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La finca 1

en Grandes Relatos

LA FINCA

Sin saber muy bien cómo voy a contar esta historia, me he decidido a compartirla porque creo que merece la pena al menos intentarlo. Es una historia de sexo y de familia, más exactamente de la familia de mi mujer. Y como todo tiene un comienzo…

Me casé hace poco más de un año con Cecilia, mi novia de la facultad. La conocí mientras ambos estudiábamos ciencias económicas. Era guapísima. Alta, rubia, con un cuerpo de infarto. Conseguí salir con ella y al poco ya éramos pareja. Nos entendíamos en todo y, por supuesto, también en la cama. Desde un principio tuvimos ardientes encuentros sexuales, donde no existían límites. Sólo buscábamos el máximo de placer.

Cecilia era hija única en una familia con mucho dinero, puesto que eran dueños de una explotación agrícola y distintos negocios inmobiliarios. Sus padres me acogieron muy bien desde el principio, incluso su padre me hizo socio de las empresas y comencé a trabajar con él. La madre de Cecilia era también una belleza de mujer. Algo más bajita que su hija, pero igual de imponente. Se cuidaba mucho físicamente. Gimnasio, masajes, tratamientos de belleza. Gloria, así se llama, es otra de las protagonistas de esta historia. Y la tercera protagonista es la abuela de mi novia, a la que no conocí sino el día de mi boda. Carmen. Era una señora mayor, de unos 60 años, pero al igual que su hija Gloria, dedicaba mucho tiempo a cuidarse y mantenía un físico increíble, con las tetas más grandes entre las mujeres de su familia. Desde luego Cecilia tenía a quien salir…

La boda fue un éxito… Muchos invitados, una gran fiesta… Luego vino la luna de miel. Un viaje a una isla en el Caribe, donde nos quedamos en un hotel que tenía unas casas individuales en la playa, con todo tipo de lujos: jacuzzi privado, una gran cama con dosel, sauna… Pasamos dos semanas donde dimos rienda suelta a nuestros encuentros sexuales. Follamos como animales en todos los lugares de la casa, en la playa… Y en todas las posturas y haciendo todo lo que nos apetecía: sexo oral, sexo anal, masturbaciones mutuas, algunas prácticas fetiches como el que Cecilia me masturbara usando sus pies, nos amarrábamos a la cama, nos tapábamos los ojos, fantaseábamos con tener sexo con otras personas…

Al regresar fue cuando nos encontramos con una sorpresa desagradable. Mi suegro y el abuelo de Cecilia habían tenido un grave accidente de circulación, falleciendo en el acto. El panorama era desolador. Gloria y Carmen estaban destrozadas llorando las muertes de sus maridos, y Cecilia también estaba muy afectada. Su familia no quiso llamarnos en plena luna de miel, y le dolió mucho no estar en el funeral de su padre y su abuelo.

A los pocos días recibimos una llamada de Gloria, citándonos para almorzar en su casa. Cuando llegamos, también estaba Carmen.

Les he llamado porque ya no puedo más. Esta casa se me cae en cima y estoy pensando en irme, cambiar de casa

Pero mamá, ¿cómo te vas a ir? Entre todos te ayudaremos.

Quería mucho a tu padre y lo extraño.

Yo también extraño a mi marido- dijo Carmen.

Claro que todos estamos afectados, pero seguro que se nos ocurrirán otras alternativas…

Fue en ese momento cuando yo intervine.

Se me ocurre algo. Vivamos juntos, en la casa de la finca. Entre todos nos repondremos de este duro golpe y saldremos adelante, como familia que somos.

Mi mujer me miró sorprendida, al igual que su madre y su abuela.

En ese sitio estaremos bien. Es una gran casa y todos estaremos bien- volví a decir.

Yerno, no tiene que hacer esto.

Pues claro que sí. Ustedes son mi familia, la familia de Cecilia y haré todo lo que sea por ayudar.

Las tres mujeres se miraron. Fue Carmen la que reaccionó. Se levantó y vino hacia mi, me abrazó y con lágrimas en los ojos dijo.

