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Sex Party Boda 1: Desvirgada y Sorpresas Finales

en Hetero: Primera vez

SEX PARTY BODA 1: DESVIRGADA Y  SORPRESAS FINALES

Sus dedos todavía inseguros viajaban por mi piel explorando todas las curvas de mi cuerpo…  Jeffry me atravesaba con la mirada fija en mi piel desnuda…

Oh… Si me viesen mis padres… Nunca se imaginarían que yo, Marina -todos me llaman Mar-, su educada y obediente hijita, estuviese ahora así, completamente desnuda en la cama de un pequeño dormitorio de un albergue de alta montaña, con Jeffry Padeca, aquel chico ecuatoriano de mi instituto, amable y tranquilo, que desde que bailó conmigo en la fiesta de carnaval, siempre está a mi lado en el parque en el que nos reunimos un buen grupo de chicos y chicas de la zona, me acompaña a casa y dice a mis amigas que somos novios. Y yo le dejo, todas mis amigas tienen un noviete, y no quiero que me tomen por rara o antipática.

Además Jeffry no está nada mal, es guapote, aunque mis amigas me dicen que no tiene ninguna experiencia con las chicas y, eso sí, está demasiado gordo, tendría que hacer dieta y más deporte. Es bastante inteligente, saca muy buenas notas en todo, de hecho es un empollón algo creído.  Bueno, para mi él es mi primer ligue un poco en serio desde que dejé la escuela de primaria para empezar en el instituto de secundaria y mis padres me dejan estar en la calle hasta la hora de cenar y salir con las compañeras de clase o del taller de música al que pertenezco.  Jeffry es muy educado y amable, y yo me encuentro muy a gusto a su lado… Le ha dicho a mis amigas que está loco por mí desde el día que bailó conmigo en el instituto, dice que le obsesiona mi cuerpo, soy altita, esbelta pero con las formas ya bien marcadas, con la piel muy blanca, ojos oscuros, cabello castaño, unos muslos muy bien formados, unas tetas como montañitas en punta hacia delante…

Me pareció muy excitante cuando me  propusieron que fuésemos todos juntos de excursión por primera vez solos, sin profes, sin tener nada que ver el instituto. Todo el grupo –toda la peña, como decimos aquí-, decidimos hacer la fiesta del Sol de Primavera de este año en un pequeño albergue de montaña en el Alto Pirineo que podíamos alquilar para estar nosotros solos. Me pareció muy bien, sería muy  divertido, aunque lo único que no me acabó de gustar del todo fue que toda la organización la llevaba un chico que está repitiendo el último curso del instituto, Paco, que tiene fama de estar muy loco y ser muy gamberro. Pero, bueno, pensé, a mi no me ha hecho nada, no tengo motivos para desconfiar de él.

 Todos pensamos que sería fantástico correr por la nieve que aún queda en algunas vertientes, jugar en el bosque durante el día, tal vez tomar el sol y bañarnos en algún estanque de montaña si hace buen tiempo y encerrarnos bien calentitos gracias a la calefacción del albergue en las frías noches para disfrazarnos, cantar y bailar todas las horas que nos diese la gana sin que nadie nos enviase a dormir ni nos dijese que no metiésemos tanta bulla. Además, mis amigas me dijeron sonriendo que seguramente también haríamos party-bodas, fiestas de boda al estilo americano, que es un pícaro juego caliente que ahora está muy de moda en los institutos y colegios de secundaria de Barcelona: se hace una fiesta, un grupo secreto elige una chica y un chico (o dos chicas, o dos chicos, claro, no discriminamos a nadie) que se gusten y estén saliendo o hablando,  y se les da la sorpresa, se les organiza una fiesta de boda igual que las de verdad, las de los mayores. Después, lo que hagan, depende de ellos, de lo atrevidos que sean y de las ganas que tengan de estar juntos. Incluso si tiempo después lo dejan estar, se pueden hacer fiestas de divorcio. A veces, cuando hacen la party-boda, ponen en su feisbuc que están casados con la otra persona, o que tienen una relación, y cuando lo dejan hacen constar que están de nuevo solteros o solteras.

Por eso me llevé una gran sorpresa cuando, en medio del baile de disfraces de la primera noche de la fiesta de Primavera en el albergue –yo iba disfrazada de esclava egipcia y Jeffry de médico-, mis amigas anunciaron que se iba a celebrar la fiesta boda de Mar -o sea, yo- y Jeffry. Nos habíamos divertido hablando de a quién podrían casar, pero no imaginaba que estaban disimulando, que mis amigas pensaban en Jeffry y en mí  Y lo tenían todo bien preparado. Me resistí un poco, pero en realidad me excitó y me hizo ilusión ser la protagonista de la noche, con el tontito de mi amiguito Jeffry. Para empezar me llevaron a una de las habitaciones, me quitaron el disfraz de esclava y me vistieron con sólo un tanga y un traje de novia blanco que habían traído muy cortito, con todos los muslos al aire y un escote máximo, con las tetas y la espalda casi desnudas. Me pusieron una coronita de flores blancas y me dieron unas ramitas atadas de arbustos aromáticos para llevar en la mano.

