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Como me cogí al novio de mi amiga IV

en Gays

Debía seguir a Sneider a la salida del colegio ya que, aunque no eramos enemigos para los demás, salir con él muy seguidamente arruinaría su imágen de macho del colegio. Por otro lado, solo tenía permitido hablarle cuando él se dirigiera a mí o cuando estuviera con Laura presente. 

Después de algunas calles de la escuela, Sneider me esperaba en un rincón a la sombra, era medio día. 

- Cuánto tardaste, marica - soltó gravemente. 

- La salida del cole estaba hecha un lío. 

- Mis papás están en en la casa y por problemas que he tenido por fiestas y demás, no me dejarán entrar a nadie sin que ellos lo vean - dijo mientras se tomaba la entreceja, irritado - solo por eso presentaré tu sucio trasero en mi casa. Pero de esto, ni una palabra en el cole, ¿quedó claro? - soltó mientras avanzaba antes de que puediera responder. 

De modo que de ahora en adelante las preguntas serían siempre retóricas, debido a mi papel de sumiso todas mi respuestas serían afirmativas. 

Caminaba unos pasos atrás de Sneider ya que no le apatecía hablar conmigo a no ser de que humillarme se tratara. Lo que me daba oportunidad de babear por su culo bien formado, el cual se mostraba mucho más voluptuoso en aquel pantalón tipo godín. Oh sí, ya en las mamadas anteriores había puesto mis manos en él para engullir más profundamente su miembro. Fantaseaba con poder besar y moder sus nalgas. 

- Con que babeando por mi culo, eh marica - dijo entre risas - pero ni se te ocurra. ¿O qué crees? ¿Que soy un mariquita como tú? - susurraba en mi oído de forma amenazadora. 

Llegamos a la recepción de su unidad, subimos el ascensor y entramos en su casa. Me encontraba ante un pasillo blanco y largo, el cual parecía que llevaba a la sala y posteriormente al comedor. Intenté avanzar cuando un fuerte jalón de mi camisa me hace caer en el piso, mientras Sneider se bajaba la cremallera. 

- A ver te explico, de ahora en adelante eres mi perra y no tienes derecho a contradecirme en nada, ¡¿Entendiste maricón?! - dijo muy violentamente, mientras chupaba su polla y el cerraba los puños. 

Aquella situación lo ponía muy tenso, pero debía complacerlo, sin importar qué. Por otro lado, mi cabeza se llenaba de un torbellino de ideas y sensaciones entre las cuales se encontraba la posibilidad de sus padres viendonos en cualquier momento. Entre el miedo y el placer, sentía como su mimenbro se enterraba más fuertemente en mi garganta y algunas lágrimas de las arcadas empezaban a salir. Mi cuerpo se endurecía ante este placer alucinante, el cual se me quitó de tajo, cayendo al piso. 

- No más por ahora, mariquita. No dejarás nada para más tarde - dijo mientras se guardaba su sable húmedo de mi saliva en su pantalón y se dirigía al final del pasillo. 

Me levanté, limpiándome las lágrimas que aún estaban en mi rostro cuando su madre apareció. 

- Hola Oscar, ¿cómo va todo? - dijo sonriendo amablemente. 

- Bien, señora Gonzales. Gracias por invitarme a almorzar hoy. 

- No es nada, Sneider nos dijo que vendrían a hacer algunos trabajos aquí. ¿Sí se ha portado bien contigo? 

"Ni se imagina señora. Ni se imagina cuan bien se ha portado su hijo conmigo" Pensé. Sneider me miró sombriamente, cual criminal a punto de estallar. 

- Sneider es un buen muchacho, gran amigo - dije ocultando mis nervios en una sutil sonrisa y una jugada de manos. 

Mi reputción de ser el niño que no parte un plato ya venía desde primaria, y por lo pequeño de los grupos de mi colegio, los padres se conocían entre sí y sabpian quiénes era hijos de quien, lo que permitía tener algún tipo de concepto sobre cada uno cada vez que se veían. Yo era ese niño con el que si vas a algún lugar, incluso a una mega orgía de veteranos de la marina, conmigo, te darán permiso. Por dar un ejemplo. Concepto que compartía la mamá de Sneider, que por cierto, conocía a mi madre por asuntos laborales. 

