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Mi última acampada y mi primera vez (4)

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Mi última acampada y mi primera vez IV

Fue una época memorable, nunca hubiera creído que una acampada hubiese dado para tanto. Jamás hubiera imaginado que en dos días hubiese tenido tanto sexo y tan variado y lo más importante… aún restaban unos días más por delante.

Nos habíamos despedido de María, el camino no era largo y Javier y yo tuvimos oportunidad de comentar las mejores jugadas, una conversación típica entre adolescentes a la que se añadía el morbo de haber disfrutado no sólo de una gran mujer, sino el uno del otro.

Era evidente que intentábamos evitar los comentarios sobre los contactos que él y yo mantuvimos, casi toda la conversación estuvo dirigida a lo maravillosa que era María y lo buenísimo que había sido el sexo con ella.

Estaba salidísima, no veas como me puso cuando se metió la uva, menuda sorpresa, eh? – comentaba yo.

La verdad es que si, no imaginaba que esos juegecitos los viviría en primera persona – replicaba Javier.

El problema ahora son nuestras chicas. ¿Tu vas a contar algo? – dije yo

¿Tu estás jilipollas? ¿Cómo crees que se lo va a tomar ella? ¿Crees que te va a felicitar por haberle puesto los cuernos? – me replicó Javier con cierta sorna – Pareces tonto, tio – concluyó.

De verdad, pensaba que contándoselo el sentimiento de culpa que me empezaba a invadir, sería menor, pero la verdad es que era bastante egoísta, ahora me doy cuenta de ella, estaba convencido que si se lo contaba me perdonaría y así me ayudaría a sobrellevarlo.

Javier, aparte de mayor que yo en edad, era bastante más adulto… no sé, ahora pienso que mucho de lo que ocurrió entre él y yo, seguramente estuviese planeado de antemano. Aunque en ese asunto tenía toda la razón.

Con el dilema, llegamos por fin al lugar de acampada, era un valle de pinos y álamos junto a un embalse, le llamaban “siempreverde”, porque la hierva estaba siempre fresca y los contrastes, en otoño, de los ocres de las hojas caducas y el verde del pinar hacía de éste un lugar ideal , un lugar de los que ahora ya no se pueden disfrutar, bien porque está prohibida la acampada por culpa de los domingueros que no lo cuidan (como es el caso) o bien porque lo ha quemado algún imbécil (como el de tantos otros).

No nos costó mucho encontrar a nuestras novias y la otra pareja, porque, por suerte, el lugar donde solíamos acampar siempre no había sido ocupado por otros campistas. Era un rincón de la zona, muy cercano a la orilla del embalse y suficientemente retirado de los típicos “domingueros” como para tener un mínimo de intimidad, aunque ello supusiera tener que andar unos cuántos kilómetros para llegar a la fuente de agua potable.

Fuera estaba sólo Kritosu haciendo una fogata para el café, las tres chicas aún seguían durmiendo dentro de la tienda, aunque ya era bastante tarde.

Kritosu era un chico simpático, le llamábamos así porque era el mote que tenía en el instituto, con un prometedor futuro de informático (la informática empezaba a imponerse en España y él era el único de nosotros que tenía PC), con aspecto intelectual, pelo largo y rubio, gafas modernas de pasta, cuerpo bien definido y de una estatura de más o menos 1,80, supongo, aunque nunca lo pude confirmar, que el mote se debía a su aspecto de medio dandi medio hippy, era el novio de Gema, la otra pareja que se había apuntado a la acampada.

Para disgusto de Javier, que era muy purista en asuntos de campismo, habían plantado la tienda “familiar” que los padres de Krito se llevaban a los campings de playa y en la que cabían más o menos holgados 8 adultos con un avance que hacía las veces de “porche” para comer. Nosotros llevábamos una canadiense de 4 plazas en la mochila (en la mía, por cierto) y el plan había sido que ellos llevaban otra canadiense de 6 plazas y nos echaríamos a suertes que pareja dormiría sola en la de 4.