Me perfumaron –Nuri me dijo que es la colonia que más excita a los chicos- y me llevaron a la estancia donde hacíamos el baile. La habían transformado en una especie de sala de ceremonias, estaban todos sentados y en una especie de tarima había una mesa, con un chico y una chica de los mayores disfrazados él de sacerdote y ella de jueza para casarnos. En el equipo de música habían puesto la más conocida marcha nupcial. Jeffry estaba de cara a ellos, de espaldas a mi, y se giró para mirarme. Me sonreía, le habían vestido con un traje que en realidad le hacía parecer un camarero, una camisa blanca y una corbata, iba realmente de novio, aunque seguía llevando pantalones vaqueros y las zapatillas deportivas que usa normalmente. Me tomó de la mano, me miró fijamente,  me puso a su lado, todos nos aplaudieron. Entonces el chico y la chica vestidos de cura y jueza empezaron la ceremonia.

El chico que hacía de cura hizo que nos tomásemos de la mano, y nos dijo muy serio mientras oíamos risas detrás nuestro:

-Jeffry, ¿quieres casarte con esta nena que está tan buena que se llama Mar?

Jeffry me miró, sonrió, y contestó:

-Pues claro, eminencia, está más buena que un  pastel de banana y piña con nata y chocolate, mi favorito. 

Yo me lo quedé mirando  sorprendida por la comparación, pero entonces oí la voz de la chica que hacía de juez diciéndome:

-Y tu, Mar, ¿quieres casarte con este gordito que la tiene tan larga y se llama Jeffry?

Me quedé aún más parada, enrojecí, pero no me corté y le dije:

-¿Y cómo sabe eso de “tan larga” su señoría?

-Las preguntas las hago yo, tonta, tengo informadores en las duchas del Instituto, -me contestó-  y te lo vuelvo a decir: ¿quieres casarte con Jeffry?

-Bueno –dije al final, pasando ya de todo- para eso estamos aquí, ¿no?. Pues vale, sí.

Entonces nos dieron dos pequeños anillos hechos con fibras de hojas de cañas, Jeffry me puso uno a mi y yo el otro a él. El chico y la chica que hacían de cura y de jueza nos dijeron, hablando a coro al mismo tiempo:

-Mar y Jeffry, os declaramos casados en nombre del Sol de Primavera. Podéis besaros.

Yo me quedé quieta, pero Jeffry se giró hacia mi, me tomó la cara y me besó en los labios. Entonces, Paco, el chico más bruto y mayor del grupo, que según dicen mis amigas es un auténtico salvaje, gritó:

-¡Venga, gordito, que no estáis en parvulario! ¡El beso con lengua, tío, como te hemos enseñado!

Jeffry me miró sonriendo, y entonces me volvió a besar metiéndome la lengua en la boca. Noté que tocaba la mía, y al cabo de unos segundos me aparté con asco, y me limpié los labios de la saliva de él.

-¡Muy bien, macho, así se hace, coño! –volví a oír gritar al bestia de Paco.

Entonces nos trajeron los regalos que habían preparado. Un minitanga transparente para mi y unos slips atigrados para él, que nos querían hacer probar allí mismo pero dijimos que no. Luego otra sorpresa, una especie de pastel de bodas que habían preparado, con los muñequitos de un novio y una novia. Nos hicieron cortar el pastel y comer el primer trozo, y luego lo repartieron entre todos. Sacaron bocadillos y bebidas, pusieron música, y comenzó un baile, que nos hicieron inagurar con una especie de vals. Durante toda la fiesta se me acercaban las chicas del grupo para hacerme, muchas de ellas, comentarios guarros sobre lo bien que lo iba a pasar aquella noche con  mi “marido”… Al final noté que a causa de haber bebido dos o tres latas de cerveza estaba algo mareada y me senté en uno de los sillones. Al fondo, en otro grupo, Jeffry estaba riendo con sus amigos dirigiéndose a la escalera que llevaba a los dormitorios del piso superior.

