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Un estudiante de intercambio VII: El Viaje

en Interracial

Queridos Lectores y Lectoras. Continúo la serie con la séptima entrega de los relatos publicados previamente bajo el título: “Un estudiante de intercambio”. Recomiendo leer esos primero para comprender mejor a los personajes y las circunstancias. Pero dejo un brevísimo resumen para los que elijan no leer las entregas anteriores.

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Capítulo 1: Desmond es un Estudiante Afroamericano de 19 años que se encuentra de intercambio en Argentina. Por su complexión física, sus agraciadas facciones y su carisma cae muy bien a su madura anfitriona, Virginia, a la vicedirectora de la escuela, Malena (que son amigas entre sí) y a la sobrina de Malena, Andrea, que asiste al mismo instituto privado que Desmond. Malena, intrigada por comprobar si el rumor sobre el tamaño del miembro de los africanos es cierto, termina haciendo una paja al muchacho extranjero.

Capítulo 2: Desmond regresa a su casa y comienza los coqueteos mutuos con Virginia, su madura anfitriona, inducidos por consejo de Malena, la profesora que también desea al chico. La obsesión de las mujeres por el estudiante comienza a afectar el comportamiento de ellas para con sus esposos.

Capítulo 3: La tensión sigue creciendo entre Desmond y Virginia, su anfitriona, que se aleja de su esposo y no duda en masturbarse pensando en el muchacho. Malena continúa gozando sexualmente de Desmond con una mamada de antología en la que son casi descubiertos por su esposo, Mario. La lujuria de la profesora por el chico africano la lleva a ser mejor y más cariñosa esposa con Mario.

Capítulo 4: Desmond pesca a Virginia masturbándose y los dos caen en la trama de Malena que los incita telefónicamente a hacerse cómplices en el deseo. El taboo entre la madura anfitriona y el estudiante de intercambio se rombe cuando el chico afroamericano se pajea frente a la deseosa madura.

Capítulo 5: Malena utiliza la excusa de “entrenar” a Desmond previendo que su amiga tendrá sexo por primera vez con él, para gozar a lo grande con la enorme verga de ébano. Desmond recibe una clase rápida de cunnilingus y se descarga copiosamente en su profesora antes de salir empalmado a encontrarse con su “mamá de intercambio”.

Capítulo 6: Cuando el esposo de Virginia se marcha a cazar al campo, Desmond prácticamente toma control del hogar. Por un lado, se convierte en mentor y ejemplo del niño Silvio (hijo de Virginia), y por el otro se convierte en macho absoluto de Virginia librándose a una noche interminable de sexo desenfrenado que arroja a la, hasta entonces, frustrada y pudorosa ama de casa en una espiral descendente de lujuria y deseos.

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Durante toda la semana que duró la ausencia de Francisco, las cosas transcurrieron de manera casi idéntica a lo descripto en el capítulo pasado. Desmond asistía a la escuela y luego paraba en casa de Malena, para “hacer la tarea” (es decir para cogerla), y luego de eso enfilaba a casa de Virginia donde ayudaba a Silvio con sus tareas y lo entrenaba en tiros a la canasta, hasta dejarlo feliz y cansado. Horas más tarde, aprovechando que el inocente niño caía dormido como un tronco, Desmond se acostaba con su mamá y daban rienda suelta a toda la lujuria y desesperación sexual acumulada durante el día (especialmente por Virginia).

Pero al cabo de varios días, con el regreso de Francisco a su casa, las cosas cambiaron, y la frustración de Virginia comenzó a aumentar, negándose de plano a tener sexo con su esposo y volviéndola cada vez mas osada al buscar besos, morreos y alguna que otra mamada o polvo fugaz con el adolescente afroamericano que se hospedaba en su casa.

El pequeño Silvio también se mostró hosco con su padre, a quien comenzó a despreciar mas que nunca, ignorándolo de manera casi completa. Desmond, por otro lado, sintiendo la tensión en el hogar, se refugió en la casa (y en la vulva) de Malena, pasando todo el tiempo posible con y dentro de ella. Por suerte (para todos menos para Malena, como verán), surgió un evento que le dio un respiro a todos: El viaje de estudios.

