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Mi sobrino Andrés

en Amor filial

Me llamo Susana, casada y con dos hijos, Daniel de 15 y Sara de 9, tengo 41 años y según los comentarios de nuestros amigos, bastante marujona. No considero que tenga un cuerpo que quite el hipo, pero tampoco está tan mal para la edad que tengo. No soy muy alta, gasto una talla 120 de sujetador, aun marco algo la cintura, no tengo las caderas anchas y lo único que afea mi cuerpo es mi trasero, que brilla por su ausencia. Eso de afeitarse no es lo mío, por lo que tengo una buena selva apretada y negra en mi bajo vientre.

Todo pasó este verano cuando nos llevamos al hijo de mi hermana de vacaciones, se llama Andrés, es unos años mayor que el mío, pero ha pasado de ser un niño, el caso de mi hijo, a todo un adolescente.

Habíamos alquilado un apartamento en una playa del sur de España, era bastante amplio, tres dormitorios con camas de matrimonio. Mi marido trabajaba y solo estaba con nosotros los fines de semana, dejándonos solos a los chicos y a mí durante toda la semana.

Todo comenzó muy normal, playa, piscina y salidas por las noches por el paseo, los tres niños se llevaban bastante bien y no tenía ningún problema con ellos. Los dos chicos dormían juntos, y la niña a veces dormía conmigo y otra sola en la otra habitación. Una noche era más de las 2 de la mañana cuando me acordé que había dejado mi ropa interior en el cuarto de baño, un conjunto que quería lavar para tenerlo para el día siguiente, porque era con el que me sentía más cómoda. Me levanté sin hacer ruido y al llegar a la puerta del cuarto de baño, me sobresalté al ver que había alguien dentro, la oscuridad me hizo que al principio no reconociera quien era, pero estaba claro que no era mi hijo, así que sin duda tenía que ser mi sobrino. Lo tenía medio de espalda, pero podía ver claramente por el movimiento de su mano que se estaba pajeando frenéticamente, tenía algo en su otra mano que no dejaba de oler, era un pequeño trozo de tela, no tardé en adivinar que se trataba de mi braguita, mi primera reacción fue entrar y sorprenderlo me había enfurecido, pero de pronto vi como comenzaba a correrse y lo estaba haciendo sobre mi braga, se giró un poco y fue cuando me dejó ver su polla en la oscuridad, podía competir perfectamente con la de mi marido, incluso en la oscuridad de la noche, se me antojaba más grande y más gorda y con el vaivén de su cuerpo podía ver como era una corrida interminable. Tengo que reconocer que pasé del enfado a un estado de medio calentón, sintiendo como mi vagina comenzaba a expulsar flujo, incluso sin quererlo. Me escondí de nuevo en mi dormitorio y lo dejé pasar sin decir nada, cuando dejé de sentir movimientos me atreví a salir e ir al cuarto de baño, estaba excitada, sentía como mi vagina estaba lubricada, recogí la braga y la corrida había sido impresionante, estaba completamente mojada, era imposible que solo hubiera sido una, pensaba que tenía que haber sido por lo menos dos o tres por la cantidad de leche que había soltado en ella, mis dedos se mojaron e instintivamente me los llevé a la nariz, olía bien, nunca había olido una lefa de un jovencito, que tranquilamente podría ser mi hijo. Estaba tan excitada que terminé pajeándome con la braga, refregándomela por el coño, dejando que se llenara con su leche aun caliente.

Que decir tiene que esa noche no dejé de darle vueltas a la cabeza, me calentaba pensando en ser follada por ese chiquillo, y otras me preguntaba cómo podía pensar eso de mi propio sobrino, y achacaba lo que había visto a la pubertad y a mi culpa por dejar allí mis prendas. Podía ser mi hijo. Como podía pensar siquiera en follar con mi propio hijo. Pero no lo era, y esa polla era tan grande como la de mi marido, no podía dejar de darle vuelta a eso.

