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Después de la boda (01: Conociendo al tío Lucas)

en Sexo con maduros

Después de la boda I

Conociendo a mi tío Lucas

Después del banquete de bodas, los familiares y amigos mas cercanos de los novios nos repartimos en los coches para ir a continuar la fiesta en una discoteca de las afueras. Mi tío Lucas se acercó a mi y echándome el brazo por los hombros me dijo: "Tu te vienes conmigo sobrino".

La verdad es que mi tío me cae muy bien y me dejé llevar encantado hasta su coche. A sus casi sesenta años, mi tío Lucas era un tipo formidable. Compensaba su calva con una hermosa barba poblada de canas. Sin ser muy alto, su contundente complexión de espaldas anchas y su pronunciada barriga que se adivinaba dura le daba un aspecto imponente. A pesar de llevar unos pantalones bastante holgados sus piernas poderosas se hacían evidentes. Era un hombre verdaderamente viril mi tío Lucas. Yo a su lado, con mis treinta años y aún teniendo un aspecto muy masculino, me sentía como un chavalillo y me gustaba esa sensación.

Antes de entrar en el coche, mi tío se quitó la chaqueta, y se deshizo el nudo de la corbata.

-Que ganas tenía de salir de ahí y de quitarme la corbata, chaval. Manda cojones tenerse uno que vestir así para una boda.

Una vez en el coche, se subió las mangas dejando ver unos antebrazos fuertes y velludos y desabrochó unos cuantos botones de la camisa dejando al descubierto un hermoso matorral de pelos blancos.

-Y más con esta calor.

-Por mi ponte bien cómodo tío.

-Por qué no nos despistamos y nos damos un baño en el río antes de irnos al sitio ese que debe de estar lleno de humo.

-No es mala idea. Pero no llevamos bañador.

-Y para qué lo queremos, si ahí no habrá nadie y somos dos hombres. No te dará vergüenza despelotarte delante de tu tío.

Me gustaba el desparpajo y la naturalidad con que mi tío actuaba siempre.

-Venga, a mi me apetece también.

-Vamos a pegarnos un baño de cojones, sobrino.

Puso en marcha el coche y metió un cd de Estopa. Yo estaba flipando.

-Enciéndeme un cigarrito, Jorge.

Encendí dos y le pasé uno.

-Joder que calor. Acábame de desabrochar la camisa haz el favor. A veces faltan manos.

Le desabroché la camisa sorprendido por la agradable sensación que me producía el inevitable contacto con el abundante pelo de su pecho. Cuando acabé, se puso el cigarrillo en los labios y se sacó el mismo del pantalón los faldones de la camisa dejando al descubierto la totalidad de su pecho y su barriga, resoplando de alivio.

-Se nota que te pegas buena vida, tío.

-Lo dices por mi barriga? Está bien dura, tócala, ya veras.

Un poco cortado pasé la mano por su peluda panza.

-Sube a los pectorales y veras que duros están también.

Subí la mano hacia su pecho introduciendo bien los dedos por el vello que en esa zona aumentaba considerablemente. Palpé entre el vello sus dos voluminosas y duras tetas notando que al paso de mi mano sus pezones adquirían mayor volumen y dureza.

-Si que estás duro, tío –le dije volviendo a realizar todo el recorrido.

-Si bajas mas te vas a encontrar con algo todavía mas duro, chaval, ja, ja, ja.-Me soltó con su cachondeo habitual.-Tu también te ves en forma, sobrino –añadió. Y dejando el cigarrillo en sus labios, alargó su brazo para palparme mis pectorales por debajo de la chaqueta que yo aun llevaba puesta.

-Eres muy majete –me dijo pellizcándome suavemente una tetilla por encima de la camisa. –Y esa perilla te sienta muy bien. Te pareces al de los Estopas, sobrino.