Entonces mis amigas se acercaron muy divertidas y dijeron que ya era hora que Jeffry y yo nos fuéramos a dormir…

-Va, venga, Mar, cariño, que os hemos preparado la “suite nupcial”, no hagas esperar al novio…

Sara me abrió la mano y me dio una pequeña cápsula, la miré interrogante, y me dijo:

-Ya sabes, tía, Levonorgestrel, si Jeffrey funciona y lo hacéis, hacedlo bien, sin gomitas, da más gusto, pero luego te tomas esto, ya sabes, no queremos bebés todavía en la peña, ¿verdad?

-¡Noooo, que va, no queremos enanos, nooooo, que los tíos preñen a sus madres o hermanas si quieren, a nosotras noooo! –gritaron todas juntas riéndose.

Me sorprendió ver que mis amigas estaban en todo. Yo sabía perfectamente lo que era la cápsula, nos lo han explicado mil veces en las clases de educación sanitaria y sexual que nos han dado en el instituto los equipos médicos municipales. Enrojecí, pero me la guardé en mi bolsito.

Otra de mis amigas, Elena, se me acercó y con una cara muy maliciosa, sonriendo de una manera muy rara, me dijo:

-No te preocupes tía, Jeffry se portará bien, Paco me ha dicho que, sin explicarle nada de la sorpresa que os íbamos a dar,  se lo llevaron el sábado pasado a casa de Marc y le tuvieron tres horas viendo pelis porno, ya sabe lo que tiene que hacer cuando  durmáis juntos…

Jeffry vino hacia mi, casi forzado por los otros chicos que le acompañaban. Me tomó de la mano y me hizo subir con él la escalera que lleva al primer piso. Delante de una puerta que había al fondo, que daba a una de las habitaciones pequeñas individuales para monitores, formaron dos hileras, una de chicos y otra de chicas, y nosotros pasamos por el medio, mientras ellas y ellos se reían, nos tiraban granos de arroz –alguien tendría que barrer aquel pasillo- y gritaban con gran algarabía:

-¡Vivan los novios! ¡Vivan los novios!

Nos abrieron la puerta y nos hicieron entrar, haciéndole gestos a Jeffry de que me entrase él en la habitación, como en las películas. Jeffry me tomó en brazos y con mucho esfuerzo, se notaba que no podía y tuve que ayudarle,  me introdujo en la habitación. Mi amiga Sara, con cara muy divertida y pícara, nos dijo:

-Aprovechad vuestra noche de bodas, chicos. No podéis salir hasta que os abramos por la mañana, son las normas del juego. O sea, que buenas noches y que disfrutéis mucho!

Sara nos hizo un significativo gesto metiendo el dedo índice de una mano en el círculo que formaban el pulgar y el índice de la otra.  Entonces cerró la puerta y oí que cerraban con llave por fuera. Era verdad, nos habían encerrado en la habitación, y el primer piso quedaba demasiado alto para salir por la ventana, a no ser a la desesperada por una emergencia, porque con la altura sería fácil romperse un brazo o una pierna al saltar… Las voces se alejaron riendo y cantando por el pasillo. Jeffry había encendido la luz de la mesita de noche y me miraba sonriendo.

-Ya ves como son, Mar, vamos a tener que dormir juntos, estamos casados ¿no?…

Se quitó la chaqueta y la camisa, se sentó en la cama, se sacó las zapatillas y los calcetines, se bajó los pantalones, quedando sólo con los calzoncillos que llevaba, un slip de color negro que dejaba ver su estómago y barriga desbordando por encima, y se introdujo en la cama, haciéndome un gesto de que me acercase. Yo seguía estando bastante mareada, todo parecía un sueño…

-Tengo que ir al lavabo –le dije, al ver que la habitación en la que nos habían encerrado, la “suite nupcial” que decían ellos, tenía un pequeño cuarto de baño

-No tardes, Mar, te estoy esperando…

Intenté despejarme un poco lavándome la cara, pero no lo conseguí. Me alisé un poco el cabello, y pronto le volví a escuchar:

-Va, Mar, no te demores tanto, ya estás guapa como estás…

Volví a la habitación y me dirigí al lecho en el que Jeffry me esperaba sonriendo sin apartar la vista de mi. Todo seguía siendo como un sueño, yo actuaba de forma automática, como si fuese lo más natural del mundo lo que estaba haciendo. De hecho pocas de mis amigas eran todavía vírgenes, tal vez ninguna, y al parecer habían decidido “sí o sí” que yo me lo hiciese con aquel chico que decía a todo el mundo que iba a por mi.

Me quité lentamente el traje de novia y me quedé sólo con la minibraguita, el tanga que llevaba debajo, sabiendo que él me estaba mirando excitándose cada vez más. Me giré hacia la cama y le vi sonreír observando fijamente mis tetas.

