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La entrevista de trabajo

en Lésbicos

Me esperaba un día más de duro trabajo en mi ciudad imperturbable e insomne que es Madrid.

El día comenzó con una lucha en el transporte público motivada por la gran aglomeración de trabajadores que a hora punta de la mañana utilizamos este medio para acercarnos a la gran urbe.

Llegué al despacho con la lengua fuera e impuntual como era costumbre en mí gracias al transporte. El día continuó con la habitual monotonía de clientes, escritos, papeles y más papeles que salían por todas partes y parecían no tener fin.

Cuando me estaba perdiendo en mis cavilaciones matutinas laborales sonó el móvil, eché un vistazo, era un número que no conocía, me aventuré a contestar un poco suspicaz encontrándome con una voz muy dulce al otro lado:

Buenos días, ¿la señorita Aroa, por favor?- preguntó.

Si soy yo- respondí.

Verá, la llamaba para concretar con usted una entrevista para un puesto en nuestro despacho, he recibido su curriculum y creo que el puesto de trabajo le podría interesar puesto que es en la misma localidad donde vive.

Esa voz tan dulce, tan gentil me dejaba sin palabras y encima me ofrecía un trabajo al lado de casa, si tuviese suerte y me aceptasen……

Esto……bien, cuando quiera. ¿Podría ser esta tarde sobre las seis?- le contesté mientras pensaba que cuanto antes hiciese la entrevista antes escaparía de tener que coger tanto transporte por las mañanas.

Perfecto. Esta tarde la esperamos. Le indico las señas y cuando llegue pregunte por mi, me llamo Paula.

De acuerdo, muchas gracias y encantada, Paula.

¡Genial!. Ya tenía posibilidad de una vía de escape. Fui al baño y miré mi apariencia y el vestuario elegido. Tras un vistazo comprobé que podía perfectamente acudir directamente a la entrevista. Llevaba un conjunto de chaqueta y pantalón negro, botas negras de tacón y un ajustado jersey debajo de color violeta que marcaba mis formas, un atuendo formal.

A las cinco salí del trabajo poniendo como excusa que me encontraba mal y me marchaba a casa. Mi jefe después de poner todas las muecas posibles para mostrar su disgusto, se encogió de hombros y me despidió de su despacho con un "hasta mañana".

De vuelta en el tren elegí sentarme al lado de la ventana, me encanta ese sitio, mirar desde la ventana en cada trayecto y fijarme en el paisaje. No es que fuese un paisaje bonito pero lo llevo en las venas, mi Madrid es mi infierno y mi vida……de Madrid al cielo. Dejé rienda suelta a mi imaginación mientras escuchaba música en el trayecto y contemplaba Madrid, la gran urbe desaparecía a lo lejos y me adentraba en los municipios de la periferia con su habitual collage de habitantes.

Cuando llegué a la estación me detuve a respirar el aire de mi ciudad y supe que estaba en casa de nuevo; enseguida se me relajaron los músculos y me dejé llevar por el fluido constante de personas de un lado a otro.

Cogí el autobús para llegar al lugar de mi entrevista, mire el reloj y comprobé con alegría que llegaría puntual a mi cita.

Me apeé en la parada correspondiente y ahí fui cuando me dí cuenta que estaba nerviosa, el estómago se me revolucionaba como si miles de insectos lo recorriesen de arriba abajo, las manos se me pusieron frías y creí que no podría hablar.

Comprobé la dirección y llamé al timbre del despacho. Mientras subía las escaleras me tomé unos segundos para hacer una inspiración profunda e intentar relajarme, mientras me repetía mentalmente que sino me aceptaban no pasaba nada que ya tenía mi trabajo actual aunque me acordaba de mi "querido" transporte público y me ponía de los nervios.

Se abrió la puerta y allí apareció un ángel tanto que me tuve que pellizcar porque no sabía si había muerto en la calle de un infarto por mis nervios o era de verdad la preciosa mujer que tenía a la vista. Sus ojos , dos esmeraldas me miraban como si me estuviesen interrogando, sus gruesos labios se abrieron para hablar rebelando blancas perlas, me adelanté a ella.

-Hola, soy Aroa estaba citada con Paula para una entrevista- logré balbucear cargada de nervios.

