miprimita.com

Dos gemelos me enseñan la adicción a la verga II

en Gays

Caminé a donde estaba mi mamá, con una cara entre sorpresa y satisfacción. Sí, aquel momento fue para mi de gran confusión, pero había despertado en mi un sentimiento que no había eexperimentado antes: placer sexual. Sí, a pesar que fue una mamada brusca y confusa, no podía negar que ser domado por Elkin había sido una gran experiencia. Claro que lo era. Su polla invadiendo mi pequeña boca, babeante, indefensa, me hacía sentir en una comodidad extraña, por lo que claramente guardaría el secreto. Mi madre me preguntó que por qué había demorado tanto, a lo que no di muchas vueltas: Elkin necestaba ayuda a pasar un nivel de video juegos y me quedé con él. Nada convincente, pero fue lo que se me ocurrió para aquel momento mientras bajaba por las escaleras. 

Pasaron los días y sentía como mi relación con Elkin había cambiado. Cuando jugabamos, se acercaba a mí más de lo común, rosaba su paquete cerca a mis nalgas o cogía mi mano y me la ponía en su polla. Lo cual me prendía demasiado, por lo que a mi corta edad, empecé a tocarme pensando en un hombre. Por otro lado, y en parte lo que me daba más morbo, era que aún coqueteaba con algunas chicas y uno que otro polvo bien dado. Su virilidad encendía un faro de exitación en mi interior. Sin embargo, no me alcanzaba a imaginar lo que Elkin llegaría a hacer conmigo, ya que aunque yo guardaría nuestro secreto con recelo, no pasaría lo mismo con él. 

Elkin y Fabian se llevaban muy bien, eran dos machorros bien puestos, que solían ligarse a varias chicas simultáneamente, incluso a follárselas al tiempo, cosa que me vine a enterar tiempo después. Así que el hecho de que Elkin le contara a Fabian sobre mí era algo inminente. Pero vaya forma de darme cuenta. 

Pasados unos días, mi madre me dejó con su amiga de nuevo. La necesitaban en la empresa, por lo que un sabado en mi casa solo, no era una opción. Llevé algunos libros de cuentos para distraerme o hacer algo mientras pasaba el tiempo. Chavela (como le decimos a las que se llaman isabel acá) abrió la puerta con una gran sonrisa, me llevó a la sala de estar y vi algunas caricaturas, hasta que llegó Fabian a sentarse en el mueble. Me saludó con un suave golpe en mi cabeza, gesto de confianza entre sus amigos machos. Sin embargo, no se disponía a ver televisión, sino que se sentó en una esquina del mueble de forma lateral a mi, con su tablet entre las piernas y las plantas de los pies en el sofa (el cual era algo amplio, por lo que cabiamos bastante bien). Seguí mirando caricaturas en la televisón, hasta que Fabian levantó un pie, poniendo su tobillo derecho en su rodilla izquierda, lo cual me hizo notar su gran bulto entre la pantaloneta. Di un brinco, que al parecer él no notó. Sus testículos parecían ecarcelados en esa pantaloneta, partiendolos suculentamente que no podía quitarle los ojos de encima. En mis "disimuladas" miradas, saboreaba un poco cómo sería hacerle el mismo trabajito que le hice a su hermano. Fabian tenía unas piernas de los dioses, grandes, con algo de vello, morenas, que solo me generaban la idea de ser asfixiado mientras mamaba su verga. 

La televisión se empezó a hacer aburrida, por lo que el paquete de Fabian se llevaba toda mi atención, cuando de repente, Fabian se rasca su paquete por dentro de la pantaloneta, haciendo que su capullo salga por un costado de la pantaloneta, donde se veían sus grandes tesículos cubiertos de tela. Vaya que podía estar alucinando. Su capullo moreno, arrugado y viril me hizo empezar a empalmarme y desearlo aún más. No entendía muy bien esta situación porque en mi mente, solo Elkin sabía de mi nuevo gusto por los penes. Si tan solo hubiera sospechado que Fabian también sabía... como hubiera dejado toda esta parafernalia a un lado y hubiera dispuesto mi boca para mamar esa potente y hermosa verga. 

No sabía que hacer, solo dejar mis ojos disfrutar de la vista mientras la televisión seguía prendida sin ninguna razón. 