- Coño, bienvenidos… nos os esperábamos hasta mañana, ¿Qué pasa, que habéis venido haciendo “footing”? – nos gritó -

- Joder que escandaloso es éste – comentó Javier - ¡¡¡ Se va a enterar todo el monte de que hemos llegado, quíaaaa las cabraaaaas , onde vas con la ruloteeee¡!! – Le gritó con malhumorada sorna -

Nos reímos burlonamente, Krito se rió igualmente y nos preparó unas tazas para tomar café, mientras las caras risueñas de la chicas aparecían en la abertura de la tienda de campaña.

La verdad es que el recibimiento me ayudó a evadirme un poco de los negros pensamientos que tenía.

- ¿No creéis que ya es hora de levantarse? – les riñó Javier – Claro, como tienen criada en la mansión – refiriéndose a Krito -  pues a vivir que son dos días, ¿no?.

Justo había empezado a arder la fogata y, aunque no llovía como el día anterior, la temperatura había bajado bastante, así que dejamos las mochilas a un lado y nos sentamos junto al fuego para calentarnos y tomar un café.

- Hemos pensado que es mejor esta tienda, así estaremos más cómodos y como ya no hay remedio…, pues a joderse – apuntó Krito - ¿Cómo habéis tardado tan poco? ¡¡¡ No me jodáis que al final habéis venido en bus también!!!

- Que va, nada de eso, es que al final se puso a llover y decidimos hacer dedo (autostop) y nos han traído hasta San Martín. – Aclaré.

- Sois unos puñeteros… de haberlo sabido hubiéramos ido con vosotros – dijo mi novia sacando la cabeza de la tienda –

- ¿Vosotras?, si hubierais venido vosotras nos hubiera tocado andar los 150 kms. – se burló Javier

- ¿Tu crees que con este cuerpo no nos hubiera parado nadie? – apuntó Gema la novia de Krito, saliendo de la tienda en braguitas y camiseta.

La visión me dejó pasmado. Gema había sido desde siempre mi amor platónico, para mí era la mismísima reencarnación de Afrodita, evidentemente la tenía mitificada, pero no por eso dejaba de ser una chica realmente atractiva, con una cabellera ondulada de color castaño claro, ojos marrones claros y unas proporciones que sin saber sus medidas a mi se me antojaban perfectas, excepto, quizás, por su descomunales tetas que le daba un aire de chica “play-boy” y esa atracción sexual que tienen algunas mujeres, que sin ser guapas, azuzan la testosterona de  todos los hombres con los que se cruzan.

La imagen frente a nosotros, con la camiseta que por grande que fuese no lograba ocultar las opulentas tetas y las braguitas, que siendo de algodón y de las que yo llamo “de cuello alto” por lo grandes, tampoco podían ocultar un monte de Venus espléndido y su rajita bien definida en el tejido, ¡¡¡resultaba exultante!!!.

Era mi primera acampada con esta pareja, pero no así entre Javier, Marijo (su novia) y ellos y por la risa de éste y de Marijo dentro de la tienda, me pareció que la falta de pudor de Gema no era algo nuevo.

Inmediatamente sentí la mirada de mi novia, que sabía de mi reverencia hacia Gema, y me hizo sentirme nuevamente fatal. Me quería, de eso no cabía la menor duda y yo la estaba faltando al respeto y a su amor, no pudiendo quitar la vista de las braguitas de Gema.

Así que, en un alarde de castidad, desvié la mirada hacia ella y la dediqué una sonrisa intentando que no percibiese mi azorado estado.

Me la devolvió muy alegremente, sin parecer que le diese demasiada importancia a la situación y volvió a meter su cabeza en la tienda para terminar de vestirse, lo cual me dio un poco de alivio.

Gema la siguió mientras Krito la recriminaba – Tía, joder, ¿cómo se te ocurre salir así?, se te va a enfriar el coño y luego no querrás guerra –  Se oyeron risas dentro.

Lo cierto es que Krito era un tipo con muy buena educación, pero cuando se encontraba entre amigos era de los más grosero, supongo que una forma de congeniar, ya que ninguno de nosotros “nos cortábamos un pelo” en nuestro vocabulario.

- Chaval, Gema esta cada vez más buena, tiene un polvazo – le dijo Javier.