-Va, ven ya, nena… –repitió, mientras me indicaba un lugar a su lado en la cama. Me sentí muy extraña, era la primera vez que Jeffry me llamaba “nena”, siempre me hablaba muy tímido, con miedo a que me enfadase, pero ahora le veía diferente, como muy lanzado… Tal vez también él había tomado demasiadas cervezas…

Vi su cuerpo desnudo, cubierto tan solo por el slip negro que había bajado justo al límite de los pelos del pubis mientras la barriga le caía por encima. Realmente sí, Jeffry está bastante gordito. Me senté en el borde de la cama, me quité los zapatos de novia que me habían puesto mis amigas, y me estiré en las sábanas al lado del chico, mirando el techo, mi respiración se aceleró cuando él se giró hacia mí…

-Estás buenísima, Mar, que tetas tienes… -me susurró

Sentí a mi lado el calor de su cuerpo, y los primeros roces de su piel en mi costado y mis muslos. Su brazo pasó por encima de mi, y vi que en la mano llevaba el slip negro … ¡Dios mío! Jeffrey ya se lo había quitado y estaba desnudo del todo… Pensé en lo que había dicho la chica que hacía de jueza cuando nos casaron: “Este gordito que la tiene tan larga…”, y que yo le había preguntado que cómo lo sabía… Dijo que tenía observadores en las duchas, pero ahora lo iba a saber yo personalmente. Todo esto no podía ser real, seguro que en cualquier momento despertaría… Pero no… Claro que no… Jeffrey se colocó pegado a mi cuerpo, y empezó a lamerme la cara… Yo le dejé hacer, era agradable… Él siguió hasta llegar a mi boca y pasarme la lengua por los labios… Su mano estaba en mis muslos acariciándolos y se dirigía hacia arriba… Se detuvo unos momentos en mi sexo, jugó con el agujerito de mi ombligo, y, por fin, se atrevió a llegar a mis tetas.

Me estremecí la primera vez que el chico acarició mis pechos,  con toda suavidad… Su mano en mi piel… Me daba besitos en la cara, rozaba sus labios con los míos y yo los apartaba, me acariciaba los cabellos… Y, de pronto, temblé al sentir que aquello que tantas veces había imaginado y simulado en mis fantasías nocturnas empezaba a ocurrir en la realidad… Lentamente, muy poco a poco, centímetro a centímetro, Jeffry empezó a bajarme la braguita… La fue deslizando hacia abajo, acariciándome los muslos mientras lo hacía… Sus manos se pasearon por mi sexo… Me reí, y le dije que me estaba haciendo cosquillas, el se cortó y paró, pero le dije que siguiera, que me gustaba.

De nuevo por el interior de mis muslos… Noté que mi cuerpo ardía… Colocó mi braguita al lado de mi cara… Y poco después colocó otra cosa… Sí, era su slip, él estaba completamente desnudo a mi lado, acariciándome…  Me imaginé aquello que debía haber en su vientre, que seguro que iba a intentar meterlo dentro de mi cuerpo tal como había imaginado tantas veces, cuando yo me tocaba con los dedos y me los metía un poco, en la soledad de la noche en mi habitación o en el agua caliente de la bañera…

Jeffry y yo apretamos las manos, el tacto de nuestros dedos nos daba una sensación especial… Él bajó su cuerpo y se colocó a mi lado, siguió mirándome con los ojos casi enloquecidos… Me acariciaba, tocaba todas las partes de mi cuerpo con delicadeza y suavidad, pero se notaba que cada vez estaba más nervioso. Y la verdad, yo también. Poco a poco nuestros cuerpos se fueron conociendo, hasta quedar unidos carne contra carne… Noté su sudor en mi piel… Sus labios apretaban los míos… Mi corazón se aceleraba por momentos, una de sus manos jugaba sin violencia con mis tetas , pellizcaba mis pezoncitos, jugaba con mi cara… Gemí un poco, era placer, no dolor…

Entonces sus labios se unieron con fuerza a los míos, el mundo se fundió en mi cabeza, fue como si viese una tonalidad mágica de mil colores, y creció fuerte y valiente aquella extraña sensación de deseo que sentía desde la primera vez que salí con él después de haber bailado juntos en la fiesta de carnaval, hacía unas semanas, mi primer día de “pareja” con un chico fuera del instituto, cuando fuimos todo el grupo a varios de los locales situados en las calles desiertas de aquella zona de industrias, almacenes, discos y afters de las afueras de nuestra ciudad costera.

