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Monotonía de un sexagenario (2)

en Sexo con maduros

Al día siguiente, tal como habían acordado, Anita subió al apartamento de Juán a seguir con las lecciones y sus "juegos"Se había pasado la noche rascándose del

gustito que sintió y hoy quería repetirlo, aunque había algo dentro de ella que le decía que eso no estaba del todo bien, pero, como niña que era, siguió sus propios instintos.

Llamó al timbre muy nerviosa, su respiración era casi jadeante. Se arregló bien el pelo que llevaba recogido en coleta y se puso bien el vestidito rosa, muy cortito, que no le gustaba nada pero su madre, le hacía poner. Estaba realmente preciosa, mucho más bonita que cuando ella se empeñaba en vestirse de mujer. Al no ser una niña grande, le daba un aspecto muy ingenuo e infantil. Juan le abrió la puerta y, cerrándola tras de sí le propinó un buen beso con lengua al que Anita respondió abrazándole por el cuello. "ven, pasa, mira, han venido unos amigos a jugar" eran sus compañeros de partida de dominó de cada día, cuatro hombres enfervorecidos por pillar carne fresca, cuatro hombres viejos, uno más viejo que Juán, delgado y muy arrugado con la boca sin dientes y muy desagradable, otro de ellos, más joven y bajito, muy bajito, casi de la estatura de la niña, y el otro parecido a Juan, aunque un poco más gordo incluso. Estaban esperándola. Juán le dijo que hoy iban a jugar mucho y bien al tiempo que le levantaba la falda, enseñando a la concurrencia las braguitas rosa que vestía, mientras los hombres reían nerviosos, pero la niña no estaba muy segura de quererse quedar, tenía mucho miedo, las cosas no pintaban bien y quería irse, así que se puso a llorar.

Juán la tranqulizó "No llores, ay, nena, por qué lloras? no vamos a jugar a cosas nuevas, solo vamos a hacer lo de ayer, pero mas veces, no estás contenta? Si eras tú la que me decías si hoy habría más...!"cierto, era ella la que quería continuar, pero estaba asustada, sin embargo, se fió de él. "Es que me da verguenza enseñar las braguitas a estos hombres" fué lo que contestó pero no recibió respuesta, a cambio de eso, le metió el dedo por entre las bragas mientras los demás sonreían y comentaban lo bonita que era.,. "Mira(dijo Juán) tú cuando juegas con tus amigas, no es mas divertido cuando jugais muchas? pues en este juego es igual, cuantos más seamos, mucho más divertido és"Ella no sabía muy bien qué decir, porque en realidad llevaba razón, en sus juegos infantiles era muy divertido cuando jugaban muchos niños juntos, así que bueno, probaría esto tan diferente y desconocido hasta ahora.

El viejo más bajito se levantó y le bajó el vestidito por la parte de arriba. Al ser elástico, era muy fácil dejar los pechitos un pelín abultados al aire, y comenzó a chuparle los pezones. El hombre estaba encantado de sorber aquellas tetitas de niña y notar como sus pequeños pezones se ponían duritos mientras que Juán bajaba sus bragas para quitárselas, la chiquilla colaboró para quitárselas subiendo alternativamente las piernas para poder liberarse de ellas sin dejar de notar que un dedo se abría paso por entre su cavidad, "Con cuidado, me duele un poquito" Era normal, después de follar la primera vez un coñito tan pequeño, que se sintiera algo molesta.

El dedo de Juán la masturbaba y su amigo estaba enganchado a las tetitas ante las miradas de los otros amigos que, polla en mano ya no paraban de machacársela ante el espectáculo "Veis lo que os decia?(les dijo nuestro protagonista) la pequeña se deja que la follemos todos, le gusta , a que sí que te gusta?(obtuvo por respuesta los jadeos de excitacion) Vamos, acercaos, tocadla, sin pudor, si ella quiere, no la veis?" Los hombres ante la invitación no se pudieron resistir, el más delgado tenía una polla inmensa, grande, gorda, un pollón capaz de romper el coño más experimentado, que le metió en la boca recibiendo una mamada exquisita por parte de esos pequeños labios, que´si bien no cabía entera, era delicioso sentir la torpeza del pequeño objeto de vicio en el que la nena se había convertido para ellos.