- Pero siempre le duele la cabeza – se quejó Krito – no hay forma, macho, follo menos que un casado. (risas dentro y fuera)

Ya estaba el café y al olor de éste, las chicas aparecieron, debidamente vestidas, para desayunar.

- ¿Y quien os ha parado? – preguntó Marijo.

- Si te digo la verdad, no te la vas a creer… – contestó socarronamente Javier.

- ¿Porqué no nos lo vamos a creer? ¿Qué ha pasado? – preguntó mi novia.

- Porque nos recogió una tía que podría ser nuestra madre, nos llevó a su casa, cerca de San  Martín, nos dio de comer y después nos la follamos dos veces y además éste y yo – dijo Javier echándome en brazo alrededor del hombro – con la calentura del momento nos hemos comido la polla y abierto el culo mutuamente -

Yo quería que me tragase la tierra o mejor aún que se tragase a Javier.

Todos rieron, ese tipo de salidas de tono de Javier eran bastante habituales.

- Vale, o sea que os recogió un viejo, le invitasteis a un café y os mandó a cagarla de nuevo a la carretera – comentó Marijo.

- Más o menos – me anticipé a decir, aliviado y riendo falsamente.

Se rieron todos, mientras Javier me miraba de reojo. El cabrón estaba disfrutando con lo mal que yo lo estaba pasando.

- Me cago en la leche, tios, pues me podíais haber avisado, así hubiera disfrutado yo también de vuestras pollas – añadió Krito.

La verdad es que Krito siempre andaba con ese tipo de bromas, algunas veces nos agarraba el paquete y decía que nos lo comería todo o nos agarraba por detrás haciendo que nos sodomizaba, pero siempre lo habíamos entendido dentro del contexto, intentaba ser gracioso.

- Pero que pedazo de bestia eres algunas veces, joder – le recriminó Gema.

Terminamos el café y nos dispusimos a plantar la tienda, pero las chicas nos dijeron que no hacía falta que con la que ya tenían era suficiente, así nos daríamos más calor por la noche, si seguía haciendo el mismo frío con el que se había levantado la mañana.

Javier, haciendo caso omiso y mandándolas a la mierda, supongo que por orgullo y testarudez, dijo que por haberla traído a cuestas (curiosamente yo y no él), que se plantaba, aunque fuese para meter las mochilas y la comida.

Ellas, sintiendo que iba a ser imposible convencerle, tomaron airadas sus bolsas de aseo y se fueron a la fuente a asearse, no sin antes dedicarnos unos cuantos improperios.

Cuando se hubieron ido, Krito se puso de pié y se acercó a nosotros.

- Ahora que ellas no están me vais a contar que ha pasado de verdad – dijo.

- No ha pasado nada, Krito, que coño crees que ha pasado – le corté.

- ¡¡¡ Y una mierda !!!. He visto cómo te sonrojabas cuando Javier te ha mirado de reojo.

- Pues ha pasado exactamente lo que os he contado, sólo que no os lo habéis creído – se apresuró a decir Javier.

Me parece que en ese momento le hubiera apuñalado de haber tenido a mano el machete.

Krito se dio cuenta de mi violencia, lo cual no hizo sino confirmarle que Javier no mentía.

- Tio, no me jodas, así que es cierto, os habéis tirado a una extraña en su casa.

- ¡¡¡ Cuántas veces te lo voy a tener que repetir !!!. – dijo Javier en un acceso de soberbia, que eran bastante comunes en él.

- Joder, pues no veas lo que me hubiera gustado estar con vosotros, eso no pasa todos los días – dijo humildemente Krito.

- ¡¡¡ Pues te hubiera abierto el culo también !!! – añadió Javier.

- ¿Y quien dice que eso no me hubiera gustado? sois unos cabrones, ¿así que os lo montáis sin contar con los amigos? – dijo medio enfadado medio en broma Krito.

- ¿Pero que dices Krito? ¿No me jodas? ¿Qué es lo que quieres decir? – Le interrogué.

- Nada, nada, no quiero decir nada – parecía decepcionado y yo no podía creerme lo que estaba oyendo, Krito, el novio de una diosa estaba insinuando que le hubiera gustado tener sexo con nosotros.