Haremos lo que estás diciendo…

Mi mujer y mi suegra estaban de acuerdo…

Aquí tendría que describir la finca. Era una casa enorme, con siete habitaciones, cinco cuartos de baño, sala de juegos, biblioteca, gimnasio, piscina, jacuzzi. Estaba rodeada de terrenos y árboles, totalmente aislada del mundo. Además había una casita cerca de la entrada donde vivía un matrimonio que eran los encargados de mantener en condiciones la casa y los terrenos.

En una semana ya estábamos viviendo allí. Mi mujer y yo nos quedamos con la habitación principal y mi suegra y su madre escogieron unas que estaban en el otro lado de la casa… Mi suegra dijo que el matrimonio necesitaría privacidad. Un comentario que no tomé en cuenta en ese momento.

Los días pasaban y la verdad es que nuestra nueva vida era genial. Todos juntos en la casa, haciendo de todo: baños en la piscina, barbacoas, ejercicios en el gimnasio… Una vida muy cómoda. Se me olvidaba comentar que mi suegra, con el dinero que había cobrado del seguro había nombrado a un administrador en las empresas y yo, de momento no tenía que trabajar.

Esta felicidad se tradujo en que Cecilia y yo empezamos de nuevo a tener encuentros sexuales. Al principio tratábamos de ser muy discretos, pero claro, no tardamos mucho en montarnos nuestras fiestas particulares. Y cada vez eran más desatadas…

Una noche estábamos en nuestra habitación y Cecilia me había pedido que utilizáramos un juguete que llevábamos mucho tiempo sin usar. Se trataba de la silla de cuero que colgábamos del techo. No era realmente una silla, sino un arnés de cuero, donde Cecilia se subía y quedaba atada y totalmente a mis caprichos. El hecho es que llevábamos un rato de juegos, magreos, sexo oral… hasta que se me ocurrió vendarle los ojos. Una vez vendada, me dediqué a calentarla hasta al máximo, chupando sus pezones, su clítoris, pellizcándola, metiendo mis dedos en su caliente y mojada vagina. Cecilia estaba colapsada, pidiéndome a gritos que la follara, que la reventara con mi polla. Y lo hice, pero lo que le reventé fue su culo. Se la metí de una sola vez y hasta el fondo.

Ahhhhh…. ¡Me matas cabrón! ¡Así dale duro! ¡Fóllame, reviéntame el culo!

La estaba follando a base de bien, cuando de repente ví pasar una sombra por debajo de nuestra puerta y me dio la sensación que había alguien detrás de nuestra puerta oyéndonos follar. La saqué del culo de mi mujer y me dirigí a la puerta…

No pares…. ¿Qué haces?

Abrí la puerta y quien estaba allí espiándonos era… MI SUEGRA GLORIA. Y no sólo eso, estaba masturbándose mientras yo me follaba el culo de su hija.

Al principio se asustó cuando abrí la puerta, pero reaccionó y con gestos me pidió que guardara silencio y que volviera a "atender" a su hija… Me quedé sorprendido, pero estaba muy caliente con esta situación, así que volví a Cecilia y a follarle el culo, mientras empecé a meterle dos y tres dedos por el coño.

¡¡¡Dios, cariño, hoy me vas a matar!!!

Y todo esto con mi suegra Gloria mirándonos… ¡y masturbándose!

Mi cabeza iba a mil por hora. Follando el culo a mi mujer, metiéndole tres de dedos por el coño y mi suegra mirándonos y masturbándose… Con un gesto le pedí que se acercara. Gloria parecía dudar, pero al final se acercó… Me salí de Cecilia y me acerqué a Gloria, mirándola fijamente, cogí su mano y la obligué a pegarse a mí para besarla. Fue muy ardiente, un beso lleno de deseo.

¿Qué estás haciendo cariño? Estoy ardiendo, necesito tu polla dentro de mí…

Todo fue muy rápido. Cogí a Gloria y la acerqué a su hija. Hice que se agachara y que lamiera el culo y el coño de su hija. Al principio intentó no hacerlo, pero lo caliente de la situación y lo cachonda que se sentía hicieron el resto… ¡Mi suegra se estaba comiendo a mi mujer, chupando su coño y su culo!