Expliquemos a las lectoras y los lectores que no son de Argentina, que es común en ese país la realización de un viaje de egresados (mal llamado de viaje de estudios) al final del ciclo secundario. Históricamente, el destino obligado y clásico de ese viaje ha sido la pintoresca ciudad andino-patagónica de Bariloche. Pero con el correr del tiempo, los colegios de elite han comenzado a realizar un “viaje diferenciado” (para diferenciarse de “la plebe” en realidad) a destinos más exóticos para tal fin, como Miami, Camboriú o La Riviera Maya.

Justamente, este viaje había sido planeado con un año de anticipación para realizarlo en Cancún, puesto que reunía los requisitos obligados de un viaje de egresados soñado por esos chicos: 1) Ciudad con mucha movida nocturna y fiesta (y jóvenes dispuestos a todo), 2) actividades colaterales diurnas (visitas a sitios turísticos, históricos, etc.), 3) posibilidad de adquirir alcohol en copiosas cantidades para chicos de 17 a 19 años (esto era el factor que hizo que los chicos del Instituto Sarmientino descartaran Miami).

Desmond, aunque no participó de su organización inicial, se sumó gustoso a dicho viaje. Malena, como vicedirectora solía asistir a esos viajes en calidad de “adulto responsable”, pero se había autoexcluído tempranamente del mismo porque asistía su sobrina, y no quería interferir con su diversión. Y para cuando se sumó Desmond, ya era tarde para Malena, que se arrepintió por no asistir a aquello que podría haber sido una “luna de miel” con el chico Africano.

A ambas maduras (Virginia y Malena) estaban totalmente nerviosas por “El viaje de Desmond”, por cuanto sabían que muchos jóvenes tenían sexo durante esos viajes poco supervisados y donde abundaban otros jóvenes calientes y con similares intenciones.

—¡Male, Male, no sé qué voy a hacer una semana sin Des! — Se confesaba Virginia con su amiga

—Bueno, amiga, tranquila, son pocos días, no va a pasar nada—Mentía Malena que compartía el sentido de desazón de su amiga por tener que prescindir del joven semental negro.

—Mirá si una de esas putitas del secundario se lo quiere coger y él le agarra el gustito. Me mueroooo—Casi lloraba la desesperada madre de intercambio, azorada por la posibilidad que el chico se inclinara por muchachas jóvenes y perdiera interés en ella.

—Eso no va a pasar, te lo aseguro. No pueden competir con vos—Aseguraba Malena—Ni conmigo—Pensaba para sí.

—Confío en tu criterio, amiga.

Mientras esta conversación telefónica ocurría, Desmond mamaba las tetas de Malena y escuchaba todo, sonriendo maliciosamente.

—Bueno, campeón, ya escuchaste a Virginia, ella está MUY PREOCUPADA—Aseguró Malena en tono jocoso, ocultando sus propias inseguridades del chico que la manoseaba sin dejar de prestarle atención.

—Jajaja. No tiene de qué preocuparse, nunca voy a perder interés en ella… ni en tí—prometió el chico con un dejo de maldad.

—¡Mas te vale! jajaja—Simuló bromear la vice

—Pero si se me presenta la oportunidad…—Dijo el chico mientras mordisquieaba el pezón de su profesora y la penetraba en la vulva con sus gruesos dedos negros.

Malena automáticamente enderezó su espalda arqueada de placer, se deshizo de la estimulación oral y digital del negro y lo aleccionó

—NI SE TE OCURRA. NI EN JODDDDA. Si llegás a hacer algo con alguna pendejita, olvídate de mí, Desmond. Eso no lo pienso aceptar.

—Perooo….—Intentó reaccionar el muchacho desorientado

—Pero NADDDA. Vos tenés que elegir. Esas pendejas o yo. —Sentenció Malena para luego seguir—No es posible que te cojas a nenas del colegio. Eso NO ES ACEPTABLE! Te lo digo como DIRECTIVO del establecimiento

(Jugando la carta de vice, podía ocultar sus celos)

—¿Y de otras escuelas? —Desafió el moreno

—Hacé lo que quieras. Yo ya te dije—Sentenció Malena y se levantó y comenzó a vestirse dando por terminada prematuramente la sesión de sexo.

El pánico de no poder vaciar sus inflamados huevo hizo reaccionar a Desmond que se arrodilló en la cama y procedió a implorar perdón y a prometer buena conducta

—Perdón, Male, Perdón. Me excedí. Prometo no hacer nada. Te lo juro.

