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Hoff, mi amante canino - 4ta. Parte

en Zoofilia

NUESTRO AMANTE CANINO HOFF  4ª Parte

Después de ese día, no fue muy de inmediato otro nuevo encuentro, el entorno familiar, las obligaciones tantos mías como ama de casa, esposa y madre, como la de Laura con sus estudios y parte de su vida social, imposibilitaban volver a tener un encuentro pasional, solo algunas fugases y limitadas relaciones íntimas, estaban a nuestro alcance. En mi caso y creo que en el de mi hija también, requeríamos estar sola y de una amplia libertad de tiempo, sin apresuramientos y temores por la llegada de alguien de nuestra familia.

En determinados momentos sabia que lo que estábamos haciendo no era algo lógico, pero el deseo terminaba superando ese pensamiento. Laura, algo inconsciente solía actuar de una manera imprudente e impulsiva, tanto conmigo como con Hoff. Esas actuaciones que asumía, parecía acelerar su adrenalina, a lo que en mi caso entraba en un estado de temor, que a su vez terminaba excitándome. Si bien intentaba de reprimirla con esas inquietudes, terminaba dejándome llevar por sus finalidades.

El primero de ellos fue como una semana después de nuestra apasionada y morbosa relación zoo-lésbica, a la que jamás terminare de olvidarla. Estaba una mañana preparando la comida, cuando Laura, apareció tras de mí, abrazándome, me volteé y le di un beso en sus labios, mantuvo esa posición, y comenzó a levantarme el camisón, aun no había tenido tiempo de cambiarme.

Automáticamente le dije:

“Laura, por favor no es el momento adecuado”

Mis palabras no parecían ser oídas, dado que continuo con su objetivo, volví a repetírselo, pero parecía que eso la incitaba a seguir, me giró, haciéndome reclinar sobre la mesa, mientras su mano buscaba mi tanga, para comenzar a desplazarlas. Me alzó el camisón prácticamente hasta mis pechos, terminó de sacar mi prenda mas intima, separó mis piernas, y sus dedos comenzaron a danzar dentro de mi sexo. Mis jadeos acompasaban la digitación que Laura, de una manera sutil y continua, me fue llevando a un orgasmo no premeditado. La intromisión de sus dedos en mi húmeda vagina me trasladaba a un inicio de convulsión, cuando oí la puerta de entrada abrirse, y la voz de mi hijo saludándome. Como un relámpago cerré  mis piernas, mientras Laura se apoderaba de mi prenda.

En escasos segundos Javier mi hijo entraba en la cocina sin percatarse de lo ocurrido hasta ese instante. Miré a Laura, que de una manera socarrona, movía su lengua entre sus labios  de una forma muy  voluptuosa.

A pesar de que Laura se había transformado en mujer como consecuencia de la intervención de Hoff, todavía mantenía las características de una niña, por lo general desde chica secaba su largo cabello y mientras hablábamos la peinaba, pasando esos momentos propios  entre madre e hija. Hacia un tiempo que habíamos perdido esa práctica, hasta que una mañana que no tenía clases, había terminado de bañarse, envuelta en la toalla me pidió si le secase el cabello, se sentó en la cama y comencé con la tarea solicitada.  y ambas solas en la casa, me pidió que le secara el cabello. Traje el aparato y comencé a pasárselo mientras peinaba su pelo, en ese momento apareció Hoff moviendo su cola, acercándose a nosotras, lo acariciamos y continúe con la tarea.

Laura en un momento golpeo su rodilla para atraer la atención de Hoff, este respondió rápidamente y como a la espera de algo apoyo su mentón en las piernas de Laura, en escasos segundos su hocico empezó a tratar de hurgar entre las piernas de mi hija. Una rápida excitación invadió en mi cuerpo, pero a pesar de eso continúe con mi tarea, mientras observaba ese juego libidinoso que se estaba iniciando, el pie desnudo de Laura tocaba la parte genital del animal, quien rápidamente monto sobre la pierna  de ella, tomándolo de la cabeza lo quitó de su intención, que por el movimiento realizado, abrió sus extremidades, aprovechando Hoff en lamer su entrepierna. Sin darle importancia me mantuve en lo mío sin dejar de observarlos.