Oh siii… qué bien me lo haces, sigue, sigue….umpffff

Cecilia no pudo seguir hablando porque en lo que su madre le chupaba, yo dí la vuelta y le enchufé mi polla en la boca, metiéndosela hasta la garganta.

¿Qué pasa aquí? ¡Quítame la venda! Ahhhhh…- gritó alcanzando un orgasmo brutal que hizo que expulsara abundantes chorros de flujo, los cuales bañaron la boca y la cara de Gloria.

Quité la venda de sus ojos….

¿Mamá?

Sí Cecilia… Los estaba viendo follar y me calenté. El resto ya lo sabes…

Pero…. ¡esto no está bien!

¿Qué no? Que yo sepa acabas de correrte como una perra…

La cara de Cecilia cambió…

Pues es verdad…- dijo mientras empezaba a reírse- ¿Me ayudan a bajar de aquí?

La solté del arnés. Una vez en el suelo, se acercó sensualmente a su madre….

Así que tengo una mamita muy caliente.

Sí, al igual que yo tengo una hija que es una perra en la cama…

Las dos mujeres se enzarzaron en un fuerte morreo, agarrándose de sus caderas, como intentando tener un apoyo para que sus lenguas entraran más adentro en sus bocas. Yo simplemente las miraba y me masturbaba muy lentamente, disfrutando del momento. Ambas estaban muy calientes. Las dos empezaron al mismo tiempo a acariciar las tetas de la otra.

Mmmm…. Mamá, vaya tetas tienes…

Las tuyas están mejor que las mías, Cecilia…

La conversación, se cortó pronto, en cuanto mi mujer le volvió a meter la lengua a su madre y empezó a acariciarle el coño…

.- Ahh, no pares, sigue así, más, más fuerte……

Gloria empezó a gemir alcanzando un orgasmo muy fuerte….

- Más, quiero más…

- ¿Quieres más?- gritó Cecilia, empujando a su madre a la cama…

Gloria, tirada en la cama, estaba con las piernas muy abiertas, acariciando su abierta rajita, como esperando a ver qué pasaba…

No aguantaba más. Me tiré a por ella, hundiendo mi lengua entre sus piernas, buscando llegar a su más húmeda intimidad…

Siiiii…..- Gritaba mientras chupaba todo su caliente coño… Al mismo tiempo, empecé a meter mis dedos. Uno, dos, tres, cuatro… No tardé mucho en estar metiendo toda mi mano en el coño de Gloria.- Me matas, me matas, sigue, no pares, así duro…

Gloria alcanzó un fuerte orgasmo, encogiendo sus piernas a modo de ovillo y expulsando mucho flujo vaginal que me mojó toda la cara. Mi mujer me abrazaba por detrás y recogía con la lengua todo lo que su madre me había echado en la cara.

Hice que las dos mujeres se pusieran a cuatro patas encima de la cama para poder comerles el ano y dilatarlas. Ellas se besaban y acariciaban los pechos. Mi polla no tardó mucho en alternar profundas penetraciones anales en los orificios de mi mujer y mi suegra. Todo era una locura, pero una locura sexual maravillosa. Nunca jamás me imaginé poder vivir algo como lo que estaba viviendo en ese momento.

Siiii… fóllanos fuerte cariño, córrete en nuestros culos…

Hágalo yerno, siga así….

Mi excitación llegó al límite. La saqué del culo de mi suegra después de más de 20 minutos de extremo sexo anal. Las dos se giraron y alcanzaron a agarrar mi polla para hacerme correr en sus caras. Se enzarzaron en una pequeña batalla para recoger toda mi corrida con sus lenguas, compartiéndola y pasándosela de una boca a la otra…

Caímos los tres rendidos en nuestra cama. Por hoy todo había terminado, pero sabíamos que nuestra vida había cambiado. Lo que ninguno podíamos prever era hasta qué punto, porque nuestra caliente sesión había tenido una espectadora de la que no nos habíamos dado cuenta: Carmen, la abuela de mi mujer….

CONTINUARÁ