Aquel  beso que me dio debió de ser el más miedoso de los que nunca se han hecho, sus labios estaban muy calientes y húmedos y yo le correspondí nerviosa pasando mis manos por su cara y su espalda… Entonces Jeffry  bajó su cabeza y exploró con sus labios mi cuerpo mientras yo le besaba y acariciaba su cabeza, oscura como sus ojos y su piel… De nuevo me besó, y noté como su lengua abría mis dientes y se introducía en mi boca, igual que hizo cuando el bruto de Paco se lo exigió en la ceremonia… Pero ahora era diferente, estábamos los dos solos, juntos y desnudos… Yo sentía como me llenaba de amor, o de deseo, no sé, poco importa, a cada instante que pasaba sintiendo su cuerpo y sus manos en el mío…

El amor, o el sexo, aún no sé si hay diferencia, me había atrapado… Decidí abandonarme, jugar con él como esperaban todas mis amigas  que hiciese… Una inquietud me rodeaba plácidamente, me gustaba sentirme nerviosa… El muchacho parecía no tener ninguna prisa en hacerme aquello que yo temía y al mismo tiempo esperaba anhelante… Él dudaba y temblaba en aquellos momentos, me trataba con delicadeza y serenidad, mientras crecía en mí el sentimiento de felicidad y confianza en lo que él hacía… Tiernamente Jeffry seguía acariciando mi cuerpo adolescente, cada una de mis partes, con lentitud, diciéndome que me quería, con una voz apasionada, entre beso y beso, sonrisa y sonrisa, caricia y caricia, con la tranquilidad de la soledad de la habitación del albergue y el silencio que ya se había ido adueñando de todo el edificio.

Poco a poco, al final, después de un tiempo que se me hizo eterno de caricias y besos, me giró con suavidad hasta que quedé de espaldas en la cama, y me di cuenta de que se colocaba encima de mí mientras me separaba los muslos… Se deslizó hacia abajo y, de pronto, una sensación de infinito placer me invadió. Jeffry me estaba pasando la lengua por el sexo, me lamía, me besaba, me daba pequeños mordisquitos, me acariciaba… Estuvo así un ratito, mientras yo suspiraba, gemía, me estremecía de placer, pensaba que no lo resistiría… Después, volvió a subir y se colocó de nuevo encima, cara contra cara, pecho contra pecho, vientre contra vientre, mientras me separaba más los muslos para colocarse en medio… Le ayudé instintivamente,  abriendo bien las piernas y doblando la rodilla de forma que abarcaba con mis muslos su cadera y casi también su culo…

Noté su blanda barriga y su tórax encima de mi cuerpo, sus pechos apretando los míos, y aquella sensación de ser medio aplastada, aumentó al máximo mi excitación y mi deseo por él, de manera que le abracé y le besé, notando como él introducía de nuevo su lengua en mi boca y yo sentí el gusto a chicle de vainilla, típico de él…  Jeffry  aún separó aún más mis muslos para colocarse mejor, y noté que con una de sus manos estaba colocando su pene en la entrada de mi sexo, se le notaba algo nervioso, temblaba y no acababa de  decidirse… Entonces hice lo que nunca habría creído ni esperado de mi misma, y aún hoy me asombro de haberme atrevido a hacerlo, pero fue algo instintivo… Sin pensarlo, decidí ayudarle, bajé una de mis manos, aparté la suya y fui yo quien orientó su pene hacia el interior de mi sexo…

Era la primera vez que tocaba el pene de un chico… Era duro, ancho, caliente, largo… Era verdad lo que me habían dicho en la ceremonia… Enseguida lo noté ya un poco dentro de mí, a punto para avanzar… Jeffry gimió, agarró con una mano mi cabeza, besándome con una fuerza ahora más brutal, mientras pasaba la otra mano por mis nalgas, levantándome y apretándome contra su cuerpo, que me presionaba excitándome más, cerré mis muslos con fuerza contra los suyos, pasé uno de mis brazos por su espalda y otro por sus nalgas, apretando su culo aún más contra mí de forma que su pene se metía cada vez más en mi vientre, y de pronto, súbitamente, como el calambre de un rayo, noté un pinchazo en mi sexo que casi me hizo dar un salto hacia arriba.

-¡¡Aaaayyyyyyyyy!!!!!! –grité estremeciéndome, mientras Jeffry me sujetaba para que no me moviese tanto

Tuve la sensación creciente de que algo se desgarraba dentro de mi cuerpo, y, después de romperme el himen y conseguir por fin desvirgarme, su pene se introdujo por completo de forma rápida en mi vagina.  Me hizo más daño al penetrar profundamente, pero con la mano comprobé que tenía ya su pene todo dentro de mi cuerpo…

