miprimita.com

Cómo me cogí al novio de mi amiga II

en Gays

Luego de haber probado la polla de Sneider por primera vez, los encuentros se hicieron aún más recurrentes, siendo más de uno semenalamente. Yo sentía algo de nervios ya que en la escuela Laura y yo seguíamos siendo amigos, incluso a veces estaba con ella y Sneider, lo cual era especialmente raro, aunque facilitaba el medio de contacto. 

Como era normal en aquella época, utilizabamos blackberry (al rededor de 2011) y mensajes por otras redes, por donde se acordaban los encuentros con Sneider. Siempre se refería a mi en ellos de una forma más dominante cada vez, lo cuál me encantaba. 

- Esta noche, te espero en mi casa, perrita. Y no tardes. - leí en la última clase desde mi BB. 

- Ahí estaré, más mojado y ansioso que nunca. - respondí. 

Estas conversaciones parecían satisfacer a Sneider, ya que cada encuentro era más salavaje y duro que el anterior. 

En la noche, llegué a la casa de Sneider listo para lo que sabía que allí ocurriría, sin embargo, noté que él estaba con algunos muchachos con diferentes edades, en la puerta, lo cuál me hizo estallar la cabeza. ¿No era él quien quería guardar esto como secreto? Aunque qué pensaba yo, nada me aseguraba que aquellos sabían. Y en dicho caso ¿Qué más da? Mi boca también serviría para complacer otras vergas diferentes a la de Sneider, lo cual para mí siempre era bienvenido. 

Al acercarme un poco, Sneider volteó y me miró con una risa burlona. Se acercó mientras sus amigos le gritaron algo como: 

- ¡¿Ahora andas con maricas?! - dijo uno de ellos mientras los demás presentes reían. 

No respondí nada. La situación me calentaba un montón, de tal forma que solo esperaba que Sneider dijera que tendría que complacer a todos esos machos ahí mismo. Pero cuando se acercó la situación fue bastante diferente. 

- Me alegra que llegaras a tiempo - dijo Sneider. 

- ¿Y ahora con invitados? 

- Solo son los idiotas de mis amigos - dijo, y acercándose un poco a mi oído, susurró - Aunque no dudo que mueres por comernos el rabo a todos. 

Entre risas, Sneider odernó irnos a dar un vuelta por donde vivía. Con su uniforme de futbol sudado, se veía tres veces más sexy de lo normal. Ordenó que le agarrara la polla mientras caminabamos en una calle oscura, lo cual me ponía los nervios de punta. Claro que quería arrodillarme y hacerle una felación ahí mismo, pero el miedo de que alguien nos viera era descomunal. Metí mi mano en su pantaloneta, lo cual me hizo notar que estaba aún sudado del entrenamiento y solo quería saborear su hermoso miembro ahí mismo. De repente, Sneider me jaló fuertemente a una pared de la esquina por la que caminabamos. En mi mente se pasaba la idea que me pondría a mamar ahí mismo, pero solo puso su polla en mi cara agarrándome del cuello, lo cual me dificultaba respirar. 

- ¡Huele maricona! - dijo fuertemente en un susurro - huele el miembro que ya vas a complacer.

No puedo negar que el olor a sudor en la polla es de mis favoritos. Poco a poco restregaba su verga en mi cara, bajandome hasta sus testículos, esta vez más velludos que la primera vez. Mi instinto solo me permitía tratar de capturar dicho hedor lo más posible, mientras más pudiera. De pronto, me levantó al nivel de su cara, yo con la boca medianamente abierta esperando a ver cuándo podría saborear su miembro, espacio que Sneider aprovechó  para escupir.

- Como ves, no podemos terminar esto en mi casa por los imbéciles de mis amigos y aquí alguien nos podría ver. ¿Qué sobre ti?

- Mi mamá está en la casa, aunque podía estar ya durmiendo, podríamos en mi cuarto - respondí rápidamente. 

Decidimos subir a mi casa, pasando antes por la casa de Sneider para que avisara a sus amigos. 

- Dale duro - dijo uno de ellos entre risas. La verdad no creía que aquellos supieran lo que en verdad estaba pasando, pero me hacían sentir aún más sucia de lo que ya de por sí esta situación lo hacía. 

Entramos en mi casa y mi mamá estaba vienco la televisón, lo cual nos desconcertó, pero traté de sobrellevvar la situación. 

- Hola Má. ¡Este es Sneider! vine a que recogiera una cosa de la escuela - dije calmadamente. 

- Hola Oscar, está bien, pero no te demores que ya se está haciendo tarde. Pasa Sneider, es tu casa.

