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Historia de Ady (09)

en Sadomaso

CAPITULO IX

En cuanto estuvimos a solas, me retiró la máscara y admiró mi belleza.

Me manoseó descaradamente, retorciéndome los pezones con mala idea hasta hacerme llorar. Después de varios minutos atormentándome de esta manera, me dijo :

- Eres la puta que he ganado en el sorteo. Puedo hacer contigo lo que me dé la gana. Disponemos de dos horas. Pero puedo posponerlo para cuando vengas a visitarme.

- No pienso visitarle.

- Hablaré con Valeria y la pediré tus servicios como fotógrafa. Tú eres su esclava y la obedecerás. Vendrás a mi palacio para realizar unas fotos ornamentales. Esto podría durar tanto tiempo como a mí me diera la gana, ya que a Valeria la pagaría lo que debería darte a tí. Pero, como no soy tan perverso pondré una cantidad en una cuenta a tu nombre y que estará disponible cuando termine el contrato.

- Es Ud. un malvado y abusa de mi condición de esclava.

- Por supuesto. Y abusaré mucho más. ¿Aceptas?.

- Y, ¿en qué va a consistir mi asistencia?.

- Hacernos compañía, cuando celebre reuniones o partidas con mis amigos. Ser manoseada, humillada, ultrajada, violada y algunas cosas más. Nunca antes de las 11 de la noche. En resumen, mucha actividad sexual contra tí y muchos tormentos.

- Y, ¿cuántos días durará ésto?.

- En principio, 30 días naturales. Pero has de tener en cuenta que solo estarás a mi disposición de Lunes a Jueves y te pagaré el mes completo. En total 15.000 $. Además, te adelanto, que te humillaré yo mismo ante mis amigos, en cada una de las sesiones. Y cuenta con un mínimo de 200 latigazos por día. Creo que serán algunos más. ¿Aceptas?.

- No puedo aceptar semejante propuesta. Y menos después de lo que me ha contado.

- Si no aceptas y eres entregada por Valeria, el mínimo de azotes será de 300 por día y además trabajarás gratis.

No sabía que hacer. No quería comprometerme a una actividad nociva para mi cuerpo y además alejarme de Valeria y Roberto.

Pero, si Valeria me pedía que acudiera a aquellas sesiones de fotografía no me quedaría mas remedio que aceptar. Y entonces, recibiría 100 azotes extra, sin ningún beneficio.

- ¿En que van a consistir las sesiones de tortura?.

- Todo muy sencillo. Normalmente en el potro. Cigarrillos, pinchos, cosquillas, azotes de todo tipo y calambres eléctricos.

- Podría abandonar a Valeria y me evitaría esta disparatada proposición.

- Sí. De esa forma lo evitarías. Pero te sientes una esclava de Valeria y tendrás que aceptar, de una forma u otra.

- ¿En que aparatos recibiría los azotes y con qué material?.

- Esto no te lo puedo contestar en este momento. Pero para que te hagas una idea, en cualquier aparato y creo que solamente con fustas y látigos.

- Si acepto, deseo que abra una cuenta a mi nombre y que sea depositada la cantidad de 30.000 $ en la misma. Así mismo, deseo acudir a un notario y firmar unos documentos en compañía de Ud. por si acaso. Y que el plazo sea de un máximo de 30 días a contar desde el Lunes.

- Yo estoy de acuerdo con tu proposición, pero con una condición. Después de que te hayas liberado de este trabajo, vendrás una noche a la semana durante los 3 meses siguientes.

- ¡De acuerdo, acepto!. Una última pregunta. ¿Las sesiones de sexo, serán con hombres o con mujeres?.

- ¡Con hombres, por supuesto, puta!. El sexo será el ingrediente principal. Los azotes son pura mascarada. Serás follada a todas horas por mí o mis amigos. Y muchas veces varios a la vez.

Me gustaba que me insultara y que me amenazara con martirizarme. Creo que era lo que estaba buscando. Lea, torturaba a sus doncellas con cigarrillos, después de haberlas azotado. ¿Por qué no iba yo a soportarlo?.

- Está bien. El Lunes, asistiremos a un notario y después quedaré en sus manos. Esta noche, deberá hablar con mi ama, en mi presencia para que yo pueda darle mi conformidad de un modo oficial.

- Hablaremos con Valeria, sí. Pero deberás ponerte a prueba mañana mismo. Ella estará de acuerdo en cederte para una prueba en tu nuevo trabajo, que ella no debe llegar a saber en que consiste.

- Esto, no es en lo que habíamos quedado.