La dilatación de mi vagina para que entrase todo su miembro me provocaba una sensación nueva, como de desgarro, como si algo estuviese invadiendo y abriendo mi vientre, pero todo era mucho menos doloroso de lo que a veces yo me había imaginado o me temía porque decían algunas amigas del instituto que se lo habían pasado realmente mal la primera vez, como Berta, que había sufrido cuando la desvirgó, según nos había explicado, el salvaje de Paco muy a lo bestia, un atardecer que nos quedamos todos un rato en la playa y él se la llevó detrás de una barca para follársela, al estilo aquí te pillo, aquí te mato, típico del bruto de Paco. No era para tanto, a mi no me había hecho mucho daño que Jeffry me desvirgase.  Mi chico sudaba y gemía, me besaba, mordía y lamía, al tiempo que se movía, adelante y atrás, y su pene iba también oscilando dentro de mi sexo, casi afuera, adentro hasta el fondo, dentro, fuera, dentro, cada vez más rápida e intensamente, mientras sacudía mi cuerpo de arriba abajo. Ya no era mi tierno y dulce seductor, ahora  Jeffry  era como otra persona, un animal copulando descontrolado con mi cuerpo, con la violencia de los perros cuando violan perritas caseras como yo… Pero a mi me gustaba, yo ya no era tampoco yo, no me agobiaba el peso aplastante de su cuerpo, me sentía inundada por su sudor que se mezclaba con el mío, no me creía maltratada, sino que me gustaba, me gustaba hasta la exasperación, y deseaba que aquello continuase, que no acabase nunca… Yo también le abrazaba, le besaba, pellizcaba su culo, introducía mi lengua en su boca… Y me asfixiaba debajo de su cuerpo, me costaba respirar, su barriga apretaba mi vientre… Pero yo quería que aquel momento fuese infinito…

Y, uffffff, la explosión…

-¡¡¡¡Aaaaagggggg!!!!!!!!  ¡¡¡Tooooma yaaa, jodeeeeerrrr!!!! ¡¡¡ Síiiiiiiiii!!!!!–gimió Jeffrey

En aquel momento  Jeffry  se puso a gritar y jadear, sacudiendo mi cuerpo como si fuese una muñeca de trapo, casi sacándome el pene y volviéndome a penetrar tan profundamente y con tanta violencia que yo habría gritado también de dolor si no estuviese haciéndolo ya de placer, un placer increíble, extraordinario, tal vez inhumano, que sobrepasaba con mucho la más deliciosa de las veces que yo me había proporcionado placer tocándome el sexo con mis dedos en la soledad de mi habitación, mientras simulaba con la almohada tener un cuerpo masculino encima del mío… Pero ahora no era una almohada y un almohadón los que me violaban, ahora eran el auténtico cuerpo de Jeffry  y su pene bien real los que me estaban follando…

-¡¡¡¡¡Ooooohhhhhh, Diooosssss!!!!!! ¡¡¡Guuuaauuu!!!!!–grité descontrolada

Sí, sentí un placer que me llevó a la exasperación, a la asfixia, me ahogaba, mientras mi chico seguía gritando y creo que hasta aullando como un lobo, y yo sentía como mi sexo, mi vagina, se estaba inundando con la cascada de semen que brotaba incontenible del pene del chaval…

Jeffry se fue calmando al fin, mientras yo notaba que el semen se había extendido incluso por fuera de la vagina, notaba que el líquido caliente se desbordaba en mi vientre y mis muslos…

Y yo no sentía asco ni dolor, me gustaba todo, le abrazaba y besaba… Me ahogaba… No podía respirar… Calor, la calefacción estaba demasiado fuerte,  estaba mojada, sudor y semen del chico en mi vientre…

Jeffry , que parecía no darse cuenta de que me aplastaba, había ido volviendo a ser un humano… La bestia feroz, el perro  en el que se había convertido durante unos minutos ya se había calmado, ya había follado por primera vez, igual que yo, aunque creo que estaba más preparada y tranquila que él.

Su pene, antes sorprendentemente largo y grueso tal como me habían anunciado, había ido quedando fláccido, en descanso… Y acabó de separarlo de mi cuerpo y se colocó de lado, abrazándome, con los cuerpos muy juntos y sin saber él que decirme…

Me fundí en un abrazo con él, las caras unidas, los muslos y las piernas entrelazados… Nunca en la vida me he sentido tan bien como en aquel momento, aunque notaba algo de dolor y escozor en el sexo a causa del himen roto y de la vagina resentida de la dilatación provocada por la penetración del pene de Jeffrey…

Estuvimos así, unidos, abrazados un largo rato… .

