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La atracción que ejerce mi primo...

en Amor filial

14 abril 2009

Aunque han pasado más de 20 años, aun puedo recordar cual fue el primer momento en el que me sentí atraída por mi primo. Yo apenas había cumplido los 24 y él rozaba los 17. yo había sido una chica precoz, mi infancia no fue todo lo buena que quisiera recordar, y al ser la mayor y tener dos hermanos pequeños, me vi haciendo de cuidadora, chica de la limpieza, ama de casa, niñera, y un sinfín de cosas más que ni siquiera quiero recordar. A mis 19 ya estaba preñada y casada, la forma más rápida de salir del infierno. A mis 23, separada y con un niño de 4 años. No vivía mal, tenía mi trabajo, tenía mi casa, y aunque estaba separada mi ex contribuía con la manutención del pequeño, no me podía quejar.

Fue cuando al no haber sitio en casa de mis padres, mi primo vino a quedarse una noche a casa. Pasamos una tarde muy agradable paseando por la ciudad, cenamos juntos y cuando el pequeño se quedó dormido, nos fuimos para la casa. Mi primo iba a ocupar el dormitorio de mi hijo, tenía una cama grande, le cambié las sábanas y me llevé a mi hijo a dormir conmigo, antes de eso, pasamos aun un buen rato sentados en el balcón, charlando de nuestras cosas. Yo ya me había puesto mi camisón, pienso que para nada era sexy, un camisón normal, muy normal, aunque si puedo recordar su mirada clavadas en mis generosas tetas, el poquito de aire que se había levantado y su mirada fija en mis tetas hizo que mis pezones se me pusieran duros como la piedra, podía sentirlos con el tacto de la tela, aun puedo recordar la sensación de tener mi braga húmeda de solo pensar en que se abalanzara sobre ellas, pero no lo hizo, me pasé la noche esperando en cualquier momento que apareciera por la puerta, como había hecho algunas veces cuando vivía en casa de mis padres, lo había sentido entrar en mi dormitorio y acercarse hasta mi para tímidamente tocarme, bien las tetas, bien el culo, incluso una vez se aventuró a meter su mano entre mis muslos y acariciar los vellos de mi pubis, pero esa noche me quedé con las ganas y me tuve que contentar con pajearme hasta quedarme dormida. Por la mañana cuando se marchó, y fui a sacar las sábanas de su cama, pude comprobar como también se había contentado con pajearse hasta dejar bien mojada la tela, no me podía hacer una idea de cuantas pajas se había tenido que hacer para dejar así la sábana, pero estaba segura que más de 4 ó 5. Desde esa noche, no podía evitar mojarme de pensar en recibir sobre mí esa cantidad de leche.

Pasó más de un año hasta que lo volví a ver, en esa ocasión fue en su casa, en una parcela que tenían mis tíos, yo solo me reunía con la familia en contadas ocasiones y esta fue una de ellas, la boda de oro de mis abuelos. Estábamos casi toda la familia, y sin proponérmelo demasiado o sí, ya no lo recuerdo, mi vi quedándome en su casa. Aunque no iba a ser yo la única de los huéspedes en esa ocasión. Además de mi, estaba una tía nuestra, que había venido sola sin su marido.

Era verano, mes de julio, hacía bastante calor, y al tener piscina, durante el día la casa estaba muy concurrida. Abuelos, tíos y primos, todos menores que nosotros, mi primo es el mayor de los varones y yo la mayor de las hembras. Aunque algunas de mis primas rondan su edad. Me sería imposible negar que mis ojos se iban detrás del paquete de mi primo, intentando adivinar sus dimensiones, pronto descubrí que dicho aparato era muy, muy grande, tanto que ni siquiera hubiera podido imaginármelo. Jugando con las primas y en especial con una de mis tías, precisamente con la que se iba a quedar en la casa, descubrí que su paquete había comenzado a crecer, sobre todo jugando con nuestra tía. Entre juegos mi primo se harto literalmente de meterles mano a mi tía y mis primas y todas y cada una de ellas, consentía. Eso me tenía caliente, muy caliente, aunque no tardé en ver como a mi tía también, sus pezones se habían puesto duros como piedras y dejaba que mi primo con cada ahogadilla que le hacía se refregara por su maduro cuerpo. Tengo que reconocer que mi tía a su edad, no se conservaba nada mal, rondaba los 44 años, morena de piel, pelo largo como el azabache, unas tetas grandes y caídas, en eso le llevaba ventaja, mis tetas aunque algo más pequeñas, solo un poco, veía como mis pezones seguían apuntando hacía arriba, por el resto somos bastante parecidas, también soy muy morena de piel, y mi pubis es frondoso y abundante, el de mi tía también, se notaba a través de la tela del bañador como se abultaba una buena cantidad de vellos, que incluso a veces asomaban por los bordes del bañador. Las dos tenemos las caderas anchas y unos buenos traseros de nalgas respingonas.

