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Carmen, menudo curso! (4)

en Grandes Series

Finalmente Carmen, la compañera de clase que con su pinta de "mosquita muerta" ocultaba a una auténtica fiera sexual, cumplió con su promesa y me dio la "recompensa" que durante tanto habia perseguido: Poseerla . Pero ahora la incertidumbre reposaba en saber cual seria la siguiente etapa en nuestra inquietante y clandestina relación.

 

El camino de vuelta a casa fue delicioso. Al salir del portal de Carmen me llevé un pitillo a la boca. Y al tomar aire, olisqueé mis dedos, donde estaba atrapada la fragancia de ese momento de pasión sin frenos que acababa de vivir en la azotea. Estaba tan Ensimismado que en un cruce a punto estuve de ser atropellado, momento en que abrí los ojos y frente a mí me encontré a una chica que sonrió, pues mi cara y mi gesto no dejaban lugar a dudas.

Nos hemos estrenado, eh… - soltó al cruzarse conmigo. Yo me quedé parado transformando mi cara de felicidad por otra henchida de orgullo. Se volvió hacia mí y, antes de desparecer al doblar la esquina dijo – Dale mi enhorabuena a tu novia.

No supe como reaccionar y esas palabras resonaron de nuevo en mi cabeza, "Mi NOVIA"… ¿Qué éramos Carmen y yo? Fuera lo que fuera, quería descubrirlo ya.

En la siguiente clase de ingles, Carmen y yo presentamos nuestro trabajo. La profesora, nos gratificó con una sincera felicitación, aunque fuera a su manera.

No creí que un par de repetidores fueran capaces de hacer la mejor presentación que he visto en mi vida. – y dirigiéndose a mí - Ojalá hubieras conocido antes a esta chica, así aun tendrías algún futuro en la vida.

Al terminar la clase recibimos la enhorabuena de nuestros compañeros a los que correspondí con una nerviosa sonrisa, no por el hecho de no estar acostumbrado a recibirlas, sino porque quería que desaparecieran y poder hablar con ella.

Carmen, creo que deberíamos hablar. – mala frase

Si yo también tengo algo que decirte. – peor respuesta

Y ahora, que?

Mira, mejor lo dejamos correr. Esto no puede funcionar. Lo de ayer fue maravilloso… pero clandestino, y así es de la única manera en que podría continuar lo nuestro.

Pero alguna manera encontraremos para despistar a tu madre…

No te engañes, no se trata sólo de mi familia. Tú también te escondes y finges apenas conocerme cuando salimos de clase. Ojalá volvamos a encontrarnos dentro de unos años fuera de estos muros.

Cuando cerró la puerta del aula al marcharse, confundí el sonido del cristal contra el acero de la cerradura con el de mi corazón que se había hecho añicos. Al llegar a casa, mi madre me encontró tan apesadumbrado que no pude esquivar sus preguntas.

Mamá, si no me pasa nada malo. Si de hecho traigo una buena noticia. – le dije mientras intentaba cambiar la expresión de mi cara.

Pues ya dirás que buena noticia debe ser esta que parece que te hayan apaleado…

La profesora de inglés, que me ha felicitado por el trabajo que hice en casa de Carmen el otro día.

¿Y por eso tan triste? ¡Si me has dado una alegría!

Ya, pero también me ha dicho que es demasiado tarde para mí, y razón no le falta.

Nunca es demasiado tarde. Tu hazme caso a mí, que soy tu madre y le vamos a cerrar la boca a esa señora

Lo que no se imaginó mi madre fue el tremendo capotazo que terminaría dándome no sólo en materia de estudios. Me escondí en mi habitación llorando como un crío las lagrimas que llevaba una hora conteniendo. Al rato, mi madre llamó a la puerta. Interpreté el papel de adolescente rebelde lo mejor que pude para que no me viera así. Dejó de insistir aunque a través de la puerta le oí decir que tenía una solución.