Entonces me entró también una especie de prisa por ir al lavabo me levanté casi de un salto, y me quedé mirando cómo el muchacho contemplaba sonriendo mi cuerpo desnudo que él acababa de coger, igual que yo el suyo. De pie me cuenta de que por los muslos abajo me corría su semen mezclado con algo de la sangre de mi himen roto. Di la vuelta y entré en el lavabo. Me lavé como pude y me tomé la cápsula que me había dado Sara. Me pasé agua por la cara y volví a la habitación. Pasé por la puerta por curiosidad y vi que continuaba cerrada por fuera. Suspiré, tendríamos que esperar a que quisieran liberarnos por la mañana. Seguro que alguna cosa nos estaban preparando para cuando saliésemos de la habitación. Ya me las imagino, formándonos un pasillo de chicos y chicas y dándonos collejas o aplaudiéndonos burlándose cuando abandonásemos nuestra suite nupcial…

Volví a la cama. Jeffry enseguida se volvió a colocar encima de mi, comprobé sorprendida que su pene estaba de nuevo rígido y duro… Y pronto lo sentí moverse otra vez en el interior de mi vientre mientras el chico me besaba, sudaba, jadeaba… Vi un resplandor en la ventana y unos segundos después el retumbar de un trueno. Se acercaba una tormenta por las montañas del oeste… Aún me follaba Jeffry cuando un rayo cayó cerca y llovía muy fuerte afuera. Creo que me dormí abrazada a él cuando se alejó el chubasco, el se había vuelto a correr y yo había enloquecido de nuevo de placer. Estaba muy agotada y cansada…

Nos levantamos pronto, entre las ocho y las nueve, por si venían a abrirnos la puerta de la habitación. Encontré mi bolsa con mi ropa normal junto a la cama, y me puse una camiseta y unos pantaloncitos muy cortos, las nubes habían pasado y por la ventana se veía que hacía un día espléndido. Ya me pondría más ropa de abrigo cuando fuésemos a salir al exterior, dentro del albergue estábamos muy calentitos. Retiramos de la cama una sábana en la que eran evidentes las manchas del semen mezclado con algo de sangre que habían resbalado del interior de mi vagina después de que Jeffrey se corriese dentro de mi. Me recosté en la cama, se oían voces en el pasillo e imaginamos que pronto nos abrirían y nos harían alguna bromas y comentarios obscenos sobre la noche que habíamos pasado. Sabíamos que sería inevitable aguantar sus burlas.

Jeffrey estaba en el borde de la cama, con la mirada fija en mis muslos, y me dijo:

-Te lo has pasado bien, verdad, Mar, te ha gustado, ¿no? Me he portado bien, ¿OK, nena?

Yo, por decir algo, estaba bastante cortada, le comenté, sonriendo con un poco de vergüenza:

-Bueno, sí, ha sido chulo… Ha estado bien… Bueno… -dudé si decirlo o no-. Tu sabías lo que hacías, ¿eh, tío?, ya me dijo Elena anoche que Paco te había llevado a su casa y te tuvo el sábado toda la tarde viendo pelis porno para que supieses lo que tenías que hacer…

Vi que Jeffrey ponía una cara de gran sorpresa, me miró sonriendo de forma burlona, y me dijo:

-¿Eso te dijo Elena? ¿Pelis porno? ¡Qué mentirosa, la muy puta!.

-¿No es verdad? –contesté. Ahora la sorprendida era yo.

-¿Que va, tía, que va! ¡Fue mucho mejor! ¡Y Elena lo sabe perfectamente, te ha tomado el pelo, tonta, se nota que tu no conoces bien a Paco!

-No entiendo nada –le dije desconcertada- ¿Qué pasó realmente?

-Uffff…. ¡Fue muy guay! –volvió a mirarme burlonamente- Mira, Mar, lo que pasó es que en la casa de Paco, en el piso de abajo hay unas chicas de esas que reciben visitas de señores, no sé si me entiendes…

-Quieres decir… ¿Putas? – cada vez estaba yo más sorprendida.

-Claro, nena, putas muy guapas y jóvenes. Y Paco es muy amigo de ellas, cuando sus padres están en el trabajo o de fin de semana, como el sábado, alguna de sus amigas del piso de las putas sube a su casa y se pasan la tarde follando en su habitación.

-Y… El sábado… ¿Quieres decir que hizo subir a una de sus amigas para estar con vosotros? –me estaba quedando sin respiración de la sorpresa…

-Ufff, nena, no una, subieron dos, y muy guapas, Lina y Adela…

Le miré en silencio y continuó:

-Les hizo mucha gracia, Paco les había dicho que tenían que venir a desvirgar un amigo suyo, o sea, yo, y, bueno, se reían mucho conmigo, pero…

-¿Lo hicisteis? –dije, aunque sabía la respuesta.

-Joder, claro, tía… Ni te cuento, fue fantástico, enseguida estaban desnudas, luego me desnudaron a mi poco a poco y me hicieron mil cosas antes de enseñarme a que les metiera el pene, aunque Paco todavía se está riendo porque me corrí enseguida…

-¿Y luego?

