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Invitación a cenar, vuelve Elsa

en Sexo con maduros

Dentro de la vagina de la dulce Elsa, la polla de Cristóbal volvió a ponerse dura, como una roca. Lentamente la volvía a mover, primero el mete-saca despacio, mientras gemía… ahhh… ahhh… le sacaba la polla hasta el capullo para luego volverla a introducir en aquella cuevecita joven despacio… muy despacio… quería sentir lo que era tener un cuerpo joven e inexperto abrirse ante él.

El alcohol provocó en la muchacha efectos sorprendentes, empezó a ponerle muy cachonda el dulce folleteo del viejo, de pronto, le sabía muy rico y le daba gran gustito sentir la verga del gordo entrarle y salirle y echó los brazos hacia arriba, abandonada. El hombre se percató de la entrega y abriéndole las piernas de nuevo, a la vez que le subía el culo para hacer más intensa la penetración, la comenzó a follar ferozmente, dándole empujones que la hacían bambolear como una muñequita de trapo en las garras de aquella bestia.

Elsa gemía de gusto. A cada sacudida tenía la sensación que su delgado cuerpecito se le abriría en canal de un momento a otro por las dimensiones de la verga, pero a la vez le daba un placer hasta entonces desconocido.

El maduro continuó follándose aquel manjar durante un buen rato. Realmente era una delicia tener la polla en aquel coño tan mojado y exquisito, el coño de una virgen que hizo suyo entre mentiras, abusado por el delirio de unas copas.

La chiquilla se entregó a aquel frenesí. Estaba muy cachonda, realmente era una completa puta viciosilla agarrada al cuello de aquella mole mientras le besaba correspondiendo a aquellos golpes vaginales que la sacaban de toda conciencia.

Cristóbal le sacó la polla de pronto, se la acercó a la boca indicando que la chupara como un caramelo a lo que ella accedió comiéndosela tan delicadamente, que él no pudo evitar sentir la polla palpitarle en la boca. Sentía la lengua paladearle torpemente y a cada lamida se estremecía más y más. No podía más, aquello era un sueño, una fantasía hecha realidad, y se sentía a punto de estallar. Sentía la corrida subirle "in crescendo"el cuerpo le temblaba y sus ojos se le pusieron en blanco. Nunca jamás nada había sido tan dulce.

Le sobrevino una corrida bestial sobre la boca de la chica, una corrida consistente, un semen espeso y agrio invadió la boca que no paraba de succionar a la vez que daba una arcada.

La dejó caer entonces, como una marioneta, cansada por la buena follada que el viejo le había propinado, mientras que él mismo cayó extenuado a consecuencia del poco acostumbrado ejercicio, realmente se la había follado bien a gusto, jamás soñó siquiera en meterle mano y… había resultado increíble.

Elsa se despertó en el sofá. La cara pastosa de semen y el coño lleno de un líquido espeso. Se sintió sucia, avergonzada, había acabado por entregarse a un viejo que se la había follado sin tener en cuenta su amistad, había abusado de su abandono a causa de su borrachera, no tenía que haber bebido, ahora se sentía culpable por no haberse dado cuenta de lo que estaba ocurriendo y lloro como nunca lo había hecho hasta ahora.

Se levantó como pudo. Le dolía la cabeza y a duras penas, encontró la ropa para vestirse, salió de la casa, llorando y preguntándose como había podido ser tan guarra.

Pasaron los días y Elsa procuraba encontrarse lo menos posible con el que fuera su amigo, le tenía miedo y asco, sin embargo, en la soledad de su habitación entre gimoteos, no podía evitar mojarse cuando, sin querer, le venía a la mente, lo que recordaba de la noche aquella, llegando incluso a masturbarse muchas más veces de las que ella misma quería, llena de rabia e impotencia, sin llegar en ninguna ocasión a disfrutar de aquel climax al que el vecino logró arrastrarla.

Pasaron los días y su cuerpo despedía sexualidad por todos los poros, la idea de sentir una polla se había adueñado por completo de ella convirtiéndose en una obsesión y cada vez eran más los momentos en los que en vano, trataba de calmar sus ansias que hasta el momento permanecían dormidas.