La risa de Laura era bastante excitante, mezclada de unos suaves jadeos, en determinado momento envolvió con sus piernas la cabeza del perro, situación que se desencadenó en algo desenfrenado, la toalla de Laura se abrió, quedando su sexo al descubierto, la lengua de Hoff aprovechando la oportunidad comenzó a lamerla, Laura se volcó sobre la cama, abriendo sus piernas para dejar libremente su vagina al libre albedrío de la lasciva lengua canina.

Sus pechos afloraron viendo como sus rosados pezones se erizaban, mientras su cara llena de placer demostraba su goce provocado por nuestro perro.

Me cautivaba ver esa relación niña-perro en la que ambas partes iban desencadenando su deseo sexual, en ese apasionado juego, Laura se desprendió de su toalla y la desnudez de su cálida y blanca piel se fue fusionando con el pelaje del perro, ambos seres parecían tener una química especial  Me fui alejando algo de ese sensual encuentro, mientras la lengua de Hoff lamia el rostro de mi hija, mientras ella tocaba su zona genital, surgiendo su punta roja, estimulado por el contacto de su mano.

 Me acerque para mamar de los pechos de mi hija, que sus pezones habían comenzado a erizarse, a pesar de que mi participación fue menor en ese momento, mi  hija parecía desbordada por esa lujuria canina, su boca buscaba su sexo, hasta comenzar a mamárselo con total recogimiento, mientras este comenzaba a brotar aumentado su volumen muy rápidamente, después de lamerlo en toda su longitud, comenzó a ingerirlo febrilmente. Me fui quitando mi ropa, mi vagina estaba empapada por mis flujos, mis pechos parecían abultarse. Laura trataba de introducir en su pequeña boca la totalidad de la verga del perro, que con sus jadeos parecía disfrutar al máximo semejante lactancia. Mientras Laura boca abajo mamando sin respiro,  abrí sus piernas para chuparle esa carnosa y febril  vagina, así permanecimos varios minutos, hasta que el perro eyaculo copiosamente en la cavidad bucal de Laura, su cuerpo fue bañado por ese semen blanco y cálido, mientras un turbador orgasmo sacudió mi cuerpo.

Quedamos agitadas, ante ese vibrante encuentro, nos abrazamos adhiriéndose a mi piel los vestigios de los fluidos de nuestra mascota, nuestras lenguas se entrelazaban, y los dedos de  mi hija aprisionaban mi clítoris, a pesar del dolor que me produzco me estimulaba profundamente, después de varios minutos con nuestro juego lascivo, decidimos irnos a  duchar y arreglar el desorden que habíamos producido.

No era muy común este tipo de encuentro, pero en esas pocas ocasiones que sucedieron, desde la primera vez en Hoff fue el causante de hacerla  perder su castidad,  no  percibía que tratase de ser copulada nuevamente por nuestro animal. Había que aprovechar los pocos momentos de privacidad que teníamos.

Faltaban pocos días para Navidad, ese día había quedado sola en casa, desde las 6 de la tarde, estaba feliz de contar con esa libertad, y desligarme de las obligaciones como dueña del hogar. Así que después de arreglar algunas cosas, decidí no hacer mas nada, me duché, al salir del baño Hoff parecía esperarme, no había pensado en hacer algo con él, pero al encontrarme desnuda, se me acercó, tratando con su hocico de abrir mis piernas, me atrajo su intensión así que las separé ofreciéndole mi sexo, sus placidas y lascivas lamidas no se hicieron esperar. Me volqué sobre la cama abriendo mis piernas para dejar bien expuesta mi vagina, sedienta de su lengua, comenzó con bastante rapidez hasta ponerme en un estado de excitación bastante elevado.

Si bien no estaba en mis cálculos hacerlo, me giré para disfrutar de su apetitosa lengua, mi exaltación aumentaba paulatinamente, me arrodille sobre la alfombra elevando mi culo, de inmediato sentí como me montaba, aferrándose a mi cintura, esa situación me encantaba, entregaba a Hoff mi cuerpo para satisfacer su instinto sexual. Mis ranuras estaban a su entera disposición, su frenético movimiento en busca de introducir su viril miembro, era apasionante, me fue llevando a un estado de frenesí total, tomé con mis manos los cachetes de mi traste tratando de abrir al máximo mis aberturas, en una de sus violentas embestidas, su verga se introduzco por mi conducto anal, al sentir el contacto de mi cálido recto la intromisión de su falo fue inmediata, no pude contener un grito de dolor.  

