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Dialogo (1)

en Dominación

Diálogo (I)

Me pongo a escuchar in flames y me preparo para la guerra que se avecina. La que desencadenaran mis recuerdos, aquella guerra sicológica entre lo que desea mi carne y lo que desea mi orgullo, que me hace preguntarme ¿soy así?

Mi vida es bastante tranquila. A mis 17 aun me mantengo virgen (aunque me ha costado) he decidido tomar por religión el budismo, pero sin dogmatizarme en ello. Por ello también soy vegetariana. Para colmo propio mis gustos se orientan al trash, death, doom y death melodic. En fin, soy una mezcla extraña de gustos, dudas, filosofías y dogmas con un piercing en la ceja.

Por ello me es más difícil todo esto. Al ser naturalmente partidaria de la no violencia, tolerancia y respeto propio todo esto sería una antitesis de mi misma. Por ello, cada palabra de aquella conversación, cada sensación, es lo suficientemente antagónica a mí como para desatar una autoguerra sicológica.

Mi curiosidad comenzó por msn. Yo sabia de la existencia de ese mundo, pero jamás me acerque a el, ni por conocimiento. La verdad me daba miedo, no parecía poder expresar amor ni ninguna otra cosa posible. Pero después de una conversa por msn con alguien que lo practica, quedaron dudas, muchas dudas que revolotearon por mi cabeza, hasta el día en que no se aclararon- o tal vez sí- muy dentro de mí se aclararon.

Producto de una cansadora madrugada de trabajo (hacia un informe para el colegio y trabaje unas 8 horas seguidas) me dio una recaída del resfriado del que salía. Genial! no parece muy importante ahora, pero a no ser por que aquel día me quedé en cama, esto jamás habría pasado. Ahora todo es confuso.

Así que aburrida, afiebrada pero un poco mejor marqué su número. El no sabe mucho de esto, lo hace, lo expresa, pero como algo que le gusta, sin saber que está dominándome, sin saber que se está comportando como si fuera mi amo. Comenzamos como siempre, nos corrimos una paja por teléfono. Lo sorprendente, es que yo ya me había corrido tres antes, lo que me sorprendió. Espere que el quisiera colgar, pero comenzó a hacer preguntas, si me gustaba aquello, etc.…le dije que si, pero que me gustaría un poco mas ¿brusco? Si, así lo dije. Entonces el comenzó a excitarme, de a poco, lentamente. Decía que me agarraria del pelo y me la metería a la boca, y que luego, me amarraría a la cama y me penetraría lentamente, y luego fuerte. Que yo era suya, que el era mi dueño y yo su puta, que me haría lo que el quisiera cuando quisiera. Que se lo chuparia, que me lo metería por el culo mientras me daba de nalgadas y que me lo metería una y otra vez, que me pellizcara, que me hiciera sentir dolor en mi entrepierna con los dedos. Yo lo hacia temerosa, pero con aquel dolor seguía una gran excitación.

Me sentía humillada, temerosa y excitada. Me excitaba mucho que el me dijera que yo era su puta, que le debía obedecer, que me cuidaría, pero que también me maltrataría, que me quería pero que llorara. Y yo me excitaba, me gustaba pensarlo, y sentirlo. Acabé, de una manera sorprendente. Casi no tenía energías, mi cuerpo estaba cubierto en sudor y yo aun estaba excitada. Entonces le pregunte:

¿me puedo quitar el cepillo?

No, no puedes.

Aquella fue toda su respuesta. Yo usaba un cepillo eléctrico sin cabezal, cubierto por una tela y puesto sobre mi clítoris, el que me excitaba de una manera sorprendente. El que no me haya dejado hacerlo me excitaba mucho, y como me sentía completamente esclavizada y dominada le hice caso, y no lo quite.

Seguimos conversando, acerca de cosas. Me preguntaba si le gustaba ser su puta, si le gustara que el fuera mi dueño. Que cuando me viera me agarraría y me la metería todas las veces que el quisiera, que no me preguntaría que podría o no hacerme por que yo era su puta, y el podía hacerme lo que el quisiese.

Aquí es donde pienso, que si no hubiera estado tan excitada algo así me habría enfurecido. Soy extremadamente orgullosa, pero en aquel momento no me importo. Yo estaba caliente, me sentía su puta, su esclava. Me sentía suya, como si en aquel momento, solo importara obedecerle, darle placer con mis palabras y mis gemidos, y con mi obediencia