Malena lo miró desafiante y le puso todo en claro. No podría coger, ni besar, ni tocar a chica alguna. Y sólo cuando el chico hubo aceptado todos los términos, regresó a la cama con él a frotar su renegrida verga hasta hacerlo acabar como a un caballo en celo

Desmond recibió más o menos el mismo pedido de parte de Virginia. Pero Virginia literalmente le rogó, en vez de darle un ultimátum como hizo Malena. Desmond hizo todo lo posible por reasegurarle que no tenía pensado enroscarse con ninguna estudiante, y reflexionó sobre cuán posesivas con él se habían vuelto las dos maduritas. Realmente le gustaba ese tipo de atención. También pensó que iba a tener que cuidarse mucho en su viaje, porque si se le diera la oportunidad de conectar con una chica, debería hacerlo de la manera mas discreta y secreta posible. Eso hacía casi imposible el intentar tontear con alguna chica de su colegio, e incluso con estudiantes o jóvenes de otras instituciones, pero dejaba abierta la posibilidad de involucrarse con una joven docente o acaso con alguna divorciada o alguna mujer que formara parte de un grupo de despedidas de soltera yanki, que suelen tirar la chancleta en Cancún.

—Las mujeres mayores, y especialmente las docentes o las que tienen alguna relación, deben ser mas discretas que las nenitas del colegio—Pensó Desmond.

Evidentemente, como resultado del tórrido afair con las maduras pampeanas, Desmond se estaba transformando en un muchacho bastante avispado… Y osado.

Mientras todo esto sucedía, Andrea, la sobrina de Malena y compañera de curso de Desmond, elucubraba sobre el viaje de egresados y la posibilidad de tener algo con Desmond. El hecho que su tía no sería chaperona la favorecía. Pero aún tenía al pesado de su novio ejemplar: Juanpi, del que debía deshacerse, al menos temporariamente, y para eso urdió un plan. El otro tema era lograr que Desmond se fijara en ella desde antes de la partida, para tenerlo más fácil al llegar a Cancún. Y para eso, ella también tenía un plan.

El plan para atraer a Desmond era sencillo, pero potente: En los días previos al viaje, Andrea decidió fingir que necesitaba clases de apoyo con su tía. Esto le permitía ir a la casa de Malena al mismo tiempo en que Desmond estaría allí. Para hacerlo más discreto, Andrea decidió llegar junto con Desmond (caminando juntos desde la escuela) pero retirarse antes, sola. O bien, esperar a que Desmond estuviera allí un buen rato y aparecer más tarde, para retirarse junto con él al final de la tarde de estudios. De es forma, la pícara jovencita se aseguraba una caminata diaria a solas con Desmond, en la cual podría coquetear y dar señales al negro, pero a la vez evitaba ser vista continuamente con el chico, lo que levantaría sospechas sobre sus reales intenciones.

El plan de Andrea, era mejor de lo que ella misma comprendía, porque un resultado colateral de su insistente presencia en casa de Malena, fue que Desmond no podía tener sexo con la tía de la niña, ya sea porque llegaba con Andrea, o porque sabían que llegaría de un momento a otro. Esto hizo que las extensas cogidas diarias de Malena con Desmond fueron reemplazadas por rápidos sobeteos, lamidas y felaciones, que algunas ocasiones, ni siquiera llegaban a culminar en el vaciamiento seminal del muchacho. Y eso hizo que conforme se acercara el día del viaje, Desmond se encontrara más y más caliente y sexualmente frustrado, por no poder concretar ni con Malena, ni con Virginia (porque Francisco se pasaba el día en la casa).

Sumado a todo esto, Desmond pudo notar cómo Andrea flirteaba y coqueteaba descaradamente con él. Lo tocaba, se despedía con besos muy cerca de la comisura de los labios, lo miraba interminablemente a los ojos y a la boca mientras caminaban juntos, y se tocaba el pelo y tonteaba exageradamente con él cuando nadie los veía, pero cuando había otra persona, como Juanpi o Malena junto con ellos, la adolescente actuaba con total normalidad y casi indiferente a los encantos de Desmond. Esto puso al muchacho en alerta, que comprendió que Andrea buscaba enredarse con él, y que el viaje presentaría acaso una particular oportunidad de hacerlo.