Al caer el sol, la parcela se quedaba sola, y esa tarde sin saber aun porque, ni mi tía ni yo decidimos ir a cenar con todos, y para sorpresa nuestra, mi primo se quedó con nosotras, incluso sus padres fueron. Y a pesar de que nos los pidieron en contadas ocasiones, ninguno de los tres quisimos ir. Yo sabía perfectamente y supongo que ellos también que no vendría nadie hasta bien entrada la noche, era tan solo las 8 de la tarde, y por lo menos hasta las 2 ó las 3 no volverían sus padres. Yo entré a cambiarme de ropa, me quité el bañador que llevaba puesto y me coloqué un vestido que se cuela por la cabeza de los que se usan para ponerse encima de los bikinis en la playa, sin sujetador y con una braguita pequeñita que además metí por el canal de mi culo, dejando que mis nalgas quedaran fuera de ella, notaba mi excitación, no sabía cual iba a ser la reacción de mi primo y mi tía, pero en cierta medida me daba igual, estaba como una perra en celo, y necesitaba que mi primo saciara la sed que sentía. Al volver a salir al porche me llevé una grata sorpresa, mi tía estaba en la ducha de la piscina, sin quitarse el bañador se estaba prodigando en un lavado de todo su cuerpo dejando que mi primo que estaba sentado al borde de la piscina la contemplara a sus anchas, tanto era así que no reprimía la terrible erección que marcaba su bañador, nuestra tía de espalda a él, se enjabonaba muslos, metiendo sus manos por dentro del bañador, dejando al aire sus estupenda nalgas, metía por el borde sus manos llegando hasta sus tetas que dejaba que asomaran en parte por fuera de la tela del bañador. Para sacarse el jabón se giró dejando que viéramos parte de los vellos de su pubis asomando por los bordes, sus ojos estaban clavados en el paquete del bañador de mi primo, que para nada lo ocultaba. La visión de su bulto me inquietaba, parecía enorme. Me senté enfrente suya, y abrí mis pierna, estaba dispuesta a competir con mi tía, dejé a su entera contemplación mi braguita metida por entre mis labios, cosa que tampoco pasó desapercibida para él, que pronto no supo donde mirar, si el cuerpo de mi tía o mi pequeña tanga.