- Me alegra oírlo. Últimamente Sneider ha tenido etapas de rebeldía insoportables, por lo que hemos tenido que tomar algunas medidas. ¿No es así? - dijo mientras se dirigía a Sneider con brazos entrecruzados.  

- Sí, mamá... creo que ya podemos pasar a comer, no? muero de hambre. 

- Claro. Y Oscar, claro que puedes venir cuando quieras, creo que tu compañia con Sneider puede ayudar. Daré más tarde la orden para que te dejen pasar cuando desees - dijo mientras la señora Gonzales sonreía.

Lo que no sabía es que más que ayudas, mi compañía sí que complacería a su hijo, sobre todo con mi pequeño huequito que tanto le gustaba. Sneider había logrado su objetivo. 

Pasamos a la mesa y almorzamos con una conversación calmada en la que ellos me hacían preguntas y yo contestaba todo en cuanto ayudara a Sneider, incluso hablando de unas futuras buenas calificaciones que obviamente tendría que hacer yo. Después de unos 45 minutos, los padres de Sneider debían irse así que nos dejaron en la mesa, con un último aviso de la señora Gonzales. 

- Que les rinda en la tarde con el trabajo que tienen que hacer. Sneider, recuerda lavar los trates y atender al invitado como se merece. No habrá ama de llaves hasta que veamos un cambio de comportamiento - dijo severamente mientras el sonido de sus tacones en el marmol anunciaban su salida. 

Sneider miraba pesadamente su comida, mientras yo acababa casi por completo mi plato. En un momento, sentí como una fría descarga de liquido llega a mi cara. Era Sneider que tiraba lo que quedaba de limonada en su vaso. 

- ¡Al piso, a lamer! - ordenó mientras dócilmente obedecía - vaya que esta escena sí me ha podido encabronar. ¿Tu compañía hacerme bien? ¡Patrañas! - decía mientras con su pie apretaba mi cabeza contra el suelo - No puedo creer cómo todos te tienen en ese pedestal de santo. Pero ya verás cómo tus horas de buenos tratos se acabaron, maricón

- Sí, amo. 

- ¡No contestes! Ya sé que dirás que sí a todo lo que ordene. Recuerda que eres mi perra, mi puto personal y no hay opinión tuya aquí que valga. Ya verás cómo me vas a retribuir la humillación de este almuerzo. 

Se levantó gravemente dirigiendose cerca a la sala de estar. Oí como un chorro de orina comenzaba a caer en el suelo. 

- Acercate perrita, lame el suelo de papá. Quiero que lo limpies todo con tu lengua. 

No tenía otra opción. Al parecer los consejos del profe de sociales hacían efecto, ya que me encontraba a un Sneider sin compasión ni piedad. Un macho que solo estaba preocupado en dirigir su autoridad sobre mi hasta límites inimaginables. Lamí el suelo, tragando la fuerte orina de Sneider. Ya casi habiendo acabado, me jaló del cabello, diciendome algo al oído. 

- Esta tarde tendrás algunas tareas por hacer. Te quiero desnudo, con esto en la boca - soltó mientras me ponía un bozal con estas bolas que parecen de billar - No hablarás, no te quejarás y te lo quitaré solo cuando lo crea extremadamente necesario. Adicionalmente quiero mis deberes hechos, con un conjunto de lecciones escritas en mi laptop para antes de que te vayas. Y claro, todo esto con interrupciones sexuales a mi merced. ¿Quedó claro? 

No podía decir ni una sola palabra con el bozal invadiendo mi boca. 

- Claro que sí - soltó sin poder contener una gran carcajada - claro que has entendido, porque aunque seas un perro, mi perro, no eres tonto. Por eso podrás hacer todo lo que yo aquí ordene. 

Soltó mi cabello, mientras caía en el suelo. Empecé a desnudarme para comenzar con los deberes de la casa, mientras Sneider se sentaba a ver un partido de fútbol en su pantalla plana. Llevé los platos al lavavajillas y con un trapo limpié los restos de líquido que no me había dado tiempo tragar. Limpié la mesa, barrí y trapeé todo el resinto mientras escuchaba en la sala: "Gollll... así cabrón". Mientras empezaba a limpiar algunas de las mesas con cuadros y flores de la casa de Sneider, podía ver algunas fotos familiares y de Sneider en diferentes estadios del mundo. Era fan del Barcelona y tenía algunas camisetas autografiadas. Cuanta pasta se han debido de gastar sus padres en un cabrón como él. 