- Si no hubieras puesto condiciones, quizá pudiéramos haber empezado el Lunes. Ahora, creo que no tiene remedio.

- Está bien. Empezaré mañana, si mi ama me autoriza.

- Así me gusta, estúpida. Tienes el cuerpo de zorra mas apropiado que he visto. Te voy a atormentar hasta la locura. Ahora volveremos al salón y dejaré que los demás invitados te metan mano. ¡Ojalá te azoten!. En cualquier caso, al mediodía de mañana te haré azotar en mi recinto especial. Serán 200 azotes con fusta y látigo. Y en la media noche, te volveré a azotar con otros 200 latigazos. El Domingo, serán tres series de 300 latigazos. ¿Estarás contenta?.

- Me asquean sus palabras.

- Me alegra que pienses así. Cuanto más irritada te sientas por mi trato, mejor me sentiré yo. Antes de salir, te diré, que te sienta estupendamente esta barra collarín. Realzan tus pechos y la máscara te da un aire especial. Ha sido un buen acierto de la pequeña Valeria.

Hubiera deseado que me azotara durante la hora que quedaba, pero me sacó al gran salón. La fiesta estaba llegando a la mitad y había mas de uno con síntomas de embriaguez.

Esperaba ser manoseada y agredida. Busqué a Roberto con mi mirada, pero había desaparecido. Pensé que estaría follando con alguna de las invitadas.

Valeria estaba lejos de mí. Y aquel monstruo que me había propuesto una actividad tan denigrante, ya no estaba a mi lado. Con la mirada lo busqué y le ví acercándose a mi ama.

Pude observar como dirigían sus miradas hacia mí, mientras era manoseada y pellizcada por un par de varones totalmente ebrios. Supe que aquel hombre estaba concertando una entrevista con Valeria y conmigo.

Algunos invitados me agredieron con las fustas que portaban, otros sólo me manosearon. En cualquier caso estaba nerviosa y tenía ganas de asistir a aquella reunión.

Cuando todos los invitados se hubieron marchado, Valeria me condujo hasta una sala cercana al salón. Estaba bastante marcada y sobre todo agotada. Nada mas entrar me encontré ante aquel hombre, que dijo :

- Querida Valeria. Hace unas horas le he propuesto a tu esclava una actividad profesional muy bien pagada, pero necesito hacerla unas pruebas antes de firmar los contratos. Necesitaría tenerla en mi palacio mañana antes de las 8 de la mañana. Tu esclava no ha querido definirse y espera que tu se lo permitas.

- No creo que deba oponerme a algo que va en beneficio de ella, pero la hora de mañana me viene un poco mal. ¿No podría ser sobre el mediodía?.

- Es demasiado tarde para mis asuntos. Aunque... si no te importa, me la podría llevar esta tarde, si te parece bien.

- Esa, quizá sea la mejor solución. ¿Te parece bien, Ady?.

- Es la mejor solución, pero no me gustaría dejarla sola esta noche.

- No te preocupes. Te espero el próximo Viernes, pero llámame todos los días. ¿De acuerdo?.

- Lo haré, ama.

- ¡Está todo arreglado, Sr. Marqués!. La liberaré de la barra collarín, la quitaré las marcas y la daré un vestido de los míos. En pocos minutos estará lista.

- Valeria, no es necesario que te molestes, yo mismo encargaré a mi servicio que la atiendan con todas las comodidades. En cuanto a la ropa, tengo las de mi hija que como sabes, murió el año pasado.

- Es verdad, Sr. Marqués. Ha sido una dura pérdida, pero no deseo generarle mas problemas.

- No me causas problema alguno. Estaré encantado de regalar a esta joven los vestidos que desee. ¿Qué puedo hacer con ellos?. Sólo me hacen pensar en ese ser que ya no volverá.

- De acuerdo, Sr. Marqués. La dejo en sus manos. Tiene un abrigo que la servirá de protección hasta que lleguen a su palacio.

Me sentía como una estúpida en aquel diálogo de besugos. Yo, realmente, era imbécil. Iba a ser azotada y torturada sin miramientos y allí estaba asintiendo y pidiendo permiso a mi ama, a la que había deshonrado hacía un par de horas.

Por fín, Valeria me quitó la barra collarín y los grilletes de los pies y me ayudó a ponerme el abrigo, las medias y los zapatos.

Y me despedí de ella con lágrimas en los ojos. También quedó triste, aunque sabía que llamaría a Juan o Martín, para que la consolaran durante el fin de semana.