A su vez, el plan de Andrea para librarse de Juanpi fue puesto en práctica. Primero comenzó a alejarse sutilmente de su novio. Comenzó a evitarlo con la excusa de estudiar, o de estar cansada. Y cuando el inocente novio intentó acercarse, ella se quejó de su “comportamiento sofocante” (palabras de Andrea), irritando al bueno de Juanpi y forzando una bronca donde el chico finalmente salió perdiendo porque quedó como cuasi-acosador, mientras que la perversa chiquilina se puso en víctima. Al final, los dos llegaron a un acuerdo en que “no estarían tan pegados” especialmente en Cancún. Es decir: victoria TOTAL para Andrea.

La partida llegó rápido, y comenzó el desatado viaje de egresados en la Riviera Maya, en el cual Andrea redobló su comportamiento dual con Desmond: provocativa a solas y totalmente indiferente frente a otros. Desmond, embargado por una seguridad seductora mal habida, decidió seguirle el juego forzando fugaces encuentros solas en los cuales se provocaban y azuzaban mutuamente.

Una de las estrategias que usaron, fueron mensajes privados de instragram, que usaban para compartirse provocadoras fotos o para pactar “cruces” en ciertos sitios resort donde se alojaban o en otros sitios privados. Finalmente, la tercer noche en Cancún, el grupo asistió a la mega-disco COCOBONGO, y Desmond, que la conocía de un viaje anterior, propuso que los dos se “escaparan”,  desapareciendo de la vista del resto. La inmensidad del lugar y la existencia de recovecos semi-privados, les permitió hacerlo fácilmente.

Una vez a solas, los dos adolescentes no perdieron el tiempo y comenzaron a besarse como desaforados. Y Para sorpresa de Andrea, Desmond actuaba con una seguridad absoluta, besándola, penetrándola con la lengua en su boca y acariciándola sensualmente, pero sin pasarse de la raya.

—¡MMMM…. ¡Me gustaste desde el primer día que te vi, y eso que no sabía que besabas tan rico! —Confesó lujuriosa Andrea

—Me gustas mucho también. Y si no fuera por…. Por… juampi, te hubiera besado antes—Dudó Desmond, que en verdad veía su amistad con el novio de Andrea y su inconfesable affaire con la tía de la chica como dos barreras para lo que estaban haciendo.

—Olvidate de Juampi, Des… ahora somos vos y yo—Provocó la muchacha mientras se colgaba del chico, y frotaba su pelvis contra él.

—Prometeme que esto será nuestro secreto ABSOLUTMMMM…—Intentó condicionar Desmond, pero se vió silenciado por las lamidas irresistibles que Andreita le aplicaba a sus labios

—Ufff mmm…. Prometeme VOS MMMHHHMMM…. porque soy yo la que me puedo meter en ufff mmm… problemas si mi novio y mi tía se enterannnn ahhh—Contraatacó entre beso y beso Andrea, sin saber las consecuencias nefastas que aquello podría acarrear a su adolescente amante.

Continuaron en silencio, morreándose, toqueteándose y fregando sus cuerpos de manera bestial y desesperada.

—Necesitamos ir a un lugar más tranquilo—Propuso Andrea

—¿A dónde? —Preguntó el chico que ya tenía una dolorosa y enorme erección.

—Seguime—Dijo Andrea segura de sí. Lo tenía todo planeado.

Primero salieron de la disco, y luego llamó a una chica americana con la cual había estado conversando por la tarde en una salida al mall La Isla. Las dos habían estado riendo y visitando juntas cada tienda de las cuales se retiraron como mejores amigas. Pero Andrea había hecho un trato con la chica: le iba a pedir la llave de su habitación de hotel a cambio de cargar alcohol a la tarjeta de créditos de Andreita, para que no quedaran evidencias en la extensión de la yanki, cuya madre iba a vigilar en su próximo estado de cuenta, sabiendo que los adolescentes intentaban comprar alcohol en mexico. Era un plan perfecto.

Mindy (así se llamaba la chica americana) apareció de la nada (porque también estaba dentro de la disco) y entregó una tarjeta a Andrea. Chequeó a Desmond de arriba abajo (ya conocía la historia porque se la había contado Andrea) y les deseó lo mejor con una pícara insinuación.

—¡Enjoy, guys! And if you need a third one… !call me!

Andrea y Desmond pillaron un UBER y se fueron al hotel de la chica, que era, casualmente, el mismo de ellos. Una vez llegados al hotel, Andrea envió un mensaje de voz a las chaperonas y a su novio para disipar cualquier preocupación por su ausencia.

