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Primera visita al club de intercambios (2)

en Intercambios

Visitando un club de intercambios II

Mientras me duchaba, tratando de acallar los profundos clamores cavernales que surgían desde mi vagina, recordaba otro encuentro… el segundo… pero ahora con uno de mis amores… un ex, mi amado Raúl:

Siempre habíamos tenido fantasías (como tienen todas las parejas) pero en mi caso, más bien no las terminaba de aceptar; cuando hacíamos el amor imaginábamos que Raúl -mi ex novio- estaba con nosotros armando un perfecto trío, y digo perfecto; porque mi ex fue quien rompió mi virginidad y Andrés, mi goloso esposo, fue quien se encargó de mi trasero. Increíblemente, mis dos únicos hombres en la vida… por aquellos tiempos.

Desde que Andrés me comentó sus intenciones, me emocionaba de sólo pensarlo. Recordaba los calientes retozones que me iniciaron con Raúl, mi primer novio.

Él me enseño poco a poco a perder el miedo a las penetraciones y, con posiciones de lo más novedosas, me inició en la experimentación de las más profundas y placenteras formas sexuales que haya imaginado jamás.

Andrés siempre fantaseaba con vernos acompañados por "un hombre más" y ese hombre en mis sueños era, por supuesto, mi ex novio.

--"Me seguía duchando… jugando un poco dentro mío con la manguerita del agua tibia, intentando bajar la temperatura que Andrés unos minutos antes había llevado al punto de ebullición. Rememoraba el terror que me producía el hecho de aceptar estar con dos hombres, y aquellos dos, serían sólo mi marido y mi ex…¡¡ sí!!... Así debería de ser… continué masajeando mis rincones y recordando, mientras jugaba con las aguas por mi cuerpo en la intimidad de la bañera:

Les confesaré que finalmente un día me animé y le dije a mi esposo que accedería a "engañarlo", pero teníamos que planearlo muy bien, ya que Raúl era una persona de concepto machista y yo pensaba que él no aceptaría.

Pero las ganas de re-encontrarme con Raúl y los constantes comentarios de Andrés, terminaron por convencerme que aquella sería una "muy buena experiencia".

Quedé con mi esposo que le haría la invitación para pasar unos momentos juntos en casa… así pasaron los días, hasta que finalmente una tarde me animé. Le llamé por teléfono, presa de la emoción y con tremendos nervios, sin muchos detalles le invité a que pasara por la casa una tarde cualquiera.

¡Ese día llegó!

Raúl se presentó en casa a buscado a mi esposo. Sabiendo que él no estaría sino hasta más tarde, le recibí seductora y lo hice pasar a la sala. Comenzamos a conversar de banalidades y temas sueltos; yo le coqueteaba como antaño y me acercaba cada vez que podía un poco más, mi Raúl se mostraba un poco confundido por mi reacción, pero poco a poco lo hice entrar en confianza.

Calculando el mejor momento, me levanté con la excusa de ir al baño; acto en que aproveché para llamar a Andrés y decirle que el momento había llegado, -comenzaría el cortejo con mi Raúl-. Que se apresurara a llegar para encontrarnos en pleno acto.

Después de una serie de indicaciones, colgué y regresé prontamente a la sala para continuar nuestra charla.

Raúl sospechaba algo, mis poses y sonrisas coquetas eran perceptibles de que algo me andaba buscando con él.

-¿Recuerdas esos días que pasábamos entregándonos a una pasión desenfrenada? -me preguntó- me encantaba esa manera de mover tus caderas cuando estabas dentro de ti. -me dijo

-¿Por qué no aprovechamos este momento para recordar un poco? -le pregunté atrevida.

-¿Ehh?- con un hilo de voz me contestó.

Tomé la iniciativa lanzándome sobre él, besándole con la misma pasión con que lo recordaba, acerqué mi cuerpo junto suyo y me insinué de lo más deseosa, hambrienta y excitada por lo que vendría.

Raúl, metió la mano bajo mi blusa y también me tocó por sobre la falda, mientras yo le abrazaba con suavidad y le subía la mano buscando mis senos…

Me sentía como "novia primeriza", en un instante ya estaba casi lista para ser penetrada, empapada y goteando en deseos. Le sugerí que pasáramos a la habitación y tomándole de la mano, lo llevé a la recámara nupcial con paso cadencioso y coqueto. - -¡¡Aprovechemos al máximo esta oportunidad!!