- Dije que limpiaras, no que husmearas por toda la casa - escuché atrás mío. 

Al voltearme, una bofetada brutal voltea mi cara. 

- Lámeme los pies - ordenó, mientras removía el bozal de mi boca.

Bajé rápidamente a saborear sus grades y morenos pies. Comencé con el derecho, mientras con el otro aplastaba mi cabeza fuertemente. 

- Flipo en estas fotos, eh? - dijo en aire victorioso y fanfarrón - que pedazo de macho te estás disfrutando, perra. Pero tranquilo, no sabes cómo seguiré aprovechando tus visitas.

Al intentar levantar la vista, observo como la pantaloneta de Sneider se infla como carpa de circo. Al no llevar boxers, podía ver como su falo imponente se levantaba, dejando ver sus hermosas y corrugadas bolas. Deseaba poder lamerlo y complacer su gran miembro. 

- Ya que dejaste limpia la casa, y vaya que sí ha sido así, te follaré. ¡Ofreceme tu culo! 

Intenté levantarme para poder abrir mis nalgas y mostrar mi hambientro agujerito, en busca de ser destrozado. 

- ¡Sin levantarte maricón! Desde el suelo, donde perteneces. 

Llevé mis manos a mi culo y comencé a abrir mis nalgas dejando ver mi ano cerradito, aún con un pie de Sneider en mi cabeza. Sentí como la saliva de Sneider caía violentamente en mi culo, a lo que respondí insertando un dedo lo más profundo que podía. Sneider quitó su pie, ordenando que subiera a bajarle su pantaloneta. Al bajar ese trozo de tela encarpado, veo como una abundante gota de pre - cum intenta caer al suelo, por lo que rápidamente saqué mi lengua y tragué. Poder tener su miembro otra vez en mi boca era una experiencia religiosa. Mamaba e insertaba más profundamente su polla, haciendome quedar sin aliento. Su mano comenzó a controlar la mamada tan veloz mente, que follarme la boca era inevitable. Procedí a sus huevos, succionando uno, luego el otro mientras Sneider se pajeaba, haciendo caer pre - cum en mi mejilla. Podía sentir el olor de sudor recien hecho por el calor de la tarde. Ya había pasado una hora desde que había llegado y estos minutos chupandole el rabo eran majestuosos. Me tomó del cabello y me llevó al sofá de la sala de estar. Sentandose, ordenó que siguiera mamando a cuatro patas en el suelo al frente de él. Subía desde su tronco hasta su glande, dando besos inocentes en su capullo para despues pasar a las huevas. En ese momento, Sneider empieza a hacer presión en mi cabeza para que bajara aún más. 

- Lámeme el culo - ordenó. 

Bajé por el periné y me encontré con su ano, el cual se encontraba libre de cualquier vello haciéndome desearlo mucho vez más. Ese culo que veía atrapado en aquél pantalón godín, ahora era mi señor. Sí, su culo me dictaba cómo hacer ese beso negro para el cual estaba dejando mi vida en ello. Lamía, lamía e intentaba meter mi lengua lo más produnfo posible. Oía cómo Sneider suspiraba con intentos de gemidos. De repente, me apartó para poner sus rodillas en el mueble y sus codos en el soporta del sofá. 

- Sigue chupando - ordenó, ya con una voz más entrecortada. 

Metí mi cabeza entre sus dos nalgas, lamiendo hasta el último pedazo de carne. Claro que no soñaba con hacerle algo más, solo lamer su ano, hacer lo que él me dijera. Nada podía hacerme sentir más humillado ¿Yo chupandole el culo al activo que me penetraría? ¿Hacerlo sin necesidad de que él se dilatara? Esas cuestiones ya no importaban, él mandaba y ahora parecía que su culo también. Sus nalgas apretaban mi cara haciéndome parecer que eran ellas quienes ordenaban que hiciera aquella humillante labor. Sneider comenzó a masturbarse, mientras lamía su varonil y moreno ano. Sentí cómo se comprimía al botar los chorrazos de lefa en el mueble. Nueve chorros de leche fresca de macho en el mueble. 