—Holaaa Estoy Muy cansada y nos vinimos con unas chicas americanas al hotel. Vamos a tomar algo acá y me voy a dormir

—Voy para allá… si querés—Propuso tiernamente Juanpi

—¿EN QUE QUEDAMOS, NENNNNE? —respondió amenazante y agresiva Andrea, intimidando a su novio para asegurarse que no la siguiera.

Los dos amantes adolescentes subieron a la habitación prestada y ni bien cerraron la puerta volvieron a devorarse a besos y manotazos. En poco tiempo Desmond estaba sin camisa y Andrea estaba en corpiño y tanga, mientras los dos rodaban enredados sobre la cama.

—Esta noche soy tuya, Desmond, toda tuya—Prometió Andrea montándose a horcajadas del chico y meciéndose sobre él, frotando su entrepierna apenas cubierta por la tanga sobre el abultado pantalón del negro que la sostenía las huesudas caderas de la chica, como quien sostiene un delicado jarrón por sus dos asas.

—¿A ver que hay acá??? — jugueteó la chica comenzando a desabotonar el pantalón del chico

El fanfarrón de Desmond, cruzó los brazos detrás de su nuca y se dejó hacer, confiado de impresionar a la inexperta adolescente con su enorme miembro.

Andrea tironeaba desmontándose y Desmond, pasivo, se limitaba a levantar el culo de la cama para poder ser desvestido. Cuando la chica finalmente logró su cometido y tomó la verga negra entre sus dos manos, sucedió lo que Desmond esperaba.

—WOWWWWWW Des…. Mond….—Balbuceó Andrea francamente asustada por el obelisco de carne oscura que se erguía ante su vista

Desmond, leyendo el miedo y la excitación de la chica, puso su mano en la nuca de ella y la empujó hacia él, para besarla y lamerla, mientras ella seguía aferrada a aquella gruesa pija como un escalador se aferra a una línea de la cual depende su vida.

—Sos… Enorrrrme—Aseguró Andrea que ya comenzaba un movimiento acompasado de sus manos sobre el falo del Africano.

—No me va a entrar. Es enorme—Insistió sin dejar de besar la boca del chico ni de acariciar (pajear?) su miembro.

Desmond la abrazó, e hizo que ella lo abrazara y trató de hacer que la chica dejara de pensar en eso.

—shhhh…. Igual la vamos a pasar bien tu y yo, tranquila y déjame hacer a mí— Aseguró el Americano sin parar de besarla, ahora en el cuello.

—Sí, Des, lo que vos digas, lo que vos digas—Se entregó la inexperta chica.

Desmond hizo girar los dos cuerpos y ahora ella quedó abajo. Luego comenzó a besarla como había aprendido de la misma tía de la niña: de arriba hacia abajo, y de suave a intenso. Piquitos en los labios con caricias en el cuello y los hombros. Besos con lubricado pico de pato en el cuello mientras desataba el corpiño. Lamidas y chupeteos suaves de los pezones erectos de Andrea mientras tomaba las tetas con sus manotas de Afrodescendiente, y finalmente mordisqueos y succiones en el vientre y el ombligo mientras pellizcaba los pezones de la chica que, olvidándose de las dimensiones de Desmond, se concentraba en las sensaciones que el chico le daba.

—AGGGHHH SEEEE SIIII ASIIII ASIIII—Murmuraba la chica, que no se atrevía a gritar el placer que aquel enorme negro le estaba proporcionando.

Andrea se retorcía de placer, arqueaba su espalda y sentía cómo se humedecía su vulva. Nunca había sentido algo así. Las penetraciones de la pijita del inexperto Juanpi siempre eran algo secas y el placer de ella era fingido. No esta vez.

Desmond intentó seguir las instrucciones de Malena para coger a Virginia, pero esta vez, siendo más cuidadoso y suave aún, y sin dejar que la culpa de la circunstancia interfiriera. Al llegar al pubis de la chica, se dedicó a besarla con sonoros y cortos besos que le permitieron observarla en detalle sin que la chica perdiera concentración. La vulva que estaba mirando estaba pelada, como la de Malena y la de Virginia, pero era un pelado casi natural, por cuando las pelusitas adolescentes de Andrea no requerían el esfuerzo depilatorio de las naturalmente peludas conchas maduras de su tía y la amiga. Nuevamente, aplicando lo aprendido con las maduras, Desmond procedió a lamer los muslos de la chica, esquivando de lleno el clítoris y los labios vulvares de Andrea, que pujaba por ser estimulada en esa zona precisamente.