-He pensado tanto en tenerte de nuevo, que te quiero ahora… -le dije:

-¡como en tiempos pasados!… con toda la fuerza y pasión con que me preparaste sexualmente para mi marido…

-¿lo recuerdas?

Nos tiramos en la cama en un abrazo que nos rodó por toda colcha, besos profundos, juegos de lenguas, la respiración que se entrecortaba por el deseo de entregarnos ya mismo. Apremiados, mutuamente nos ayudamos a desvestir uno al otro.

Estando desnudos, palpé su rica verga, que seguramente se vería de un profundo azul-morado, grande y dura… ¿la tendría lista para mí?. Eran insoportables mis deseos por tragármela y opté por seguir aquellas mismas instrucciones que Raúl me enseñara años atrás… "con suavidad y dulzura"… para que ambos lo disfrutáramos.

Se la tomé entre mis manos, la observé y la fui metiendo en mi boca lentamente, gozando de aquel rostro colmado por el placer de volver a tener otra vez su "amada-amante" a su merced, mamándole con deseo, completamente entregada para lo que él deseara.

Pronto me fue imposible continuar a ese ritmo y fui aumentando drásticamente la penetración en mi boca, sin importarme el chapoteo de mi saliva cayéndole a lo largo del tronco hasta los huevos, con mis manos recorría su tronco, apretándolo en intentos por exprimirle las primeras góticas de ricos jugos.

No soportó más y me tiro en la cama boca arriba, trepándose sobre mí. Mientras me recorría con sus manos, comenzó a besar cada parte de mi cuerpo hasta el último rincón, de arriba a abajo.

Sus manos paseaban entre mis muslos desde el frente hasta atrás… Se bajó hasta mi fuente de jugos y manantiales, paseándome delicadamente con su lengua entre mis dos orificios, mientras decía extasiado:

-"chiquita te amo", -¡chiquita, te amo!,

-"eres la única", -¡no he podido vivir sin ti!

Sentía sus caricias a morir; al revivir casi media década de sexo a su lado… -¡sabía que era verdad lo que me decía! -lo estaba sintiendo en ese momento-.

Le pedí que se recostara en la cama boca arriba… me lo montaría, "por los viejos tiempos"…

Paré la penetración cuando sentí que esa linda paloma se deslizaba suave en mi interior: un fuerte orgasmo cortó mi respiración, mientras el tiempo se detuvo mágicamente. Me llevé una mano para acallar el suspiro, y perdiendo el equilibrio me senté de golpe en él… grité de placer y desaté violentamente mi lujuria, culeándole a crecidas y sin parar.

Cada vez que sentía que se iba a venir, me detenía, para dar tiempo a que mi esposo llegara.

Luego me incliné sobre él, y alzando las grupas continuaba moviéndome lentamente, haciéndole redondeos de caderas, penetrándome hasta el fondo y levantándome hasta casi perderlo fuera de mí…

Acercándome suavemente a su oído, con un dulce beso, le dije:

-"Papito, Andrés llegará en cualquier momento y no debemos terminar".

Él se negó y me dijo que ya no se podía detener, que estaba riquísima, que continuara, que quería llenarme de él y llevarme al mismo cielo, pues tanto placer no le sería posible contener…

Jugueteándole con mis caderas bromee…

-"que si nos pillaban, él tendría la culpa".

-No importa mi amor, que me rompa la madre por tomar la "fruta prohibida", después de esta rica cogida, ¡¡nada más me importa!!... y alzando las caderas me penetró hasta el corazón.

Mi intuición me dijo que en sueños y deseos pasados, ambos compartíamos la misma fantasía; él quería tenerme de nuevo, nuestro amor de novios no había perdido su atracción, le tenía profundamente en mi, mis pensamientos me llevaban de un hombre a otro.

La calentura crecía con una fuerza intensísima, como un terremoto corporal; pensábamos en los tiempos de antaño; cuando hacíamos el amor en mi cuarto esperando que en cualquier momento aparecieran mis padres por la puerta, pillándonos "in fraganti".

