miprimita.com

Obsesión perturbadora (4)

en Zoofilia

Obsesión perturbadora (4)

Continuando con mi relato anterior

A partir de aquella noche, fue como un giro de 180 grados en lo que respecta a mi vida sexual, José, me había transmutado, me intimidaba, imponía su voluntad al punto de rebajarme, para gozar de sus acosos. Mientras mi esposo permanecía en casa, mantenía una vida normal, conservar el hogar, salidas de fin de semana, compras y todo lo cotidiano de una mujer casada.

Pero cada vez que se iba unos días de viaje, mi vida parecía un tormento, estaba tratando de comportarme mejor, por respeto a mi esposo, intentaba de no pensar en José y a pesar de todo, aún conservaba su número telefónico, me contenía para no llamarlo. Hasta dejé de tener sexo con mi perro, a pesar de que a veces me buscaba, pero me aguantaba. Con mis amigas no me era fácil, explicarles mi problemática, aunque a veces tenía ganas de comentarles.

En varias ocasiones tomé el papel con su teléfono, pero no me decidía a llamarlo, pero tampoco me desasía de él. Durante el día, me distraía con los quehaceres de la casa, salidas y todo aquello que me hacia olvidar, pero al llegar la noche, al acostarme, todo tipo de fantasía, habitaba en mi mente. Habría transcurrido más de un mes, cuando el deseo me venció, a lo que decidí llamarlo, no quería demostrar mi debilidad por él, pero era indiscutible que pensase que mi llamado no seria para saludarlo.

Inventé un pretexto estúpido, y terminé llamándolo, diciéndole que me parecía que mi esposo sabía algo, o que me daba la impresión de que algo sospechaba, si él había faltado a su palabra enviándole o dicho algo. Por supuesto que me dijo que no, así que le dije que para creerle, que me lo dijese personalmente, con un corto adiós, colgué el teléfono. Fue esa la manera más disimulada de concretar un encuentro, aunque supongo que sabría que esperaba.

Me sentí aliviada por mi desempeño, y hasta noté que había bastante humedad entre mis piernas, me sonreí por lo que me sucedía. El encuentro estaría previsto para la siguiente semana, aprovechando otro de los viajes de mi esposo. Los días que sucedieron hasta el momento de nuestra cita, se me hicieron interminables, a pesar de haber sido una semana activa y con dos reuniones con amigos.

El día previsto, estaba nerviosísima, preparé la habitación, dejé elementos que podría llegar a utilizar conmigo, pomadas, y hasta unas esposas que no sé cómo estaban en casa. Como una hora antes de su llegada estaba ya preparada, no me había vestido de manera despampánate, sino de una manera más bien provocativa, una blusa blanca, bastante escotada, sin sostén, una pollera negra larga, con un tajo al costado, que se veía gran parte de mis piernas, y medias negras.

A la hora prevista llegó, se veía bien, me miró de arriba abajo, de una manera bastante lasciva, que me hizo sentir como una descarga eléctrica. Lo invité a tomar una copa, a lo que aceptó, nos sentamos en el sillón y hablamos sobre cosas cotidianas, llevé el tema a lo que habíamos hablado, a lo que me juró que no había abierto su boca, sobre lo sucedido. Le dije que le creía, y le sonreí, eso fue más que suficiente, por que se abalanzó sobre mí, besándome desenfrenadamente, para meter su lengua en mi boca, mientras su mano, tomó mi raja con ímpetu, abriendo mi blusa, arrancando un par de botones, dejando al descubierto mi pecho agitado. Levantó mi falda, y manoteando con fuerza, arrancó mi tanga, bajó sus pantalones y tomando su rígida verga, me la introduzco de una manera violenta, apreciando como me penetraba su totalidad. Las paredes de mi útero se dilataron al sentir semejante aparato, volver a hacerse dueño de mi sexo. Mis gemidos inundaban la habitación, cuando un bombeo precipitado y acompasado rosaba mi membrana interna, mi teta sentía la presión de su mano, que de haber estado embarazada, la leche bañaría su rostro. Me sentía totalmente poseída por esa furia sexual e incontrolable de ese hombre, entregándole mi cuerpo a su apetito carnal.