—Aggghhhh me vas a matarrrr—vociferaba la calenturienta Andrea cuando la lengua plana y lubricada del chico llegaba hasta la esquina de la ingle, y salteaba la vulva (respirándole fuerte sobre ella) para pasar al otro muslo sin tocar la vagina de Andrea.

La operación se repitió con la boca de Desmond acercándose un poco cada vez a la vulva sin llegar a rozarla, y con Andrea empujando la cabeza e intentando forzar la estimulación que el Africano evitaba. Esa puja le permitió a la chica sopesar la fuerza y la potencia del muchacho, cuya cabeza no seguía los empujones de la chica.

—¡QUE MACHO! —Pensaba Andreita dejándose llevar por su amante.

Y entonces, cuando la chica estaba perdiendo toda esperanza de recibir un cunnilingus, Desmond la sorprendió posando sus manotas en la cara interna de los muslos, para abrirlos al máximo a la vez que su lengua plana y firme le daba un sorpresivo y lento lametón de abajo hacia arriba, por toda la raja de la concha, y terminando en el abultado clítoris de la muchachita.

—SIIIIIII AHHHHGGGGG—Se ahogó Andrea intentando empujar la cabeza del chico para aumentar la presión.

Desmond continuó su faena con proficiencia absoluta. Lamiendo rítmicamente los labios y luego el clítoris, mientas sus manos acariciaban cada vez mas cerca de la rajita de la chica que parecía estar derritiéndose por la vulva, a juzgar por la manera que chorreaba el viscoso liquido por toda su entrepierna.

El chico ya conocía esos síntomas a la perfección, y sabía que Andrea se vendría si seguía haciendo eso. Por lo tanto, decidió seguir, pero aprovechando el inminente orgasmo para condicionar a la muchacha a ser penetrada mas tarde, como le había enseñado la tía de Andrea. Para lograr eso, Desmond comenzó a frotar uno de sus dedos por la raja de la vulva mientras la lengua latigueaba suavemente el clítoris de la muchacha.

—Si, Des, siiii siiii masss siiiiii—Aullaba Andreita

El dedo juguetón del muchacho abría y separaba los labios de la inexperta conchita y poco a poco se introducía en la chica que, desaforada, empujaba con la pelvis como buscando ser penetrada, Luego el dedo fue convirtiéndose en dos gruesos y potentes dedos que la horadaban mientras la lengua no paraba de estimular en clítoris inflamado de sangre hormonada.

—Va a entrarrrr siii ¡me va a entrarrrrr, Des! —Murmuraba Andrea casi anestesiada de placer.

¿Se refería a los dedos que la cogían, o a la verga que esperaba paciente y erecta? No importaba. Todo llegaría a su tiempo.

Finalmente, cuando todas las falanges de dos dedos de Desmond se incrustaron hasta la misma palma dentro de la inflamada y apretada vulva de Andrea, la chica estalló de placer en un orgasmo como nunca había experimentado, ni con Juampi, ni al pajearse a escondidas en su habitación.

—AAAAAAHHHHHHGGG SIIIIII ME HACES VENIRRRRRRR—

El ínfimo cuerpo de Andreita comenzó a convulsionarse en fuertes estertores orgásmicos, mientras el muchacho mantenía el ritmo de lamidas en el clítoris y arreciaba el mete-saca de los dedos en aquella vulva estrecha, pero extremadamente elástica.

Cuando las contracciones cesaron en el cuerpo de Andrea y ella comenzó a dar signos de hipersensibilidad post-orgasmica, Desmond aflojó el ritmo y comenzó a separarse de ella.

Andreita se aferró con ambas manos a la muñeca del enorme africano que la penetraba, mostrando una mueca de dolor. —AAAAYYYY CUIDADOOOOO—Se quejó temiendo que sus entrañas fueran arrancadas si los dos dedos gordos se retiraban de ella.

—shhhh…. Calma, aflójate, Andre, confía en mi—Dijo Desmond besando con ternura los muslos de la dolorida muchacha.

Andrea siguió sus instrucciones y se relajó dejando que los dedos babeados de sus propios flujos resbalaran casi naturalmente fuera de su enrojecida y satisfecha vulva.

Cuando finalmente los dos se despegaron, la chica, convulsionada y temblorosa por lo que acababa de sentir, se arrojó al cuello del chico, que la recibió con dulzura y ternura.