Canturreando los dos, ya estábamos junto al río. Detuvo el coche y nos bajamos. Empezamos a desnudarnos cada uno al lado de nuestra portezuela. Mientras me iba quitando la ropa dejándola bien doblada sobre el asiento de mi lado del coche veía a mi tío haciendo lo mismo al otro lado, pero solo de medio cuerpo para abajo. Se quitó los pantalones y al volverse para dejarlos en su asiento le vi bien de frente de cintura para abajo. Llevaba un bóxer blanco amplio que resaltaban unos muy buenos y velludos muslos. Al agacharse para doblar sus pantalones la bragueta del bóxer se abrió un poco dejando ver por un momento un oscura zona peluda que atrajo más intensamente mi mirada curiosa, pero acto seguido se bajó el calzoncillo dejando ante mi vista una polla corta y gruesa a la cual, aún estando fláccida, sólo podía dársele el calificativo de pollòn. Y unos cojones grandes y peludos que me dejaron alucinado. De repente me vino a la memoria una vez que lo había visto en bolas cuando yo era un chaval de quince años. Sin saber por qué mi polla empezó a levantarse igual que en aquella ocasión.. Para mi vergüenza, en aquel momento, mi tío se agachó e introdujo la cabeza por la portezuela alargando el brazo para abrir la guantera del coche, encontrándose con mi semi erección en sus narices antes de que me diera tiempo a girarme.

-Vaya, muchacho, que tenemos ahí –dijo, agarrándome la picha como quien estrecha la mano de un amigo. Divina juventud –añadió acercando su boca a mi polla y plantándole un beso en la punta, descapullándola y obsequiándole unos deliciosos chupetones en el glande.

El tío Lucas la soltó, sacó sus cigarrillos de la guantera, salió del coche y se dirigió en bolas hasta donde estaba yo. Me giré y allí lo tenía, peludote y en bolas con el rabo bastante más crecido que hacía un instante. El mío también había crecido más

-Es todo un espectáculo ver un buen mozo como tu con semejante empalme muchacho. Me das envidia, sobrino.

Yo miré de nuevo con curiosidad hacia su entrepierna. Estaba subiendo y engordando lentamente ante mi vista.

-Ya quisiera yo llegar a tu edad con ese poderío, tío.

-Será mejor echar una meadita antes, no vayamos a contaminar el rio.

-No creo que podamos ni tu ni yo, tio. Joder, tío Lucas, como se te ha puesto...

La polla de mi tío estaba apuntando recta y tiesa hacia mi. Ahora veía enteros sus huevos gordos y peludos bastante mas importantes que los míos.

-Envidia dices? Si la tienes el doble de gorda que la mía.

-Tu crees? –dijo. El tío Lucas se me acercó de manera que nuestras pollas quedaran prácticamente juntas aunque sin rozarse. Dudó un momento mirándolas, y sin mas agarró las dos en su mano palpando concienzudamente el calibre de ambas. Sin soltarlas me miró directamente y me dijo: -Algo mas gruesa que tu si que la tengo, pero tampoco tanto. Compruébalo tu.

Hice lo mismo que él, las agarré juntas sin poderlas abarcar con la mano, dedicando especial atención a palpar el grosor del nabo de mi tío, que sin exagerar doblaba el mío en grosor. Durante la operación, la barriga del tío Lucas ya presionaba mi abdomen y mi pecho lampiño empezaba a notar el suave cosquilleo del abundante vello canoso de su pecho. En mi mano notaba engordar, latir y endurecerse ambas pollas. Nos estábamos calentando. Me estaba gustando tocársela.

-Yo creo que la tuya es el doble de gruesa. La tienes verdaderamente gorda. –Palpé apretando- Pero mucho. Joder, que polla tienes, tío.

Ya sentía su aliento en mi cara. Quitó mi mano para volver a agarrarlas él como para cerciorarse de mi afirmación.

-Si que la tengo gorda, pero la tuya no está nada mal tampoco.

Yo seguí la toma de medidas llevando mi mano a sus cojones.

-Y tus huevos también doblan los míos. Vaya cojonazos que tienes, tío Lucas.

-A ver los tuyos? –dijo soltando las pollas y cogiendo mis huevos.

-Tienes muy buenos huevos, Jorge. Duros y llenos de leche, ja, ja, que pasa, que no mojas, chaval?.-dijo sosteniéndolos completos en su mano. -Pero te doy la razón, los míos son unos señores huevos, verdad sobrino?

-Ni me caben en la mano, -dije tocándoselos bien, intentando abarcarlos en toda su magnitud. –Que cojonazos tienes, tío Lucas.

-Buenos, eh?

-Si, tío. Y que peludos, joder. Me dejas que te los vea bien?

Nos separamos lo suficiente para que el tío Lucas me pudiese ofrecer la mejor perspectiva de sus huevos. Al mismo tiempo que yo me agachaba él separó sus piernas, cogió su polla con una mano para alzarla un poco y dejar sus pelotas bien a la vista y depositó sus huevazos en la palma de la otra mano ofreciéndomelos a su contemplación y quizás a algo mas que eso.

