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Amores Inmortales. El beso de la muerte 3

en Grandes Relatos

AMORES INMORTALES

El beso de la muerte

Mi gatita necesitaba su revancha. Lo supe siempre, era ella quien podría dominarnos, doblegarnos, odiarnos y amarnos. Escribo esto sin fechas. Ellos aún son jóvenes y están pendientes del devenir del tiempo pero cuando tienes tanto tiempo como yo y con tanta soledad en el pasado, te das cuenta de que los días, las noches, las horas y sus segundos nada importan. No respiramos, no tenemos calor en la piel, nuestras lágrimas son sangre, nuestro cuerpo entero es sangre, más nada.

Sé que en algún momento cada uno se sentirá impulsado a escribir sobre "sus" respectivas noches al morir, sé que incluso habrán queridos y atentos lectores como tú, que se meterán en la historia, que deseen o no ser ellos, que quieran conocerme...

Já, no querrás conocerme querido lector, no departo con humanos sino para alimentarme, a menos que... no, lo dudo, mis otros dos yo ya están completos ¿serás tú el que tiene esencia como ellos para llamar mi atención una noche desesperada?, ¿crees tú, respetado lector, que esa noche que querrás morir yo apareceré para drenarte esa idea de muerte?... mmm yo no creo; seguro pronunciarás mi nombre pero no apareceré, así que sólo suéñame, ahí podrás tal vez, y eso si eres muy imaginativo, sentir el sabor de mi sangre robándote la vida.

Pero, a lo que iba. Sasha bebió sangre de los dos y lo consentí porque, de cualquier manera, ella sería un ángel poderoso, lo tenía en el alma y se reflejaba en sus fulgurantes ojos desde pequeña. Claro, me cuidé de que la primera gota fuera mía, mi progenie, no la de Marion. Ella tal vez merece más todo esto que nosotros y no lo digo sólo por las ventajas, no, también por las desventajas, que a mi "edad" no son tantas, pero ya lo verán ellos a través del tiempo.

Imagino que esperabas algo más "perverso" de mí, tal vez más oscuro, pero la verdad es pura y simple: me apasionaron desde siempre y sí, unos simples mortales no me iban a controlar más mis noches de acecho y caza.

Mi historia poco importa, mi horrible noche de muerte no te la contaré, tan sencillo porque es horrible y punto. Y la merecía, además. Ella no podía seguir soportando mis maltratos, mi indiferencia, y cuando ese vampiro le dio el poder, ella, como mi gatita, tomó revancha. Sí, te estarás preguntando quién es "ella", pues ya nadie, Eleanor desapareció de mi no-vida y nunca pretendí buscarla. Eso es todo lo que se puede decir de ella: era mi esposa, la maltraté física y mentalmente con mi fría indiferencia y ella se vengó de mí. No seas curioso lector, el resto no importa.

Y tampoco escapamos Marion y yo de la venganza personal de Sasha. Ella no iba a desistir en su objetivo. ¡Tan parecida a mí mi gatita! Como dije, consentí que bebiera de los dos aún a sabiendas de que eso le otorgaría un poder muy grande en el momento de ser convertida en uno de nosotros y, aunque me sorprendió más de lo que esperaba, yo estaba dispuesto desde el principio a dejarla liberar su furia sobre mí y sobre Marion; además, no pensé que tan rápidamente fuera conciente de su nuevo estado y lo pusiera en práctica tan a la perfección. ¿Que por qué lo consentí? Pues simple también, sabía que ella le pondría precio a pertenecernos, sabía que ella nos haría pagar puntualmente, y por adelantado, lo que valía el hecho de que nos acompañara eternamente. Pues nada, a pagarlo, aunque me haya costado hacerle entender eso a Marion, quien, desconsolado no entendía el encierro al que nos sometió durante años (perdí la cuenta amigo, no preguntes tantos detalles, te reitero que los años para los vampiros pasan como minutos, la inmortalidad suele hacer que perdamos el valor del tiempo).

Pero me disperso. Iba a contar cómo nuestra amada gatita, astuta, nos debilitó mucho al quitarnos buena parte de nuestra sangre; luego, nos llevó a un sótano, fuera de la casa, donde nos encerró (aún no sé bajo qué artilugios, pero indudablemente efectivos) y nos hacía llegar, una vez por semana y siempre durante el día, a un esclavo, alimentándonos apenas lo justo para mantenernos vivos y concientes.