Una vez dentro del coche del Marqués, me sentí muy desamparada. Nada mas entrar el Marqués en el coche, se sentó frente a mí y me dijo :

- No quiero verte un segundo más, con algo de ropa.

Me quité el abrigo a toda velocidad y después los zapatos y las medias, quedando desnuda y expuesta ante él.

- Así me gustas mucho más. Tardaremos una hora en llegar. Cenaremos en la biblioteca y tomaremos café. Hacia la 1 de la madrugada te azotaré. No creo que sean mas de 100 latigazos. Y luego te llevaré a mi dormitorio para que me hagas feliz.

Asentí. No me parecía tan malo. Casi lo estaba deseando. Y luego a su cama con él. A jugar con su pene. ¿Cómo sería?. ¡Ojalá fuera grande y potente!, aunque me conformaría con lo que tuviera. Tenía ganas de saborear y oler sus efluvios y aroma.

Tardamos un poco mas de una hora. El chófer metió el coche en el aparcamiento subterráneo y el Marqués me hizo salir del coche sin mi ropa.

Subimos en un ascensor, lleno de espejos y pude verme a placer. Estaba algo marcada y veía mis ojos cansados y brillantes. El ascensor paró en una planta intermedia y el Marqués me dijo :

- He pensado que unos latigazos ahora no te vendrían nada mal. Así cenarás conmigo más sensibilizada. ¿Algún reparo?.

- No, Sr. Marqués.

La sala estaba acondicionada para todo tipo de escarnio. Me condujo hasta una pilastra de 1 metro de altura, en donde sujetó mis muñecas a unos grilletes en su parte superior y me recomendó que mantuviera mis brazos estirados y mis piernas separadas.

Se armó de un látigo de nudos y comenzó a azotarme la espalda. Se trataba de un látigo encerado y muy doloroso. Sin embargo me mantuve sin lanzar gritos hasta que los azotes alcanzaron mis nalgas.

Resoplaba y se me escapaba algún ahogado grito. Pero sobre todo, me retorcía de dolor ante cada nuevo golpe. Cuando los azotes comenzaban a debilitar mi cuerpo, el látigo alcanzó mis muslos.

Las sensaciones fueron aún más odiosas. Respiraba con dificultad y a cada latigazo tomo mi cuerpo se contraía de dolor. Temblaba de la cabeza a los pies. El Marqués sabía como azotar a una joven. Y mientras me estremecía ante cada nuevo latigazo y soltaba pequeños gritos de angustia, mi mente viajaba en lo que me esperaba las noches en que vinieran sus amigos.

Cuando mis piernas comenzaron a doblarse, el Marqués cesó de azotarme y me dijo :

- Puta, me gusta como te comportas. Ahora iremos a cenar. Me encantará verte con las frescas marcas de los azotes. ¿Te he dicho, que me gustan tus tetas?. Da igual. Las trataremos después de la cena.

Nos encaminamos por pasillos estremecedores, largos y fríos y después por varios tramos de escalera hasta que llegamos a una estancia bastante acogedora, pero llena de aparatos de tortura.

Me indicó que me sentara a su derecha. La mesa era pequeña y quedaba en un rincón de aquella sala. Su asiento era una silla enorme con brazos forrados en cuero. Mi asiento era una banqueta rústica y cuadrada. Debía ser así para que el látigo pudiera llegar a mi espalda cuando él quisiera.

Una vez instalados a la mesa, me dijo :

- Seremos servidas por jovencitas. Espero que no sientas reparos de que te vean desnuda y recién azotada.

- No me importa estar desnuda ante el servicio, aunque presente este estado.

- Mejor que mejor, putita. Antes te he dicho que me gustaban tus tetas, pero no hay marcas recientes en ellas. ¿Me permites que las marque un poco?.

Asentí y elevé mis brazos, para que me diera unos azotes en los pechos.

Según me asestaba el segundo fustazo, las doncellas entraron en la estancia y comenzaron a servir el primer plato.

Sólo, me dio 5 latigazos que me hicieron rabiar de dolor durante unos minutos. Las doncellas sirvieron mi plato como si estuviera vestida.

El Marqués sonrió e ignorando a las doncellas, me dijo :

- Así me gustas más. ¿Te ha gustado?.

Le respondí asintiendo, pero él quiso que lo dijera con palabras.

- Me han gustado, Sr. Marqués.

- Pues bien, zorra. Cenemos tranquilos y luego te llevaré a mi reservado y te mostraré algunas fotos de jovencitas como tú.

La cena transcurrió tranquila, aunque me soltaba varios latigazos mientras se cambiaba de platos.

