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Alba y Diana (2)

en Lésbicos

Me levanté como pude, estaba hecha polvo, y fuimos juntas al baño. Abrí el grifo de la bañera gradué la temperatura del agua y fui dejando que esta se llenara. Eché unas sales de baño y unas bombas aromáticas, mientras Diana ponía algo de música.

Me metí en la bañera y espere ansiosa por mi acompañante, en seguida llegó con un par de copas de vino en la mano y se metió conmigo en el agua. La bañera era algo estrecha por lo que teníamos que estar muy pegadas, pero ese no era problema. Estaba frente a mí y nuestras piernas enrolladas bajo el agua se buscaban juguetonas.

Comenzó a beber de su copa. Me miró con picardía.

  • Alba, ¿qué es lo que más te ha gustado?

  • No sé, todo el conjunto –dije- pero me sorprendió mucho que te lanzaras así, nunca imaginé que podrías llegar a hacer eso, se te ve tan tímida que es algo que nadie podría sospechar.

Mi miró nuevamente a los ojos, con esa mirada de malicia que me hacia presagiar lo que se avecinaba, y me volvía loca. Uno de sus pies comenzó a abrirse paso entre mis piernas, juguetón e imparable iba ganando terreno centímetro a centímetro hacia mí. Yo abrí las piernas todo lo que la estrecha bañera me dejaba y me dejé hacer nuevamente.

Su dedo pulgar jugueteaba con mi clítoris, estaba comenzando a excitarme con unas leves caricias. Continuó jugando y ahora su pulgar intentaba meterse en mi coño pero yo le agarré el pie con fuerza y de un tirón hice que se acercara a mí pasando sus piernas alrededor de mi cintura. La abracé fuerte con una mano, le comí toda la boca, y mi mano libre amasaba sus pechos con lujuria.

Ahora me comía sus pezones uno por uno, los mordisqueaba hasta dejarlos completamente rojos, Diana me agarraba del pelo y me guiaba por donde a ella más le gustaba. Se acercó al borde de la bañera y haciendo fuerza con sus brazos se sentó. Abrió de par en par sus piernas ofreciéndome su coño en toda plenitud. Iba a abalanzarme directamente a comérselo, pero me lo pesé mejor. Cogí el teléfono de la ducha, abrí el grifo y empecé a juguetear con el chorro de agua. Ella sonreía y gemía. Empecé a combinar los chorros con caricias, Diana estaba ya que se salía. Hasta que cerré el grifo y por fin me abalance sobre su coño para devorarlo. Me puse de rodillas entre sus piernas y con mi lengua recorría de arriba abajo en toda su longitud, prestando especial atención en su clítoris y en su ano, que ya empezaba a estar dilatado.

Metí dos dedos en su culo mientras mi lengua seguía jugando traviesa por todo su coño, Diana no paraba de gritar y gemir pidiendo como podía que no parara, que le estaba encantando. Ya tenía tres dedos en culo, dos mas en su coño, lamía y mordisqueaba su clítoris pero ni aun así conseguía que se corriera. Agarré el mango de la ducha, abrí el agua fría y apunte directamente a su clítoris, empezó a gritar porque el agua estaba fría, pero pronto sus gritos comenzaron a tornarse de placer.

  • Nena no pares… no… no pares…–me pedía entre gemidos y gritos.

Yo obedecí encantada, mientras el mis dedos entraban dilatando su culo completamente, el chorro de agua caía directamente en su coño. No tardó en correrse y caer derrotada sobre un lateral de la bañera. Con una expresión de satisfacción en su rostro. Me acerqué a ella, pero me aparto de un empujón haciéndome caer tumbada en la bañera.