Los dos permanecieron abrazados besándose tiernamente, y de no haber sido por el endurecido miembro de Desmond punzando la panza de Andrea, ninguno de los dos hubiera pensado en más sexo.

—Estuviste fantástica—Dijo el fanfarrón Desmond, sabiendo que él había hecho todo el trabajo.

—¡TARADOOOOO! VOS estuviste fantástico jajaja—Se burló Andrea, exultante de placer

Los furtivos amantes adolescentes siguieron besándose y Andrea, ahora mas calmada, y mas curiosa y lujuriosa que nunca se dedicó a observar la verga del chico. La tocaba, la miraba, la comparaba con su ínfimo antebrazo y se admiraba del tamaño descomunal, especialmente si la comparaba con la del mejor amigo de su amante.

—jajaja Juampi tiene un chizito comparado con esto—Se burló cruel la chica, y prosiguió—Después que me la metas, no voy a querer saber nada con la poronguita de tu mejor amigo, Desmond.

Aquel tipo de crueldad excitaba muchísimo a Andrea e impacientaba a Desmond.

—No te burles de él. Demasiado con lo que le estamos haciendo—Sentenció el muchacho con una dudosa doble moral.

—jajaja Bueeeno jajaja—Jugaba Andrea.

Los juegos continuaron, enloqueciendo de lujuria a los dos chicos. Y Andrea se encontró frotando su vulva contra la cabezota de la pija de Desmond. Ambos lo gozaban enormemente.

Desmond comprendió la señal de Andrea. Estaba lista para ser penetrada, o al menos, para intentarlo. Rodaron otra vez sobre la cama y se colocaron en la posición del misionero. El glande del chico quedó encajado entre los labios mayores de la chica, que abrió los ojos como el dos de oro, y dio luz verde.

—Dale. Metémela despacio. Soy tuya.

Desmond la besó apasionadamente mientras su pelvis hizo un imperceptible movimiento que resultó en todo el glande de su verga resbalando al interior de la estrecha Andrea.

—OOHHHHH—Andrea, inmóvil, expresó su sorpresa.

Desmond se quedó quiero, permitiendo que aquella joven y elástica conchita se habituara a su grosor. Y luego, sin menguar en sus besos tiernos, empujó un poquito más.

—AGGGHHH UGGGGHHHHMMM—Ahogó sus gritos Andrea morreando a aquel gigante de ebano que centímetro a centímetro se metía dentro de ella.

Esta vez la pausa penetratoria de Desmond fue usada para pedir feedback.

—Si no la soportas, te la saco despacito. Tu dime, mi vida—Le dijo con ternura manipulativa el chico que no quería retirarse, pero estaba dispuesto a hacerlo para evitar desgarrar a la chiquilina.

—Noj noh noj nooooo. Metemelaaaaa—Se escuchó gritar Andreita, como si estuviera hechizada.

En verdad ella sentía la vulva tirante y ardiente. El sentido común le hubiera indicado que se la sacara. Pero la lujuria pudo más, y se encontró rogando, implorando, que se la metiera más y más adentro.

Desmond, con mucho cuidado, la siguió penetrando, hasta que la chica, sin haber podido devorar toda la extensión de aquel falo negro, puso límites.

—Hasta ahí. Hasta ahí. Des. —Indicó jadeando Andrea, apoyando la mano sobre los marcados abdominales del chico, como señal de que detuviera la penetración.

Desmond comprendió y se mantuvo quieto por un instante, antes de empezar a retirarse lentamente.

Desesperada, Andrea, comenzó a aferrarse al chico.

—¡Pero no te vayas! ¡No te quites! nooooo—Imploró, pegándose al muchacho, como una garrapata se prende de un renegrido toro Aberdeen Angus.

Entonces Desmond la volvió a sorprender: sin haber llegado a retirarse tres centímetros, volvió a empujar para adentro, y en segundos recuperó terreno, hasta volver a encontrarse con el tope improvisado por la mano de la chica.

Mirandola a los ojos con una sonrisa cautivante, Desmond procedió a repetir la operación, lentamente, sacándosela esta vez unos cuantos centímetros más antes de volvérsela a introducir exactamente la misma cantidad. No lo tuvo que hacer dos veces, para que Andrea comprendiera cómo era el juego, cerrando los ojos, estirando la cabeza hacia atrás, y dejándose hacer.