La verdad es que desde ese día, me era casi imposible no estar excitada, se me hacía casi imposible disimular mis pezones debajo de mi biquini, y me era casi imposible no mirar el paquete de mi sobrino, estaba deseando que llegara el fin de semana para poder desquitarme con mi marido, pero como era costumbre, estaba tan cansado que ni siquiera se fijo en mi, ni siquiera me dejó que se la mamara, con lo que sabe que eso me gusta. Así que el lunes siguiente volví a recaer en la visión de mi sobrino, y fijarme en como me miraba disimuladamente. Y lo peor es que sin darme cuenta lo estaba dejando que me mirara, podía ver como miraba de reojo mis pezones duros debajo de mi biquini o como me miraba cuando me arreglaba la parte de debajo del biquini, que sin darme cuenta dejaba asomar parte de mis vellos, y como le costaba que no me diera cuenta de la erección que casi siempre mostraba su bañador. Me pasé toda la tarde dándole vuelta y vuelta a la cabeza hasta que llegó la noche y volvimos a casa. Andrés se había enfadado con Daniel y no se hablaban, incluso Dani me había dicho que esa noche dormía solo en una habitación. Cenamos antes de entrar en casa, así solo teníamos que ducharnos y meternos en la cama. Por mi cabeza pasaba un sinfín de cosas y todas iban saliendo bien, Sara estaba cansada, se duchó y se metió en la cama, Dani enfadado fue el siguiente, se metió en su cuarto cerrando la puerta y colocando la música a toda voz, podía ver como Andrés no dejaba de seguirme con la mirada desde una butaca del salón. Yo seguía en biquini, podía sentir como estaba excitada y sentía la braguita mojada, le dije acercándome a Andrés que si me dejaba que yo me duchara antes, que tenía que lavarme la cabeza y no quería acostarme con los pelos mojados, sus ojos se clavaron en mi coño, había dejado aposta buena parte de mis vellos al aire y mis pezones estaban tan duros que el roce me hacía sentir cosquillas, solo asintió con la cabeza, me giré y me contoneé todo lo mejor que sabía hacerlo, aunque apenas tengo nalgas, cuando salía del salón dejé caer mi camisón y me agaché sin doblar las piernas, abriéndolas todo lo que pude sin parecer demasiado descarado, sabía que tenía que haberle mostrado más de lo que debía, pero estaba tan caliente que ya no podía, o no sabía actuar de otra manera. Dejé la puerta del cuarto de baño un poco abierta, desde donde él estaba sentado solo podía ver parte del lavabo, pero si se levantaba y se movía a la izquierda tendría una visión completa de la ducha, ya lo había estudiado todo. Me saqué el biquini y lo dejé en el lavabo, tenía que haber visto que ya estaba empelotas, abrí el agua y dejé que el vaho llenara el cuarto de baño. No quería volverme, pero estaba segura que mi sobrino estaba en la puerta mirándome, aun con el vaho sabía que podía ver perfectamente todo mi cuerpo. , me enjaboné y dejé que se recreara con la visión de su tía duchándose. Una mirada furtiva y me di cuenta que el cabrón había cogido mi biquini del lavabo y mirando de reojo, podía adivinar el bulto de su cuerpo pajeándose mirándome descaradamente desde detrás de la puerta. Esperé a que volviera a soltar mi biquini, para cerrar el agua y que supiera que iba a salir, Así lo hizo, salí y pude ver como volvía al salón, me estaba secando y no podía dejar de mirar la braguita del biquini, estaba segura que no podía haberle dado tiempo a correrse dos veces, era solo una, y estaba completamente llena, la cogí, me la llevé a la boca y relamí esa leche aun caliente, sabía a gloria, mi boca se llenó con la cantidad que pude absorber de ella. Me coloqué una toalla reliada a la cabeza y otra en el cuerpo y salí así al salón, notaba la excitación en su cara.

.-Andrés, ya puede entrar en el cuarto de baño, pero no cierres la puerta que tengo que entrar a coger una cosa.

.- vale tita. Le salió la voz entrecortada.

Estaba decidida a ver esa polla de cerca, esperé a sentir el agua y me acerqué primero a ver a la niña y luego a mi hijo, los dos dormían ya, Daniel con la música a toda voz, se la aflojé, sabía que si despertaba volvería a subirla, sería un aviso, la niña estaba segura que no se iba a despertar hasta bien entrada la mañana. Entré en el cuarto de baño, solo lo miré al entrar, su miembro le colgaba medio flácido, era grande, no me podía creer que un niño de esa edad pudiera tener algo así entre las piernas.

.-¿ te da vergüenza que tu tía te vea desnudo?

No había hecho intento de taparse, yo seguía con la toalla reliada al cuerpo, y me secaba el pelo delante del espejo.

.- bueno!! ya no soy un niño, tita, pero no, no me da vergüenza!!

Giré mi cara para mirarlo, se enjabonaba dejando que viera como su polla se iba endureciendo, estaba claro que no le cortaba que lo estuviera mirando, me era casi imposible dejar de mirar como esa polla se iba poniendo dura por segundos, el cabrón se estaba calentando y comenzó a enjabonarse la polla delante de mí. En un par de minutos la tenía dura apuntando arriba, podía ver sus huevos por debajo y como casi le llegaba al ombligo. Se pajeaba despacio dándole igual que lo estuviera mirando. Estaba claro que la culpa era mía, él era un chiquillo y yo una mujer madura que sabía que estaba haciendo.

.-cierra el agua.