Metió sus manos bajo el agua me agarro de las caderas y me elevó hacia la superficie. Se acercó a mi coño y empezó a comérmelo con locura. Me mordía hasta hacerme daño pero me estaba poniendo a mil. Me hizo ponerme de rodillas de espaldas a ella apoyada en la bañera. Alargó la mano y cogió un bote de algún cosmético de estantería, me lo metió en la boca para lubricarlo y luego comenzó a jugar con él en la entrada de mi ano, mientras su otra mano seguía acariciándome el clítoris. A cada poco intentaba meter el bote en mi culo, notaba como poco a poco se iba abriendo dejándole paso.

Me escupió un poco de saliva para lubricarlo más y de un golpe me lo metió hasta el fondo. No pude evitar gritar, me estaba partiendo en dos.

LE decía por favor que parase pero parecía no oírme a pesar de que estaba gritando.

Poco a poco el dolo se fue tornando en placer.

Y cuando quise darme cuenta estaba gimiendo y gritando sin control.

Me estaba viniendo, ella lo notó y sus arremetidas empezaron a ser más rápidas.

Me estaba corriendo por fin.

Acabé agotada, la abracé y un rato después nos echamos a dormir en mi cama.

Cuando a la mañana siguiente me desperté Diana ya no estaba a mi lado. Hice mi rutina diaria sin poder quitarme de la mente todo lo que había pasado el día anterior, las imágenes se sucedían ante mis ojos una y otra vez. Pero tenía que continuar mi día a día.

Era sábado por lo que no tenía clase, me senté en el sofá a ver un poco la tele y de repente recordé que la noche anterior la cámara de fotos estaba programada para disparar cada pocos segundos. Fui corriendo al estudio y me alegré de tener la tarjeta de memoria repleta de recuerdos de nuestro encuentro.

Metí la tarjeta en el lector del pc y madre mía, que fotos!! como me estaba poniendo… mi tanga empezaba a mojarse, pasaba las fotos deteniéndome y mirándolas una a una, aunque algunas estaban desenfocadas y no se veía del todo bien yo sabía exactamente lo que había pasado y me estaba poniendo malita.

Fui a mi habitación, abrí el cajón de la mesilla de noche y él estaba allí. Mi compañero de fatigas, mi amigo incansable que siempre daba sin esperar nada a cambio más que un par de pilas. Mi vibrador. Lo agarré y me lo llevé al estudio conmigo.

Me desnudé de cintura para abajo, puse un programa para que las fotos se mostraran una a una sin parar, orienté el monitor del pc hacía el sofá y allí me fui.

Me puse cómoda, abrí mis piernas de par en par y me dispuse a regalarme un par de orgasmos memorables.

Comencé acariciando mi clítoris, mientras las imágenes de Diana medio desnuda en el sofá aparecían en el monitor.

Comenzaba a mojarme mucho.

Un dedo entró sin ninguna dificultad en mi coño.

En otra foto me miraba con lujuria mientras me arrancaba la ropa.

Comencé a gemir tímidamente.

Y ya eran dos dedos los que entraban y se movían acompasados dentro de mí.

Mus flujos comenzaban a manchar el sofá.

Ya eran tres dedos.

Agarré y encendí el vibrador, lo frotaba por todo mi clítoris.

Los gemidos empezaron a subir de volumen.

Mis dedos salieron empapados, me puse de rodillas sobre el sofá y de un solo golpe me enchufé el vibrador hasta el fondo.

Mis gemidos ya eran gritos.

Con una mano me acariciaba, me estrujaba el clítoris hasta casi dolerme.

La otra mano manejaba hábilmente el falo de plástico que salía de mí para volver a entrar rápidamente.

Unos sudores comenzaron a recorrer mi espalda… se acercaba

Mis manos se movían rítmicamente

Y sonó el timbre….

Ahora no!! Dios mío!!!… no iba a parar, no podía parar…

Mis manos seguían moviéndose.. y el timbre sonaba incansable

  • Alba ábreme!! – se oyó gritar al otro lado de la puerta

Era Diana…

Me arranqué el vibrador del coño y salí corriendo hacia la puerta con él la mano. Las manos me temblaban, abrí la puerta como pude, la imagen que vio Diana de mía al abrirse la puerta era un poema.

