miprimita.com

Después de la boda (05: Conociendo a Germán)

en Sexo con maduros

Después de la boda V

Conociendo a Germán

El famoso Yucatán estaba allí mismo pero en el corto trayecto tuve tiempo suficiente para darme cuenta de que Germán era un hombre francamente majo. Se notaba que era un tipo resuelto, algo escueto en el trato y muy de ir a lo suyo, pero evidentemente muy respetuoso con otras formas de ser. Cuando le ofrecí un cigarrillo, el modo como lo aceptó y la velocidad de su reflejo para darme él fuego, me hizo pensar que aquel hombre, con sus cincuenta años bien llevados, también podía ser un buen colega. La firmeza y la calidez de su mano de dedos grandes y cubierta de vello oscuro encendiéndome el cigarrillo, me pareció un signo de masculinidad que me hacía confiar fácilmente en él como un posible nuevo amigo.

-Me ha gustado mucho conocerle, Germán.

-Y a mi a ti, Jorge, Pero tutéame, por favor.

-La verdad es que me encantaría contar con tu amistad. Y no es por tu coche, que quede claro.

-Eso ya lo se, Jorge. Se ve en seguida que eres un hombre inteligente. A m también me encantaría contar con tu amistad, aunque tenga bastante mas edad que tu.

-El trato con un hombre maduro a veces hasta me resulta mas fácil que con los de mi edad. Además siempre se aprenden cosas.

-Los treintañeros de tu generación también tenéis mucho que enseñar a los cincuentones. Además te ves un hombre muy hecho para tu edad. Y no lo digo por tu aspecto físico que es muy actual al mismo tiempo que muy masculino.

-Gracias. Yo también te veo así.

-Gracias. Creo que podemos ser muy buenos amigos, Jorge.

-Yo también lo creo, Germán. Me has caído realmente bien.

-Y tu a mi.

En un gesto inesperado, Germán me ofreció su mano para estrechárnoslas. Se la estreché con calor y firmeza y él mantuvo el apretón unos segundos mirándome con su expresión seria y franca. Mi polla se puso dura como una piedra ante aquella mirada y al apretar aquella mano de dedos tan sólidos. Lanzado como iba aquel día hasta le hubiera pegado un morreo, pero por suerte ya habíamos llegado al Yucatán.

-Llegamos. Pero las luces están apagadas, parece cerrado –dijo Germán.

En ese momento aparcó el otro coche a nuestro lado y bajamos todos.

-Que raro, dijo Mauri. Ayer estaba abierto.

Por una puerta lateral apareció un hombre alto con uniforme gorra de béisbol, mas o menos de la edad de mi tío, con una melena gris recogida en cola de caballo y un bigotazo igualmente canoso de impresión.

-Hombre, Germán, Willy, no sabíais que hoy han cerrado todos los afters de la zona? Hostia, Mauri por aquí también, gusto de verte muchacho.

-Estábamos de boda, no nos hemos enterado de nada, ya nos ves aquí.

Mauri nos presentó al tipo al tío Lucas y a mi, los únicos que no le conocíamos.

-Aquí, Joaquín, el de seguridad de este antro, y un buen amiguete. Ya te he hablado de él Jorge. Aquí Jorge y su tío Lucas, mis mejores colegas.

-Encantado Jorge, Lucas.

-Encantado, Joaquín.

-Encantado, Joaquín.

-Bueno y quién es el novio? No serás tu, Mauricio, con lo buen chaval que eres.

Todos nos reímos con ganas del chiste del tal Joaquín, de quién la verdad no recordaba que Mauri me hubiese hablado nunca.

-Pues vaya putada, -dijo Willy.

-Bueno Joaquín, -dijo Germán- alguna botella habrá quedado por ahí dentro, te la traes y te unes a la fiesta. Faltan chicas, como ves.

Carcajada general.

-Ya que estamos aquí invítanos a tomar un trago en la trastienda.

-Y sacas tu agenda de la caja fuerte y llamas a seis pibas de esas que tu conoces –sugirió el Willy que parecía también un buen conocedor del territorio.

-Lo siento chicos, pero han cerrado todo a cal y canto. Ni una puta birra. Ni al jacuzzi puedo entrar ni que sea para meneármela yo solo. Esta noche estoy lo que se dice hasta los mismísimos cojones de estar aquí.

-Vaya mierda –dijo Willy.

-Si estuviera en mi mano, ya me conocéis colegas, yo el primero.

-Os invito a todos a tomar la última en mi casa –dijo Germán. –Si faltan tragos, Willy se trae unas botellas de la disco. Y tu te vienes con nosotros Joaquín.

-Eso es –dijo Mauri –tu te vienes y nos obsequias con tus clásicos petas de maría. Veréis como dormimos esta noche.

-Yo llevo los cd que tengo en el coche –dijo el tío Lucas.

-Estopa por un tubo –dije yo echándole el brazo por el hombro a mi tío.

-Estopa? –dijo Joaquín- Pos me apunto, que cojones.

-Como os mola lo horterilla carrozas –dijo Willy, con cara de travieso. Y empezó a organizar la expedición.- Como Germán no le deja su coche ni a Dios, y los otros no sabéis donde vive, yo me voy con el señor Lucas a buscar las birras vosotros cuatro os metéis como podáis en el bugatti de mi jefe.

