miprimita.com

Una noche inesperada

en Transexuales

No sabe nuca uno lo que le va a deparar la noche y lo que les voy a relatar a continuación es algo que ni a fuego serían capaces de arrancar de mi boca.

Eran pasadas las dos de la mañana del viernes y llevaba trasegando desde la tres de la tarde. Último día en la ciudad de una semana intensa cerrando acuerdos y firmando en notarias y contratos y el vuelo de regreso no salía hasta las seis de la tarde del sábado. Salí del pub  en busca del merecido descanso y tras unos minutos de espera, paré un taxi que me llevara al hotel donde me hospedaba. El cansancio se apoderaba a de mí y me mantuve despierto teniendo en mente el reconfortante baño que esperaba. Paró el taxi, lo aboné y me bajé del coche medio dormido. Atravesé las puertas y el hall de hotel en busca del ascensor. ¡¡¡BING!!!! Me despertó el timbre del moderno ascensor. Todos mis movimientos los ejecutaba por instinto: Salir, andar hasta la puerta de la habitación, sacar la cartera, la tarjeta electrónica, cerrar la puerta desnudarme dejando la ropa tirada en  el trayecto al baño, abrir el grifo y esperar a que el agua saliera a una buena temperatura, poner el tapón, ir y orinar en el wc… Sin esperar a que se llenara la bañera me fui metiendo poco a poco hasta tumbarme casi por completo… Cerré el grifo cuando el agua amenazaba con interrumpir mi acto involuntario de respirar y me dormí. Pegué una cabezada profunda y me despertó la sensación de entumecimiento de mi cuerpo. Despertándome me erguí y, después de quitarle le tapón a la bañera para que se fuera el agua fría, abrí el grifo para rociarme un largo rato con agua caliente de la ducha para recuperar algo de calor. Salí del baño y me sequé. Cuando iba de camino a la cama, no sé si fue mi imaginación o que, escuche unos golpes tenues que imaginé llamaban a la puerta. Me relié la toalla a la cintura y abrí un poco la puerta para ver de quien se trataba. Al no ver a nadie saque la cabeza y miré a lo largo del pasillo y no vi a nadie. Giré el cuello en la otra dirección y me quedé observando como una espectacular mujer se acercaba hacia mí. Por la distancia a la que se encontraba de mi habitación era imposible que hubiera sido ella la que llamara a la puerta y aun así, me quedé contemplando tremenda hembra caminando paso sobre paso. Botas altas, falda corta. La melena morena se derramaba sobre sus hombros cubiertos por una torera de piel. Me quedé observándola hasta que se detuvo a mi altura y mirándome a los ojos me pregunto

-¿Quieres compañía?

Estaba absorto deleitándome con la visión de esa mujer.

                - Creo que hay algo en ti que si quiere mi compañía – dijo mirando el abultamiento que había en la toalla a la altura de mi entrepierna.

Me recompuse y la miré tras salir del estado de abstracción que me había embargado.

                - Ante la presencia de una mujer tan hermosa y tras lo que interpreto una invitación así, mi naturaleza me impide decir que no, pero me temo, y sin pretender ofenderla, que debiera rehusar esta si provienen de una profesional.

 - Es tarde – Me contesto. Y continuó diciendo – Y aunque esa sea mi condición, si me invitas a entrar, no lo haré como tal.

Tras decirme esto, abrí la puerta y la invité a pasar. Entro mirando la habitación en todo su conjunto siguiendo mis pasos de camino a la cama. Un par de pasos antes de llagar me agarró de la toalla y me desnudó por completo. Me giré y comenzó a besarme y a acariciarme el miembro con sus finas manos. Le quité la chaqueta dejé al descubierto su escote del que trataban de liberarse sus tremendos pechos. Instintivamente baje mi boca para comérmelos  y agarrarla por las nalgas pero coloco una manos sobre mi pecho y, tras un pequeño empujoncito, me caí de espaldas sobre la cama. Repté hacia el cabecero y ella mi siguió buscando mi boca nuevamente con la suya dejando caer su cuerpo sobre el mío.