En ese preciso momento, escucho que se abre la puerta principal y exclamé:

-¡¡amor, ahí viene Andrés!!

Se exaltó mucho, pero me incliné aún más sobre él y lo retuve, no permití que se levantara; lo apreté con brazos y piernas, estrechando mi vagina, echándome sobre su cuello, susurrándole al oído:

-Cállate, no te muevas…

Así esperamos juntos la entrada de mi esposo a la habitación.

En ese momento apareció Andrés. Prudentemente abrió despacio y, con sigilo, rodeó la habitación, colocándose al lado de la cama. -Me miró a los ojos, se acercó, me dio un beso por la espalda y me dijo:

- ¡Hola mi amor!- Su voz temblorosa lo denotaba muy alterado.

Luego dijo:

-¿Qué ondas Raúl? …-no tengas pena, -continúa, -Yo sabía que María te deseaba, y ya hemos hablado de gozar este encuentro. -Ella te recuerda muy bien desde la última vez que lo hicieron…

Mi ex no respondía, solo me miraba incrédulo. Al poco, sentí que su pene se bajaba… En una invitación a seguir, le apreté otro poco con los músculos de la vagina. Mientras, mi esposo alejándose me dijo:

- Continúen, amor, yo solo observaré- Y se sentó al borde de la cama king size.

En ese momento me volví a ver a mi ex y le pedí que siguiéramos… lo empecé a besar y le metí la lengua hasta donde pude, él respondió de la misma manera, mientras seguíamos culeando, hasta que sentí como su pene maravilloso se expandía nuevamente dentro de mí. Se movía de tal manera que apareció de nuevo esa pasión y aquella casi olvidada lujuria con que lo hacíamos en aquellos tiempos.

Cada vez que podía observaba a mi esposo, al tiempo que dándome de sentonzazos sobre Raùl, le decía: -"te amo"- con el movimiento de mis labios.

Al poco, Andrés se levantó, desnudándose, regando su ropa por la habitación, luego rodeando la cama, se agachó a espaldas mías para observar en primer plano la penetración que estaba teniendo su hembra. Al ver lo que hacía, me incliné más aún sobre mi ex para favorecer la visión de Andrés, él adora mis caderas y ahora las vería desde primer plano, -gozará como me empalaba a mi primer y gran amor, además; -sabía que con este acto, estaba cumpliendo su fantasía…

Mi esposo no soportó más el cachondeo, se tomó el pene y se puso a acariciarse, simulando una masturbación, que, a pesar de ser más pequeño que el de Raúl, ya me venía acostumbrado al rico y enorme pene de mi ex. Me senté completamente a horcajadas y girándome hacia Andrés, le acompañé en esas caricias manuales que tanto le gustan hasta acercármelo a la altura de mis labios… mientras le comía; él empezó a deslizar sus manos por sobre mis nalgas… y chupándose un dedo lo introdujo suavemente en mi ano.

Me descubrí con media bañera dentro del cuerpo, y un par de dedos simulando aquella doble penetración... Sentada bajo la regadera estaba jugando con mi cuerpo, mientras mis pensamientos fluían con perfecta exactitud… mis pezones apuntaban desafiantes en dura erección, la vagina roja, muy roja por la excitación de los recuerdos competía con los chorros de agua que me bañaban por dentro las ganas de macho. Antes habíamos jugado a meterme cositas mientras hacíamos el amor. Algún juguetito invadía mi ano, mientras Andrés me daba fuertemente por la vagina, pero imaginarme que en unos minutos más, iba a sentir dos miembros vivos en mi interior, me estimuló aún más la excitación del momento.

Por su parte Raúl con los ojos cerrados me decía -"chiquita te amo"- y continuaba moviéndose profundamente en mi, tocándose por dentro mío con el dedo de mi marido.

Mi cabeza daba vueltas a millón, la vulva se me mojaba más y más, mientras sentía cómo el ano se preparaba para recibir algo un poco mayor que aquel pequeño dedito…le pedí a Raúl que me penetrara un poco más, empujando decididamente con mi mano dos dedos de mi esposo, hasta que me penetré con ellos.

La sensación de plenitud me llevó a un estruendoso orgasmo.