Lo hizo y me acerqué, quería escuchar los ruidos de la casa, por si mis hijos se levantaban. Dentro de la bañera estaba algo más alto, seguía con su movimiento rítmico de su mano, no podía dejar de mirarla, me senté en el filo de la bañera y su polla quedó a la altura de mi boca, no tardó en acercarse y refregarla por mi cara, el tiempo que yo tardé en abrir la boca y dejar que metiera parte de su glande, era grande, me la metí todo lo que pude, y no me cabía por completa, era más grande que la de mi marido, y casi del mismo grosor, no me lo podía creer, ni él tampoco, se agarró a mi cabeza y yo comencé a mamar como sabía hacerlo, lo pajeaba con mi mano a la vez que movía mi cabeza arriba y abajo, como bien sabía hacer. De vez en cuando levantaba la mirada para ver su cara, estaba con los ojos cerrados y la boca abierta, lo que me provocaba más excitación aun, y se la mamaba con más ganas, sentía sus manos aferrarse a mis pelos con fuerza, pensaba que se iba a correr al momento, pero aguantó una eternidad, y cuando por fin sentí como se tensaba comenzó a brotar como un manantial, llenándome la boca por completo, sentía como escupía más de 7 veces en el interior de mi boca, tuve que tragar varias veces, porque la cantidad era demasiada, con mi marido solo tengo que hacerlo una vez, pero lo que me sorprendió es que en cuanto termino con mi marido se le baja, y sentía como la polla de Andrés seguía palpitando en mi boca después de haberse corrido sin casi bajar su dureza. Dejé de mamar y su polla seguía igual de dura o más si cabe. El sabor de su leche me había gustado, y me tenía como una perra en celo. Estaba mojada al máximo.

.- salte del baño y ve a tu dormitorio!!

Sentía mi corazón latir a mil por horas. Andrés salió disparado. Me quedé un momento respirando hondo, pensando donde me había metido, pero ya me daba igual, mi cabeza me decía que estaba mal, pero mi coño, solo babeaba por sentir esa polla incrustada en su interior. Apagué todas las luces de la casa y me dirigí a su dormitorio, la puerta estaba entreabierta, entré, tenía la luz de una lamparita encendida, estaba tumbado en la cama apoyado en sus codos, no me podía creer que después de la lechada que me había soltado en la boca, pudiera tenerla apuntando al techo, aunque a mi coño le agradó enormemente, cerré la puerta tras de mí y me acerqué a la cama.

.-Apaga la luz.

Lo negó con la cabeza.

.- apaga o me voy!!

Volvió a negarlo. No lo iba a hacer. Y yo estaba deseando sentir ese trozo de carne en mi interior, me subí en la cama y me coloqué sobre su cuerpo, seguía con la toalla reliada y él con los codos apoyados en la cama, mi cuerpo era mucho más grande que el suyo, me acomodé para sentir esa barra, la cogí con mi mano para guiarla, pasé su capullo por toda mi raja, me estremecí de placer y la dejé en la entrada de mi cueva, con mi mano en su pecho para que no se moviera me fui bajando lentamente, se clavó en mí como si fuera un cuchillo ardiendo, no paré hasta sentirla por completo, sentía mis labios abiertos en la base de su polla y el calor de sus huevos en la entrada de mi ano. Sentía como su capullo apretaba la pared de mi útero, nunca había sentido algo así, tuve que dejar escapar un gemido, intentó levantar sus manos, pero abrí los ojos y moví la cabeza diciéndole que no. Acató mi voluntad, deseaba sentir ese falo en mi interior, sin que se moviera, solo sentía como palpitaba sin cesar mientras yo me acoplaba a él.

Podía verlo agarrando con fuerza las sábanas, mientras yo me movía despacio, mis movimientos eran lentos, sentía como mi flujo salía y lo mojaba por completo, a veces subía un poco más y sentía como empujaba con fuerza hacía arriba su cuerpo, lo que me producía un placer que jamás hubiera imaginado, esa polla en mi interior me quemaba y lo mejor es que me dejó y me dejó hasta que me vino el orgasmo más grande que pueda recordar. Creí que desfallecía sobre él. Era un placer continuo largo y que no terminaba, no puedo decir si me había corrido varias veces seguidas o si había sido uno solo y muy largo, pero me dejó completamente satisfecha, cuando abrí los ojos y le sonreí fue como el visto bueno, sus manos tiraron de la toalla y me dejó desnuda sobre él, primero miró con la boca abierta mis tetas moverse delante casi de su cara, no tardó en abalanzarse como si le fuera la vida en ello, me las estrujaba, las chupaba, mordía mis pezones, mientras yo subiendo mi cuerpo un poco hacía arriba dejaba que me embistiera desde abajo, hacía sonar mis nalgas con sus muslos, y me estaba llevando de nuevo a un nuevo orgasmo. La juventud de mi sobrino no tenía nada que ver con mi marido, me hizo rodar colocándose encima de mí, agarró mis piernas y se las colocó en los hombros, de esa manera comenzó un mete saca endiablado, me corrí en apenas unos segundos, paraba para chupar mis tetas y cuando se cansaba de chupar volvía a las embestidas, no sé cuánto tiempo me estuvo follando, más de media hora sin correrse, yo lo había hecho no sé cuantas veces, había perdido la cuenta. Me colocó de todas las maneras que se le ocurrió, a cuatro en el filo, de lado, boca abajo, encima. Hasta que por fin sentí como se vaciaba en mi interior, sentí su leche llenando todo mi interior, fue el orgasmo más placentero que había sentido en mi vida, nunca había sentido la fuerza de esa leche saliendo y chocando en mi útero y el calor que eso producía, pero sobre todo tanta cantidad de una sola vez, siguió empujando sobre mí, hasta que por fin cayó rendido a mi lado, soltando un suspiro.

