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Amores Inmortales. El beso de la muerte 1

en Grandes Relatos

AMORES INMORTALES

El beso de la muerte

25 de marzo de 1776

Hoy la vi de nuevo, cada día está más hermosa y mucho más desde que dejó el luto por la extraña muerte de su hermano. Esta tarde vestía de vino tinto, un color escandaloso que combina perfectamente con su piel de alabastro. Me encanta su estilo irreverente, la manera en que enfrenta a las viejas beatas mostrando parte de su pecho y sus brazos en su largo vestido, sin embargo, nunca se ve vulgar, es tan refinada, tan hermosa. No se imagina lo que me duele que no repare en mí; hoy nos cruzamos cuando le compraba telas a mi hermana, ella escogía una seda blanca con bordados dorados, estábamos prácticamente frente a frente y ni siquiera me precisó, salió del local sin verme y yo no hacía otra cosa que detallar sus formas escondidas en el gran vestido exquisitamente entallado en su torso, cayendo en gran campana sobre sus piernas y la perfecta combinación de sus guantes con el bordado blanco de los extremos del vestido. Pero no me vio. Ella sólo habla conmigo cuando quiere venderme algún esclavo... por cierto, hoy encontraron otros dos esclavos muertos en el río, todo el mundo está desconcertado; algunos piensan que ha llegado la peste, pero yo no lo creo, los muertos que encontramos nunca presentaron síntomas de ninguna enfermedad. Menos mal que todas las semanas llegan barcos atestados de nuevos negros, pero ya se está haciendo necesario investigar de qué se están muriendo porque estamos destinando demasiado dinero de la cosecha de azúcar en esclavos; bueno, eso a mí no me importa mucho, pero a ella y a los otros productores de azúcar les está mermando la fortuna. Debo ayudarla, mañana iré a su hacienda a ponerle mis esclavos a la orden, compartirlos me dará la oportunidad de hablar con ella más seguido. ¡Si tan sólo pudiera enamorarla!.

26 de marzo de 1776

Quiero morirme, nunca lo había deseado tanto como hoy. ¿Por qué tenía que preguntarle por la tela de seda blanca?, soy tan estúpido que nunca reparé que esa tela era perfecta para un vestido de novia y yo que sólo quería que ella se diera cuenta de que nos cruzamos en la tienda... pero ni siquiera reparó en eso, muy risueña me respondió que la disculpara, que estaba demasiado concentrada en comprar la tela para SU vestido. Se me casa... un francés recién llegado me la enamoró. Tengo tanta rabia por dentro, me odio por ser tan insignificante, odio que todos me vean con la ternura de la lástima desde que mis padres murieron y tuve que encargarme de esta plantación y de mi hermana que además ¡también se va a casar!, me he quedado solo ¡maldita sea, me he quedado solo!...

29 de marzo de 1776

Pensé que encontraría la paz en la muerte pero, aún deseándolo tanto, no encontraba el valor para cortar mis venas, por más que tomara una y otra vez el puñal entre mis manos. Por eso salí a tomarme todo el vino que los bares pudieran darme para inyectarme el coraje que nunca tuve.

Ahora llevo dos días recaudando las imágenes para poderlas describir, bueno, dos días no, dos noches realmente, porque desde que me enteré del matrimonio sólo he podido vivir de noche y sólo así podré hacerlo el resto de mi existencia. Hoy la vida para mí tiene otro concepto, no estoy vivo y no estoy muerto, pero mejor lo explico tal cual sucedió:

Esa noche lleno de ira me fui a un bar y pedí una botella de vino, me la bebí completa y pedí otra; siempre apretando el puñal en mi cinturón, siempre intentando acumular el valor para darle fin a esta vida que se me antojaba inútil sin ella. Y lloraba, lloraba como sólo un hombre profundamente herido puede hacerlo.

Repentinamente escuché sus burlas, justo al mismo tiempo que se sentaba en mi mesa sin ser invitado, con una sonrisa socarrona. Al principio me sorprendió su piel casi transparente, pero no me importó nada más cuando me preguntó si disfrutaba ir por ahí dando lástima. Vi en sus palabras mi oportunidad, tenía que admitirlo, yo no me atrevería nunca a terminar con mi vida, así que ante la "afrenta" podía simplemente retarlo a un duelo donde él tendría la misión de terminar lo que yo no me atrevía. Decidido lo abofeteé y me puse de pie frente a él que no hizo otra cosa que soltar una carcajada y empujarme para hacerme caer de bruces delante de todos. En mi borrachera no podía ni mantenerme derecho y para poder levantarme me agarraba de todo y de todos. Un espectáculo totalmente decadente. Hice un gran destrozo y él no paraba de reír, hasta que el dueño del bar no soportó más y me echó del lugar como a un perro.