- Trágatelo. Y cuando termines, ven a la ducha - dijo mientras desnudo se dirgía al baño. 

Tragué a gusto, mientras la imagen de Sneider, sudado, atlético y varonil caminaba al baño. Pero que gusto me estaba dando someterme a este hombre, qué gusto. Caminé a cuatro patas a la ducha, mientras veía como Sneider se sentaba en el borde de la tina, con su polla flacida y el sudor bajando por su frente. El agua fría caía por la ducha y al verme de rodillas al frente y mirando al piso, me habló. 

- Quiero que me bañes. Me masajees la espalda mientras me aplicas el jabón, me beses la espalda mientras me aplicas el shampoo y, si tienes suerte, podrás volver a mamarme el culo. 

Entré a la ducha con él y el agua hacía ver espectacular su cuerpo. No era del todo definido, pero tenía intentos de six pack en su abdomen, unos brazos fuertes y grandes con los que tomaba mi cabello para darme ordenes y sus bellos hacían un leve camino por su ombligo. No podía más que delirar por esos bellos que tocaban mi nariz y frente cada vez que le hacía una mamada. Al aplicarle jabón, trataba de tocar lo más posible su cuerpo, admirándolo. Al frotar sus testiculos, viendo frente a frente cómo su polla tomaba vida nuevamente, miré a sus ojos para pedir permiso y poder meterla en mi boca. Mi lívido se encontraba en las nubes ya que no había tenido momento de correrme. Pero para mi desfortuna, sus ojos estaban cerrados. 

- Que pasa que no chupas, maricón - dijo al fin. 

Engullí su polla finalmente, con tal vehemencia, que bastó unas cuantas arcandas y gargantas profundas que me vine sin tocarme. Gemí fuertemente mientras mi pobre polla botaba todo lo que tenía guardado. A Sneider no le gustó, en lo absoluto. Tomándome del pelo me llevó a la pared del baño. 

- ¡¿Ves lo que haces maricona?! ¡¿Quién e dio permiso de correrte?! - gritó cada vez más alterado - No quiero que se vuelva a repetir - dijo mientras me propinada una fuerte bofetada mientras apretaba su puño.

Y vaya si había sido dura, sentía como algo de sangre salía por mi boca y presentía la formación de un hematoma en mi mejilla. 

- Perdón, amo. 

Otra bofetada aún más dura se posaba en mi otra mejilla, haciendome perder el equilibrio, volteó mi cara. 

- A todo castigo espero un gracias como respuesta, puto - dijo mientras se bajaba a mi nivel - ahora, sigue mamando. 

- Gracias, amo - respondí mientras subía a mamarle la polla. 

Procedí a disponer de mi boca para complacer a Sneider, haciendo que su polla se endureciera de nuevo. La mamada fue más lenta al principio de modo que no hiciera creer a Sneider que estaría dispuesto a desovedecerle. Metía su glande entre mis labios, haciendo un baile con mi lengua, tratando de capturar su salado pre - cum. Dejé de mamar, para levantarme y tragar por mi culo su gran mimebro. "Pero qué perro tan inteligente" decía Sneider mientras la punta de su glande abría mi esfinter. "Pero que no se repita" soltó mientras clavaba todo su tronco empalmado hasta el fondo de mi culo, tocando mi esfinter. Las embestidas se hicieron aún más intensas, pero ya no era Sneider quien dirigía la culeada en la que me veía, sino yo mismo cabalgando su polla fuerte e imponente. Estos pequeños momentos de libertad siempre eran permitidos si eran para complacer a mi macho. Siempre era libre de complacerlo, de humillarme para mostrarle mi gran devoción. Sin avisar, me saca su miembro de mi culo y lo pone en mi boca. Siento cómo chorros de lefa empiezan a entrar con tal violencia, que algunos salen por las comisuras de mi boca. Tragué incanzablemente, hasta la última gota. Seguí jabonando su espalda llegando a su culo. Un placer poder tocar su abultado y gran culo. Daba besos por su espalda bien formada mientras jabonada sus nalgadas. La mano de Sneider me llevó a lamer su ano nuevamente. Un segundo encuentro con su culo era lo que necesitaba para que mi pobre polla se endureciera de nuevo. Qué placer era explorar su culo con mi lengua. Duré en su culo un aproximado de diez minutos, lamiendo y mordiendo todo lo que podía. Luego, Sneider ordena que le quite todo el jabón. Abrí la ducha y empecé con su cabeza, quitando su shampoo, lo cuál hacía que nuestras bocas estuvieran algo cerca, lo cual aprovechaba para escupir mientras ordenaba qe aplicara algo de acondicionador. Cinco escupitajos después, pasé a lavar el resto de su cuerpo. Saliendo de la ducha, esperando a que el agua bajara por su cuerpo mientras miraba yo indenfenso atrás de él. 