De pronto se dejó caer dentro del agua y se acercó hasta mis piernas que mantenía dentro, se cogió a mis tobillos y me las abrió aun más, su cabeza estaba justo a la altura de mi coño, tiró un poco de mi, llevándome más aun hasta el filo, pataleé un poco, lo que hizo que mis piernas se abrieran aun más, dejando que viera a sus anchas mis labios y casi por completo mis vellos, seguía mirando sin ningún recato y yo lo dejaba hacer. Cuando nuestras miradas se cruzaban podía ver el deseo en sus ojos, y como iba de mis tetas a mi coño, sentía como mis pezones rozaban en la fina tela, y eso me excitaba aun más. Sentía que si seguía tirando de mis tobillos y yo seguía moviendo mi culo al borde de la piscina, iba a correrme de un momento a otro, hasta que un fuerte tirón de mis piernas me hizo resbalar y caí al agua, el vestido se subió hasta mi cintura y aunque hacía pie, necesitaba sentir en mi cuerpo la dureza de ese palo que aun en el agua podía ver en el bañador de mi primo, me subí a horcajadas pasando mis piernas alrededor de su cintura y como una lapa me pegué a él, sentí directamente la dureza de su polla en mi vientre y sus manos aferrarse con fuerza a mis nalgas, nos mantuvimos así un buen rato, moviéndonos y dejando que mi cuerpo subiera y bajara apretando esa vara, nunca había intentado follar dentro del agua, alguna que otra vez lo había visto en películas, pero jamás pensé que pudiera entrar así, me mantenía agarrada a su cuello y dejaba que él jugara con mis nalgas y mis muslos mientras movía mis caderas y conseguía una buena fricción de su polla por mi pubis, ninguno de los dos mirábamos a mi tía, nos mirábamos a los ojos, me acercó al borde y me soltó por un momento, lo que tardó en sacarse la polla por arriba del bañador y colocarla entre mis muslos, sentí una de sus manos tirando de mi braga y de pronto como un palo ardiendo sentí como su badajo se metía en mi cueva, solté un gemido y me agarré con más fuerza a su cuello, era más grande de lo que jamás hubiera imaginado, la sentía atravesarme, sentía su cabeza en la entrada de mi útero, sentía dolor cuando me llenaba por completo, pero el vaivén del agua pronto comenzó a diluir ese dolor convirtiéndolo en verdadero placer, ya no escuchábamos a nuestra tía, me daba igual lo que estuviera haciendo, solo necesitaba un par de segundos para llegar al cielo y así fue, mi orgasmo llegó como llega un mar en tempestad, me estaba haciendo botar literalmente sobre su polla, y no podía hacer nada para impedírselo, o no quería, cada vez que me dejaba caer, sentía como se incrustaba más y más en mi interior. No pude reprimir mis gemidos, que se escaparon de mí con verdadera fuerza, hacía mucho que no recordaba un orgasmo de esa magnitud, en el interior del agua me era totalmente imposible saber si se había corrido en mi interior o no, aunque por la manera de moverse y por su dureza sabía que no lo había hecho. No soportaba esas embestidas, aunque me estaban llevando a un nuevo orgasmo, en menos de 3 minutos me había vuelto a correr, y ya el dolor era más que el placer, no lo pude soportar y como pude me zafé de sus brazos, para recobrar el aliento al borde de la piscina, fue cuando me di cuenta de que nuestra tía nos miraba sentada en los peldaños de la escalera, se había echado el bañador a un lado y estaba con las piernas abiertas y la cabeza echada hacía atrás dándose placer con dos de sus dedos, mi primo no tardó en acercarse colocó sus pies en el último peldaño y quedó justo a la altura de su coño, con verdadera maestría atinó a ensartarla, ella ni siquiera movió la cabeza, lo dejó hacer y desde la espalda de mi primo pude ver la velocidad que imprimió a sus embestidas, solo se escuchaba los resoplidos de nuestra tía, y como en cuestión de minutos los dos se corrían mi primo sin dejar de embestirla con todas sus fuerzas.