-A la orden –dijo Germán- Meteros como podáis, pero dejarme sitio para cambiar las marchas.

-Venga, vamos para allá don Lucas –dijo Willy metiéndose en el coche de mi tío. -Y por el camino le echamos un vistazo a esos cd.

-A por ellas, chavalote –dijo mi tío, entrando en su coche y poniéndolo en marcha.

Germán entro en el suyo y mientras lo ponía en marcha, entramos el resto. Joaquín, el más corpulento se sentó primero y Mauri y yo, los mas delgados de la pandilla nos pusimos uno en cada uno de sus consistentes muslos, yo aguantando el equilibro apoyándome en el respaldo del asiento de Germán y Mauri con un brazo sobre los hombros de Joaquín y otro sobre los míos. Germán efectuó una rápida maniobra que hizo que Mauri resbalara quedando sentado en el regazo de Joaquín y que mi brazo se apoyara en los hombros de Germán..

-Estamos aquí mismo, muchachos, en seguida os podréis poner más cómodos –dijo.

-No pesáis mucho –dijo Joaquín –he tenido encima chavalas con culos que hacen por los vuestros juntos.

Mauri intentó acoplarse para que cupiéramos un poco mejor.

-Pero no te muevas mucho, Mauri, que lo que tienes ahí debajo es muy sensible y lleva muchos días de abstinencia.

-Abstinencia, éste? –nos dijo Germán, incrédulo – Con el aparato que tiene, mejorando los presentes, no se le resiste ninguna, siempre tiene lista de espera.

-Sensible si que lo es –aseguró Mauri –Joder, Joaquín, como siga creciendo voy a tocar con la cabeza en la capota, macho.

-Joder, pero es que no paras de botar, chaval –dijo, Joaquín, muy serio.

-Eres un salido de cojones, bigotes–le dijo Mauri a Joaquín, dándole un amigable tirón de su mostacho. Y mirándome añadió –tendremos que cuidar el culo con éste en la fiesta, si no vienen tías.

Al coger una curva, mi cara quedó pegada a la de Germán notando el roce de su cerrada barba ya algo crecida por la hora.

-No les hagas caso, Jorge. Joaquín es un poco bruto, pero es lo que se dice un tío legal, ya lo verás –me susurró Germán en la oreja con aquella voz impresionante de hombre serio, al mismo tiempo que apoyaba su mano en mi muslo.

Al mismo tiempo, Joaquín acercaba su bigotazo a la oreja de Mauri diciéndole, al mismo tiempo que forzaba su brazo para llegar con su mano a la barbilla de Mauri.

-Pues tu con esa perilla que te has dejado debes hacer estragos. Y tu también, Jorge. Os sienta de puta madre.

-No te creas –dijo, Germán, pasando su mano de mi muslo a mi paquete- estos chavales también tienen algo más que perilla para hacer estragos con las tías. Te lo digo yo, que lo he visto.

-A tu lado, no hay color, Germán –dije yo correspondiendo a su gesto con una mirada hacia su paquete, ya que mis brazos sobre los hombros de él y de Joaquín no podían cambiar su posición.

-Pondremos a subasta el cargamento. Igual nos podemos retirar –dijo Joaquín –dos cincuentones y dos treintañeros con lo que hay que tener, quién da mas!

-Ja, ja, ja –reímos todos.

-Y si metemos al tío Lucas y a Willy en el lote –dijo, Germán- no veas! No es verdad, chicos?

-No veas! –repetimos Mauri y yo.

-Joder con la peña –dijo Joaquín.

-Formamos un buen equipo –dijo Germán.

-Pero que muy bueno –convino Mauri, botando con mucho cachondeo sobre donde estaba sentado.

-Verdad que si, Mauri? –dijo Joaquín a su oído.

-De campeonato, Joaquín –le contestó girando la cara hacia la suya, casi boca con boca.

Entre la conversación y la mano grande y peluda de Germán otra vez en mi pierna, me estaba empalmando por momentos. Germán pegó un frenazo que hizo que por un momento aquella melé se juntara un poco mas.

-Ya hemos llegado.

Nos bajamos del coche. La noche continuaba calurosa. Germán, Mauri y yo llevábamos los faldones de la camisa por fuera, tapando discretamente, la erección que era más que probable llevaran como yo. Joaquín en cambio dejaba ver en sus pantalones anchos de uniforme un bultazo de impresión que se alargaba en diagonal hasta el cinto. Al desabrocharse la camisa mientras íbamos entrando en la casa de Germán observé que era un hombre con el pecho tan peludo como Germán y mi tío Lucas. Lo curioso es que si bien el pelo de su melena y de su bigote era gris, el espeso pelo que dejaba ver por la abertura de su camisa era bien rubio. Había que reconocer que Joaquín era el más grandote y espectacular de los tres maduros de la cuadrilla. Sin embargo, a mi me apetecía continuar la conversación amigable que había empezado con Germán en su coche. En cualquier caso íbamos a aquella casa a divertirnos, a tomar la última de aquella jornada memorable de después de la boda.