 –Déjame hacer, cierra los ojos – Me susurró al oído

Pude dejarme llevar por la situación, a pesar de lo excitado que estaba, gracias al cansancio acumulado de tantos días. Recorría mi cuerpo acariciándolo con sus manos y sus labios, regando mi cuerpo con sus besos. Me levantó los brazos y los ligó al cabecero de la cama impidiéndome que los moviera. Para cuando quise darme cuenta su boca descendía por mi barriga hasta besar la punta de mi erguido miembro. Comenzó a chupármela y a masajearme el tronco y los huevos. Que delicia de comida me estaba haciendo. Lamía y comía arriba y abajo sin parar de jugar con sus delicadas manos. De seguir así un poco de tiempo más se me iba a acabar el aguante y, pareciendo que lo adivinaba paró. Se puso de pie sobre la cama casi a mis pies y empezó a contonearse suavemente. Pasando sus manos acariciando su cuerpo, fue desnudándose poco a poco. Primero el jersey, después  la camiseta dejando sus pechos atrapados por el sostén. Masajeaba sus pechos por encima  y luego por debajo de esa prenda que la hacía tan sensual. Por fin liberó esas preciosas mamas de rosados pezones y en apariencia prietos. Ahora la falta sin dejar de moverse. Apretó con ambas manos sus pechos y las deslizó por su estómago hasta introducir ambas manos tras la braguita. Me imaginé su sexo húmedo deseando que le metiera toda la polla que palpitaba entre mis piernas y, tras sacar una mano, la otra ayudaba a aflorar un inmenso trozo de carne que escondía entre sus piernas. Me quedé helado. Todo entero menos mi polla a la que no importaba nada y solo buscaba placer. Siguió moviendo sus caderas tan femeninas y apretando uno de sus pechos con la mano, mientras que la otra masturbaba esa enorme polla de rosado glande que contrastaba enormemente con el precioso cuerpo de mujer del que colgaba.

Se sentó suavemente sobre mí dejando sus preciosos pechos a pocos centímetros de mi boca y sentía como su culo aprisionaba mi polla masajeándola de una manera indescriptible. Hija de satanás!!! Como sabía hacer su trabajo!!! Ya tenía clavando me boca en sus pechos mamando como un niño hambriento lamiendo desesperado y buscando con mi polla el agujero de su culo para follármela. Estaba desbocado, loco de deseo. Me la quería follar costara lo que costara, y vaya si acabé pagando su precio. Cogió mi polla con su mano y se la colocó en el agujero de su culo pero, por mucho que trataba de metérsela no podía por falta de lubricación.

-          Espera cariño. Así no va a poder ser porque está muy sequito. Vas a tener que lubricarlo un poco. - Se dio media vuelta y se sentó dejando su ojete  muy cerca de mi boca. _ Vamos cariño lámelo con tu lengua.

Al principio reusé per me empezó a comer de nuevo la polla y lo dejó caer sobre mi boca. Lamer o morir por asfixia pensé y como había hecho decenas de veces con distintas mujeres, le comí el culo. Me dejé llevar y traté de disfrutar de la noche sin complejos. A los pocos segundos estaba comiéndole los huevos y más tarde lamiendo el tronco de su polla. Se dio nuevamente la vuelta y posó su rosado glande sobre las mejillas.

-          Abre la boca y dame placer amor.- Me dijo

Obedecí sin reservas y, por primera vez en mi vida y sin ningún tipo de reserva, mamé una polla por primera vez.

-          Joder!!! No parece que sea la primera que te comes- Dijo entrecortadamente y continuó.- Va a ser que no es tu primera vez como pensaba.

No contesté entre otras cosas porque casi me ahogaba con los movimientos de su polla entrando hasta la garganta y sin dejar de salir por completo.

