Me lo hice con mi cuñada y su mejor amiga. "Me puse detrás de ella y mientras mi cuñada se vestía en el lavabo yo me dediqué a penetrar aquel hermoso culito".
Carla estaba segura que el vecinito espía ya estaría babeando por ella, maniobrando con desesperación su inexperta polla, y esa imagen la calentaba aún más.
Siguen los relatos de mi cuñadita."Me puso contra el capó del coche, de espaldas a él, y empezó a lamerme con deleite el coño y el culo".
Primera infidelidad. Entonces Gonzalo se echó encima de ella y empezó a besarla en la boca, con desesperación, haciendo que Elena sintiera el sabor salado de su propio cuerpo y de su sexo.
Ni siquiera esperó a que me desvistiera, me obligó a agacharme hasta ponerme de rodillas, con la cara frente a su verga, y entonces me abrió la camisa a la fuerza y empezó a magrearme las tetas al tiempo que me pedía a gritos que le chupara la polla.
Mi mujer se hincaba de rodillas entre las piernas de su viejo profesor en una especie de rito religioso de adoración y se entregaba devota a una comunión en el que ese improvisado dios le dejaba lamer y chupar su sagrado miembro.
Aurora se dejó hacer en su inmaculada vagina mientras con una de sus manos se pellizcaba los erguidos pezones y con la otra devolvía a su profesor las atenciones que con ella estaba teniendo, uniendo su mano a la de su hermana Raquel para culminar, juntas, un memorable trabajo en el aparato del agradecido tutor.
Ardientes encuentros con mi cuñada. "...enjuagó con sus labios pintados los líquidos depositados en la punta y se la metió en la boca para culminar una mamada sensacional".
Confieso que pareció muy atractiva y bien conservada para sus 45 años pero un sentimiento de culpa por invadir su intimidad me empujaba a cerrar la puerta de mi habitación y dejar de espiarlos.
Sexo con una jovencita, hija de su amante. "Pasaba una y otra vez la punta mojada de su polla por el culo de Natalia, haciendo que la cabeza del pene, a punto de estallar, fuera briendo un poco más el anhelado agujero.
Sexo por teléfono con su cuñada."Cierra los ojos y piensa que yo estoy sentada a tu lado. No tengo braguitas. Me echo un poco de saliva en la mano derecha y empiezo a meneártela con suavidad".
Me senté en un extremo del asiento trasero y levanté un poco más del abrigo para descubrir unas largas piernas y unas nalgas perfectas que sobresalían de unas diminutas bragas blancas. Era una mujer de las que sólo se ven en las revistas o en el cine, una auténtica modelo.
Estaba preciosa con su gorrito gris de hípica bajo el que desbordaba una enredada cabellera casi pelirroja. Imponente en sus altas botas de montar y con los pantalones de hípica ajustados que moldeaban a la perfección los contornos de sus piernas y de su pequeño y bien formado trasero que parecía ofrecérseme como un melocotón maduro.
Carla, en la soledad del jardín, empujaba su espalda inconscientemente contra la hamaca, aferrándose con ambas manos a los brazos del asiento, y con las piernas abiertas y los pies descalzos firmemente apoyados sobre el cálido y húmedo césped. Inmovilizada en el sueño sobre una cama, a merced de un hombre que empezaba a poseerla sin que ella pudiera oponer ninguna resistencia.