Me bombeo con todo su ser, hasta sentir como su secreción era eyaculada en mi seno, mi orgasmo llegó simultaneo con su convulsión. Quedé tendida en el sillón mientras su cuerpo yacía sobre el mío, recuperando ambos el agotamiento que nos embargaba. Apenas recobrada comencé a mamar su miembro, aun algo rígido, lamiendo la cabeza de su verga, aun impregnada con su flujo.

Nos levantamos después de un rato, y traje algo para comer y reponer las fuerzas perdidas. Aunque no pensaba decirle, termine comentándole que lo había extrañado, o más bien las veces que habíamos tenido relaciones, sus labios expresaron una sonrisa como de deleite, ante mi confidencia.

Le sugerí que si estaba cansado podría quedarse a dormir, no hizo ninguna objeción, a mi propuesta, así que fuimos a la habitación que tenía preparada. Hizo que me quitase la ropa, y lo desnudase, obedecí su orden, me tomó de los hombros arrodillándome frente a él, su miembro estaba a la altura de mi boca, que no tardé en introducirla en mi cavidad bucal. En ese instante me sentía su esclava, mientras mamaba su verga, tratando de complacer a mi amo. La sorbía con gran placer, lamiéndola con mi lengua, succionándola, hasta hacerlo eyacular en mi boca, me ahogue ante el acaudalado chorro que emergía, tratando de escupirlo, pero me obligó a tragármelo, que de manera muy sumisa obedecí su disposición.

No había llegado a tener un orgasmo, y lo requería, traté de pedirle que me lo proporcionase, de alguna manera, pero solo me dijo:

"Pues mastúrbate", lo miré sorprendida y hasta me ruboricé, por su propuesta, "Nunca lo he hecho delante de alguien", le dije

"Pues esta será la primera!" contestó

Me tiré sobre la alfombra, y comencé a tocarme, me sentía algo incomoda y ridícula, pero a medida que me iba auto excitando, mi retraimiento fue desapareciendo, acrecentándose mi excitación, Al ver como su verga se iba alzando, producto de la estimulación de mi placer solitario, se acrecentaba mi fogosidad. No me faltaría demasiado para llegar a un orgasmo, disfrutando como estimulaba a José, con mi exhibición orgásmica, cuando me ordenó de orinarme, no titubé en acatar su solicitud, así que mi cálido orín, comenzó a bañar mis muslos .Esa coordinación entre el orín que salía y el orgasmo que se iba manifestando, me producía una nueva sensación muy estimulante. Cuando en ese preciso momento, sentí un golpe en la puerta, que me sobresalto de sobre manera, al abrirse apareció Khan, mi perro. Por un momento pensé que sería mi esposo, no sé las cosas que pasaron por un instante por mi cabeza.

Me senté, y hasta inconscientemente traté de taparme, como cubriéndome ante mi mascota, sentí como que lo engañaba, les parecerá ridículo pero fue lo que me ocurrió. José, me volvió a la realidad, cuando me dice:

"Acuéstate y sigue con lo que estabas, deja que tu perro actúe libremente", obedecí su orden, volcándome sobre la alfombra, llevando mis dedos a mi sexo, pues mi Khan no tardó en meter su hocico entre mis piernas y lamer mi zona húmeda por el orín. Al sentir su áspera lengua rozar mis labios vaginales, sintiendo como se introducía en mi cavidad sexual, se me erizaron los pezones. La lengua de mi mascota, no cesaba de lamer mi cosita, humedecida por mis flujos y parte del orín. Era la primera vez que me embarcaba en algo tan promiscuo y lleno de sexualidad.

José observaba atónito la escena, y no tengo dudas, que la debe haber circulado infinidad de veces por su mente. Veía como su verga estaba en lo máximo de rigidez, mientras mi perro, intentaba buscar algo más. En ese momento parecía que la habitación ardía por la pasión que se estaba originando.

De una manera autoritaria me grito:

"Excítalo, perra".