- Con que es verdad lo que me contó Elkin - escuché, mientras Fabian miraba por encima de la tablet mi cara que botaba babas por él. 

La sorpresa fue fulminante, por lo que no pude hacer otra cosa que mirarle a los ojos con miedo. Su mirada se tornaba cada vez más siniestra, como con cierto aire de victoria. Sudor frío comenzó a caer por mi frente sin saber muy bien a que se refería. 

- Ya decíamos que eras un maricón, pero no pensamos que de los buenos. ¡Ja ja ja! ¿Por qué sigues ahí, tócala - ordenó. 

No podía hacer otra cosa que obdecer. Acerqué mi mano lentamente a su polla, con algo de miedo por ser descubierto por su madre. ¿Qué pensaría de mí? Seguro le diría a mamá en lo que me había liado. Vaya que estaba en un meollo gordo, pero la curiosidad puede más que el miedo. Al poner mi pequeña y delicada mano en su paquete, siento que no está nada duro, por lo que su tamaño era bastante grande para estar flácido. Empecé a recorrer su paquete por dentro de la pantaloneta, por lo que su tamaño empezó a incrementar. Era sorprendente el gusto que empezaba a tener por los miembros masculinos en tan poco tiempo. Seguí metiendo mi mano hasta el punto que su polla crecía hasta su punto máximo. 

- Eso maricón, así me gusta. Lo haces bien, eh? - Dijo entre una sonrisa maliciosa - También serás mi puta, ¿verdad? 

Miré a Fabian con un poco de desconfianza, ya que "puta" no era la palabra que Elkin había designado para mí. 

- ¿O cómo te llamó Elkin? 

- Ho... hoyo de mecos - respondí tímidamente, pero excitado por el burdo término. 

- Está bien. Veo que te sienta mejor. ¿Vas a ser mi hueco de mecos verdad?

- Sí - respondí con voz baja. 

- Bueno, métetela la boca y haz lo que Elkin te enseñó. 

Dispuse a bajar mi cara entre esas hermosas y fuertes piernas, con la boca lista para ser follada. Sentí cómo su entrepierna estaba caliente y con un sutil olor a sudor de macho. Vaya que me empezaba a hacer adicto a estas experiencias. Le di unos cuantos besos en la punta del pene, que ya tenía algo de pre - cum. Comencé a bajar por el tronco, sintiendo como vibraba en mis labios, creciendo imponentemente. Fabian tomó mi cabeza, haciendo más presión entre mis labios y su pene. Saqué mi lengua, pasándola por todo el tronco, babeandola. 

- Ohhh sí, qué boquita... Ohhhh - decía Fabian, con suspiros casi imperceptibles. 

Me acerqué a su capullo, bajándolo. Su glande rebosaba de pre - cum, por lo que mi primera tarea fue limpiarlo con mi lengua. Luego, metí todo su pollón en mi boca, tratando de llevarlo hasta mi garganta. En ese momento Fabian comenzaba a hacer presión con su pelvis, acercando su vello púbico cada vez más a mi nariz, lo que me parecía en exceso sexy. Aunque intentara, mi garganta no estaba preparada para albergar toda su carne, por lo que mis ojos lagrimeaban intentando ensartarla toda dentro de mí. Claro que no intentaba oponerme, para este punto solo trataba de disfrutar su falo lo que más podía. Mi boca fue poco a poco a ser follada, con violencia, de forma que mi respiración se vía entrecortada y empezaba a sudar. Sus testículos rebotaban sensualmente por el borde de la pantaloneta, ya que habían salido a medida que Fabian acomodaba su polla para meterla más profundamente. Los empecé a acariciar para poder sentir como esos huevos, negros, muy bien depilados, chocaban en mi barbilla. 

- Con que te gustan mis huevos - dijo entre un jadeo y una risa - ¡Cómetelos! 

