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Carnaval sediento

en Trios

Desde hace mucho tiempo mi matrimonio no funcionaba bien. A los cuarenta teníamos la impresión de que habernos estancado viviendo en una prisión imaginaria de la que no podíamos salir y lo que era aún peor, nos daba miedo. Muchas veces fantaseábamos a tiempo que recordábamos nuestro tiempo de noviazgo, cuando siempre estábamos el uno para el otro.

Salíamos un par de veces al mes con alguna pareja de los amigos que aún conservábamos de la universidad y como dejábamos a los niños con sus abuelos, aprovechábamos para echar un polvote.

En una de estas salidas cambió el guión de nuestras vidas. Siempre cenábamos en algún restaurante y nos contábamos como nos iba y al final de la velada recordábamos viejos tiempos. Una de las conversaciones recurrentes era sobre sexo pero, a diferencia de lo que era habitual, esta vez no nos tiramos pullitas los unos a los otros sino que Laura, esposa de Alejandro, nos soliviantó a éste y a mi argumentando que todos éramos bisexuales. Lo negamos tajantemente y esta nos refirió que numerosos estudios concluían que los jóvenes se iniciaban al sexo personas de su mismo género y que nuestra animadversión contra esta afirmación no hacía más que confirmarlo.

Nos quedamos en silencio por unos segundos y Alejandro confesó que él si le ocurrió esto. Nos relató como se masturbaba en grupo con sus amigos y como se masturbaban unos a otros a la tierna edad de 12 años y que incluso un niño mayor que el casi lo sodomiza. Tanto mi mujer Elena como Laura, relataron como aprendieron a besar con amigas de su misma edad y Elena confesó haber tenido una relación lésbica en el instituto antes de conocerme. Entre tanto vino y lo profano de la conversación confesé que era cierto. Que yo incluso había hecho una felación a un niño mayor. Fue en ese instante cuando me di cuenta de todo. Sus carcajadas me hicieron ver que estaban compinchados y que todo era una treta para hacerme vulnerable. Se lo habían inventado todo y al bajar mis defensas me atacaron a degüello.

Traté de restarle importancia y Elena no hizo ver que se la daba, pero en los días sucesivos la noté muy excitada hasta que me pidió que hiciéramos un trío. Rápidamente le contesté que si. Me dijo que tenía un amigo… ¿Cómo? ¿Con otro tío? Ni muerto.

Legó finales de febrero y con ello las fiestas de carnaval.

Plan: seis parejas, todos a Tenerife a un piso alquilado. De la intendencia nos encargábamos los tíos de los disfraces ellas.

Sábado: cerveza, cubatas y maría… y disfrazados de colegialas de las esclavas de cristo.

De parranda toda la noche y cocidos, las tetas del disfraz parecían tener imán y, aprovechando, también me sobaban el culo. Desmadrados, nos fuimos tomar la penúltima al piso acompañado de otro grupo disfrazados de azafatas ellos y de pilotos ellas. Como éramos muchos en el viaje tuvimos que alquilar dos pisos juntos. Nos metimos en uno de ellos para seguir la fiesta. Elena se cogió un calentón y se me tiró encima como una posesa y nos fuimos al otro piso. Detrás nuestra vino parte de la "tripulación".

Nos partíamos la boca a besos. Elena me sobaba el culo y las tetas como si fueran de verdad. Nos tiramos sobre el sofá sin importarnos lo que sucedía a nuestro alrededor. Desnudas nuestras carnes me sentí acariciar el miembro y el trasero, la espalda y el pelo. Le recuento de manos me hizo darme cuenta que éramos mas de dos. Cerré los ojos y de los labios de Elena pasé a lamer la raja de una de las pilotos que estaba a pocos centímetros de mi cara. Elena se unió a mi y a los pocos segundos lo dejó para evadirse del mundo entre suspiros de placer por que a ella también se la estaban comiendo. Trepe de ese cuerpo buscando penetrarla y tras besar unos enormes pechos y seguir hasta el cuello, incruste mi polla en las húmedas entrañas de aquella pelirroja. Quise besarla pero su boca lamía un glande así que me quedé en su mejilla. El placer era increíble, mi vaivén dentro de su cuerpo la hacía disfrutar al máximo. Por fin la escuche gemir pero para que la polla que lamía no se enfriara me cogió del pelo y me acercó hasta metérmela en la boca.

El sabor dulzón que tenía no me desagradó y a los pocos segundos el glande buscaba el camino hacia mi garganta. No la lamía porque en realidad me estaban follando la boca pero en una de las embestidas me dio una arcada y retiré la cara. Aproveche para fundirme en un beso con la pelirroja así evitar nuevamente la intromisión del glande. Escuchaba a Elena gemir al ritmo del sonido que producían el choque de dos cuerpos y ocurrió algo para lo que no estaba preparado. Alguien se echo sobre mi y con su glande buscaba mi ano. Traté de zafarme pero la pelirroja entrelazó sus piernas y me lo impidió así como el peso del cuerpo que tenía a mi espalda. Tras una infructuosa lucha acertó a meterme la punta de su lubrificado miembro que comenzó a partirme en dos. La quemazón que producía ese pollón en mi interior me hizo, después de una infructuosa lucha, rendirme a lo inevitable. La sensación de dolor se mitigó y el placer que mi polla sentía dentro de la pelirroja aumentó. Me dejé llevar y descargué mi rabia en ese coño hasta que me corrí. Tras unos instantes sentí mi interior regado su fluido caliente y como la presión disminuyó de golpe. Me eché a un lado de la pelirroja y me quede dormido.

Al día siguiente me desperté en la cama con Elena como si nada hubiera ocurrido...