A la mañana siguiente, totalmente ojeroso llegué a clase. Carmen se acercó a saludarme.

¿Verdad que se supone que te tengo que ignorar? ¡Pues déjame en paz, joder!

¿Has hablado con tu madre?

Y a ti que te importa lo que yo hable o deje de hablar con mi vieja

Pues tu madre habló ayer con la mía.

Oye, te juro que yo no le he contado nada, quizás alguien nos viera el otro día…

¿Y quien nos iba a ver follando en la azotea, Spiderman? Mira, cuando te calmes ya hablaremos.

Me encantó que hubiera dicho esa palabra; Follando. Sonaría sonado tan impropio de ella para alguien que no la conociera como yo. O lo que es lo mismo, para el resto del mundo. Eso me tuvo entretenido toda la mañana, recordando el maravilloso polvo sucedido en las alturas de la gran ciudad dos días antes.

Mamá, es verdad que has llamado a la madre de una compañera de clase?

Si. Ya te dije que íbamos a solucionar lo de tus malas notas. Hablé con ella para pedirle que su hija te diera clases.

Clases particulares? No Jodas mamá, que ya soy mayorcito. – me estaba haciendo de rogar, pues no quería tener que ver a Carmen, bajo la férrea vigilancia de su madre y el convencimiento de que nunca más iba a poder catar a Carmen de nuevo. – No quiero tener que ir a esa casa, los colegas se van a burlar de mí.

Pues si es eso lo que te preocupa, no hay problema. Las clases te las van a dar aquí. Aunque no veas lo que me ha costado convencer a esa señora. Me ha hecho prometer que yo estaría siempre presente y que no os dejaría solos en tu habitación.

Si, es que van a proponerla a santa o algo así… - que buen actor que soy, porque la verdad es que cada vez me venían más ganas de echarme a reír.

Y esa tarde empezaron las clases particulares de Carmen en mi casa. Bajo la atenta supervisión y vigilancia de mi madre, que cumplió el pacto con la de Carmen a rajatabla, mi nueva profesora me aleccionó en las maravillas de la filosofía. Una vez terminada la clase me sorprendió lo rápido que comprendí una asignatura tan "hueso" para mí hasta ese momento. Mi madre le pagó lo convenido a Carmen, la acompañó a la puerta y me comentó:

- La verdad es que esa chica vale lo que le he pagado, pero tampoco es una joya para que su madre la proteja tanto. Mañana os dejo solos que yo tengo mis quehaceres y esa señora muchas neuras…

Mi plan había salido a pedir de boca. Entre el aspecto formal de Carmen en su versión "diaria" y la absoluta indiferencia que le había mostrado de cara a mi madre, se había convencido la buena mujer de que yo no sentía ningún interés físico por la que en secreto me había enseñado algo más que la cueva de Platón. Había sido fácil, sólo había tenido que actuar como lo hacía en la hora del recreo.

A la tarde siguiente, Carmen volvió puntual a nuestra cita extraescolar. Mi madre se excusó para poderse ir de compras. Al cerrarse la puerta tras mi madre, yo ya estaba con los pantalones en los tobillos. Y recibí un buen remojón a mis intenciones.

- Haga el favor de envainar de nuevo el sable, soldado. He venido para que suban tus notas, que lo otro ya se te sube solo. Hoy, literatura española.

Con una gran mueca de decepción me puse a escuchar la lección del día. Al cabo de una hora y media me puso uno ejercicios para comprobar el grado de asimilación de lo aprendido en la clase. Cuando los hube terminado, empezó a corregirlos.

No has fallado ni una. Y eso se merece un premio.

Y muy felinamente se deslizó por debajo de la mesa de cristal donde habíamos estado trabajando. Alargó una de sus manos mientras apoyaba la otra en el suelo para no caerse. Separé las piernas y casi con un único gesto me desabrochó cinturón y jeans, que por suerte eran de botones o de lo contrario me hubiera destrozado la cremallera. Y empezó una frenética paja.

