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Excitación ciclista.

en Voyerismo

EXCITACIÓN CICLISTA.

Soy un chico al que le gusta practicar deporte y muchos domingos salgo a montar en bicicleta.

Siempre uso mi casco protector, mi maillot azul y un "culotte"(pantalón ciclista muy ceñido) negro. Los culottes" o pantalones ciclistas tienen una especie de almohadilla en la parte que entra en contacto con el sillín de la bicicleta para evitar que el estar sentado mucho tiempo produzca dolor. Es aconsejable usar este tipo de pantalón ceñido sin ropa interior para facilitar la transpiración y evitar rozaduras. Así lo hago yo siempre.

Desde la primera vez que usé esta prenda ciclista me di cuenta de que, al ser fina y muy ceñida, cuando el sol daba sobre mi parte delantera, se transparentaba un poco y que alguien que se fijara con un poco de atención podía ver mi pene debido a esa transparencia. De todas formas no le di mucha importancia, aunque varias veces había observado que algunas mujeres se fijaban en esa zona, unas de forma disimulada, otras más descaradas. Cuando sucedía, no podía evitar excitarme un poco, pensando que me habrían visto quizás mi miembro, aunque fuera por una transparencia.

Un domingo caluroso de mayo del año pasado salí a montar en bicicleta por la zona del río de mi ciudad. Cuando después de varias horas me disponía a regresar a casa sobre las 14.00 horas, la zona estaba casi sin gente debido al calor y a la hora. Algún ciclista más, varias personas que venían o iban a pescar y algún turista paseando.

Mientras avanzaba, aprecié unos metros más adelante a una mujer con un mapa en la mano y haciéndome señas para que parase. Cuando llegué a su altura, me detuve. La mujer tendría unos 40 años (algunos más que yo), era pelirroja, llevaba una camiseta blanca que le llegaba únicamente hasta el ombligo, unas cómodas mallas negras ajustadas y unas chanclas veraniegas. Parecía extranjera.

Con un español más o menos entendible me preguntó cómo podía llegar hasta uno de los monumentos de la ciudad. Tras indicárselo sobre el mapa, me dijo:

- Gracias. Soy alemana y he estudiado español varios años en mi país. He venido por primera vez a España para visitar algunas ciudades. ¿Qué otros lugares de esta ciudad me recomiendas?

Mientras le aconsejaba otros lugares interesantes, comprobé que la mujer había empezado a mirarme mi bulto del pantalón ciclista, cosa que empezó a excitarme un poco. Seguí con mis recomendaciones, pero como aprecié que la turista miraba de forma más descarada, agaché la cabeza y pude ver que, debido al sol que brillaba sobre mi parte delantera, a lo ceñido de mi culotte ciclista y a mi cada vez mayor excitación al sentirme observado, mi pene, ya en erección, era claramente visible para la alemana por culpa de la transparencia. Me avergoncé, dejé de hablar y sólo quería irme de allí. La turista se dio cuenta de mi apuro y me dijo:

- No te preocupes, no pasa nada. Además me gusta lo que estoy viendo. Yo en Alemania también practico ciclismo y tampoco uso bragas debajo del culotte. Cuando como hoy me pongo mallas para pasear o salir por la calle, tampoco las uso, porque no me gustan que se marquen o transparenten. No queda bonito.

Entonces se me fue pasando la vergüenza, pero mi excitación iba a más: me fije en las mallas de la turista y, efectivamente, no llevaba ropa interior, pues algunos pelitos de su vello púbico traspasaban sus finas mallas, que además marcaban los labios vaginales de la mujer. Aprecié también que justo en esa zona tenía una mancha de humedad, por lo que deduje que ella estaba también en plena excitación sexual y estaba mojando sus mallas.

Entonces me reconoció que, entre el calor, su encuentro conmigo y lo que estaba viendo, le apetecía practicar sexo y que si me apetecía, que pasáramos detrás de unos arbustos que había allí para disfrutar sin ser vistos. Cuando me di cuenta, ya estábamos más o menos ocultos y lo primero que hizo fue bajarme y quitarme mi pantalón ciclista, que arrojó a unos metros. Yo estaba de pie, semidesnudo, con mi pene al descubierto totalmente erecto por la excitación. Ella seguía vestida por completo, se puso de rodillas e introdujo mi miembro en su boca. Movía con rapidez su cabeza chupándomelo. Paraba un poco y volvía a la carga. Yo estaba gozando como nunca y no quería correrme en su boca, sino en su coño. Así que, tras unos minutos, le dije que se pusiera de pie, me agaché y puse mis manos sobre la entrepierna de sus mallas: la zona estaba empapadísima, señal de que la mujer estaba ya totalmente excitada. Entonces con un rápido y seco tirón le rompí las mallas, abriéndole una pequeña raja, suficiente para poder meter por ahí mi pene a punto de reventar. Tenía su coñito mojadísimo y le metí mi pene justo a tiempo de descargar dentro todo mi semen. Ella gimió de placer.

Los dos nos tumbamos unos minutos sobre el césped. Al rato ella se levantó y me dijo que tenía ganas de orinar. No le dio tiempo ni de bajarse sus mallas rajaditas, así que aprovechó precisamente el agujero que le había causado yo a la prenda con mi tirón para mear a través de él y no hacérselo encima. Mientras ella orinaba, apareció una pareja de unos treinta años paseando por la zona y los arbustos no debían ser suficiente densos como parar ocultarnos del todo, pues ambos jóvenes, entre risas, sacaron sus móviles y empezaron a fotografiarnos: la chica se centraba en sacarme fotos a mí, que permanecía aún desnudo de cintura para abajo; el chico grababa a la turista mientras ésta seguía orinando. A mí me daba igual todo en ese momento y no hice ni el intento de vestirme; la alemana también se percató, pero continuó impasible con su meada hasta que terminó. Entonces la pareja se marchó del lugar entre risas y contemplando las fotos que habían sacado y el vídeo grabado. Supongo que les servirían para masturbarse en casa o para excitarse antes de hacer el amor.

Tras refrescarnos con agua de la mochila de la mujer alemana, me puse mi culotte ciclista (manchado de líquido preseminal) y le pedí perdón por haberle desgarrado sus mallas por un sitio tan comprometido. Ella me respondió que no me preocupase, que su hotel estaba a escasos 10 minutos de allí, que iría para cambiarse y ducharse. Que caminaría por la zona del río que estaba casi desierta y que si se cruzaba con alguien, seguía estando tan excitada que no le importaba que le vieran parte de sus labios vaginales saliéndole por la raja de las mallas.

Se puso la mochila a la espalda y me agradeció el recuerdo sexual que se llevaba de España. Me dio un beso y empezó a caminar. Yo me subí a mi bicicleta y tras avanzar unos metros giré la cabeza y pude ver cómo tres hombres que venían de pescar se cruzaban en ese instante con la alemana: efectivamente ella no hizo nada por tapar un poco la zona delantera de las mallas y contemplé cómo los pescadores se quedaron boquiabiertos al ver pasar delante de sus narices a una mujer vestida de forma sexy y con una raja en las mallas que dejaba ver parte de su coño, seguro que todavía empapado.

Espero que me enviéis vuestras opiniones y experiencias. Sobre todo os lo agradecería a las chicas. Un saludo y hasta un próximo relato.