La escuche decir “ Vamos a probar otra cosa” a la vez que retiraba su miembro de mi cara y se bajaba nuevamente para sentarse entre mis pierna.

Me agarró la polla que había perdido algo de dureza y comenzó de nuevo a comérsela. Bajo hacía los huevos y hasta llegar al perineo y por último, lamerme el culo. Es algo que nunca había conseguido que me hiciera ninguna mujer y la sensación era maravillosa. Mientras me lamia el culo. Con una mano me masajeaba la polla y con la otra jugaba con sus dedos metiéndolos y sacándolos relajando mi esfínter. Un par de veces me pidió un poco de colaboración a lo que yo respondía subiendo y abriendo mis piernas.

Un placer contenido y suave embargaba mi cuerpo por las cosas que me estaba haciendo y no sé cómo ocurrió, pero salí de repente de ese trance cuando, primero una quemazón y luego un dolor punzante se concentró en mi culo. Abrí los ojos como en que despierta de una pesadilla y lo que me estaba ocurriendo en esos momentos, si me lo hubiera planteado en otro momento, lo era. Tenía ese pedazo de mujer entre mis piernas completamente abiertas y trataba de meterme lo que conservaba de hombre por mi virgen agujero del culo. Solté un grito ahogado cuando sentí como se quebraba algo en mi interior. Pero esa hija de puta apretó con toda sus fuerzas hasta que me la metió entera sin remisión. Empezó a moverse suavemente y, cuando sentía que me la iba a sacar, volvía a meterla hasta que su pelvis se estrellaba contra mi culo. Una y otra vez, una y otra vez. Solo cuando se fue pasando el dolor me di cuenta que me pajeaba a la vez que me follaba y, en eso era una maestra, puesto que sus movimientos se fueron acelerando a la vez que iba aumentando la sensación de placer en mi polla y decrecía el dolor de mi  culo. Ahí estaba yo, abierto de piernas, disfrutando de ver el bamboleo de unas tetas perfecta, de una preciosidad de mujer, de la paja que me estaba haciendo y, desde hacía uno instante, de estar siendo ensartado como un pinchito moruno por una polla de dimensión descomunal. Me sentía en la mismísima gloria. Mi polla quería más, mi culo quería más y por dios que esta pedazo de mujer me lo estaba dando todo. Sentí una punzada en la base de la polla y una descarga me recorrió todo el cuerpo para sentir como mi semen se acumulaba tratando de salir pero la firmeza con la que me la asía lo impedía. De repente paró de follarme en seco, saco su polla de mi culo y me espetó “abre la boca!!!”, al tiempo que se subía sobre mis piernas arqueando mi espalda. Terminando de obedecerla vi como dos chorros de semen se proyectaban haca mi cara proveniente de ambas pollas, entrando parte de estos en mi boca, embadurnando mis mejillas y mi pecho. Los sucesivos chorros, ya con menos presión, cayeron sobre mi abdomen, de donde recogió algunas gotas con uno de sus dedos y posteriormente me lo introdujo en la boca, a lo que respondí chupándolo como si de un duce néctar se tratara. Sintiendo unas punzadas en mi reto y después de un tremendo orgasmo, me quedé dormido sobre la cama, cubierto de semen y derrotado de la dura semana.

A la mañana siguiente sonó el teléfono de la habitación. Era de recepción para despertarme como les había pedido. Miré alrededor y no vi nada ni a nadie. Tenía el pecho la cara y el abdomen cubierto de chorreones de semen seco, la cabeza algo avutardada y el culo dolorido. Me levanté y me dirigí al baño para darme una ducha repitiéndose ante mí, alguna de las imágenes de lo vivido hacía poco rato. Sobre la mesita de noche mi cartera y, sobre esta, un par de billetes de 50 € y una tarjeta en la que se leía: ”Llama a la que vuelvas” y un número de teléfono.

En ese momento comprendí que, la pasada noche, la puta había sido yo.