Me sentí algo esclavizada y hasta violentada, al ser penetrada por esa zona, pero esa mezcla entre dolor y sometimiento, me producía una sensación muy estimulante. Sentía su miembro avasallar las paredes de mi conducto renal, introduciéndose y creciendo paulatinamente, me dolía pero era parte de ese acto morboso, sentía la necesidad de que Hoff me violentara sin miramientos, me sentí su esclava. Sus patas aferradas a mi cuerpo y su pelvis en contacto con mi culo, denotaba que su penetración era total. Sentía las vibraciones de su falo, introducido en mi recto, su crecimiento parecía haberse hecho dueño de mi entraña, su pelota estaba totalmente atascada en la salida de mi ano. Los leves movimientos que producía me hacían vibrar, hasta que sentí regar con su esperma todo mi interior, era como si me hubiesen introducido una irrigación renal. Apenas eyaculó en mi conducto, intentó salirse, era imposible, en su tentativa de desprenderse de mi contacto parecía que me destrozaba mi recto, traté de contenerlo, cuando giró una pata y quedaron nuestros culos en contacto. Así arrodillada y abotonada a mi perro estuvimos bastante tiempo, sus palpitaciones a través de mi conducto me llevaron a otro  orgasmo. Finalmente se desprendió, al que sentí un gran alivio, me duché y regresé a la sala con mi bata, mientras miraba televisión me dormí, los pasos de Laura me despertaron sobresaltada, eran cerca de la una de la madrugada.

Hoff le saltaba en demostración de alegría al verla, cuando vino a darme un beso note su aliento a bebida, también al caminar y hablar denotaba que estaba algo pasada de alcohol.

Cuando se acerco nuevamente, me dice, abriéndome la bata “ Wowwwwwwww, estas preparada para Hoff o ya lo hicieron?, no conteste nada estaba algo azorada por lo que me decía.

“Ven para acá Hoff, vamos a comprobar si le has hecho algo a mamita”

Sentándose a mi lado abrió sus piernas y metió la cabeza del perro, inmediatamente se quito sus bragas, aportándole su adolecente sexo, para satisfacerlo con la lengua del animal. Lentamente se fue quitando sus prendas hasta permanecer desnuda, abrazando a Hoff, poniendo su boca en su escroto, hasta lograr hacer surgir su verga roja. El perro comenzó a buscarla intentando tumbarla para ponerla en la posición adecuada para su intento, Laura le seguía el juego incitándolo, tratando de llevarlo a su deseo. En determinado momento mi hija frenó ese retozo previo, y algo agitada, se colocó en cuatro a la espera de su amante, sus pechos se agitaban ante esa estimulación que fue obteniendo, hasta sus pezones rosados erectos ayudaban a evidenciar su estado de éxtasis.

Al ver a Laura arrodillada, dejando sus cavidades liberadas a la total disposición de nuestro amante canino, aprecié su sexo que brillaba ante la imprimación de sus flujos. Recordando lo que hacía horas había practicado, Hoff se acercaba, lamia sus orificios, gimiendo ella como una perra en celo al sentir su contacto, el perro giraba y repetía nuevamente esa manipulación, parecía excitar al máximo a su hembra, para disfrutar intensamente su pronto y feroz apareamiento.

La verga de Hoff iba en ascenso, preparándose para penetrar sin miramientos, uno de los orificios que le ofrecían. La última lamida fue más prolongada, dando fin  a ese juego preparatorio de estimulación, el cuerpo de Laura esperaba expectante esa próxima copulación, sus pechos delataban la excitación que iba acumulando. Cuando de improviso salto sobre ella de una manera abrupta, apresándola con sus patas delanteras y afirmando las traseras, a la vez que su miembro iba creciendo, en busca del orificio que lo arropase.

Laura era sacudida al ritmo de los arremetimientos alocados del macho, intentando introducir su aparato genital, hice apoyar la cabeza de mi hija sobre la alfombra a fin de dejar sus orificios a la altura de la pelvis del enérgico y tenaz  canino. Ver todo ese desarrollo me había excitado de sobremanera, aun me dolía mi recto, pero estaba dispuesta a repetirlo.