No sé si deseaba hacerlo, delante de él, pero acaté su mandato de manera inmediata, sin haber establecido las reglas, cada uno comenzó a desempeñar su rol, fue algo tácito, yo era la esclava sumisa, y él, el amo autoritario y déspota. No lo razoné en ese momento, sino al tiempo, y más aún al transcribirlo en esta página, hay momentos en que aun no comprendo cómo acepté todo eso.

La punta roja de Khan había surgido, así que comencé a refregar la verga de mi perro, que no tardó en brotar, acaricie su pene, hasta surgir su bola, lo miré como esperando que debía de hacer.

"Introdúcelo en tu puta boca", exclamo, así lo hice, como ya lo había hecho en distintas oportunidades, pero siempre sin espectadores. Me coloqué bajo mi perro, y comencé a mamarlo, como si fuese la primera vez., sentía algo de su lubricación en mi boca, no tenía ganas de recibirlo. Me coloqué en cuatro, tomé la verga de mi perro hacia atrás y continúe sorbiéndola, José se arrodillo y puso su miembro para recibir el mismo tratamiento bucal. Así estuve un rato largo mamando una y otra sin sosiego, mientras ambos permanecían quietos disfrutando mi injerencia.

En un momento me dice: "Está a punto para penetrarte, déjalo que lo haga, puta perra", nunca me habían tratado tan agresivamente, pero terminaba acatando esa agresión verbal, que llegué a un punto tal, que esta sentía miedo por no obedecerle.

Esta sería la primera vez, que me penetraría con la verga a full, y menos con su bola expuesta, pero a pesar de eso me coloque en posición de perrita, apenas lo hice, Khan estaba sobre mí, buscando mi grieta para comenzar a cogerme. Intentaba pero se hacía difícil, por su erección, así que traté de ayudarlo, colocando su punta en mi raja, su aparato se desplazó rápidamente en mi interior, pero su bola era retenida por mis bordes vaginales, chocando contra ellos.

"Haz que entre, todo, perra", cada vez su tono de vos era más violento, esas palabras dictatoriales, no solo hacían que cumpliese con su pedido, sino que me estimulaban, aumentando mi exaltación. Después de algunos intentos, y con bastante dolor su bola logró entrar, cobijándose en mi útero. No pude contener un grito de dolor, al completarse el acople, sentía su latir, en mi interior, mis gemidos se fueron acrecentando, apenas se movía, pero sus patas se aferraban a mis muslos con fuerza, oyendo su jadeo muy cerca de mi cabeza, cuando sentí algo cálido y cuantioso llenar mi matriz, era el paroxismo. Apenas acabó intentó desprenderse, y después de un esfuerzo lo logró, lamió mi raja, y se tiró a un costado a lamer su miembro.

Estaba bastante exhausta, así que me tiré sobre la alfombra, a reponerme, pero no duró demasiado mi relajo, porque me tomó de un brazo, y colocándolo a mi espalda me esposó con las manos hacia atrás, me colocó en cuclillas y mi cabeza sobre la alfombra, mi culo había quedado elevado, con mis cavidades a su disposición. Esta vez no hubo demasiada lubricación, punteo en mi ano, y comenzó a empujar, era un grito cada vez que se introducía en mi recto. Realmente no estaba muy dispuesta, y a pesar a mis replicas continuo con su objetivo, me sentí un objeto sexual, aunque mi proceder permitió a que sucediera esto. A pesar de que mi esfínter comenzó a dilatarse, el dolor persistía, su verga se había adueñado de mi canal. Se inicio un rápido y frecuente bombeo, friccionando la membrana de mi conducto, sus manos me aprisionaban con fuerza a la altura de mis caderas, impactándome contra su pelvis. Mis tetas se agitaban al son, de cada empellón, que parecía que me partía en dos.