Al festín se unió el cuarto hombre, el más parecido a Juán, que en un gesto invitó a los otros a que tumbaran a la niña para así poder disfrutar más de ella, que ahora la tenían con las faldas levantadas, y el vestido bajado hasta la cintura enseñando todo lo que pudorosamente no enseñaba nunca por verguenza. El hombre le empezó a lamer el coñito dándole pequeños bocaditos en el clítoris, mientras que la chiquilla era abierta por la mano de Juán, que se había sacado la polla, para que su amigo pudiera manipular bién a gusto.

El hombre bajito no paraba de recibir los lametoncitos tímidos de aquella diosa, que se quejaba un poco de que olìa a pis, pero de nada le sirvió quejarse, ya que el tío lo que hizo fué apretar la cabecita contra él para que no la soltara. Su polla era la más pequeña de todas, si bien bastante gorda, una polla que no tardó en ocupar el sitio del que le estaba comiendo su conejito para follarla. Cuando el tío puso su cipote en la entrada, sintió la calidez de su cuerpo adolescente, escupiendo sobre el clítoris un chorro grande de semen espeso que le regaló mientras tumbado sobre ella, resfregaba su cuerpo desnudo sobre ella, besándola, aunque al principio la chiquilla se resistía a ello, luego no, luego lo besó porque así sintió que debería ser aquellos inocentes (para ella) juegos.

Perdió la noción de toda realidad, en manos de aquellos viejos verdes era un trapito. Unos hombres que toda satisfacción sexual, se ceñía a decir groserías a las chicas que a ellos se les antojaba deseables. Tenían tanta insatisfacción que les valía cualquiera para colmar sus ganas, pero no tenían a nadie, ninguna mujer se entregaría a sus más bajos instintos, así que por toda relación sexual, había pajas viendo alguna revista o alguna película, de modo que tener una jovencita tierna y entregada para ellos, no entraba ni en sus más remotas posibilidades, era como un milagro y estaba allí, para ellos, regalo de la casa.

La polla del que se parecía a Juán se abrió camino entre sus muslos, al sentirla gorda y apetitosa la niña cerraba las piernas tratando de que no se le escapara, ya que esa polla le gustaba mucho. El capullo lo tenía mojado de haber lubricado por la escena que ni en sus películas más tórridas se podían dar. Era un tío que olía bien, era agradable, y, aunque estaba gordo, calvo y físicamente era muy feo, era dulce que la follara. Le izó sus piernecitas y se las abrió bien. Sus paredes vaginales abrazaron la polla recibiéndolo y el hombre soltó un gemido sonoro, mientras la niña volteó los ojos del gusto intentando cerrar las piernas, casi sin darse cuenta que lo que quería era retener esa polla muy dentro de sí, pero en vano, ya que los otros hombres, ayudaban al otro abriéndole bien las piernas y sujetándola.

Anita no sabía ya que polla se estaba comiendo, pero todas les sabían igual, a sal, pero, ella obediente lamía y tocaba cuanto los tíos querían, eso sí, sin parar de sentir el bombeo de la polla del cuarto, que cada vez le daba embestidas más fuertes, embestidas que hasta se oían cuando sentía los cojones del tío empotrarse contra su pequeño culito. La follada era larga y rica y la niña-mujer, sentía muchos gustitos muy ricos que se le venían, sin saber que aquellos eran orgasmos, solo sentía que aquello la desbordaba, que era un placer "insoportable" y se quería "quitar" pero no la dejaban, la tenían inmóvil entre todos mientras el gordo se la follaba bien folladita durante rato y rato, aquel tío parecía tener una potencia inusitada porque tardó en correrse mucho, es más, los otros protestaron porque tenían sus pollas tiesas, incluso el más bajito la tenía otra vez gorda y querían su turno para coger el objeto de sus perversiones.

Al fin sintió venirle el chorro caliente. Se lo metió todo dentro entre espasmos de la cría que no dejaba de temblar y contosionarse del gusto al sentir la polla palpitante correrse en su joven e inexperto coñito. La chica gritaba y para callarla volvieron a meterle la polla en la boca acallando así el gusto de aquel incontenible orgasmo.

La sacó el gordo y el canijo arrugado ocupó su turno. La tenía bien mojada, ya que Anita le había lamido rico y bastante y como estaba muy excitada de follar, soltó muchas babas así que sin trabajo apenas, aquel sable descomunal entro en aquel ya dilatado coño.