Maldije mi vida, maldije mi amor, maldije mi cobardía y así, maldiciendo y con el puñal en mi mano, me encontró Dysan, mi burlón rival, tirado en el suelo, fuera del bar. Pero tenía otro talante ahora, ya no era burlón, ahora simplemente sonreía malévolamente, con una sonrisa que parecía de satisfacción, observándome con mucha atención, como si me estudiara. Cuando ya me empezaba a incomodar su penetrante mirada, de hermosos y asombrosos ojos violetas, se acercó a mí suavemente y me susurró al oído: "acepto, pero con tres condiciones".

Yo mismo no me lo podía creer, mi piel se erizó con su aliento tan frío y su cercanía tan magnética; era un hombre fascinante, su voz era suave, pero sonaba tan distante, como fuera de este mundo; su aliento, como ya dije, era helado, pero lo que más me sorprendió fue el frío de sus manos, que percibí cuando tomó las mías y me hizo levantarme casi sin esfuerzo; las solté inmediatamente pero en mi confusión y mi aletargamiento etílico, de todas las dudas que se me arremolinaban en la cabeza, sólo atiné a preguntarle cuáles eran sus condiciones. Además de la embriaguez de la que ya era víctima, este hombre ejercía una fascinación particular en mí y yo no podía resistirme.

Pausadamente, como si recitara un poema de amor, me dijo: "Una: estaremos completamente a solas, dos: sin padrinos y tres: si tú ganas podrás obtener de mí aquello que desees pero, si gano yo, podré pedirte lo que me plazca y te verás obligado a cumplir". Me sorprendió que sus condiciones fueran tan absurdas y se lo dije, en un duelo a muerte quien gana simplemente sigue vivo, tal vez con alguna propiedad o todas del vencido, y con su dignidad intacta; quien pierde estará demasiado muerto como para complacer ningún otro antojo del ganador, pero una vez más sólo sonrió y me dijo: "sígueme". Y lo seguí...

Va a comenzar a amanecer, seguiré la historia en la noche.

 

30 de marzo de 1776

Hasta ahora me ha gustado mucho el sabor de las mujeres que he probado, pero estoy seguro de que ninguna podrá ni siquiera acercarse a lo que debe ser el dulzor de Sasha con ese cuerpo lleno de coraje, de pasión en la sangre; se le nota la gallardía en sus ojos, que ahora veo tan diferentes, hoy puedo ver en ellos una lejana melancolía. En este momento sé que, si yo me hubiera dedicado a darle protección ella se hubiera enamorado de mí; lo único que ella podría admirar en un hombre es la fuerza y la capacidad de llevarla de la mano por la vida, a su altura; un hombre que fuera tan firme y decidido como ella, que tuvo que encargarse de su hacienda sola, siendo la única mujer entre tanto hacendado varón, como les gusta decirse a sí mismos, desde que su hermano murió. Yo era un patético sumiso ante sus ojos, un muchacho que sólo aceptó los designios del destino y se convirtió en una sombra que vendía azúcar y compraba esclavos para darle de comer a su hermana y vestirla con los mayores lujos, sin si siquiera preocuparse por sí mismo... ella no, ella no es así; siguió adelante con su plantación pero jamás se abandonó, cuida de sus padres, muy ancianos y muy enfermos como para encargarse ellos de todo; cuida de la casa, cuida del azúcar, cuida de los esclavos y de ella misma mucho mejor de lo que lo hacía su hermano. Hablando de su hermano, ya sé que no estaba borracho y no fueron unos maleantes los que lo mataron sin, extrañamente, robarle nada, ella también lo sabe, mas nunca ha dicho nada. Pero se me está pasando el tiempo y debo escribir lo que dejé anoche por la mitad antes de que el sol amenace de nuevo con quemar mis entrañas.

Dysan me llevó a un paraje oscuro y yo me sentía guiado por el camino a la muerte e internamente me despedía de todo cuanto veía. Caminábamos bordeando el río. A través de los largos árboles sólo se podía distinguir el reflejo de la luna llena que parecía seguirnos vigilante. Yo, entre mi borrachera y la oscuridad, tropezaba con todo, pero él caminaba ligero, sin dar un mínimo traspié, como si se supiera el camino de memoria o como si viera todo perfectamente, cual gato, en la lúgubre oscuridad que nos rodeaba. De repente se detuvo en un claro donde no había árboles y la luna era nuestro único techo, alumbrando levemente su rostro que parecía fulgurar.