Estaba despeinada, desnuda de cintura para abajo, con la mano en alto sosteniendo el falo de plástico, jadeando y con una cara de loba que daba miedo.

La agarré de su chaqueta y de un tirón la metí dentro de la casa. La conduje hasta el salón, y le dije que se tirara en el suelo. Ella me miraba desconcertada pero obedecía mis órdenes sin decir una palabra.

Me senté a horcajadas sobre ella. Le besé la boca hasta la garganta. Madre mía como besa Diana…. Comencé a quitarle prenda a prenda hasta dejarla completamente desnuda. También arranque lo poco que quedaba de mi ropa

Agarré sus pechos, eran firmes y suaves, con un pezón rosadito que me estaba llamando a gritos. Se los chupé fugazmente para empezar a mordisquearlos. Diana empezó a gemir intentó acariciarme pero no la dejé, tal y como estaba enseguida tendría un orgasmo y quería hacerlo esperar.

Bajé con mi lengua por su cintura, esa cintura que la noche anterior me había traído de cabeza. La miré a la cara, mi vista desde aquella posición era espectacular… que guapa era, que ganas tenía de comérmela… y no pude esperar. Mi lengua fue bajando desde su ombligo hasta su pubis… y ahí si que ya no me pude controlar. Me abrí paso entre sus labios con uno de mis dedos… esperando encontrar algo y… estaba empapada!!

Acerqué mi boca y un olor penetrante llegó a mi nariz, eso hizo que me excitase todavía más… comencé a comerle coño, con rabia, con furia. Lo mordisqueaba, lo succionaba… intentaba que mi legua la penetrara impunemente… que rico estaba… no podía parar.

Diana gemía, se retorcía de placer, con sus manos me agarraba fuerte del pelo y me empujaba contra ella.

Paré me puse en pie y me di la vuelta. Volví a sentarme sobre ella, esta vez dándole la espalda. Acerqué mi coño a su boca para que ella me devolviese el favor.

La punta de su lengua tocó mi clítoris…. Y no pude evitar comenzar a gemir, madre mía, esta chica me hacía perder el control. Yo seguí comiéndole el coño mientras ella hacía lo propio con el mío.

Diana comenzó a temblar, su orgasmo estaba cerca. Recordé el vibrador y de un solo empujón de lo metí entero. Soltó un grito de placer, pero enseguida volvió a su labor deleitándome.

Yo metía y sacaba el vibrador de su coño, lo había puesto al máximo y notaba las vibraciones en mi lengua mientras le lamía el clítoris.

Ella ya tenía tres dedos dentro de mi culo y mientras me mordisqueaba sin parar.

Comenzó a correrse, notaba como ahogaba sus gemidos contra mi coño.

Una oleada e calor me invadió de repente. El sudor frío por la espalda. Notaba como salía de mí. Ya estaba llegando.

Diana se corrió en mi boca, su coño emana fluidos que yo saboreaba sin parar mientras ella hacía que me derritiese por dentro.

Unos espasmos recorrieron mi espalda.

Solté un último suspiro….y me dejé caer sobre la alfombra.

Estaba agotada.

Diana se incorporó para tumbarse de nuevo a mi lado. Me miró a los ojos y me dio un beso suave, dulce… que rico estaba.

Nunca me imaginé en esa situación, pero madre mía, que bien me lo estaba pasando.

Me quedé dormida sobre la alfombra. Al despertarme Diana seguía a mi lado, mirándome, me había echado una manta encima y me miraba con curiosidad. Al ver que abría los ojos sonrió y me dio otro beso. Este más profundo, más pasional.

  • Me tengo que ir peke. Pero si puedes esta noche me encantaría repetir. Pero tendré yo el mando. – Dijo con cara de perra en celo- Vendré sobre las nueve.

  • Te esperaré con impaciencia- Dije mientras la veía desaparecer por el umbral de la puerta.