La pequeña se sentía cansada, dolorida, le dolían las piernas de tenerlas abiertas y todo su cuerpo lo sentía a su vez abierto en canal, pero la polla se abría impasible en ella. Los vaivenes no se hicieron esperar, el viejo la apretaba contra él como queriéndose meter todo entero, la follaba fuerte y rápido, la chiquilla, no podía soportarlo y no quería seguir, lloraba, empujaba con sus tiernas manos a aquella masa de huesos, pero fué inútil, eso al tío lo excito más y le daba más fuerte, como un martillo, como si quisiera hacer un agujero taladrando, sin pensar que era aún muy niña para follàrsela así, sin piedad, cruelmente.

El tiempo se le antojó eterno, los otros estaban muy excitados y fuera de sí de ver como el enjuto se lo hacía con ese pequeño y delgado cuerpecito sin parar de animarle "así, así a ella le gusta, dale fuerte, enseñale lo que es JUGAR en serio, sin mariconadas, fóllatela, vamos, fóllatela más" Las palabras de los compañeros le hacían excitarse más y las lágrimas y las súplicas de la chiquilla lo sacaban de sí, haciendo que sus golpes fueran brutales.

Después de un interminable tiempo machacando aquel agujero, la sacó para correrse en su pequeña cara, obligándola a limpiar la polla gorda hasta dejarla bien reluciente, sentado encima de ella, dejándola sin respiración, tan solo se levantó cuando estaba bien satisfecho.

Llegó el turno de Juán, pero la pequeña lejos de estar feliz como la sintió el día anterior lloraba y se dejaba hacer, deseando que todo acabase cuanto antes. Su maestro, se sentó en el suelo, frente a ella, les dijo a los demás que la ayudaran a sentarla, lo que hicieron sin dejar de oir sus llantos. Juán resfregaba el capullo de su cipote contra la raja abierta por las folladas anteriores, llena de flujos, de semen anterior, mientras le decía, "No llores, mira, te froto como ayer que te gustaba tanto, ves? No es nada nuevo para tí, esto te gustaba, no?" pero no respondió, solo seguía llorando, pero siguió frotando sin hacer ningún caso, luego de frotarla bien, se tumbó atrayendo hacia sí a su tesoro metiendo la polla dentro de ella en un solo gesto.

Como la chica estaba ya muy cansada y dolorida, los demás la ayudaban a mover el culito para hacer satisfactoria la follada para Juan, que agarró sus tetitas como la tabla de su salvación y no dejaba de besarla regalándole babas que no podía tragar cayéndole barbilla adelante, pero sintiendo muy dentro de sí aquella polla, si bien, no era muy grande, si era gorda y la llenaba bastante, aunque a decir verdad, ni la mitad que la anterior. El se corrió enseguida dentro. Dió un graznido inmenso de gusto y movía el culo para que la leche le llegara hasta la cintura cuanto menos.

El más bajito quería repetir. La cogió en brazos y se sentó en una silla colocándose a Anita encima, obligándola a ensartarse su pequeño cilindro, lo cual resultó un alivio después de tanta monstruosidad. Volvieron a ayudarla a mover el culito, aún era muy inexperta y no sabía buscar el placer de un hombre, pero pronto aprendería y comenzó ella misma a moverse de forma candenciosa, pero como perdía el ritmo, lo que hacía eran pequeños circulitos sobre los muslos del hombre, lo cual le daba a este un placer morboso.

El buen hombre, no contento con sus movimientos, la cogió del culo y la movió arriba y bajo, arriba y abajo, muchas veces, y, cuando le venía su corrida, no pudo más y la dejó de mover y le soltó la leche, una vez más otra corrida dentro, pero no era abundante, era escasa, y, al sentirla, levantó el culito un poco, sacando una polla arrugada de dentro de ella.

Volvieron a ponerle el vestido, lavaron su cara de semen y con un papel le limpiaron su bien abierto ya, coñito, como pudieron volvieron a peinarla, ya que del festín la coleta había desaparecido y llevaba revuelto el pelo, dándole a su aspecto inocente un toque de cierta experiencia, así que peinaron su coleta y al fin le pusieron las bragas.

Ya no lloraba, pero estaba seria y se sentía sucia, se miró al espejo para cercionarse de que en casa no pasara nada, no fueran a regañarla y castigarla, al fin y al cabo, la culpa había sido solo de ella, por dejarse, ahora pensaba en que no debió enseñar las braguitas rosa a aquellos hombres, eso ocurrió por dejarlos, porque antes que la follara el de la polla grande, le estaba gustando mucho. Sí, se convenció a sí misma que era la única culpable.

Viendo que por su aspecto en casa no le notarían su "gamberrada" se dirigió a la puerta, no sin antes oir a sus espaldas...

"Mañana a la misma hora"