Saqué su polla de mi boca para proceder a lamer sus huevos. Metí uno de ellos a mi boca, tratando de evitar los dientes a toda costa. Babeaba con dulzura sus testículos, pasando delicadamete al otro, mientras Fabian se pajeaba. Sentía como mi saliva impregnaba en su polla caía en mi cara. Mi pequeño pene se había endurecido por completo, disfrutaba cada momento con sus bolas en mi boca. Todo iba de maravilla hasta que un ruído en la cocina hizo que salieramos de nuestra placentera faena. Fabian guardó su polla endurecida en su pantaloneta, mientras yo retomaba mi inocente tarea de mirar dibujos animados, mientras quitaba mi saliva de mi cara. 

- Tu madre ya llegó, quieres ir a tu casa ya? - dijo amablemente chavela. 

Miré de reojo a Fabian, ya que aún tenía unas buenas ganas de comerle el guebo. 

- De hecho, mamá... Oscar y yo quedamos de jugar una partida de Fifa en mi cuarto. No sé si a la señora Rodriguez le moleste - Comentó Fabian. 

- No creo que haya problema. Hablaré con ella - dijo su madre, mientras se alejaba a hacer una llamada. 

- Alista ese agujerito para mí, perra, porque hoy no sales de acá sin tu ano roto - dijo Fabian, muy cerca a mi oído y con un tono de rudeza que empezaba a disfrutar. 

Chavela volvió, con una respuesta afirmativa a fortuna de Fabian. Subimos a su cuarto, casi corriendo. Al llegar, Fabian iba detrás mío, por lo que podía sentir como sus ojos acechaban mi indefenso e inocente culo. 

- Bueno, quiero que te arrodilles - ordenó. 

Bajé rápidamente, de forma que no lo enojara. Aunque estas sesiones con la verga de estos gemelos me generaban en exceso placer, no quería hacer nada para molestarlos, ya que sabía cómo terminaría si me golpeabaran. No quería ni imaginarlo. 

Bajó completamente su pantaloneta hasta sus tobillos, haciendo brincar su poronga, que no había perdido su uniformidad mientras subíamos. Dio unos pasos hacia mí, mientras mi interior se revolvía, deseando ser follado. Instintivamente, lamí sus huevos nuevamente, ya que es de mala educación no terminar de comer lo que habías comenzado. Fabian posaba sus manos en su cadera y miraba al techo con los ojos cerrados; posición que me hacía sentir aún más humillado... y excitado. Hacer todo el trabajo para complacer a este macho. Era todo lo que cabía en mi cabeza para aquel momento. Seguí con su pene, que había acumulado una gran cantidad de pre - cum mientras me ocupada de sus testículos. Saboreé ese salado nectar, haciendome lagrimear los ojos mientras lo llevaba hasta el fondo de mi garganta. Fabian bajaba un poco, ya que al estar de rodillas, aún era muy pequeño en comparación con él. Follaba mi boca agresivamente mientras me agarraba del pelo, haciendo que mantuviera mi mirada en contacto con la suya. 

- Eso maricón, mira que bien mamas. Así, así. 

Sacó su miembro para empezar a dar pollazos en mi cara. 

-  Bien, ahora me entregarás tu culito. Pero quiero que me lo ofrezcas primero, que se note que quieres complacerme, para que luego me lo entregues - ordenó. 

En mi mente no estaba muy claro cómo lograr estas exigencias, ya que nunca antes había "ofrecido" mi culo. Así que me levanté y me quité mi pequeño pantalon, que era más bien una pantaloneta beige, de forma que dejara ver mi pequeña erección. Me volteé y esperé a que Fabian hiciera lo suyo. Sin embargo, su respuesta fue más agresiva de lo que esperaba. 

- ¿No me escuchaste maricón? - dijo fuertemente mientras agarraba a mi pelo, como si lo quisiera arrancar - ofréceme tu culo. No me digas que no lo has hecho antes. 

Gemí con timidez y algo de miedo, ya que por mi inexperiencia, lograba sacar de sus cabales a Fabia. 

- Ahhh veo cual es tu problema. Eres una perra virgen. Muy bien, no tengo problema en estrenar tu culo, pero quiero que vayas aprendiendo a ofrecerte a mí - Dijo, mientras bajaba su mano por entre mi culo, haciendome erizar toda la piel. 

