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Después de la boda (02: Volviendo a la fiesta)

en Sexo con maduros

Después de la boda II

Volviendo a la fiesta

Durante el trayecto de regreso íbamos muy relajados por el baño y por supuesto por la fabulosa descarga de semen que habíamos soltado. Mi tío me preguntó:

-Ya habías hecho eso antes, Jorge?

-Nunca tío. –Le dije.- Y tu?- Añadí.

-Tampoco, chaval –afirmó.

-Han sido el vino de la comida y el calor.

-Lo volverías a hacer?

No sabía qué debía decir, pero opté por decirle lo que sentía.

-Contigo claro que sí. Eres mi tío.–le contesté.

-Buen chaval –dijo, pasándome otra vez su mano por la perilla.

-Si no nos estuvieran esperando...

Intuí lo que quería decir y palpé aquel rodillo de carne de al menos ocho o nueve centímetros de diámetro que notaba bajo su pantalón.

-Joder, tío. Otra vez la tienes a punto.

-Se nota.?

-Vaya si se nota. Como eres, tío Lucas... Venga, tu sigue conduciendo que ya me ocupo yo de eso.

Eso ya estaba otra vez en mi mano, otra vez ese grosor increíble al que la tela del pantalón aun le daba mas calibre. Abrí su bragueta, le saqué la tranca y los cojones y mientras él iba conduciendo se la fui chupando saboreándola con detenimiento, mamándola cada vez con mas fuerza, con el deseo de obtener de nuevo su espesa leche en la boca antes de llegar a la fiesta.

-La chupas de cojones, Jorgito. Eres la hostia, mamándola, te voy a alimentar bien y esta noche vas a estar hecho un mulo para tirarte las chavalas que quieras. Todas van a ir a por el más machote y guapetón de mis sobrinos...

Sus palabras me hacían mamar con mas ahínco.

-Córrete tío Lucas.

-Y el más cabrooooooooón....

Diciendo eso sentí que mi boca se iba llenando de su lefaza espesa. No la moví dejando que la descargara toda en ella. Mantuve la lefa en la cavidad de mi boca como un rico merengue y, con toda la intención dejé que un poco de su semen resbalase por mi perilla. Aparté mi boca de su trancaza que si bien había perdido ya su dureza continuaba con un apetitoso grosor y sin quitar aun la cabeza de su entrepierna le miré a los ojos dejando que me viera la cara satisfecha con los restos de su leche enredados en mi perilla y tragándome el resto con verdadero deleite..

-Que guapetón estás así.

Sabía que haría otra vez lo tanto me había gustado. Y lo hizo. Mirándome limpió con su mano la leche de mi perilla y la acercó a mi boca. Complaciente, le limpié bien la mano con la lengua y me dijo:

-Estás hecho un campeón, machote.

-Tu si que estás hecho un jabato, tío Lucas.

Le besé la polla y los cojones, coloqué todo bien colocado en su sitio y cerré su bragueta.

-Y tu, chaval? –me dijo el tío Lucas comprobando con su mano lo dura que se me había puesto la polla bajo el pantalón.

Ya estábamos llegando.

-Tranqui, tío, ya habrá tiempo.

-Y voluntarias a punta pala, je, je. Te van a raptar.

Comprobamos que no habían señales de desorden en nuestro aspecto y aparcamos. Por suerte el trayecto hasta la entrada de la disco permitió que se me fuese bajando el empalme que llevaba

Cuando mi tío Lucas yo llegamos a la discoteca donde habían ido todos para acabar la fiesta ya estaba todo el mundo bailando. Nada más entrar, se nos acercó Mauricio, un amiguete mío que ese día trabajaba allí de camarero, un chavalote moreno y velludo, con treinta años como yo, y también con perilla.

-Os sirvo algo Jorge y la compañía?

-Dos birras, Mauricio. Mi tío y yo venimos sedientos. Os presento: aquí, mi tío Lucas; aquí, mi amigo Mauri.

-Encantado, chaval.

-Mucho gusto tío Lucas.

Mauricio fue a buscar las cervezas.

-Majete, tu amigo –dijo mi tío

-Es un rato legal el Mauri, te caería bien.

-Pues cuando acabe este coñazo nos vamos por ahí los tres.

En aquel momento, los novios y buena parte de la familia se dieron cuenta que estábamos allí. De repente estábamos rodeados. La novia se llevó a bailar al tío Lucas y dos de mis primas me arrastraron a la pista donde las esperaba una amiga muy guapa que iba a por mi sin disimulo. Sonaba un tema de Estopa a todo trapo. Miré hacia donde la novia y mi tío Lucas mas que bailar hacían el bobo. En ese momento él también miró hacia donde yo estaba y haciéndome un gesto referido a la música que sonaba me guiñó el ojo.

Al borde de la pista, Mauri, con una bandeja con tres cervezas, miraba a mi tío Lucas, quién al verlo con las cervezas, le hizo una seña para que se la acercara. Desde el otro lado la pista, vi como Mauri le daba la birra a mi tío y como él le daba las gracias dándole un amigable tirón de su perilla. A continuación, Mauri vino hacia donde yo estaba a darme la mía.

-Que cachondo es tu tío –me dijo Mauri.

-No lo sabes tu bien –le contesté.