- Sécame. 

Tomé la toalla y empecé a pasarla por todo su cuerpo. Sentía algo de hinchazón en mi cara por los golpe sque me había dado, pero vaya que me lo merecía. Luego de que terminé, puse la toalla al rededor de su torso, de forma que puediera salir. 

- Te veo en mi cuarto y no demores - dijo mientras seacaba su cabello con otra toalla. 

Terminé de lavarme y secarme para gatear hasta su cuarto. 

- Ponte la ropa y ahí están mis libros. Mi mamá llegará tipo 8:00 p.m. por lo que espero que mis deberes estén listos para las 6:30 p.m. - ordenó mientras cerraba con fuerza la puerta. 

Siempre he sido alguien aplicado en el colegio, por lo que hacer sus deberes era el menor de los problemas. Eran las 5:00 p.m. por lo que comencé rápidamente a hacer todas sus obligaciones. Algunos ejercicios de mates, uno que otro ensayo, además de una reseña crítica sobre un libro psicológico de un autor ruso, a lo que tendría que llevarme a escondidas para terminar en mi casa. A mediados de las 6:25 p.m. la  puerta se abrió y Sneider se acercó por mi espalda. En ese momento, tecleaba el último punto de las lecturas de cada materia que tenía trabajo y así el pudiera estudiar. 

- Bien hecho, puto. Ahora, acompañame al baño, quiero orinar - dijo con risa sarcástica. 

Vaya que estaba dominado por este carbón. Al llegar al baño, sacó su polla para mear a lo que respondí con mi boca abierta, sin embargo habían otros planes. 

- Ya sé que te mueres por que te mee en la boca, pero hoy será diferente. Mientras lo hago en el retrete, quiero que le des besos a mi polla mientras sientes cómo sale. Luego, sí usarás tu boca para limpiarla - ordenó. 

Cada vez Sneider me sorprendía más. Su objetivo, más allá de sodomizarme, era el lograr que lo admirase a tal punto de que nada que me pidiera yo osara a negarme. Su verga dejó caer su orina en el WC mientras yo besaba la base peluda y fuerte. Sentir cómo el líquido amarillo recorría el interior de su verga me hacía sentir en un viaje de emociones del cual no quería volver. Luego de terminar, tomó de mi cabello sacuendo su miembro, haciendo que algunas gotas calleras en mi boca, tragando. Saboreé su polla largamente, mientras la dejaba impecable. 

- Bueno, creo que no será más por hoy - decía mientras tocaba suavemente mi hematoma en mi mejilla - Ahora, quiero que esperes en tu casa mis mensajes, a los cuales responderás "sí, amo" y que esto te sirva de experiencia sobre lo que pasará encaso que tú me faltes al respeto. Ya sea directa, como venirte sin permiso, o indirectamente, el almuerzo. 

Acentí suavemente, mientras salía del cuarto del baño. 

- ¡Venga, vete ya! - gritó, desde la sala. 

A cuatro patas, salí de la casa de Sneider, pensando en la excusa que usaría para que mi madre no hiciera muchas preguntas sobre mi cara. 

Cuando llegué a casa, mi madre aún no llegaba, por lo que me duche y dispuse a hacer mis deberes. Terminé en el mismo tiempo que hice los de Sneider, revisando que para el Lunes (era Viernes) tendría exámen de sociales con mi profe, quien había tomado uso de mi culo sin compasión. Ya quería ver yo cómo era que el profe me usaría para arreglar mi nota de curso. 

Continuará...