-Te gustan mis cojones, chavalote?

-Muchísimo, tío. No creo que haya muchos hombres que los tengan tan bien puestos como tu.

-Me gusta que sepas apreciarlos.

Quitó su mano dejándolos colgar e inmediatamente la mía los tomó con gran respeto y admiración

-Anda, conócelos, estamos en familia, muchacho.

Después de admirar sus bolas con la vista y acariciarlas dándoles múltiples perspectivas con mi mano, los pasé por mi cara hasta que mi boca se lanzó a lamerlos, a notar el tamaño de cada uno de sus gordos testículos dentro de ella, a comérselos literalmente. Mi tío empezó a pelársela sobre mi cabeza y yo empecé también a pajearme, calentísmo de tener mi boca, mi cara entera prácticamente metida en aquella deliciosa selva de pelo en la que surgía la fruta mas afrodisíaca que había comido nunca. Los cojones de mi tío Lucas. Cuando noté en mi cabeza que el movimiento de la mano de mi tío meneándose la polla aumentaba el ritmo, subí mi mano hasta su muñeca indicándole que parase. Saqué la boca de sus huevos y miré hacia arriba encontrándome en la cara el gordísimo cipote de mi tío que no le cabía en la mano.

-Déjame a mi, tío. Te mereces algo mejor.

Se lo agarré. Empecé una paja pero vi que mi mano no abarcaba lo suficiente. Así que abrí bien a boca, me metí su capullazo y empecé a chuparlo al mismo tiempo que le pajeaba como podía el resto de aquel pedazo de carne en barra que no me cabía en la mano.

-Que bien me la chupas, machote.

-Te lo merece todo, tío.

Mi tío metía y sacaba su polla en mi boca dándose gusto a placer. La sacaba, me daba buenos trancazos en la cara riéndose y aullando.

-Te gusta comerle la polla a tu tío, cabroncete? –me decía con un morbo que me hacía intentar mejorar el trabajo que le estaba haciendo a mi maduro tío.

Yo le contestaba sin sacármela de la boca mirándole afirmativamente y balbuceando.

-Mucho, tío.

Al alzar la vista vi como mi tío se estaba dando placer en sus pezones con sus dedos. Lo veía tan cachondo y tan salido meneando todo su cuerpo que subí las manos para que tuviera de mi todo el placer que se merecía. Si le gusta eso, eso tendrá, pensé. Aparté sus manos y cogí sus pezones con mis dedos empezando a dar cuerda al reloj en los dos pezones tiesos que sobresalían entre sus peludas y cachondas tetas peludas. Sus manos fueron a parar a mi cabeza conduciendo a su gusto el ritmo de mi mamada. Una de ellas bajó a mi perilla y noté que con mi barbilla en su manaza aún me follaba la boca con mas gusto.

-Que guapetones estais con esas perillas. Y que bien mamais, cabrones.

Eso me hizo mamar aun con mas ganas. Mi tío empezó a dar alaridos de gusto. Era evidente que la polla de mi tío estaba a punto de largar la lefa que acumulaba en sus gordos cojones. Joder como me apetecía sentir correrse a aquel macho maduro tan cabrón que tenía por tío. Empecé a pelármela. Me saqué un momento su polla de mi boca, le miré a los ojos y le dije:

-Dame tu leche, tío Lucas. Córrete en mi boca.

Me acarició la perilla con una mano, y me presionó la barbilla para que abriera bien la boca, él se agarró la tranca, la apuntó a mi boca y me dijo:

-Toma, cabroncito.

Y empezó a largarme un ración de leche tan abundante y espesa que mamé y mamé como lo mas delicioso que nunca había tenido en mi boca. Mientras iba recibiendo y tragando el semen de mi tío Lucas pegué una corrida de cojones sin apenas necesidad de darle a mi manubrio. Me levantó con sus fuertes brazos y me estrechó contra su barriga y su pecho de manera que hubiese quedado allí para siempre.

-Tienes la perilla llena de leche, chavalote.

Me la limpió con la mano y de forma instintiva mi lengua la recogió de ella mirándole a los ojos.

-Un baño y nos vamos para allí, sobrino?

-Lo que tu quieras, tío Lucas.

Me dio una palmadita en el culo y nos metimos en el agua.