-Hola, Aroa. Encantada, yo soy Paula- me tendió su blanca mano y corrí a estrechársela, estaba fría. – Pasa a mi despacho que estaremos más cómodas- y con un gesto me indicó que la siguiese.

Mis ojos se posaron en su trasero, un trasero redondito que tenía donde agarrar y parecía que me llamaba para que le azotase sin piedad , le mordiese y clavase en él mis uñas….¡Dios mío! ¿Qué me pasaba? Si seguía divagando perdería ese trabajo.

Paula llevaba vaqueros con una blusa blanca atada con un lazo al cuello de estilo romántico con unas botas de tacón de aguja muy finas y su atuendo informal me encantó.

Me guió a un despacho con aire femenino, sin duda tenía su toque: un ramo de rosas rojas en un jarrón estaba a un lado de la mesa probablemente sería de su marido o novio, obviamente una mujer así no estaría sola, un bote para dejar los lápices y bolígrafos de color verde con un muñequito, un coletero por aquí y allá y un espejo pequeño. Me la imaginé cogiéndolo con sus níveas manos de uñas largas y perfectas y mirándose en él mientras pasaba por sus rosados y apetecibles labios el carmín que les conferiría un toque más sensual y ardiente y me humedecí, no pude evitarlo, me excité.

Oí que me hablaba y yo sólo pensaba en sus labios. Mentalmente me llamé al orden: "Aroa un, dos, tres, despierta que tienes que responder…..".

-Perdona, Paula. ¿Qué me preguntabas?. Es que he venido un poco deprisa y ando acalorada- ¡Qué narices, estaba roja como un tomate por la vergüenza y mi corazón a mil por la excitación!.

-Ah, pobre- me esbozó una tierna sonrisa que me deshizo, tenía que salir de allí lo más rápido posible porque sino haría una locura- Verás te preguntaba que en vista de tu excelente currículum si me podías comentar algo más sobre ti , tus estudios y experiencia profesional.

Ahí estaba yo relatándola mi vida, mis estudios y capacitación profesional, ella me miraba con sus grandes ojos, esbozaba sonrisas con cada una de mis peculiares apreciaciones. Hablaba como un robot porque mis sentimientos y pensamientos estaban en continua lucha por coger a Paula y hacerla mía. Se echó su largo pelo azabache atrás y peinó un mechón rebelde detrás de una de sus orejas, me fijé en su cuello y deseé lamer y morderlo lenta y cadenciosamente, recorrerlo con mi lengua y oírla suspirar, lograr que me abrazase y sentir sus pechos apretados contra los míos. Aquellas redondeces verlas sometidas a la conquista de mi lengua y al castigo de mis dientes. Me costó la vida misma no hacerlo.

Bueno y eso es todo, hoy por hoy trabajo en ese despacho en temas de derecho laboral y extranjería y son con los que más me defiendo, llevo tres años allí lo que pasa es que me gustaría tener el trabajo más cerca de casa para no perder dos horas al día en el transporte y así tener un poco más de tiempo libre.- Me oía decir eso mientras pensaba en el calor que sentía entre mis piernas.

¿Y qué es lo que más te llama la atención del puesto que te ofrezco?-me preguntó.

Sin duda, tú -me gustaría contestarla- Verte cada mañana aparecer enfundada en tus pantalones marcando tus muslos y tu trasero respingón, verte con camisetas ajustadas, dejar que te besase y que nuestras lenguas bailasen al mismo son como preámbulo.

- El que está al lado de casa, es mejor salario y horario-Dije finalmente.

-Bien. Pues el trabajo es tuyo, entonces. Te veo una chica trabajadora y en quien confiar. ¿Cuándo podrías incorporarte?- me hizo una pregunta con una sonrisa triunfal.

Me incorporaría ahora mismo, me sometería a ti hasta el resto de mi vida, te suplicaría de rodillas que me dejases saborear tu cuerpo aunque solo fuese una vez y te haría el amor día sí y día también.

-Daré un preaviso a mi actual despacho y en quince días me tendrás aquí, si te parece-

Dispuesta para ti, húmeda y deseando darte el máximo placer.