Oye, no prefieres mejor que nos pongamos cómodos en mi cama?

Mira, este es el tiempo de recreo y cuan mas rápido aprendas, mas largo será. ¿comprendido?

Siii, pero ahora no pareeees…

Sabedora de lo que significaban esas vocales alargadas, hundió la boca entre mis muslos y recibió hasta la última gota que tenia guardada para ella.

Se recompuso el pelo, se relamió la comisura y como si se hubiera agachada a recoger un lápiz, volvió a su papel de profesora.

Y ahora abre el libro por la lección catorce. Repásala que el lunes hay examen y hace falta que saques algo mas de un aprobado si queremos tener "repasos" para rato.

A los pocos minutos llegó mi madre, y despidió a Carmen agradeciéndole de nuevo su ayuda y comprando su silencio por el incumplimiento de la promesa a su madre con una buena propina. El alucine de mi madre era mayúsculo porque yo seguía con el libro abierto sobre la mesa. Lo que no sabía era que me estaba jugando algo más que una buena nota.

El fin de semana pasó sorprendentemente rápido aunque me lo pasé estudiando. Por la tarde, una vez terminado el examen proseguimos con las clases en mi casa. Mi madre revoloteaba por ahí y empezamos con la corrección de las respuestas que había dado en el examen. Cuando terminó le pregunté como me había ido con un brillo especial en la mirada, la de un cachorrillo que espera le den un premio por su buena conducta. Ella, sin embargo llamó a mi madre.

Señora, tengo que decirle que su hijo esta hecho un auténtico Unamuno y que el notable en este examen no se lo quita nadie.

Mi madre soltó un grito de felicidad al que me uní por motivos diferentes. Esta noticia la tranquilizó y decidió irse al gimnasio con sus amigas y dejarnos solos de nuevo. Esta vez sí que cuando mi madre cruzó el umbral de la puerta, no había rastro ya de mis pantalones ni de mis calzoncillos.

¿Pero se puede saber qué haces? – No podía creer que de nuevo me estuviera pasando lo mismo. ¿Cuántos chaparrones tenían que caerme encima para aprender?

Bueno, creí que…

Ya sé lo que crees, pero ¿no te parece que si tu madre va a tardar al menos un par de horas, no estaremos mejor en la cama?

Cuantas cosas tenía aun por enseñarme…

La cogí de la mano y la conduje hasta mi habitación. Ahí la besé con una gran dulzura, con una mano acariciando su cadera y con la otra deshaciéndome de su coletero. Esa iba a ser nuestra primera vez, la primera que haríamos el amor. Hasta ahora todos nuestros encuentros habían sido violentos, salvajes. Hasta ese día sólo habíamos follado.

Conecté la cadena de música para ambientar el momento. Quiso la casualidad que lo primero que sonara fuera "Don’t dream it’s over" de los Crowded House. Nos sentamos en la cama uno frente al otro y la ayudé a desnudarse. Un virginal conjunto de lencería de algodón blanco era todo lo que llevaba puesto cuando, acariciando su cuello, la atraje de nuevo hacia mí. Volvimos a besarnos de manera algo mas intensa, dejándonos caer ya sobre el colchón. Con mis manos empecé a dibujar el mapa de su cuerpo con un sinfín de caricias, aunque eliminé en el proceso la cordillera que representaba su sujetador. Ella, se despegó de mis labios y se acurrucó sobre mi pecho, enredando sus dedos con mi incipiente vello pectoral. Me llamó osito con ironía, jugando de nuevo a ser una chica traviesa. Sonaba el afilado saxo que marca las primeras notas del "Careless whisper" de Wham.