-Aaaaahhhhgghh… ¡lo más delicioso del universo!... -sentir a mis hombres bien dentro de mí, y grité de nuevo en un ahogado y jadeante suspiro. Contraje con fuerza la vagina y apreté el miembro de mi ex, mientras arrancaba a jalones anales los dedos de la mano de mi marido. Ambos adentro de mí… tan dentro que me sentía partir deliciosamente en dos.

Mamaba fuertemente el miembro de mi Andrés, ahogándome con su llenura, apagando los gemidos de placer que me arrancaba aquella deliciosa doble penetración.

Él permanecía al borde de la cama viendo desde lo alto a su mujer enculada por su primer novio, sintiéndose al tiempo absorbido fuertemente por el deseo irrefrenable de su esposa, mientras con ambos dedos en mi ano, podía sentir y palpar la turgencia de aquel miembro invasor en su tan amada vagina.

-¡¡Logré por fin el trío de mis sueños!!… Estaba perdiendo la cuenta de los orgasmos, nuestros cuerpos se fundían en caliente placer, mientras les apagaba con la agradable humedad de mis interiores, rebosándoles, cubriéndoles, alentándoles a no parar hasta romperme en aquel placer desenfrenado.

Las primeras gotas del placer en Andrés, salieron de su pene a mi garganta, llenándome con su sabor salado, mientras apretaba la vagina y forzaba mi ano a ser penetrado profundamente.

Me sentaba hasta la raíz en Raúl y empujaba más, cada vez más adentro los dedos de mi marido, sintiendo cómo se tocaban mis grandes amores a través de la suave y delgada piel de mis intestinos.

Aquella doble posesión no podía quedar ahí… debía sentir ambas vergas en mi interior… -quedar envuelta en los brazos de mis amantes… -sentirme rodeada de caricias, besos y semen… -cumplir cabal y totalmente esta fantasía…

Ese era mi pensamiento cuando solté el miembro de mi esposo y le llevé a mi trasero. Con guiños de ojos y besos coquetos le insinué que su lugar estaba libre y esperaba que lo ocupara inmediatamente… Ni lento, ni perezoso, se nos encimó tomándome por las caderas para tenerme mas fija y entrar profundamente.

Esta era mi verdadera fantasía, donde los dos únicos hombres que he amado y me han tocado, estaban reconociendo los orificios que tomaron por primera vez de mi cuerpo. En ese momento, solté la bañera y empujé dentro de mí, el cepillo de baño. Afortunadamente tenía la forma ideal para calmar los fuegos que brotaban de mi vagina… con un par de dedos me seguía empujando jadeos de placer desde el ano… y jugué y jugué con mi cuerpo mientras los recuerdos seguían en mi mente…

El rostro sudoroso de Raúl se tensó cuando, por sobre mi cuello, vio venir a mi esposo. Un fuerte espasmo de su pene me dio la señal de su nerviosismo. En respuesta me abracé a él, bajando mi vientre sobre su miembro y alzándome de caderas para mi marido. Nos detuvimos unos instantes esperando, "lo tan esperado".

Andrés recorría mis nalgas con su pene, acariciándolas con la jugosa puntita, dándole pincelazos indiferentes a mi trasero, que se preparaba para esa deliciosa doble penetración que vendría en cualquier momento.

En una posición por demás inverosímil, se acomodó en mi trasero, apoyando sus manos en mi espalda me empujó sobre Raúl, mientras buscaba la entrada a mi orificio anal.

Yo no sabía si ir o venir, porque uno me empujaba y el otro me jalaba; pero lo que sí era cierto era mi placer desenfrenado, libre de toda inhibición. Las gotas de sudor que apagaban nuestra ardiente pasión, nos lubricaban cuerpo a cuerpo, se confundían en los tres cuerpos formando ríos de dulce sabor.

Quería que cada movimiento se quedara guardado en mi mente, en mi cuerpo y en mi alma.

Observaba a Raúl que disfrutaba de mí y yo de él, al tiempo que Andrés pasaba suavemente por mi canal anal, él lo gozaba por igual.

Mi cuerpo se abrió por completo, rendido ante el empalamiento doble que estaba recibiendo, sentí un momento de gloria cuando ambos miembros comenzaban a saludarse en mi interior.