Desmond empezó a darle cierto ritmo (pero siempre lento, sin apurarse) a su mete-saca, mientras besaba el cuello y la boca de Andrea, que se dejaba hacer totalmente aturdida de placer.

¡Que increíble era aquello para la chica! Juampi, en general la penetraba con torpes empujones, raspando su seca conchita y luego procedía a meter y sacar con una velocidad inusitada antes de venirse en unos pocos minutos (o segundos). Desmond, por el contrario, usaba estocadas certeras y lentas. Penetraba despacio, abriendo camino con su trépano y luego se retiraba igualmente lento, dejándole sentir cada vena, y todo el glande por las paredes vaginales ultra lubricadas.

Al cabo de un tiempo que ninguno de los dos amantes pudo calcular, Andrea comenzó a sentir cosquilleos orgásmicos, al tiempo que Desmond comenzaba a anunciar su inminente eyaculación.

—Voy a acabar Andre, si sigo voy a acabar, debo retirarme

—AGH yo tambieeen!!! NI SE TE OCURRA NOOO NO SALGASSS— ordenaba Andrea al tiempo que atenazaba al chico con sus piernas.

—Es peligrosoooo me vengooooo— anunció el chico, ya demasiado tarde.

—YO ME CUIDOOOOO VENITEEEE SIIIIII—Gritaba ahora Andrea sin preocuparse ya de cuan profundo estaba siendo penetrada, empujando con su pelvis y dejando que el chico metiera su pijote hasta la base.

Los dos se vinieron al unisono, y Las contracciones de Andrea se mezclaron con el revoltijo abdominal que la profunda penetración de Desmond provocaba dentro de la estrecha adolescente.

Desmond tuvo un orgasmo brutal, voluminoso y prolongado que lo hizo derramarse abundante y profundamente dentro de la pulsante conchita de Andrea.

Y finalmente, los dos se desplomaron bufando y gritando, Y procedieron a descalzarse despacio, dejando que la vulva de Andrea se relajara, y dando tiempo a que la flacidez refractaria se hiciera presente en Desmond.

Para cuando la verga estuvo totalmente fuera de la chica, los dos se besaban y se acariciaban tiernamente.

—¿Qué hora essss? —preguntó Andreita cuando escuchó sonar el teléfono.

Era la hora en que la dueña de la habitación salía de la disco y avisaba que iba a necesitar su cuarto.

Los dos amantes se vistieron besándose y estimulándose mutuamente, y dejaron el cuarto en el momento en que la dueña entró al lobby del hotel. Un breve intercambio de llaves (lleno de miradas y risitas picarezcas dentre los tres jóvenes) permitió que cada quien llegara a su cuarto disimuladamente.

Primero lo hizo Andrea, que llegó a un cuarto vacío. Y luego Desmond, que encontró a Juampi frustrado, enviando mensajes a su novia, que él asumía dormida.

—¿Y vos? ¿De dónde venís? — preguntó Juampi

—Emmmm….. si te cuento, ¿me guardas el secreto, amigo? —improvisó Desmond.

—¡OBVIO!

—Pues, conocí a una blondie de mi país y…. estuvimos juntos en el sector privado de Cocobongo.

—NAH!!!! ¿EN SERIO??? —Se sorprendió Juampi.

—Si. Pero por nada del mundo puede nadie enterarse, Juampi.

—Tranquilo, amigo. Confiá en mí. —Aseguró Juampi.

Y se produjo un prolongado dialogo de amigos en el cual Juampi contó su frustración con su novia y Desmond inventó una historia de besos y caricias con una desconocida, que dejó contento (y excitado) a Juampi.

Desmond no pudo evitar pensar en lo que ocurría: le pedía lealtad a Juampi, y hace unos minutos lo había estado traccionando vilmente.

Sin embargo, aquello había sido tan espectacular que Desmond estaba dispuesto a repetirlo. Andrea era increíble. Su inexperiencia la convertía en una amante totalmente distinta de las otras que tenía en el pueblo. Era espectacular sorprenderla.

Además, había algo especial: Andrea era muchísimo más delgada y estrecha que Virgina y Malena, y al estimularla y penetrarla, él se sentía doblemente poderoso y dominante. Aquello era algo de otro mundo, realmente. Y así. Con esos pensamientos sucios, Desmond se durmió. Pensando que le quedaban unos cuantos días mas para seguir haciendo que Andrea experimentara nuevas sensaciones.