Supe que había llegado el momento y saqué mi puñal, él soltó una sonora carcajada y se abalanzó sobre mí sin más armas que la fuerza increíble de su cuerpo, dominándome fácilmente y arrebatándome, con asombrosa velocidad, el arma. Quieto y casi aliviado, me quedé esperando resignado el frío filo cruzando mi pecho, con los párpados apretados de miedo y el aliento escapando estremecido. Pero lo que sentí fueron más bien dos filos, muy pequeños, que penetraban mi cuello desnudo y me iban sacando la vida en dos flujos acelerando abruptamente los latidos de mi corazón, en un trance que, lejos de desconcertarme o llenarme de miedo, me hacía abandonarme a un placer jamás sentido. Mi cuerpo perdía fuerzas pero, al mismo tiempo, sentir los torrentes de mi sangre manando hacia aquella boca, hacía cosquillear mi vientre y ocasionaba espasmos de placer en mi miembro, ya erecto, acariciándome con una paz siempre buscada.

Cuando ya el cosquilleo comenzaba a cesar y esperaba impaciente el estallido final, Dysan se detuvo y cayó a mi lado poseso, con los ojos desorbitados e inyectados en sangre y jadeando como si hubiera perdido todo el oxígeno. Poco a poco se fue calmando mientras yo agonizaba, ya casi sin fuerzas, pero terriblemente excitado aún. Se acercó a mí y me rozó con el dorso de su mano la mejilla; ahora se sentía tibio, suave, y su rostro estaba enrojecido, como una doncella enamorada al ver a su amante. Me dijo: "Soy Dysan Plump y soy vampiro, he ganado querido Marion Hansen, ahora tu ser y tu sangre llena de pasiones reprimidas son míos...". Entendí entonces por qué había aceptado el "duelo", no sólo mostraba conocerme, sino que sabía de antemano que ganaría; entendí también sus ya no tan absurdas condiciones: "si yo gano podré pedirte lo que me plazca y te verás obligado a cumplir". ¡Y vaya que pidió!, quería mi alma; me dijo que me seguía y estudiaba desde hacía tiempo, que sabía todo de mí. Me confesó que mató al hermano de Sasha en su afán de destruirla por robarle mi amor y que había corrido con mucha suerte al haber tenido la idea de comprometerse con el francés, porque como ella se empeñaba en seguir altiva y de pie, sin rendirse, como lo hubiera hecho la mayoría de los patéticos mortales, ya pensaba dar el próximo y definitivo paso de matarla. Me dijo, con increíble ternura, que él sería mi consuelo, que nadie me amaría tanto como lo hacía él y que ahora en mis manos estaba la decisión de terminar de morir o convertirme en su compañero eterno; no sin antes recordarme el trato, estaba obligado a cumplir por honor.

Juro que quise gritarle que era un tramposo, que nunca lo amaría como amaba a Sasha, que él me había llevado a un juego que de todas todas sabía que yo iba a perder y que quería morirme, sí, que quería la muerte. Pero no, ni siquiera en ese momento encontré el valor y no me atreví. Aún era humano y me aferraba a la vida como todos, aún era mortal y las palabras suaves de amor me fascinaban, aún la belleza me conmovía y en ese momento no había ser tan hermoso como Dysan; aún tenía convicciones morales y debía cumplir el pacto convenido. Lo miré, ya comprendiendo quién era y lo que me hacía sentir, y le dije: "bésame Dysan, dame el beso de la muerte".

Tan sublimes mis palabras y él sólo se echó a reír: "has leído muchos cuentos tontos de vampiros Marion, las cosas no funcionan de esa manera tan cursi, no es así, pero si deseas que te bese bien puedo hacerlo, no tengo ningún problema". Efectivamente me besó mientras se abría una herida en el costado izquierdo de su pecho con el puñal; yo me deleité en su beso, su lengua buscándome, sus labios carnosos, de seda, abarcando los míos. Pero fue su casi imperceptible gesto de dolor al cortarse con el puñal lo que me excitó increíblemente; ese leve fruncir del ceño, sentir que sus labios se apretaban un poco más y el ligero quejido seguido por su orden: "bebe". Y bebí, tomé la sangre directamente de su pecho, esa sangre mezclada con la mía. Me di cuenta de que lo que acababa de sentir minutos antes no se comparaba con este placer, su corazón latía con fuerza reflejando las vibraciones en mis labios sedientos y el mío se iba acompasando rápidamente a ese latido. Acabé copiosamente, en convulsiones descontroladas que me despegaron de su pecho justo para notar que él también se había venido en placer. Fue así como me convertí en vampiro.