-Pues lo volvimos a hacer varias veces toda la tarde, Paco también se metió en la cama y se las iba follando igual que yo, las dos y él  me enseñaron a hacer todo lo que os gusta a las chicas, no te podrás quejar, tía, has visto que aprendí bien la lección… -y sacó la lengua sonriendo y haciendo el gesto de lamerme como había hecho anoche cuando me desvirgó…

Me había quedado muy sorprendida… Yo era una tonta, en realidad había pensado que Jeffrey sabía muy bien lo que me hacía para ser su primera vez… Evidentemente, nada de eso, no era su primera vez…

Oímos ruidos y voces en la puerta. Abrieron. Entraron. Vi a Paco medio desnudo con sólo una especie de calzón bañador caribeño abrazado a una compañera nuestra que conozco muy poco  –mis amigas me explicaron luego que se había pasado la noche follando con ella, que es una chica nueva, Maddy, Paco se la ha ligado hace un par de meses, cuando ella se incorporó al instituto procedente de Francia-, vi enseguida también a a Elena, a Sara, a casi todas y todos mis amigos y amigas en pijama todavía…

-¡Vivan los novios! – volvieron a gritar

-Eh, Mar -gritó Paco- ¿Se ha portado bien el jodido gordito este?

Yo noté que mi cara enrojecía e hice un gesto de asentimiento con la cabeza… Paco se acercó a Jeffrey, le dio un abrazo de oso, y le dijo mientras me miraba a mi sonriendo como un cerdo:

-¡Así me gusta, macho, que seas todo un hombre, un buen follador, como yo te he enseñado!

Le agarró por un brazo, me guiñó un ojo y se lo llevó con los otros chicos, diciendo en voz alta

-Bueno, vamos, tío, Jeff, estás pálido, venga, te has ganado una cerveza, y nos has de explicar todos los detalles de cómo te has tirado a la Mar…

Elena, Sara, y las otras chicas, cerraron la puerta de la habitación, se acercaron y me dijeron:

-Venga, va, tía, empieza, también queremos todos los detalles, queremos saberlo todo, va, explica, explica…

Tragué saliva, hice un esfuerzo, sonreí, y empecé el relato de todo lo que Jeffrey y yo habíamos hecho aquella noche en la habitación…

Últimas sorpresas:

Aún ha habido una nueva sorpresa para mí, ya de nuevo de vuelta a nuestra ciudad, lejos del albergue de montaña en el que Jeffrey me desvirgó. Al parecer, al verme con Jeffrey en el party boda del albergue, le gusté mucho y se despertó la parte más bestia del bruto de Paco. Empezó a acosarme, venía a hablar cada día conmigo por la calle, me acompañaba a casa, cosa que para mi sorpresa parecía serle igual a Jeffry,  y me invitó varias veces a salir con él, incluso a acompañarle a una discoteca a la que van mis amigas más lanzadas. Al final acepté su invitación un sábado por la tarde, y allí empezó todo. Salí con él, bailamos, paseamos por la playa solitaria que hay al lado de la vía del tren pasada la discoteca, me besó en la arena mientras la espuma de las cercanas olas nos salpicaba la cara, acabé muy excitada porque no dejaba de tocarme las tetas y morderme en el cuello, me convenció del todo y me llevó a su casa, no había nadie, sus padres estaban fuera de fin de semana, nos enrollamos, me acosté con él, me folló varias veces como un gorila y disfruté como una loca. Allí, en la cama de Paco, acabó mi relación con Jeffrey, en mi feisbuc puse enseguida el comentario aquel de “Mar vuelve a estar soltera”, y no hicimos ningún party de divorcio ni nada, qué tontería. De todas formas, creo que ahora Jeffrey –que no pierde el tiempo-, está de pareja con Maddy, aquella chavala nueva que me explicaron que se folló Paco a poco de llegar ella al instituto.

He puesto en mi feisbuc el comentario de “Mar tiene una relación con Paco”, y él ha puesto en el suyo que tiene una relación conmigo. Mis amigas se han quedado asombradas de que me haya enrollado con el chico más gamberro del instituto, aunque creo que muchas también me envidian porque tiene fama de ser el más buen follador. En fin, si queréis os puedo explicar con más detalle todo lo que pasó con Paco aquel sábado en que me cogió en su casa y me pasé la tarde encamada con él, si os interesa, me lo decís y escribiré ese nuevo relato. Ahora cierro ya el ordenador porque Paco me está esperando en la puerta de casa, acaba de hacerme una llamada perdida con el teléfono, y no le gusta nada esperar. ¡Bye, amigos!

Mayo de 2011