Eso fue suficiente para que nuestro animal, introdujese su verga en la vulva de Laura, el arremetimiento fue rápido, y su miembro entraba y salía velozmente de la matriz. Los gemidos y gritos de Laura a cada empellón demostraban con la bestialidad instintiva en la que Hoff la estaba copulando, sus patas se aferraban con fuerza a su delgado cuerpo, sin dejar de bombearla ansiosamente. Era su hembra, actuaba instintivamente aplacando su necesidad intuitiva. Laura se había transformado en su juguete sexual, después de ese intenso ajetreo, los movimientos se limitaron, observando la expresión de satisfacción que delataba el rostro de Hoff, en determinado momento se limitaron los movimientos, la vagina de Laura goteaba y el miembro de Hoff permanecía totalmente alojado en la cavidad vaginal de su hembra. Levante su cola y comprobé que solo asomaban los testículos del perro, mientras su bola era aprisionada por los labios vaginales de su niña-perra.

Laura gemía de deleite, mientras que su amante canino jadeaba de agotamiento, con su cuerpo relajado sobre la espalda de su hembra, era un espectáculo morboso y a su vez más que apasionante, mi niña sometida y apresada por un animal de casi su peso, no hacía más que excitarme, Laura parecía cautivada por su macho, al punto de pasar su lengua por la de Hoff que con su jadeo la tenía toda afuera. Varios rasguños se veían en sus muslos, a los que no parecía haberse percatado. Me produzco la sensación de que nuestra mascota, dominaba intensamente a su presa, mientras que ella  estaba apacible y sumisa, con un rostro de satisfacción y a su vez embelesada, acatando ese poder implícito, esa supremacía que ejercía su macho sobre ella. Después de un buen rato Hoff trato de desacoplarse, mientras que Laura levantaba su culito como tratando de impedir que le sacase su viril instrumento.

Al sacarla de su vagina se oyó como un destape, la roja y venosa verga de nuestro perro estaba en la totalidad  de su corpulencia, Hoff le dio una lamidas a la vagina de mi hija, de la que fluía el semen depositado, para después acostarse en un rincón de la habitación a lamer  su miembro, Laura como su sumisa amante, se arrastró hacia él, para relamer y mamar su prominente verga.

El perro se dormitó y le propuse a Laura acostarnos, realmente estaba muy excitada quería hacer algo con ella, aplacar la calentura que me había producido esa relación. Me sorprendió, al decirme que se quedaría un rato junto al perro, se acurruco con su cuerpo desnudo junto a él, abrazándolo. Me dio la sensación de ser una escena bastante promiscua, así que volví a insistirle pero fue en vano, solamente regresé para taparlos con una  cobija.

La situación que se había creado, sumado a mi excitación hicieron de no poderme dormir, me masturbé y eso me ayudó a conciliar el sueño,  cerca de la madrugada desperté, recordé que Laura no estaba en su  cama, así que fui a la sala a llevarla a su alcoba o a mi cama si lo deseaba. Pero al llegar al lugar mi sorpresa fue que nuevamente Hoff estaba copulando, la tenía contra el sillón arremetiéndola con toda su energía, mientras su adolescente hembra gemía y gemía. Después de haberla vapuleado sin respiro y  haberla eyaculado con su esperma, quitó de manera muy brusca su verga del interior de Laura, le dio unas leves lamidas para tirarse en un rincón a lamer su aparato. Laura aun arrodillada contra el sillón jadeaba ante el salvaje acosamiento sexual, a pesar de eso gateó ante su amante perruno repitiendo lo que había hecho horas atrás.

 En ese instante capté que de una manera intuitiva el perro había creado una supremacía sobre mi hija, a la que ella respondía de una manera sumisa y servil con el objeto de ser copulada y deleitarse del sexo que le imponía. No sé si me excité ante este nuevo encuentro, pero regrese a mi cama algo apenada.

A la mañana siguiente ambos dormían plácidamente, el semen seco del perro estaba esparcido en varios lugares, Laura estaba desparramada no me cavia dudas en que había tenido una noche bastante agitada, en realidad sentí envidia. Cerca del mediodía despertó, estaba bastante ojerosa y agotada, envuelta en la manta vino a desayunar, Hoff a su lado la seguía celosamente.