 

23 de abril de 1776

Hoy mi Sasha contraerá matrimonio, justo casi un mes después que abrí mis sentidos y me di cuenta de lo que realmente significa amar. No conoces la verdadera entrega hasta que no bebes la sangre del ser que amas y le haces beber la tuya, lo supe medianamente con Dysan, no he sentido el mismo placer desde que bebí su vitae y yo, ciertamente, no lo amaba para ese momento, por lo menos no como ahora. Pero ese ritual no podemos repetirlo hasta otra luna llena, el único día del mes que podemos exponer nuestra propia sangre sin riesgo de morir; la luna es como nuestra madre protectora, ella nos quita fuerza y nos la da, aunque ante los mortales siempre seremos más fuertes, por más débiles que estemos; "superiores" como dice Dysan.

El problema es que la primera luna llena la quiero a ella, quiero que ella me posea y quiero poseerla, no pienso en otra cosa. Dysan lo sospecha y presiento que quiere matarla. Estoy aterrado porque él es mucho más antiguo y por lo tanto tiene más poder que yo, así que no puedo pensar siquiera en enfrentarlo; sin embargo, no estoy dispuesto a permitir que extermine a mi amada.

Pero hoy me preocupa otra cosa, se me casa mi Sasha y no lo podré evitar, ¡justo decidió casarse al mediodía, cuando nuestro peor enemigo está en su máximo apogeo!; pensaba matar al francés ayer y beberme su sangre en la cena, pero Dysan muy astutamente le insistió a mi hermana que preparara un "banquete sorpresa" para mí y así me tuvo preso toda la noche, haciendo lo que un vampiro más detesta: simular que está comiendo. Mi hermana está encantadísima con mi "amigo de las afueras" que está manejando mis finanzas luego de perder trágicamente a su familia en un incendio; creo que la pobre se está enamorando de él y Dysan se aprovecha de eso para mantenerme alerta y a su lado vigilando. Una vez me dijo "el mismo amor que me inspiras corre por la sangre de tu hermana", a veces realmente lo odio por eso, no sé si por celos o porque bajo ese chantaje me puede mantener controlado. Ahora me concentro en adelantar el matrimonio de ella y que se vaya de una vez, lejos de mí, pero sobre todo lejos de Dysan. ¡Maldita sea y yo que no puedo evitar el matrimonio de Sasha!

24 de abril de 1776

No dejaré que el francés posea a Sasha, ¡ella es mía!. Se lo he dicho a Dysan y, contrario a lo que me imaginé, no se perturbó, sólo me dijo que hasta que no me despegara de mi lado humano sería un vampiro menor. Me dolió su indiferencia y que me calificara de esa manera, yo creía que me amaba locamente, pero ni siquiera se molestó cuando le dije que mataría al francés a sangre fría y me libaría toda su sangre lentamente, sorbo a sorbo; apenas sonrió de lado y hasta me pidió que compartiéramos la sangre del tipo, que tenía tiempo que no bebía sangre francesa pura y que suele ser como sus vinos, las más dulces y exquisitas.

Pero no me voy a dejar vencer por su indiferencia, sé que es una treta, Dysan es fascinantemente astuto, está jugando con mis sentimientos mortales, pero ya estoy asumiendo mi nuevo estado; él no sabe que ya no es sólo mi amor por Sasha lo que me mueve a matar al francés, es que no puede un simple mortal ganarme el objeto de mi deseo, no, mi poder es infinitamente mayor y se incrementa cuando siento ira, además, si me hubiera dado la gana de seducir ahora a Sasha lo hubiera logrado, sólo no lo he hecho porque no me quería valer de mi poder vampírico para eso y no quiero comprometer su reputación; sin embargo, sé que Dysan tiene razón, tengo que librarme completamente de mi lado humano porque me impide jugar con mi nuevo poder sobre los demás; la raza mortal cada vez me parece más patética, sólo ella, mi Sasha, me interesa, ella es superior, como nosotros, y es el objeto de mi deseo... ¡el francés tiene sus tristes horas contadas!