Cada tanto clamaba por el dolor, y Khan miraba levantando las orejas, como sorprendido por lo que me estaba sucediendo. Esta vez esta cogida anal, se prolongo bastante más, como consecuencia de la menor recuperación de mi poseedor. Por fin su esperma, regó mi recto, fue el único momento que tuve un orgasmo, aunque algo cortado, al quedar tendida sobre la alfombra, mi querido perro se aproximó, como para auxiliarme, lamiendo mis cavidades, aun humedecidas por las distintas espermas, José me alzó y me volcó sobre la cama, me quitó las esposas, pero no me imaginé que me sujetaría de nuevo en el respaldo de la cama. A qué punto me había degradado, aceptando, lo que me hacía, me sentía pegajosa por todo el semen que quedó inserto en mi piel.

Pensé que no fue buena idea lo de las esposas, pero a pesar de la incomodidad, y como consecuencia del vapuleo soportado, me dormí. Unas lamidas de mi perro me despertaron, los vestigios de simiente en mi cuerpo, lo debieron de atraer, estaba dolorida por la posición, y también en mis partes íntimas, producto de la intromisión de ambas vergas.

Estaba amaneciendo, cuando José se despertó, me manoseo por todos mis rincones, de una manera algo violenta, como tratando de excitarme, le pedí que me liberase de mi situación. Así lo hizo. Me chupó mi vagina hasta lograr volver a excitarme, el olor de mi emanación, alteraron a mi perro nuevamente. Me hizo colocar en cuatro, golpeando mis nalgas como incitando a Khan, para volver a tener sexo nuevamente, a lo que sin pérdida de tiempo volvió a montarme ágilmente, empezó a bombearme tratando de introducir su miembro. Me apreso como las veces anteriores, para iniciar ese bombeo violento, sintiendo como la punta de su miembro, chocaba contra mi culo tratando de encontrar mi cavidad, para penetrarme, esos impetuosos intentos hicieron que insertara en mi ano, no era esa mi pretensión, pero fue un instante de curiosidad, tiempo suficiente para sentir su salvaje penetración, no pude contener un grito de dolor, pero eso no detuvo al animal, hasta me dio la impresión que eso lo ínsito a acelerar su bombeo. Era doloroso, pero mi calentura, superaba a cualquier dolor.

Cada vez que penetra su verga, mi cabeza se elevaba, era tan grande mi necesidad de que me penetraran, que lo soportaba. Lo sentía entrar dolorosamente centímetro a centímetro, a través de mi recto. Supongo que cada vez más enrojecido por ese taladro de carne, el esfínter parecía latir para tolerar mejor la incursión.


Cuando al fin terminó de entrar su totalidad, sentí que se dilataba, fundamentalmente su bola, tenia insertada la totalidad de su miembro en su máximo estado, dejando sus genitales pegados a mi ano. Era feroz sentir su falo metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme .Los movimientos cesaron, amoldándose mi recto a su aparato reproductor. Percibía los latidos de su falo en mi íntimo conducto, que no dejaba de hacerme vibrar. Estrechaba mi ano, aprisionando su verga, hasta que súbitamente un cálido liquido fue eyaculado en mi recto. Gritaba como sacada, ese roce en las paredes de mi conducto, era alucinante. Exhale, gemidos y gritos de placer hasta mi último aliento, cuando un maravilloso orgasmo inundo mí ser.

No tarde en tener un segundo, al percibir el esperma de mi perro colmando el recinto de mi recto. Era todo tan delicioso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su actividad, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo. El perro se giro hasta que quedamos culo con culo, mientras José aprovecho para introducir su verga en mi boca, era la primera vez que albergaba dos miembros de manera simultánea. La mamé con deseo, hasta que me la introduzco íntegramente tomando con sus manos mi rostro, como intentando cogerme por la boca, hasta eyacular en mi interior. Permanecí varios minutos más acoplada a mi mascota, que después de varios intentos se separó de mí.

En ese preciso momento pensé que me había pasado del límite, había perdido mis principios morales, me sentí sucia y depravada por todo lo acontecido, había experimentado algo distinto, lo había disfrutado no lo puedo negar, pero sentía como un remordimiento.

Me fui a bañar, al mirar mi cuerpo en el espejo, tenía moretones en varios lados, marcas en mis muñecas, uno de mis senos estaba morado y algunos rasguños en mis nalgas, al regreso a la habitación, José se había vestido para irse, realmente me alegré, pensando que esta sería la última vez que lo vería.