.- joder tita, que buena que estas!!!

Su mirada placida y feliz, hizo que se fueran todos los remordimientos que aun venían a mi cabeza, le di un beso en los labios, y seguimos besándonos un buen rato, mientras sentía como sus manos recorrían con desenfreno mi cuerpo, mis pechos, mi coño, hundía sus dedos en mi cueva, inundada de su leche y mi flujo, sentía sus manos agarrando con fuerza mis nalgas, llegando incluso a meter un dedo dentro de él, la verdad es que nos besábamos con tantas ganas que no tardé en sentir como quería volver a follarme, me hizo girar y colocarme sobre él, me sentó sobre su cara y comenzó a mamar de mi coño, sabía que su lefa estaba saliendo pero le daba igual, el cabrón sabía mamar un coño, no tardó en sacarme los primeros gemidos, y no tardé en venirme de nuevo en su boca, su polla ya estaba dura de nuevo, aunque no con la dureza anterior, se la mamé como yo solo sabía hacerlo, mientras sentía como su lengua se hundía en mi culo, cosa que jamás la había dejado hacer a mi marido, pero la ansías de sentir esa polla en mi virgen culo se apoderó de mí, se la mamé varias veces más y me levanté de la cama.

.-levántate de la cama, déjame que me ponga a cuatro en el filo, quiero sentir tu polla en mi culo, Andrés.

Apenas me había colocado, sentí su lengua recorrer desde mi coño hasta la entrada de mi culo, mantenía abiertas mis nalgas con sus manos, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, se colocó detrás de mí y sentí como me dejaba sin respiración me la clavó de una sola vez, despacio, pero sin parar, nunca había sentido un placer como ese, dolor, placer, se mezclaban pero me era imposible decirle que parara, solo quería más y más, quería volver la cabeza para mirarlo, pero me era imposible, me daba con tantas ganas que me hacía gemir y no tenía fuerza para girarme, me embestía con fuerza, pero no me hacía daño, sentía sus huevos chocando por encima de mi coño, sentía perfectamente la trayectoria completa de su badajo dentro de mi intestino, nunca había dejado que mi marido me diera por detrás y el placer que estaba sintiendo era incluso mayor al que sentía por delante, la sensación de sentir mis tetas botando con tanta fuerza me producía un agradable dolor, sus manos abriendo mis nalgas, apretándolas y cogiéndome con fuerza, sus leves gemidos, los míos, todo junto me produjo una sensación de abandono, era tanto el placer que no deseaba dejar de sentirlo en ningún momento, este si era un orgasmo continuo, no sé cuánto tiempo estuvo embistiendo mi culo, su corrida fue aun más abundante que las anteriores, podía sentir sus huevos apretados y cada chorro que lanzó en mi interior, lo mismo que sus gemidos, era incapaz de impedir que lo hiciera, es más, me excitaba más aun sentirlo gemir de esa manera, a pesar de que pudiera despertar a mis hijos, me desplomé casi sin sentido y él lo hizo encima de mí, apretaba mi culo y podía sentir como aun seguía palpitando, no me lo podía creer, cuando se despegó de mí, sentí como un vacio en mi interior, y el dolor de mi esfínter dilatado, pero me daba igual. Me quedé medio dormida y cuando desperté era casi las 7 de la mañana, estaba a mi lado, tenía uno de mis pezones en la boca, y dormía plácidamente. Me levanté como pude recogí la toalla y me marché a mi dormitorio, la cama olía a sexo, todo su cuarto olía a sexo, yo olía a sexo, pero me daba igual. Caí rendida en la cama, cuando desperté de nuevo era más de las 12, pero aun no se había despertado nadie. El resto de las vacaciones fueron muy diferente para mí, nos pasábamos todas las noches follando como locos, lo que no había hecho en mi vida. Llegó a correrse tres veces en mi coño sin sacármela.