió en insoportable tras quince minutos de latigazos. No aguantaba tanto sufrimiento, me quemaba el trasero y el siguiente latigazo aumentaba más y más mi dolor.

Deseaba suplicar a mi vecina que se detuviese pero no tenía forma de hacerlo. Estaba completamente inmovilizado y sin poder emitir la mínima palabra.

ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSS     ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSS         ZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS

Los latigazos no cesaban, mantenía un ritmo constante. el dolor aumento mas y mas hasta convertirse en una verdadera tortura.

ZAAAAAAAASSSS  - Y este hacen 50 - Me dijo.

Respiré aliviado al escuchar sus palabras, lo dijo de tal forma que parecía que había terminado. Hasta que volvió a hablar:

- Y ahora te quedan otros 50, esta segunda tanda va a ser muy larga para ti te lo prometo - . Me dijo de forma muy estricta mientras se colocaba de nuevo en su posición ajustándose los guantes de goma a sus manos para tener mayor facilidad de movimiento.

 

La siguiente media hora fue una verdadera pesadilla, el tiempo parecía se había detenido, los latigazos se hicieron interminables, el reloj no avanzaba y cada latigazo era un verdadero calvario. Lloraba y lloraba sin poder hacer nada más. Mi culo quedó hecho añicos, completamente magullado y de nuevo lleno de verdugones que me durarían varios días.

Llevé la cuenta de los latigazos en mi cabeza, ya solo quedaban diez mas, fueron los peores diez latigazos de todo el castigo. La vieja de mi vecina aumento su fuerza, chasqueó el látigo contra el suelo  y descargó el látigo contra mi culo con una fuerza que no había usado antes. Sentí un dolor inconcebible, insoportable, insufrible, quería llorar y llorar de dolor.

- Es lo único que te mereces, latigazos, eres un joven estúpido, maleducado y arrogante. No voy a tolerar que vuelvas a tomarme el pelo, a partir de ahora vas a ser castigado cada vez que me desobedezcas - . Me recriminó con un tono de voz muy severo.

Blandió el látigo de nuevo y continuó estrellándolo en mi trasero violentamente.

ZAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSS

Quedaban solo 5 latigazos, no veía el final del castigo, era insoportable. El látigo volvió a estrellarse de nuevo contra mi culo. El dolor fue increíble.

Esta vez no me estaba rompiendo el culo a correazos, me estaba rompiendo el culo a latigazos. Fue el doble de dura que la vez anterior. Mi vecina no tenía fin, podía ser extremadamente dura. Acabé con el culo completamente dolorido , no podría sentarme en varios días. Sentía un dolor insoportable.

La vieja de mi vecina se acercó a mí, me agarró del pelo y tiro bruscamente levantando mi mirada hacia su rostro:

- Ya me has engañado una vez, no lo harás dos veces. A partir de hoy, vendrás a verme una vez al día, cuando tu elijas pero vendrás. Me obedeceras en todo sin rechistar y me pediras permiso para cualquier cosas y mas te vale lo hagas o volveré a encontrarte-  Me dio sus instrucciones.

 

- ¿Has entendido imbécil?- Me preguntó.

 

Afirme con la cabeza, me había quedado muy claro. Debía ir a verla todos los dias e incluso pedirla permiso para hacer pipi. Sería muy duro, iba a controlar mi vida por completo.

- Bien, voy a asegurarme de que no se te olvide - . La señora se dirigió a un lado del sótano y agarró un bote entre sus manos. Se dirigió con el bote entre sus manos y vertió un poco sobre mi trasero. Buffffffff sentí un dolor inaudito e insoportable. Era una especie de pimienta, con el contacto de mi culo magullado comenzó a escocerme muchísimo. Lo extendió con sus guantes por toda la piel de mi trasero y comenzó a escocerme de una forma brutal.

- Ahora te quedarás así hasta que regrese, es tarde y voy a descansar, mañana te liberaré, no va a ser una noche muy agradable para ti, te lo aseguro -  . Me dejó allí atado, el culo completamente dolorido y con algo como pimienta que aumentaba el dolor en mi trasero, sentía un dolor muy fuerte.

Transcurrieron varias horas hasta que la señora regresó  me encontró llorando como una magdalena de dolor, había sido terrible pasar horas con el culo dolorido y aquella sustancia que aumentaba el dolor. Me quitó la mordaza y me libró de mis ataduras:

- Mañana vendrás a verme como hemos acordado, te diré lo que debes hacer  y no me provoques o tendré que ser aun más dura -  Me dijo riéndose a carcajadas.

La pedí disculpas por mi comportamiento  y la di las gracias mientras me marchaba llorando a mi casa de dolor bajo  su atenta mirada, no paraba de reírse a carcajadas.

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