Cuando por fin aminoró, sin salirse de su interior, me acerqué para ver como si fuera un desesperado en busca de comida, tiraba de la parte de arriba del bañador de nuestra tía hasta conseguir sacar sus grandes tetas fuera de él y llevárselas a la boca y comenzar a chupar con verdadera fruición, la postura era cuanto menos sugerente, tenía sus piernas por encima de sus brazos lo que le impedía que bajara las piernas, se la clavaba despacio pero por completo, mi tía se sujetaba a la baranda de la escalera para conseguir mantener algo de equilibrio mientras él echado hacía ella apretaba sus tetas con sus manos y chupaba sus grandes y oscuros pezones como si le fuera la vida en ello. Nuestra tía volvió a correrse, solo entonces no pudo soportar más sus embestidas y le pidió que la soltara, se desacopló de ella con desagrado, yo tímidamente me había acercado hasta estar a su lado. Con una muestra de control le indicó a mi tía que se saliera de la piscina y con una simple mirada me ordenó lo mismo, al salirse del agua pude contemplar por primera vez su polla en su total erección, no recordaba haber visto algo igual, tanto mi tía como yo estábamos hipnotizada mirándola, se dirigió al columpio y nos indicó que nos sentáramos, se colocó entre las dos, de pie a nuestro lado, tan cerca de nosotras que como si fuera un imán, no pudimos contener la atracción de llevárnosla a la boca, eso era lo que él deseaba, las dos comenzamos a mamar de ese glande, nuestras manos lo recorrían por completo, nuestras bocas se mezclaban queriendo chupar esa polla, tardó tanto que las dos nos sentimos colmadas de deseo, nos tenía asidas por los pelos y nos iba turnando sin poder impedir que fuera él quien fuera mandando sobre nosotras, yo fui la elegida, de pronto sentí como su prepucio me llegaba a la garganta, casi no podía respirar, era tan grande y gorda que a duras pena conseguía mantener la mitad de ella dentro de mi boca, de pronto sentí como se corría, su polla se tensó y comenzó a escupir chorro tras chorro en mi garganta, golpeaban mi campanilla, produciéndome incluso arcadas que a duras penas conseguía reprimir, me llenó por completo la boca con su leche, me era imposible tragar y no tuve más remedio que dejarla salir por las comisuras de mis labios, me había llenado la boca y aun le quedaba para llenar la cara de nuestra tía que suplicando buscaba llevársela a la boca, se la siguió mamando con deleite, dejándome a mí que me recreara con el sabor de su leche, nunca sabría explicar esa sensación me había corrido un par de veces y aun deseaba más, nunca me había gustado que se corrieran en mi boca, y sin embargo cuando la sacó fue como si me quitaran el manjar más rico que jamás hubiera probado, aunque lo más impresionante era ver como se había corrido dos veces ya y seguía mostrando una dureza insospechada. Su mirada eran ordenes que acatábamos como si fuéramos autómatas, no hacían faltas las palabras, las dos sabíamos lo que deseaba, nuestra tía más sabia que yo sin lugar a duda, era mucho más rápida, antes de que me diera cuenta estaba completamente desnuda a cuatro en el columpio y mi primo detrás de ella la tenía ensartada agarrado a sus caderas, ver la cara de felicidad de mi tía, era algo indescriptible, era como si nunca hubiera gozado del sexo hasta ese día, sacaba gemidos de su garganta que estaba segura jamás habían salido de ella, las manos de mi primo recorrían todo su cuerpo se aferraban a sus tetas, las exprimía como si fuera a sacar leche de ellas, mientras yo ya lo esperaba desnuda a su lado, no tardó en indicarme que me colocara como ella, y en cuestión de segundos me sentí de nuevo invadida por su polla, ahora entendía a mi tía, me era imposible reprimir esos gemidos, escapaban de mi garganta aunque no quisiera emitirlos, sentía sus piernas chocar con mis nalgas y el ruido que producían aun me excitaban más, se agarraba a mis tetas, pellizcaba mis pezones hasta producirme un placer mezcla de dolor que no podía soportar, sentir como me abandonaba para entrar en mi tía con más ímpetu era liberador, aunque ya deseaba de nuevo volver a sentir esa descarga que se producía cuando entraba por completo en mi hueco. Ya no recuerdo cuantas veces llegué al orgasmo, era uno detrás de otro. Cuando se cansó de embestirnos desde atrás se sentó en el columpio y atrajo a mi tía encima suya, la sentó sobre sus piernas y la dejó a ella que imprimiera la velocidad y fuerza que ella quería, mientras él se recreaba con sus tetas, en cuestión de minutos era yo la que le pedía el lugar, por primera vez era dueña de mis actos, aunque cuando pensé que iba a saber controlarme, fue todo lo contrario, al igual que mi tía, el placer era tal, que al igual que ella, me dejaba caer y subía con las mismas ganas como lo había hecho ella. Sentir sus dientes mordiendo mis pezones, tirando de ellos como si me los quisiera arrancar, me daba aun más morbo, apretaba mis tetas con fuerza entre sus dedos, mamaba de mis pezones, mis pezones son grandes y es fácil tirar de ellos, siempre me había producido mucho dolor que lo hicieran con fuerza, pero con él, era todo lo contario, cuanto más fuerte sentía sus dientes, sus dedos, sus labios, su lengua, más placer me daba, mi tía no tardaba en querer ocupar mi lugar, nos fuimos turnando durante una eternidad, terminó echado sobre el columpio con mi tía encima de su polla y yo sentada en su cara, dejando que su lengua me traspasara con la misma rabia, recorría todos mis vellos, sentía sus dedos entrando en mi vagina por completo, sus dedos abriendo la entrada de mi puerta trasera, vedada hasta ese momento a cualquier instrumento de placer, era incapaz de decir que no a nada, e incomprensiblemente para mi, todas y cada una de las cosas que me hacía me daba más y más placer, no tardé en sentir dos de sus dedos abriendo mi esfínter y sintiendo como su lengua se colaba en mi interior como una serpiente, estaba tan entregada que cuando me quise dar cuenta estaba acariciando las tetas de mi tía y buscando llevármelas a la boca al igual que ella hacía conmigo, nuestros labios se mezclaban chupándonoslos, mi lengua entraba en su boca al igual que la suya en la mía.