Ya habíamos puesto los vientos, así que sólo quedaba levantar la tienda y poner el doble techo.

Krito se introdujo a gatas en la tienda con los palos para alzarla, al tiempo que se agachaba Javier, que estaba tras él, le agarró de las caderas y se juntó a él.

- ¿Así que te hubiera gustado esto? – le dijo, al tiempo que le agarraba el paquete y se lo apretaba.

La visión hizo reaccionar a mi polla y empezaba a tener una erección junto a unas ganas terribles de agarrar también a Krito.

Krito apartó a Javier de un empujón, medio riendo y puso los palos de la tienda, cuando se incorporó su erección era más que evidente, andaba con un chándal de estos que tienen el pantalón muy apretado, lo que dejaba ver que no andaba mal armado. Detalle que tampoco pasó por alto Javier.

Pusimos el doble techo y empezamos a meter las mochilas en la tienda, se metió Javier y Krito para colocarlas, mientras yo se las daba desde fuera. Cuando hubieron colocado todas y krito se dispuso a salir, Javier le agarró nuevamente por detrás y le hizo volver a sentarse delante de él, momento en el que volvió a agarrarle el paquete y esta vez en vez de apretar comenzó a masajearlo.

Krito no había perdido la erección inicial, más aún, ésta aumentaba y héteme a mí ahí fuera mirando pasmado cómo Krito se dejaba hacer con los ojos cerrados y cara de haber estado deseando que llegase ese momento, el cosquilleo, ya conocido, me subía desde los huevos hasta la punta de mi polla.

Krito estaba apoyado en el pecho de Javier que había abierto las piernas para juntarse más aún a él.
Javier le estaba agarrando la polla, que parecía un palo más de la tienda, a través de los pantalones y comenzaba a masajear adelante y atrás muy despacio.

- No te quedes ahí pasmado, entra ya – me ordenó Javier.

Obedecí, no podía negarme.

Entré y me senté al lado de ellos, cerca, muy cerca para ver mejor el masaje que le estaba propinando Javier.

Mi polla estaba a punto de reventar, me la acariciaba a través del pantalón, disfrutaba de la visión.

Javier bajó los pantalones a Krito, que sorprendentemente era lo único que llevaba, no se había puesto ropa interior, así que al bajárselo su enorme polla pareció saltar por lo aires, dando bandazos de un lado a otro.

Krito ayudó quitándose también las deportivas y los pantalones, mostrando unos maravillosos huevos y unas piernas bien formadas sin apenas vello.

Javier no perdió el tiempo, inmediatamente le agarró la polla al tiempo que le dedicaba unos suaves besos en el cuello que hacían el deleite de Krito.
Éste buscaba la polla de Javier, que al encontrarse demasiado pegada a él le obligaba a una postura un tanto incómoda.

Yo en tanto ya me había sacado la mía y me había empezado a pajear.

Krito no aguantó la postura, y teniéndome tan cerca de él, optó por agarrar mi polla con fuerza, era evidente que lo estaba deseando.

Me empezó a pajear como un poseso, por lo que puse mi mano encima de la suya y le hice bajar el ritmo, no quería correrme tan pronto, quería disfrutar más de ese momento.

Javier se movió de detrás de Krito invitándole a tumbarse, este en ningún momento dejó de agarrarme la polla, por lo que en el momento de tumbarse, estiró de ella hasta casi hacerme daño, lo que me obligó a ponerme de rodillas junto a él para facilitarle el masaje.

Mientras Javier se había despojado de sus pantalones y calzoncillos, dejando al aire su inflamada polla que parecía a punto de reventar y poniéndose al otro lado de Krito.

Le apartó la mano de mi polla y agarrándola él al tiempo que se agarraba la suya, tiró de mi para ponerla a la altura de la boca de Krito.

Este entendió inmediatamente lo que Javier quería, así que teniendo las dos pollas a su alcance, las tomó y se las metió en la boca.

La calidez de su boca, añadido a la unión con otra polla, nos hizo gemir a Javier y a mi, mientras Krito nos regalaba más placer, sacándolas de vez en cuando y lamiendo con la punta de su lengua nuestros glandes.