Se sorprendió a sí misma llamando a la puerta del que durante una borrachera había abusado de su cuerpo, se había convertido en una perdida en busca de la polla de un viejo para dar rienda suelta a sus instintos, pero más aún se sorprendió él mismo al verla allí con aquel vaporoso vestido azul, escotado, con aquella carita angelical y su melena adornándola.

Estaba preciosa y el hombre sintió venirle un empalme bestial, la hizo pasar al salón y sin poderlo evitar se lanzó a besarla, pero ella apartó la cara, se arrepintió de ir, pero algo su excitación la obligó a permanecer allí.

Aceptó la copa que Cristóbal le ofreció y pronto comenzaron a charlar como los amigos que habían sido tiempo atrás mientras seguían bebiendo sin parar. El sabía que bebiendo, ella perdía el control de todo y tenía que volver a tenerla para él. El recuerdo de su cuerpo temblando, virgen y terso, bajo el suyo, gastado por el paso de los años, obeso y descuidado, se le clavó a fuego, fue exquisito.

Poco a poco se iban relajando, la chiquilla estaba sentada descuidadamente con las piernas abiertas dejando ver a su amigo, sentado frente a ella, su tanguita del mismo color del vestido. Ella sabía bien que lo estaba provocando y continuó en aquella actitud, lo miró desafiante y de pronto le dijo "te gusta mirarme? Pues mira" Y como si de una experta zorra se tratara no daba crédito cuando ante él se quitó el tanga… "Para que veas mejor"

Fue hacia ella y le tocó la rajita que sintió húmeda. Ella comenzó a ronear como una gatita a la vez que gemía de gusto y no tardó en sentir que se corría entre espasmos de placer, este se hizo más intenso cuando la penetró con un dedo haciéndole un mete-saca como si de una polla se tratara, la chiquilla ya no quería, sintió miedo y se intentó levantar, pero Cristóbal la cogió con poco esfuerzo, en brazos y la llevó a su pequeña cama, sin sábanas, situada en un dormitorio lleno de suciedad y desorden por todas partes y, allí, encima de aquel colchón iba a volver a ser follada por un ser deleznable, sintiendo vergüenza infinita, pero volvía a estar borracha y caliente y su coño despedía jugos sin parar, de modo que cuando su amigo, le sacó las pequeñas tetas, por encima del generoso escote y le levantó la falda para seguir tocándola notando que la joven estaba más y más caliente, eso, era lo que venía buscando en realidad, le gustaba ser tocada pero le daba mucho repelús que fuera ese tío, esa no era la idea del sexo que se había hecho durante sus años adolescentes, todo eso era muy grotesco y desagradable pero el placer mezclaba todas las sensaciones.

Cristóbal le cogió la mano y se la colocó en la polla que previamente, se sacó del chándal, mientras se la tocaba, se lo bajó y como pudo se lo sacó, se quitó la camiseta y quedó completamente desnudo. La reacción de Elsa, fue echar la cara a un lado, regalándole sobre sus manos jugos provenientes de la calentura.

Todo ese ambiente era algo depravado, impropio de una muchacha de 18 años… si la vieran todos sus amigos, su familia, si alguien supiera de todo aquello, pensarían que se había vuelto loca. Allí estaba una muchacha inocente a punto de ser follada como la peor de las putas con el más desagradables de los clientes, ese que ninguna quería, pues con ese se abría de piernas ofreciéndole su coñito conocedor de lo que era el polvo, sueño de cualquier viejo verde pervertido, todo la superaba.

El le metió la polla en la boca, sabía perfectamente lo que esperaba de ella y se la mamó mientras era pajeada incesantemente, pero cuando el viejo le llenó la boca de semen, casi le provocó el vómito.

Lloró por las náuseas.

Esta vez, su amigo, no se recuperó, por más que éste intentó ponerla dura de nuevo, no hubo forma y desistió finalmente.

Salió de la habitación satisfecho, dejando tras de sí una pequeña marioneta humillada y caliente con las faldas levantadas y los pechos al aire, confundida y abatida