Muchas veces conversábamos con el poder de nuestra mente, ninguna de las cuales le pedí que nos liberara. Aún francamente débiles, Marion y yo pasamos noches haciendo el amor y yo se lo describía a ella para provocar su ira o su placer, depende del día. Le narraba cómo lo besaba, cómo nos mordíamos y apenas sorbíamos un poquito de sangre, cuando sabíamos que era luna llena; disfrutaba contándole cómo lo penetraba o como me penetraba él a mí. Jeje no lector, no te contaré eso con detalles tampoco, más bien siente la ira de Sasha, sus celos y su pasión mientras yo le contaba en tantas ocasiones cómo el amor entre Marion y yo crecía y nos mantenía firmes con el paso del tiempo. ¿Ves?, imagínate, si a ti te hace sentir eso ¡qué tanto ocasionaban mis narraciones en la Dupont!.

A veces ella me gemía un orgasmo en la mente y eso era suficiente para hacerme acabar, en fuerte éxtasis, sobre o dentro del cuerpo de su "dulce". Sé que ellos también se comunicaban, nunca lo hicimos los tres en conjunto, pero sí sé que mientras para Marion los "te amo" eran su frase del día (está bien está bien lector, seré más preciso, "de la noche") para mí los "te odio gatita" y los "te odio oscuro" eran el menú más común.

Pero un día me cansé de tanto encierro, de tanto esclavo que, a través del tiempo, pasaron a convertirse en mozos y hasta chicas que no imagino bajo cuáles mecanismos Sasha lograba hacer llegar hasta nuestro sótano; y solté la frase que sé que ella esperaba de mí. Lo que yo sabía su "precio".

Comenzó uno de sus ya acostumbrados juegos nocturnos, describiéndome cómo había atraído a un chico a su cama, francés, para colmo de males, y se disponía a hacerle el amor y luego beber de él su delicioso "vino". Supe que también se lo decía a Marion por esa expresión de ira, placer y tristeza que siempre lo invadía cuando ella hacía lo propio con su mente al narrarle sus devaneos eróticos. Como dije, yo ya no resistí más...

¿Les gustó la mozuela que llegó esta mañana mi Oscuro?

Sasha...

Yo estoy a punto de celebrar libando un buen vino francés que me espera ansioso en la cama... ¿recuerdas esa cama?, hoy tiene seda blanca...

Sasha...

Vaya, Vaya, ¿el gran Dysan no sabe hoy sino pronunciar mi nombre?

Sabes bien por qué no me salen más palabras...

Sí lector, sí, ella me redimió también a mí; sí, pues, la noche que yo necesito escribir es la de MI liberación.

No lo sé, tal vez estás muy ocupado lamiendo el cuerpo de mi dulce, tal vez aprovechan una vez más la luna llena para compartir un poquito de su sangre... lo único que sé con certeza es que este francés tiene un miembro que sabe a gloria y sus manos saben bien dónde buscar para hacerme sentir un divino cosquilleo de placer...

¡Sasha, para con eso!

No la veía, pero sé perfectamente que ese arrebato por mi parte la había sorprendido. Los suspensivos mentales se hicieron largos y Marion relajó su expresión, por lo que sabía que a él tampoco le estaba llegando nada; mi gatita no sabía como reaccionar, pero yo sabía que no tardaría en hacer algo; ella, aún hoy, tiene la costumbre de no quedarse callada.

Vaya tantos años disfrutando de lo que te cuento y ahora te me vas a poner con esas... ¿o es que te da celos que sea justo un francés como tú? Fíjate, hasta parecido es, lamentablemente sus ojos no son violetas, pero tiene rizos dorados... mmm y unos mágicos dedos que me exploran como lo hiciste tú esa noche, ¿recuerdas?. Claro, esta vez con mi consentimiento...

Sasha...

¿¡Qué!?

Te extraño y... te amo...

Y ay lector lo que me costó pagar el precio de decir eso.

Los siguientes minutos fueron una agonía aún mayor que la de todos esos años sin verla. Marion se incorporó de la cama que habíamos compartido en ese sótano cada noche, se me acercó, me tocó la mejilla casi con ternura, me dio un beso en los labios y me dijo "Vístete, Sasha ya viene".