Era increíble ver cómo intentaba meterse más en la boca de lo que realmente podía, no le cabían más que nuestros dos capullos y a duras penas, pero los intentos me proporcionaban casi el éxtasis.

- Cometelas, maricón – gruñía Javier

Y él obedecía.

Javier acercó su labios a mi y me besó, pero fue un beso ávido, lascivo, caliente.

Yo no podía estar quieto y me dediqué a las tetillas de Krito, me hubiera gustado dedicarme a su polla, pero eso hubiera supuesto renunciar a la mamada que éste me estaba haciendo, así que de momento intenté darle placer en sus tiesos pezones y parecía gustarle.

Javier si prefirió renunciar a la mamada, para dedicarsela ahora a Krito, se tumbó hacia abajo, poniendo su cara a la altura de la polla de éste y empezó a lamerle desde los huevos hasta la punta, sin dejarse ni un solo centímetro de piel sin recorrer.

Yo aproveché el espacio que ahora propiciaba la entrada de mi polla en la boca de Krito más allá de mi capullo y se la metí… creo que le llegué hasta la garganta, las arcadas de éste así me lo anunciaban, la saqué un poco para que pudiera respirar y volví a la carga.

Ahora Krito le había agarrado la polla a Javier y le pajeaba a un ritmo desenfrenado, a esa velocidad era evidente que Javier no tardaría mucho correrse.

Para llegar al mismo tiempo, Javier se metió la polla de Krito en la boca y mientras movía la cabeza arriba y abajo se ayudaba de la mano, descubriendo su capullo cada vez que se lo metía en la boca.

Krito imitó a Javier, agarrándome la polla fuertemente se la introducía en la boca, cuando ya estaba dentro, estiraba hacia atrás descubriendo el capullo dentro de su boca y retrocedía con los labios fuertemente apretados.

- Joder que gusto, si sigues así me voy a correr, coño Kritoooo – me dio tiempo a decir.

Tuve una corrida fulminante, no pude aguantar y siquiera avisarle de que me venía, así que le llené la garganta de semen.

El lógicamente no se lo esperaba, pero tampoco le importó demasiado porque el masaje de Javier estaba dando sus frutos. Esta vez y sintiendo Javier que se corría, apartó la cara y pajeandole insistentemente hizo que su corrida manchase el techo de la tienda, parecía un volcán en plena erupción y sus gemidos daban la impresión de estar llevándole al infarto.

El ritmo con que le estaba pajeando a Javier aumentó hasta el punto de parecer que le iba a arrancar la polla, Javier empezó a gemir y estirar las piernas, le llegaba ya, y le llegó, la corrida fue tan fuerte que parte de ella me llegó a la cara.

El calor de su semen corriendo por mi mejilla me produjo un nuevo placer y una nueva experiencia, con un dedo me lo acerqué a la punta de mi lengua y el sabor era indescriptible, dulzón, ácido, ágrio, pero sobretodo excitante, con el semen aún en mi lengua besé a Krito que aún tenía restos del mío en su boca y la experiencia amenazaba con producirme una nueva erección.

Pero Javier tenía la mente más fría.

- Vale, vale, chicos, hay que limpiarse que las chicas están a punto de venir – avisó y sacó un rollo de papel higiénico de unas de las mochilas.

- Esto es la leche. Joder que corrida. Lo tenemos que repetir – gemía Krito.
- ¿Si?, pues aún es mejor si hay chicas de por medio – exclamó pícaramente Javier.

- ¿Tu crees que querrán? – dije yo, aún limpiándome los restos de semen.

- Seguro que si las ponemos en situación, estarán encantadas, al menos Gema. – me aseguró Krito.

No podía ser, no me lo podía creer, estaba diciéndonos que podría ser que Gema estuviese dispuesta a tener sexo en grupo, más concretamente que yo pudiese cumplir uno de mis sueños, follarme a Gema.

Pero eso serà otra historia.

De momento seguía siendo mi última acampada y esta vez mi primera experiencia con dos tíos.

LO HE ESCRITO SIN DEMASIADO TIEMPO, ASÍ QUE AGRADECERÍA VUESTROS COMENTARIOS Y VALORACIONES.