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Monotonía de un sexagenario (4)

en Sexo con maduros

Pasaron varios días desde que Juan acudió a su casa y la folló en su cama. Ahora los picores anteriores iban en aumento, nada ni nadie podía pararlos, ni siquiera cuando jugaba con su amiga Raquel, de su misma edad, a aquel juego inocente que se inventó consistente en frotar rajita con rajita en un vano intento de encontrar el alimento para tanta sed.

Lo que empezó siendo un juego casual, pronto se convirtió en una costumbre; las niñas buscaban cada rincón, cada momento, cada escondite para dedicarlo a pasar el tiempo de aquella manera, pero nada les era suficiente a aquellas niñas que cada vez andaban más calientes y necesitadas de tales "sesiones"

Anita solo quería estar con Raquel a solas, en la intimidad para continuar sin descanso aquella inocente "travesura" pero su madre, que no sospechaba nada, pensaba que ya era hora de hacer algo útil y menos juegos, así que llamó al vecino, Juan, para reanudar las clases de informática, pero esta vez, en su casa, ya que habían comprado un ordenador para la niña y debía ponerse al día.

El maduro cada día pasaba unas horas dando clases en su casa a la pequeña vecina. Los acontecimientos pasados, no se volvieron a mencionar durante un tiempo, así que el verano transcurría entre los juegos con su amiga y las clases de informática, pero una tarde bastante calurosa de agosto, Anita llevaba una camiseta blanca casi transparente, muy cortita, que con el sudor, se le pegaba al cuerpo, notándose sus pezones incipientes con bastante claridad. Llevaba una falda cortita y desde aquel "incidente" con su profesor, no le gustaba usar las bragas, claro está, a escondidas de su madre.

Sentado al lado de ella, Juan. El hombre ya no podía más, no podía olvidar que aquel cuerpecito había sido suyo y aquella boca había gemido de placer con su polla. No podía olvidar como sus amigos se la follaron uno a uno varias veces, no podía olvidar con que deseo abrió las piernas para recibir el regalo de la penetración con la sed de orgasmo no satisfecho. Ya no podía más, el miembro estaba a punto de estallarle y volvió hacia sí la silla giratoria de la adolescente.

Esta echó la vista al suelo avergonzada, no se atrevía a mirarlo a los ojos. Por un lado le gustó lo que le hizo y por otro sabía que no estaba bien, algo le decía que no debía contárselo a nadie, ni siquiera a su más íntima amiga, no sea que no lo entendieran.

El hombre levantó la blusa de la niña y le pellizcó los pezoncitos. Aún no estaba provista de tetas, solo los pezones le sobresalían como pequeños botoncitos que su amigo se llevó a la boca y mamó de ellos con gusto.

La chica se quedó quieta, mientras que el hombre, llevó a su vez una mano a su rajita húmeda y palpitante. Eran muchas las ganas y poco el conocimiento de poder satisfacerse por sí misma, así que se dejó hacer cuando Juan metió el dedo y la masturbó mientras aún seguía lamiendo sus pezones e intuitivamente la mano buscaba el artilugio que sabía hacerla tan feliz pero que a su vez, tanto asco le producía. Como era posible que el asco le gustara tanto en el fondo? No lo sabía pero sus manitas, abrieron la cremallera del pantalón, dejando fuera la gorda verga del sexagenario. Este la levantó de la silla y la sentó encima suyo, justo encima de su polla. Lentamente la notó entrar, su cuerpo se iba abriendo mientras la polla se abría paso por su coñito hambriento.

De un golpe, la niña se penetró toda entera…

Unos golpes en la puerta interrumpió la intimidad, no dio tiempo a reaccionar cuando la madre de la niña estaba dentro de la habitación y contempló la escena

No notó que la niña estaba ensartada hasta las entrañas, solo como se abrazaban, parecía que inocentemente.

"Así me gusta, que tu profe y tu os llevéis bien, me agrada que la colme de mimos, de esta manera, pondrá más atención a las lecciones"

El hombre quedó estupefacto, de modo que no se había dado cuenta que estaba follando a su niña? En realidad creía que era un inocente abrazo? Pues mejor, así podría seguir follándose a aquel ángel cuantas veces quisiera.

La cogió en el aire se la llevó a la cama. Otra vez en su camita para follar, no había nada que le diera más morbo al viejo que metérsela donde luego sería arropada por sus padres entre sábanas de ositos.

La puso de todas las posturas, la niña ya no se resistía como habría hecho anteriormente, ya se le daba toda y se entregaba al placer que Juan pudiera proporcionarle.

Esta vez, no la dejó a medias, sacándole varios orgasmos que dejaron a la chica deshecha de gusto. El cipote la bombardeaba sin parar cada vez más fuerte, aquel hombre parecía no tener bastante y se pasó horas follándola cuanto quiso en su propia cama. Hacerlo prácticamente delante de su madre, le ponía más cachondo al viejo salido.

La sacó de pronto y le apuntó a su carita."Toma, so guarra, mira que puta que te has vuelto, eh? Pues escúchame, quiero que mañana subas a mi casa con tu amiguita Raquel (La niña lo miró asombrada, como podía él saber?) Si, (continuó al ver la expresión de Ana) esa pequeña putilla caliente con la que haces la tijera, mañana que suba aquí, que tú ya estás muy abierta… jajajajajaja (rió el viejo)

Sin duda conocía los planes de la madre de salir toda la tarde y dejarlos "solos y tranquilos" para dar su "clase"..

… continuara (¿?)