25 de abril de 1776

Lo logré. El francés no pudo poseer a Sasha, pero no tuve que matarlo yo, Dysan lo hizo por mí, me dijo que era un regalo y me trajo su cuerpo para que bebiéramos de su sangre juntos. Tenía razón, su sangre me recordó los mejores vinos franceses. Definitivamente Dysan sabe como enamorarme. Hoy es luna llena pero puedo esperar ahora tranquilamente a la próxima para beber de Sasha; hoy mi sangre será para Dysan y la suya mía. He preparado todo, le dije que tomara uno de mis esclavos (siempre toma los de los vecinos, nunca los míos) y yo haré lo mismo, porque nuestra sangre no es alimento y debemos estar fuertes, nuestra sangre es sólo para hacer el amor como ni siquiera el más sublime mortal puede imaginarlo. Sólo un vampiro sabe lo que es la verdadera entrega.

22 de mayo de 1776

Sasha ya sospecha de nosotros lo sé, los esclavos le han ido llevando noticias de nuestro comportamiento extraño y ella no ha parado de investigar desde la penosa muerte de su esposo; en estos días me dijo irónicamente que le había extrañado mi ausencia el día del matrimonio de mi hermana, quien felizmente ya abandonó mi casa con su esposo y se olvidó de la mala idea de amar a Dysan, claro, todo gracias a una ayudita de mi poder de implantar órdenes que parecen "voluntarias". He crecido rápidamente a nivel mental, según Dysan mi punto flaco es el físico por estar todo el tiempo pendiente de Sasha y gastar mis energías en ella, pero es que ella no para de sorprenderme, su alma es indestructible, tarde entendí por qué Dysan mató a su francés, supuso que esto la destruiría de una vez, dos muertes cercanas en tan poco tiempo serían suficientes para desvanecer las fuerzas de un mortal, pensaba Dysan, que aún no sabe que ya aprendí la capacidad de leer los pensamientos y cerrar los míos poniendo otras imágenes encima, por eso debe estar más calmado. Pero Sasha, mi eterna amada, no desfallece, sin embargo su mirada, que antes sólo expresaba una lejana melancolía, ahora está cargada de odio, sabe que Dysan y yo somos responsables de la muerte de su esposo pero no tiene la certeza. Dysan no se preocupa, para él es una simple humana, con una fuerza que empieza incluso a atraerle, pero nada que represente peligro, sin embargo a mí sí me inquieta, no sé por qué pero siento que no debemos subestimarla, sé que está muy cerca de descubrirnos.

24 de mayo de 1776

Hoy es el día, Dysan y yo decidimos compartir a Sasha, hoy es luna llena, esta noche ella sabrá lo que es amar y ser amada, no me sorprende que Dysan se haya fascinado con ella, me lo confesó anoche, y ni siquiera me da celos ya, he comprendido que el amor de un vampiro es infinito y estoy convencido de que nadie, ningún ser, es capaz de vivir tan intensamente, aunque sea después de la muerte y de dejarse sentir libremente las emociones más profundas, desde el odio hasta el amor. Esta noche le mostraremos eso a Sasha. La cita está marcada: a media noche, con nuestra madre como único techo, Sasha será nuestra.

 

 

 

***

 

"Acá termina el diario de Marion Hansen, el vampiro. Nadie supo a ciencia cierta qué pasó, entre los esclavos se rumoraba que ‘La Dueña’ era una bruja maligna, que ella era la responsable de todas las extrañas muertes y desapariciones que se ocurrieron en las plantaciones de azúcar de Nueva Orleáns en el siglo XVIII y no estaban tan equivocados. Una noche de luna llena, la misma en la que termina el diario, la mítica ‘Dueña’ que estudiamos hoy, cambió radicalmente su comportamiento y su aspecto. Nunca nadie la vio envejecer y un buen día desapareció inexplicablemente dejando como única explicación a sus esclavos que tendrían un nuevo dueño y que la señora Sasha Dupont Baros había sido atacada por una terrible enfermedad que la obligaba a abandonar las plantaciones si se quería recuperar. Pero, se preguntarán qué pasó con Marion Hansen y Dysan Plump, pues desde esa noche nadie más los vio, los esclavos dicen que los vieron entrar en casa de la ‘Madame’ pero nunca más los vieron salir."

Todo esto lo decía la profesora de la cátedra de Misterios y leyendas de la Edad Moderna. La clase terminó con rostros desilusionados de chicas que esperaban ver consumado el amor de Marion y Dysan por Sasha, y de chicos molestos porque no entendían qué pasó con los dos fuertes vampiros y cómo era posible que la apodada "La Dueña" sobreviviera a ellos, pero de pronto todos los alumnos comenzaban a sentir el sueño que les atacaba siempre al final de la clase de la profe Saskia, ¿por qué será que siempre tenían que ser tan tarde en la noche?.