Cuando la cena concluyó y nos retiramos a su reservado, me dijo :

- Sirve un par de copas y siéntate a mi lado. Charlaremos un rato de temas variados. Uno de ellos tus pensamientos ante mí y tu nuevo trabajo. Imagino que querrás saber cosas que te puedan suceder. Cómo soy yo. Cómo son mis amigos. Etc.

Preparé las dos bebidas y me senté a su lado izquierdo. Después de un par de tragos, le hice la pregunta con algo de temor :

- Sr. Marqués, ¿podría preguntarle por qué me ha elegido a mí?. Le hubiera salido gratuito si hubiera escogido a alguna de sus doncellas.

- Es muy simple, putona mía. Me recuerda a mi hija. A ella la trataba como quiero tratarte a tí, pero un desafortunado accidente la alejó de mí para siempre.

- ¿Y era capaz de torturar a su hija y entregarla a sus amigos?.

- Pues claro. Es lo normal. Mi hija aguantaba 300 latigazos sin desvanecerse. ¿Los podrás soportar tú?.

- No lo sé, Sr. Marqués. Y no me ha contestado a la segunda pregunta.

- Te contestaré. La entregaba a mis amigos de la forma más humillante, porque así la tenía mas cerca de mí. Podía consolarla cuando lloraba o se retorcía de dolor, pero también me alegraba cuando disfrutaba del placer.

- Me parece aborrecible y monstruosa su actitud.

- No sabes lo que dices, ¡so puta!. Te lo explicaré. Tú no tienes a nadie en este mundo y sin embargo te entregas en cuerpo y alma a una mujer, que a su vez te entrega a sus amigos para que seas violada y atormentada. Y esa persona, un día, se enamora de tí pero sigue consintiendo que su amada sea sacrificada ante sus amigos y enemigos. Mi hija era similar a tí. La gustaba de ser expuesta en público y principalmente ante mi presencia. Yo, al principio lo repudié. Luego tuve que adaptarme y fui yo la persona que entregaba a su hija. Y cuantas más humillaciones la hacía, la sentía mas cerca de mí. ¿Qué habrías hecho en mi lugar?.

- Tal como lo cuenta, casi se podría decir que es Ud. un santo.

- No es para tomárselo a broma. Es posible que con el tiempo te enteres que lo que te he contado es cierto. Ahora, te toca a tí confesarte. Así podremos aplazar los azotes durante el tiempo que quieras.

- Mi historia es muy reciente. Conocí a mi ama por casualidad. Me citó un buen día, después de haberme hecho quedar desnuda ante ella. Me juré que jamás volvería a aquella casa, pero algo dentro me hizo acudir de nuevo y me entregué. Y me dejé hacer de todo. Y ahora soy su esclava en los fines de semana. Había pensado pasar este fin de semana en su compañía, pero Ud. hizo que todo se trastocara.

- Me parece que dices la verdad. Yo no trastoqué nada. Tú fuiste la culpable y la que aceptó venir conmigo. Tú deseas ser azotada y torturada en público. Igual que mi hija. Y además deseas que tu ama o yo te entreguemos a quien nos dé la gana. De esta manera te realizas y te justificas. Deberías haberte entregado a mí sin pedir nada a cambio, porque tú deseas este ambiente.

- No estoy de acuerdo con Ud. Es cierto que quería sentirme como una esclava y que fuera entregada a quien ella quisiera. Pero podrá comprender que algún día lo tendré que dejar y que necesitaré tener un capital con el que moverme.

- ¡Está bien!, admitiré éso. Sin embargo te has vendido a mí por una pequeña cantidad. ¿Cómo lo justificas?.

- No tengo experiencia.

- ¡Claro!, eres una puta principiante. Fíjate, si te hubieras entregado a mí gratuitamente, podrías tener un futuro mucho mejor. Y además asegurarte la vida totalmente. Todos los gastos pagados por muy altos que fueran éstos, pues te habría hecho mi esposa a los treinta días. Sin embargo, te voy a decir otra cosa. Me siento generoso y te ofrezco que seas mi esposa mañana mismo. Claro está que renunciarás a todo lo acordado. Y además te dejaré seguir siendo la esclava de Valeria por un tiempo.

- Teniendo en cuenta que voy a ser follada, humillada, torturada y vejada cuando a Ud. le dé la gana y por quien quiera, durante treinta días y que para Ud. la cantidad que hemos acordado sería una limosna, algo tiene que haber oculto para que me haga tal proposición.