-¡Estupendo!. Vamos a ver tu despacho a ver qué te parece- y acto seguido me llevó de la mano por el pasillo, me extraño esa confianza pero me encantó poder sentirla y abrió una puerta que daba a un despacho.

El despacho tenía una ventana que daba a una terracita por la que entraba la luz, tenía una mesa de madera de roble oscura con un ordenador e impresora. Había una estantería con libros y códigos de leyes y un sillón negro desde el que dominar la estancia. Una alfombra de color rojizo un tanto desgastada adornaba el suelo y a un lado había dos sillas que tendría que colocar para que se sentasen los clientes. Me pareció un poco austero pero ya tendría tiempo de darle mi toque personal.

¿Qué te parece?. Ya sé que es un poco impersonal pero le puedes decorar como quieras, si quieres algo dímelo y lo arreglaré- me lanzó una mirada mientras lo decía.

Asentí con la cabeza. Mi excitación estaba en su punto álgido y mi garganta en lucha por decirla lo que sentía, que la quería a ella tendida de espaldas en esa mesa de roble.

Si cielo, te quiero desnuda, tu blanca piel expuesta. Descubrir todas y cada una de tus curvas, tu vientre plano, tus piernas largas y torneadas, tus muslos, tus pechos redondos y tu sexo sin ningún bello que se interponga. Quiero lamerte de principio a fin, saborear cada escondite y pliegue de tu cuerpo, morder tus pechos mientras que con la mano recorro los pliegues de tu sexo, sentirte caliente y húmeda debajo mía, meter un dedo dentro de ti y torturar el lóbulo de tu oreja con mi lengua, besarte con pasión y fusión de nuestras lenguas.

Cuando estés lista para mí me arrodillaría ante ti como mi diosa y posaría mi lengua en tu centro, me dejarías poder saborear la ambrosía entre tus piernas y me inmortalizarías mientras gimes con cada embestida de mi lengua ávida de ti. Jugaría con tu clítoris sin piedad hasta verte estremecer y explotar de pasión en mi boca dándome la eterna felicidad.

Te complacería desnudándome ante ti y otorgándome como tributo, me atarías las manos en un lazo fuerte y me tirarías al suelo sin piedad, me azotarías en el trasero y me clavarías tus uñas en la espalda; gemiría para ti como la más profesional de las prostitutas. Te doy mi libertad, esclavízame con cada uno de tus besos. Me perforarías con tus dedos fuertes y profundamente mientras chupas uno de mis pechos y cuando sientas que caigo en brazos del orgasmo pondrías tu apetitosa boca para recogerlo y tragarlo.

Era una cobarde para poder confesarla todo eso, miré uno de los relojes que estaban colgados en la pared y vi que llevábamos cerca de hora y media de entrevista y ya se acercaba a su fin. El deseo crepitaba en mí y deseé poder estar a solas en mi casa y en mi habitación dándole rienda suelta hasta caer sudorosa entre espasmos en un orgasmo.

-Bueno, Paula, no te quiero entretener más que estarás ocupada y se nos ha hecho de noche ya- le dije deseando marcharme y no cometer la locura de violarla allí mismo.

-Ah, no te preocupes, siempre me quedo hasta tarde, me ha gustado charlar contigo, eres muy simpática y estoy deseando que te incorpores cuanto antes- siguió sonriendo con sus bonitos labios.

-Oh, bien,. Lo dicho dentro de quince días estaré aquí, ya me explicarás un poco para ponerme al día.

Me acompañó hasta la puerta y cuando fui a coger mi abrigo para ponérmelo me sujetó el brazo, le miré a la cara y ví la pícara que tenía enfrente. Su rostro infantil se volvió más duro, me acercó a su cuerpo y creí desfallecer de placer cuando me besó con la furia de mil tempestades. Su lengua húmeda jugaba con la mía y aproveché y planté mi mano en su culo duro y apetecible para lograr que nuestros cuerpos se pegasen lo máximo el uno al otro.

- No podía dejar que te fueses así, el calor que siento entre mis piernas es demasiado para desfogarme yo sola.- Paula acompañó sus palabras con la caída de sus ropas y guiándome a su despacho supe que utilizaría su mesa para hacerla mía y dar rienda a todas y cada una de mis fantasías.

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