Su tranquilidad, su seguridad, su templanza, su orden decidida... sí, lo había logrado, mi Marion y mi Sasha, en su esencia pura, con sangre fuerte, resueltos y VIVOS. Les había logrado dar lo que descubrí yo al "morir". Pero yo tuve una suerte adicional que ellos no han tenido: Yo renací dos veces y esa noche fue la segunda.

¡Bah!, lector, no te engañes, puedo tener estos lapsus pero eso no cambia lo que soy ni lo que eres. Tal vez ya no desees invocarme tanto como antes, pero aún estoy en tu mente, latiendo; y ese deseo te invade con fuerza, lo sé; quieres mis dientes en tu cuello, quieres mis manos para recorrerte, quieres que pronuncie tu nombre en mi mente, quieres que te posea... sé lo que soy mortal, sé de tu fascinación por mí, sé que si has llegado hasta acá en una historia que te hace debatir entre creer o no creer, es porque necesitas soñar con que Dysan Plump existe en algún lugar del mundo y, aún más osado, quieres que llegue a ti, justo a ti; pero piensa en esto: ¿qué tan especial eres? ¿qué tan sobresaliente, entre la triste y patética raza humana, como para que yo te quiera?, ¿tienes idea de lo particular que debes ser para convertirte en uno de nosotros?, ¿lo eres?, jajaja, sí, yo soy arrogante al decir todo esto pero ¿no lo eres más tú al responder afirmativamente a todas mis preguntas?. Insisto lector, no te engañes, te conozco y conozco de tus deseos; también sé que quieres que sea cruel, que sea perverso, que sea oscuro; pero yo acá no estoy para ser lo que tú quieres, estoy para ser lo que soy, para mí y por mí, ¡ah! Y por ellos, por mis eternos compañeros.

Pero quieres saberlo, sí, quieres saber qué hizo Sasha con nosotros. ¿Que también la deseas a ella?, já, no me cabe duda; ni qué decir del dulce Marion y tus ganas de saber si es o no tan dulce como parece; te anticipo, no te gastes, él es él en sí mismo, ni yo ni nadie sabe sus dosis de dulzura y de perversión; tendrías que verlo conmigo en la cama, lo duro, lo apasionado, lo lascivo que es y lo entregado... siempre tan entregado; aunque al final no se pueda saber si realmente lo está, o hasta qué punto; ese es mi Marion, el hermoso, nuestro enigma compartido.

Sí, sí, ya sé que quieres saber si hicimos el amor los tres; eres humano, esas son tus "curiosidades", para eso sigues leyendo ¿verdad?. Quieres que te cuente si la violé otra vez, que te describa con todas sus letras cómo la penetré, si es que la penetré, o como Marion y yo nos besábamos mientras ella se turnaba en una magistral felación entre su miembro y el mío; quieres que te diga si mi lengua se paseó a placer por su vulva sonrosada y si también tuvo esa dicha Marion; si gemimos, si suspiramos si gritamos de éxtasis los tres y, por supuesto, tu morbo mortal hasta querrá saber si la penetramos los dos al mismo tiempo sintiendo cómo sus cavidades nos apretaban gustosamente y cómo su menudo cuerpo quedaba aplastado entre los nuestros. Querrás saber los detalles mundanos de un encuentro sexual entre cuerpos sedientos y llenos de deseo.

Pero, hay un detalle, no somos como tú querido, somos vampiros y aunque te moleste, somos superiores a eso. Además, por encima de todo soy un caballero (de los de verdad, de los primeros) y no daré los pormenores de un encuentro, si es que lo hubo, entre dos vampiros y una vampira. Sólo te dejo como reflexión una cosa, estate atento a los adjetivos que usé, mira tú qué detalles son tan personales, como para poderlos describir en todo cuando acabo de decir y saca tus conclusiones de lo que pasó y no pasó. Ay ¡cómo me gusta hacerlos pensar más allá queridos mortales!

Ahora bien, nos aburrimos, ¿verdad?, tanto yo de escribir como tú de leer. Puedes parar acá, lo que viene no interesa mucho más que a nosotros tres, lo que viene es el cierre de nuestra noche de sangre, lo que viene es el fin y a su vez el comienzo.