- Tienes razón. Hay cosas ocultas y nada agradables para tí. Si en su día entregué a mi hija a la barbarie de mis amigos, tú que sólo serás mi esposa lo pasarás algo peor. Pero, de todos modos durante los próximos treinta días no habrá diferencia alguna. Y sabiendo como eres tú, que sigas día a día asistiendo a mis amigos, no creo que vaya a significar algo importante para tí.

- ¿Me está hablando en serio?.

- Muy en serio. Tan en serio que te digo que no te volveré a tocar el cuerpo hasta que mañana al mediodía decidas ser mi esposa o contratada. Pero si decides esto último te aumentaré la serie de 200 azotes en 100 más. No te quiero coaccionar. Si decides ahora que prefieres el contrato, no te azotaré esta noche y comenzaré mañana al mediodía con lo pactado.

Era una situación muy crítica para mí. Iba a ser torturada, humillada y apaleada decidiera lo que decidiera. Me daban igual 200 que 300 azotes. Ser esposa de alguien era algo que no me había planteado y menos de aquel bruto. Pero disponer de su fortuna, teniendo en cuenta que me permitiría casi todos los caprichos, era algo que me desconcertaba.

Mi mente oscilaba a una velocidad fulgurante, pero conseguí retener una pregunta. Y le dije :

- Sr. Marqués, ha dicho que si acepto ser su esposa me dejará seguir siendo esclava de Valeria. ¿Quisiera saber realmente, cuáles van a ser mis libertades?.

- Sé que me quieres preguntar si te voy a permitir que mantengas relaciones sexuales con algún varón. La respuesta es sí, siempre y cuando lo hagáis en lugares reservados y antes me lo hayas solicitado y yo autorizado.

- No son grandes libertades.

- En mi casa tendrás todas las libertades que quieras con mis amigos. En la ciudad podrás ir al cine o a comer con amigas tuyas, tu ama o con alguno de tus amigos. Podrás pedirme explicaciones sobre lo que quieras. Pero no podrás negarte a asistir a mis amigos o a mis caprichos. Dispondrás de un coche con chófer, o sin él, para ti sola. Además, tu ama podrá azotarte o mandarte azotar cuantas veces lo desee mientras estés con ella. Y por último podrás hacer el amor libremente con cualquier mujer que te interese, tanto las doncellas, tu ama, mis amigas o una desconocida y no me deberás dar cuenta de nada de ésto. ¿Crees que es poca libertad?.

- Sinceramente, no.

- Aún hay otra condición. Para que puedas tener derecho a mi patrimonio deberás mantenerte casada conmigo por un tiempo, no inferior a 5 años. Puedes separarte antes, pero no obtendrás patrimonio alguno. Y recuerda, mientras estés conmigo no hay límite para los gastos normales y las diversiones. ¿Eres ahora capaz de responderme?.

- Antes de responderle, quisiera saber como debo de llamarlo cuando estemos a sólas, cómo cuando estemos con sus amigos y cómo cuando haya desconocidos o conocidos poco allegados. Y también si le deberé tutear o nó.

- Mi nombre es Alex, pero sólo podrás emplearlo en la cama conmigo. Para el resto de situaciones : "mi esposo, mi marido, etc.". Y ante mis amigos : "cariño, amor, corazón y ese tipo de nombres cursis". Y en cuanto seas mi esposa, podrás tutearme.

- Sr. Marqués, me ha convencido. Consiento en ser su esposa.

- Me parece una estupenda idea. Vamos a mi despacho y firmarás los papeles.

Nos levantamos juntos y él poniendo su brazo derecho sobre mis hombros me llevó a través de varias puertas hasta su despacho.

Sacó un montón de papeles y los interesantes, que era donde tenía que firmar, me los leyó previamente. Y además me permitió que luego los leyera.

Firmé en donde me indicó y finalmente me dijo :

- Mañana al mediodía celebraremos la unión. Puedes avisar a Valeria y a quien tu desees.

- Sr. Marqués. Me siento muy excitada y agradecida. Pero no quisiera pasar lo que queda de noche pensando en este cambio tan importante en mi vida. ¿Sería posible que me torturara en el sótano, hasta que amanezca?.

- Estaré encantado de hacerte diabluras. Eres la puta más bonita que he visto. Bajemos a uno de los sótanos y elegiremos algo que pueda calmar tus ansias.

Me cogió del brazo izquierdo y caminamos en silencio por largos corredores y varios tramos de escalera. Llegamos hasta el primer sótano.

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Una chica muy especial (Libro 1º - Capítulo 11)

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Una chica muy especial (Libro 1º - Capítulo 09)

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