Afortunadamente Raúl reculó un poco, dejándole espacio a mi amado, permitiéndole así la entrada completa y triunfal de mi esposo.

Al siguiente instante, y sin previo aviso, ambos empujaron sus miembros completamente en mi ser, llevándome a un placer supremo.

Mi reacción fue favorable, pues en un movimiento inconsciente les apreté fuertemente, junto con una fuerte descarga de mis jugos. Mi cuerpo se tensó con fuerza, no sé si para impedir que salieran o para abrazarlos con pasión lujuriosa. Al tiempo que otro orgasmo de fuerte intensidad me ahogaba en suspiros y gritos acallados.

Sus miembros se paseaban orondos por mis agujeros, al tiempo que se saludaban entre sí frenéticamente en mis entrañas, en momentos ambos casi totalmente fuera de mí, y al segundo siguiente llenándome el cuerpo con todas sus carnes.

-¡Se sentía riquísimo!, -fue una sensación nueva y deliciosa.

Mientras seguía metiendo y sacando la verga de Andrés, Raúl me apretó a si, metiendo su verga completita en mi vagina, hasta el fondo mismo de mí ser.

Yo gritaba y no de dolor, -¡gritaba de placer!; -sentía como mis músculos se expandían para dar campo a esas dos vergas que entraban dentro de mí.

¡¡Era la cogida del millón!!

El aliento se nos entrecortaba cada vez más, nuestras respiraciones se tornaban sonoras y alocadas.

Sentía el peso de mi marido aplastándome sobre mi amante y sus penes que goteaban de placer, lubricándonos incesantemente.

¡Gritaba y pedía más!, sentía uno y otro orgasmo, todos seguidos, uno detrás del otro. –"Qué delicioso estar en la mitad de esos dos cuerpos", me sentía en medio de un tremendo sándwich.

-¡¡El paraíso con mis dos hombres!!

Mi cuerpo era un mar de fluidos, sentía una vagina repleta, una fuerza anal enajenante que me llevaba a sentirme mujer completa.

-¡¡Debía compartir esto con mis amigas!!

Me esforcé para hacerlos terminar y me moví entre de ellos a un mismo ritmo de vaivén cadencioso.

Sentí el cuerpo de Andrés que empezaba a colapsar, estaba terminando!. Su verga se hinchó como nunca, para soltar una rica cantidad de leche hirviendo en los intestinos; pensé rápidamente que nunca antes había tenido su semen tan caliente y en semejante cantidad llenándome de esa forma el ano.

Fui inundada de tal manera que sus líquidos derramaron sobre la verga de Raúl mejorando la lubricación.

Eso me excitó más y mi cuerpo empezó a contraerse pues también Raúl estaba llegando al clímax. Le pregunté:

-¿Esto era lo que querías?… dámelo todo mi amor!!!…

Perdiendo el control de sí mismo en un potente espasmo, condensando toda la energía de su cuerpo en el glande; se vino dentro de mí en un cálido río de semen.

¡¡Fue un trío fenomenal hasta el último momento!!

Andrés rodó sobre sí dejándome el ano abierto, chorreante y mojado, luego recostándose a mi lado me besó con ternura y me dijo:

-siempre te amaré-.

Se retiró de la habitación y se fue convenientemente por el baño para ducharse.

Yo me recosté al lado de Raúl, por unos quince minutos más o menos.

Charlamos sobre la locura que acabábamos de hacer y le pregunté:

-¿te pareció una buena cogida? -Entornando los ojos, como un niño cuando lame su helado, me dijo,

-"Sí…." Y me plantó el más rico beso que aún recuerde.

Luego nos levantamos, fuimos a la ducha, de donde Andrés venía saliendo y juntos nos bañamos los dos, enjabonando nuestros cuerpos, admirándonos lo bien que los manteníamos a pesar de los años…

 

-¡¡¡Hoolaa!!! ¿Hay alguien en casa?!!

La vocecita de mi cuñada desde la puerta me sobresaltó. Yo tenía una mano entre las piernas jugando con mi sexo, llevada por aquellos lindos recuerdos. -¿me habrá visto?- me pregunté

-Hola cuñis, -me saludó…

-¿¿Qué, mi hermanito no te da suficiente??