Pasamos a mi cuarto y sabía ya que no podíamos hacer nada allí, mi mamá siempre me hacía dejar la puerta algo abierta y al vivir en una casa de una sola planta, la privacidad era un beneficio que solo se presentaba pocas veces. 

- ¿Y ahora? - dijo Sneider algo molesto y acercandose de forma amenazadora. 

Pensé que tendría que ser otro día, por lo que temía cómo fuera a reaccionar Sneider. Sin embargo, recordé que para llegar a la segunda planta había una escalera que conectaba mi casa con la calle y en el primer piso vivían unos vecinos, pero no había posibilidad de que nos vieran ya que son dos plantas independientes y con salidas diferentes. Hicimos que nos ibamos y dije que acompañaría a Sneider a tomar un taxi, lo cuál era cierto, ya que después de varias cogidas y salidas, había quedado claro que no solo le serviría sexual y académicamente, sino con algunas compras y caprichos que deseara. Al llegar a la escalera, Sneider acercó mi cara a su pantaloneta, mientras el miraba que mi mamá no se parara del sofá, mientras yo hacía todo el trabajo con mi boca. 

Apenas bajé el slip donde Sneide guardaba su jugoso sable, el que salió con gran fuerza dándome una cachetada de lo duro que estaba. Era de las cosas que más me gustaba, ver como mi deseo por la verga de este hombre fuerte y mío me hacía quedar en ridículo. Comencé dándole besos desde la base hasta la punta, con el fin de bajar su capullo con mi lengua. Su galnde tornada de un color más intenso, tendiendo a rojo con una gota de precum la cual saboreé lentamente. Pasé mi lengua por aquella cabeza de verga de forma que pudiera saborear su sabor de macho. Me encantaba como rebosaba pre - cum y yo solo saboreaba estos toques salados, solo me hacía pensar en lo mucho que lo necesitaba y cómo debeía estar agradecido con Sneider por dejarme complacerlo. 

Tragé más de ese falo enorme, llegando hasta la base y mi garganta, cada vez más acostumbrada a recibir a mi macho, se sentía invadida por él. A medida que mamaba, la erección iba en aumentando, por lo que sentía cómo su capullo poco a poco retoñaba en mi garganta, esperando a botar su nectar. Con las manos, comenzó a dirigir la mamada, haciendola cada  vez más violenta. Mi saliva empezaba a salirseme de las comisuras de la boca, pero no importaba, mi único objetivo era complacer a este macho. Jaló de mi pelo, haciendo que viera todo el sable reluciente por mi trabajo. Solo podía sentir admiración por aquél pedazo de carne. Aunque quise abalanzarme a sus testículos, que colgaban como hermosos huevos peludos y sudados, me tomó duro del cabello acercándose a mis oídos y quitando la guardia de mi mamá. 

- ¡Escucha bien, maricona! - decía entre susurros - No quiero que te concentres en mis huevos porque harás que me corra muy rápido y aquí vine a disfrutar yo, no tú. Lo que Sneider no sabía era que su placer era mi placer. 

Comenzó a meter sus dedos en mi ano mientras proseguía a mamar su falo. A pesar de sus esfuerzos por no venirse, interrumpiendo en algunos momentos la mamada, oí como su respiración aumentaba de ritmo, por lo que presentía que mi recompensa de puto llegaría pronto. 

Los chorros de lefa comenzaron a descender por mi garganta, lo que por la fuerza que Sneider sujetaba mi cabbeza no me daba otra opción que tragar para poder respirar. Aunque no tenía más opción, había quedado claro que habría dos formas de que pudiera usar la leche de Sneider, por consumo oral o anal. Una orden dada por él, a lo cual no podía negarme. Aunque sería oral por el momento, ya que el miedo al tamaño del sable de Sneider no me había dejado entregarle, como se merecía, mi culo. Aunque ¿Quién era yo para decidir aquello? Mi culo, mi boca y mi cuerpo debían estar a disposición de este hombre grande y fuerte, él decidiría cuándo y cómo hacer uso de lo que por derecho le correspondía. Pero poco a poco Sneider se iría dando cuenta de ello. 

Una vez tragado todo su semen, dispuse a limpiarle su verga y dar algunos besos de despedida en sus huevos. Estaba agotado, pero satisfecho. Se subió el slip y su pantaloneta para que lo acompañara a tomar el taxi. Se despidió con un choque de puños y actuando como dos amigos normales. Pagué la carrera con algo de propina para mi macho y fui a mi casa, a dormir. 

Después de esta vez, con la concurrencia que se presentaban tales encuentros, el colegio se combirtió en nuestro nuevo lugar para complacerlo, lo cuál atraería ojos mayores y tal vez no deseados... o sí? 

Continuará.