Agarró mi culo, haciendo desearlo más, mientras mantenía mi pelo firme con su otra mano. Mi garganta se secaba, siendo ésta la primera señal que tendría en mi vida para darme cuenta que estaba excitado. Fabian escupió largamente en su mano y comenzó a lubricar mi culo. Al poner su polla en mi culo e intentando meterlo, sentí un dolor que era mayor al que podía soportar. No era como una punzación, sino como un gran dolor semejante al de abrir mi carne. Mis nervios me ganaron por lo que comencé a llorar. Fabian tapó mi boca, mientras suspiraba y decía cosas a mi oído. "Vamos, que te pasa. Esto solo es el comienzo del placer que nos vas a dar" Decía mientras su verga seguía abriendo por primera vez mi esfínter. Sentía como el calor se apoderaba de mi cara, esperando que este momento acabara. Mi erección se apagó por completo, quedando indefenso en sus fuertes y musculados brazos. Su falo seguía entrando, hasta que sentí que paro. Había llegado a la mitad, o eso me hizo saber Fabian. "Quiero follarte, pero este triunfo quiero darselo también a Elkin, así que abriré tu culo un poco, para que cuando nos atiendas a los dos, podamos perforarte como dios manda." A ese punto, no podía pensar en otra cosa que parara el dolor que su polla me causaba. Sin embargo, Fabian seguía follándome, hasta la mitad de su verga mientras me decía lo rico que se sentía, como mi culito tragaba su pollón. El dolor iba disminuyendo y mi culo se iba adaptando. Estaba agradecido de la compresión de Fabian, me sentía como recompensado, mientras su verga rompía mi culo. Deje de hacer presión con mis nalgas, por lo que fue entrando más y más. Fabian lo notaba, por lo que su gozo iba en aumento, haciendo entrar más carne por mi ano. "Ohhh que apretadito estás y que rico te empiezas a abrir. ¿Quieres que lo meta entero, no es así? ¿Es por eso que te abres y te doblegas a mí? Ahhhhh..." susurraba a mi oído. Una ráfaga de sensaciones recorría mi cuerpo, me sentía algo agotado, el sudor bajaba por la frente, no estaba en mis cinco sentidos, solo podía sentir algo de satisfacción al cumplir como lo que sería de ahora en adelante: una puta. 

Fabian continuó entrando, dándose cuenta que ya casi entraba todo en mi pequeño ano. "Ohhhhhh sí, que delicia. Lo meteré todo, sí, te follaré completamente y te preñaré; luego le dirás a Elkin que tu rogaste por esto, que me suplicaste con tus ojos mientras metía mi polla en tu boca... Ohhhhh sí, eso le dirás y tú sufrirás las consecuencias de haberme comido su culo. Ohhhhhhh..." Las embestidas se hacían aún más violentas, mientras sentía como sus huevos chocaban contra mi periné. El sonido de su follada se hizo uniforme y no pude hacer otra cosa que relajarme y disfrutar. Y vaya que lo estaba haciendo, me sentía dominado, conquistado, haciendo que el gusto erectara mi pequeña polla. Fabian comenzaba a aumentar su respiración, volviendose fuerte, viril, indomable, hasta que no pudo contenerse y en una última embestida, clavó enteramente su verga en mi culo, llegando a mi recto y dejando descargar sus lechazos en mi interior. 

Sus brazos me sujetaron fuertemente, mientras ambos respirabamos turbiamente y el sudor caía por nuestro cuerpo. Al soltarme, sentí como bajaba una gran cantidad de semen por mi culo. Vaya si me había perdorado Fabian. 

- A ver, muestrame. Ponte a cuatro patas - dijo fabian. 

Caí en el piso, mostrandole mi hoyito abusado por este cabrón de 18 años. 

- Que bien te ha quedado este culo. Espera que Elkin se entere que aguantas verga como una perra. Te abusaremos más de lo que ha pasado hoy. Bueno, arreglate y vete. 

Me puse mi ropa y salí. Aunque era un poco difícil caminar hasta mi casa. Sentía un gran ardor en mi colita, tanto que caminaba patas abiertas sin darme cuenta. Llegué a mi casa para darme una ducha. Cuando me lavé mi colita, sentí mucho dolor al tener contacto con el jabón, de igual forma al intentar ir al baño, sentía cómo ardía, pero ya había escuchado a Fabian, esto no pararía, sino que era solo el comienzo.