-(pensé) ¡¡Sí me vio!!…

-¡Carajo! (me recriminé para mis adentros)

- es que… -titubeé sin palabras.

-Lo sé cuñis, igual es mi marido, -me consoló, -sólo se monta, se sacude y me deja como te veo ahora.

-es que… -traté torpemente de justificar mi mano húmeda intentando secarla distraídamente en la bata.

-Vine porque me dijo que iban a salir y me pidió que les cuidara a la bebé.

-Aaahh sí… es que vamos a una reunión del trabajo…

-¿es qué, no van a una fiesta? –dudando de mis palabras o de la mentira de su hermanito, no lo sé.

-Eso!!, vamos a una reunión de fiesta…- -¡pero qué torpe me vi! -Estaba aún enlocada en mis recuerdos y no podía acomodar las palabras, -ni la respiración tampoco. Me maldije en mis adentros.

-Bueno, lo que importa es que estoy aquí y mientras terminas de arreglarte iré por un cafecito a la cocina.

-¿Dónde anda aquél? -preguntó.

-Fue al bebé con el parque… -¡otra respuesta equivocada!.

-¡pero… ¿qué me pasa?! -me pregunté en voz alta.

-Lo que te pasa, cuñadita, es que andas toda alocada por ese dedazo que te estabas dando… -me contestó.

-te diré que llevaba algunos minutos viéndote como te dedeabas tan rico y creo que hasta me mojé también.

"Pinche cuñadita entrometida", -pensé para mí.

-Pero, ya déjalo, iré por un café.

-¡¡Sí, sí!!, anda a cogerte un café caliente, -le dije, sorprendida nuevamente por mi estupidez.

-¡¡Mejor me cogeré a un negro bien caliente!! -contestó saliendo a la cocina en ruidosas carcajadas.

De lo más estúpida, terminé de secarme el cabello, revisando que estuviera bien depiladita.

-"Nunca se sabe en qué acaben esos clubes…" -me dije.

Busqué mi perfume favorito y unas lindas medias de mallón que me dan tanta seguridad y esa sensación de "puta de farol".

Me enfundé una discreta tanga sobre ellas y decidí quedarme sin corpiño; finalmente mis tetas aún se sostenían por sí mismas.

El vestido negro a hombros descubiertos me quedó "Pintado", como una segunda piel, entallado por acá y libre y vaporoso por allá.

Busqué mis zapatillas de brillos dorados, una nueva rociada de perfume, y…

"¡Vamos por los chicos malos!"… -me dije, dándome ánimos, viéndome al espejo de cuerpo entero, girando en redondo para admirar mi propio cuerpo…

-!!!Maríaaa.!!! –¡se nos hace tarde, mujer! -el clásico grito de los machos.

-¡Vengo bajando amorcito!, -contesté haciendo una mueca, sabiendo que no la vería.

-¡¡La Puta Madre que te parió, mi vida!!.

-La puta madre que te parió a ti, mi cielo -le contesté a mi esposo, sin importarme que me oyera su hermana.

-¡Momento! a ver si se respetan ustedes dos, -mi cuñada entró a defender a su progenitora, -mi mamá de lo único que tiene de puta… !!!PUUTAAA!!! -en cuanto me miró bajando las escaleras, sus ojos se abrieron y la quijada le cayó hasta el suelo.

-No mames hermanito, ¿si yo fuera hombre?…

-¡estás buenísima cuñadita!, -me halagó.

-¡Sí, pues, sí pues!, pero no eres hombre y se nos está haciendo tarde… -le dijo Andrés.

-¡Ándale vieja!, -me tomó del brazo y salimos corriendo al coche.

Ya en el carro; obvio que me acarició las piernas, metió la mano bajo el vestido y me rozó el clítoris por sobre la tanga.

-Se me hace que mejor nos vamos a un motelito mi amor, -insistió.

-Nada!!, que no me vestí para ti!… -quiero que me lleves a ese "club", y me presumas al mejor postor.

-¿Y si se te acerca una lesbiana para darse gusto con tus encantos?, –preguntó.

-Nos llevas al motel y te quedas cuidando el coche- le amenacé.

-Ya pues!!!, te llevaré al club y veremos qué pasa…

Continuará