Tenía razón la muy condenada, ese francés se parecía a mí. Estaba aún algo atontado sobre la cama, ella había bebido de él antes de buscarnos, y por su expresión agotada, se notaba que no duraría mucho más. Tampoco mentía en que su cama estaba vestida de sedas blancas y el chico parecía una hermosa edición especial de un exquisito vino, con botella de corcho dorado. Con él sellamos el pacto, el brindis de eterna unión, desnudamos nuestras almas bebiendo de sus delicadas muñecas y de su cuello y aprendimos de Sasha no hacerlo sufrir. Me obligó a hacer con él lo que, aquella lejana noche de mayo, hice con ella: transmitirle mi placer, algo que, según nos informó, ella practicaba desde esa noche. Increíble, mi dura y cínica, se tornaba compasiva y mi dulce, fuerte y decidido. Qué hermoso paseo entre nuestras psicologías. Lo somos todo querido mortal, nosotros tres lo somos todo y eso es lo que me gustaría que entendieras bien, las pasiones nos alimentan, la sangre es nuestra guía, ¿qué más puedes esperar? ¿aún te cabe duda?.

De mi pecho bebieron mis dos amantes, al mismo tiempo, luego de darme el último sorbo del francés que yacía ya muerto sobre la cama. Ella permitió que de nuevo Marion se adueñara del lado izquierdo, así como yo permití que él fuera el primero en su vida. Los dos supimos siempre el lugar que él ocupaba en nuestra alma y lo respetamos hasta hoy; aunque, debo confesar que a veces quisiera que ella se atreviera a morderme suavemente la tetilla izquierda y penetrara con sus colmillos la carne más cercana a este corazón que, a ti, lector, seguro se te antoja monstruoso. Pero mi gatita no lo hará, lo sé, tal vez si yo se lo pido, pero tampoco lo haré y ella también lo sabe. Si tan sólo pudieras tú comprender lo que somos.

Lo importante fue su beso. El beso que me dio vida de nuevo; sus labios aún bañados con mi sangre junto a los míos, su lengua con ese sabor dulce enredándose a la mía suavemente, tan suavemente que me sorprendió. Mi antigua gatita virgen, ahora me poseía apenas con su boca, me deshacía como jamás lo había estado. Mansamente llegó mi tan ansiado regalo; de su mente a mi alma, como un suspiro hermosamente lejano, viajó su voz suave a través de los linderos de nuestras sienes, y su sentimiento, tan apretado como el mío, estalló: "Dysan, mi oscuro, Te amo...". Entendí que no eran historias tontas de vampiros las que Marion había leído, que el dulce me había entregado una premonición, porque así deben ser realmente nuestras historias si quieren preciarse de serlo. Marion me pidió: "bésame Dysan, dame el beso de la muerte", y yo hice exactamente lo mismo con Sasha ante una sonrisa satisfecha de él. "Bésame Sasha, dame el beso de la muerte". Y como ves, me lo dio, entregándome con ese beso la respuesta a mil preguntas siempre formuladas, a mil ansiedades, a miles de ganas. Y a nuestro futuro, el sueño de nuestro eterno futuro de mil caras, de mil épocas, de mil lugares pero con tres únicos protagonistas. La vida y la muerte es sólo eso, somos sólo ellos y yo.

Y ya ¿qué queda por decir?, pues que ahora andamos por el mundo como tres hermanos; ¿te ríes? ¿acaso piensas que no lo somos?, pues sí, somos unos incestuosos vampiros, porque por nuestras venas corre la sangre compartida durante más años de los que tú puedes contar en tu vida y, además, nos encargamos, cada 28 días, de renovarnos el amor y el deseo con nuestra otra testigo siempre colgada en plenitud a nuestro eterno cielo negro; digo otra porque tú eres medianamente testigo también, mira qué favor te hago y seguro te hacen ellos si tienes, primero, la suerte de que escriban y, segundo, de encontrar los tres testimonios. Si algún día es así, considérate afortunado.

Finalmente sólo una cosa me queda por acotar, el tiempo ha ampliado nuestros paladares y ahora apreciamos el vino de casi todos los recipientes; hemos aprendido que mientras más bello el mortal más deliciosa es su sangre... ¿serás tú? ¿tendrás en tus venas nuestro próximo elíxir a libar? Mmm, si estás seguro de ello espéranos una noche, tarde o temprano tres ángeles oscuros te visitarán e invadirán tus carnes, tu alma y tu sangre a dentelladas placenteras. Te aseguro que tanto más lo desees más posible será nuestro encuentro.

Una de estas noches querido mortal, una de estas noches...