Frotando sus muslos con los míos se aflojó las braguitas que termino de quitarse doblando solamente una de sus piernas. Una vez libres de tan molesta prenda, aparté con cuidado sus piernas, me coloqué sobre su blanco cuerpo de marfil y me tomé mi tiempo antes de hacer ningún movimiento para hacer crecer su impaciencia. Cuando noté que llegaba el momento, valiéndome de la fuerza de mis brazos, empecé a hundirme en su sexo, lo más lento que pude aunque la tensión en mis músculos era apreciable por los temblores que el esfuerzo suponía.

Pero esos calambres que empezaban en mis brazos y que iban hasta los abdominales resultaron bastante beneficiosos, pues el tembleque con su pubis provocaba que sin hacer apenas un movimiento, el estímulo sobre su clítoris fuera notable, cosa que sirvió para excitarla aun más.

Con los brazos estirados podía apreciar sus pechos, que se agitaban al son de su respiración, profunda i entrecortada. Cuando se agarró a mis posaderas, inicié ya el vaivén sobre su cuerpo y cada vez que se volvía a encontrar nuestro vello publico, ella sujetándome del culo hacía que la penetración fuera mayor. En uno de estos viajes, me hundió las uñas en las nalgas, haciéndome chillar de dolor. Grito al que se unió al instante aunque el suyo de placer – Como colofón para semejante sinfonía, se añadió el aullido de la guitarra de Brian May en "friends will be friends"

Yo seguía totalmente erecto, a pesar de la dolorosa manera de anunciar su orgasmo. Creo que al darme cuenta de la impasibidad de mi falo al sufrimiento fue cuando empecé con mis pequeños escarceos con el sadomasoquismo más light.

Me dejé caer sobre la cama y mi adorada diosa de nieve de propuso entonces que quería fundirme los plomos. Con un brillo especial en sus ojos, y una morbosa mueca de sus labios, gateó hacia mi hasta llegar a su meta. Un final de etapa que se encontraba justo entre mis piernas. Agarró su trofeo y lo depositó en su pecadora boca. Paladeó y succionó con gran deleite mientras yo, ni mucho menos manco, empecé a acariciar su culo, perfecto y expuesto a lo que mis traviesos dedos quisieran hacer con el. No retrocedió y mis caricias fueron cada vez mas atrevidas. No estaba preparado para iniciarme en el sexo anal así que me adentré hacia otros parajes un poco más poblados y conocidos para mí. Chapoteando en su mojadísimo sexo, con el índice iba frotando su clítoris y el ritmo de su respiración algo agitada me servía de guía.

Joder, que bien lo haces ya… - soltó mi polla para felicitarme – Ponte una goma y fóllame duro, que ya no puedo más.

Ni yo mismo sé cómo pero me plastifiqué a la velocidad del rayo, no era cuestión de hacerla esperar y menos teniendo en cuenta que yo aun no me habia corrido. Carmen me esperaba con el culo en pompa. No costó ningun esfuerzo hundírsela de un solo golpe. Al principio atolondrado por todas las sensaciones, las ganas, las prisas marqué un ritmo endiablado. Ya no se oía ninguna música o al menos mi cerebro no podía captarla. Sólo la oía gemir y decir cosas inconexas y sin sentido. Estábamos totalmente embrutecidos. Podría decir que ese día me había follado a dos personas diferentes. No pude aguantar mucho rato a esa velocidad y cuando por fin me sobrevino el orgasmo, creí que todo yo me iba con él. Carmen ya llevaba mucho rato en su éxtasis particular y cuando me salí de ella, aun estaba entre espasmos.

Después de un rato descansando juntos convenimos que lo mejor era que se duchase rápido y sola y se fuera a su casa antes que mi madre volviera.

Y así, cada vez que aprobaba un examen, y no fueron pocas, nos dedicábamos a maratonianas sesiones de sexo, de todas las maneras imaginables. Ni qué decir tiene que aprobé el curso y que el acceso a la universidad era prácticamente un hecho consumado. Pero no todo iba a ser buenas noticias… Pero eso, lo dejo para la próxima entrega, que espero no demorarme mucho en ofreceros.