Aun no se como, pero cuando me quise dar cuenta estábamos en la cama de sus padres, tendida en la cama con la cabeza de mi tía entre mis muslos, mi propia tía me estaba chupando mientras sentía las embestidas de mi primo detrás de ella, de pronto paró en seco, y sentí como se escapaba de su garganta un pequeño grito, sabía perfectamente lo que mi primo trataba de hacer, y convirtiéndome en su cómplice busqué la boca de mi tía para apagar ese grito, y abrazándome a ella impedir que se negara a ser profanada por detrás. Le era imposible luchar contra los dos, jamás había llegado a ese extremo, nunca había sentido ese deseo de fornicar hasta llegar a la dominación. Cuando sentí que mi tía se rendía y comenzaba a gozar, sentí el orgasmo más grande y diferente que pueda recordar, sus vellos pegados a los míos, sus pezones rozando los míos, mis manos aferradas a sus cabellos y su boca mordiendo mi cuello, me produjo la sensación de dominio más placentera que puedo recordar, ni siquiera cuando sentí que el momento del cambio se aproximaba sentí temor, pronto sentí las manos de mi primo colocándome en el lugar de mi tía, solo pude relajarme y dejarlo hacer, para nada fue doloroso, sentí por completo la intrusión de ese cuerpo en el mío, era como la sensación de estar saciada de comida, como si mis intestinos estuvieran llenos y dispuestos para evacuar, estaba en trance, podía ver a mi tía mamando debajo de mí mis tetas, pero no sentía su lengua ni sus dientes mordiendo mis pezones, solo sentía las manos de mi primo abriendo mis nalgas y como su polla era succionada por mi interior, sentía el palpitar de mi corazón al unísono del palpitar de mi esfínter. Era como si tuviera un animal en mi interior y me estuviera aprisionando el estomago. Por fin sentí un calor intenso, la sensación como si algo se hubiera roto y me estaba quemando, a lo lejos escuchaba los gemidos de mi primo, y el golpear de sus huevos justo en la entrada de mi coño. Fue lo último que sentí. Cuando desperté estaba tapada en la cama, sentía verdadero dolor en mi culo, mi coño, me dolían los labios, sentía mi clítoris duro aunque no podía tocármelo, me dolían las tetas, me dolían los brazos, ni siquiera podía rozar mis pezones de los duros que los seguía teniendo, tenían un color morados de tantos chuparlos, me dolía la boca, la lengua, los pelos, pero a la vez sentía la sensación de placer más grande que se pueda describir.

Aun ahora a mis 47 años, de solo recordarlo me excito y tengo que pajearme como una loca, he vuelto a follar con mi primo, me ha follado por todos los agujeros imaginables, ha llenado con su leche todos los rincones de mi cuerpo, pero de la única forma que consigue llevarme hasta el agotamiento es cuando me abre el culo y me ensarta con su polla hasta sentir sus huevos llamando a la puerta. Ahí pierdo el sentido llevándome de verdad al cielo.