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Yo soy la divertida recuperación de Fernando

en Hetero: Primera vez

YO SOY LA DIVERTIDA RECUPERACIÓN DE FERNANDO.

Ferry no dejaba de mirarme… Su mirada me seguía por todos los pasillos del balneario. En realidad se llama Fernando, pero Janine, la coordinadora de nuestro grupo de ayudantes de recuperación, dice que todo el mundo le llama Ferry. Es un chico gordito de veinte y pocos años, muy divertido, educado y amable, siempre de buen humor y amigo de hacer broma, especialmente con las chicas que trabajamos en el balneario. Yo no me cortaba, cuando Ferry me observaba fijamente, yo le miraba también a él  con expresión afable y tímida, y le sonreía, como Janine nos ha explicado que hemos de comportarnos con los pacientes. Nos dice que siempre hemos de ser muy amables con las personas a las que asistimos y ayudamos en los balnearios y centros de recuperación. Por cierto, no os he dicho todavía que me llamo Eulalia, aunque todo el mundo me conoce por Lali. Este es mi primer trabajo, de hecho estoy contratada temporalmente y si lo hago bien tal vez me vuelvan a aceptar.

Aquella mañana festiva, en el balneario en el que pasa una temporada para acabar de recuperarse de una operación de grave fractura de cadera producida por un accidente de moto –esquivó a un niño que cruzó fuera de lugar para no atropellarlo y se estrelló contra un árbol-,  Fernando se acercó con una sonrisa extraña, me tomó del brazo y me dijo que, para no aburrirse demasiado sólo todo el día, le gustaría que estuviese todo el tiempo con él, que ya había hablado con nuestra coordinadora, Janine, y estaba de acuerdo. Me quedé mirándole yo también, me di cuenta de que no había disimulado ni un minuto, y que era evidente que se había decidido a ligar conmigo y Janine le había complacido. Yo no lo dudé mucho tampoco, es el trabajo que he elegido y mejor para mí si quedo bien con los pacientes y ellos se lo dicen a mis jefas. Le sonreí en señal de aceptación.

Primero me llevó a la piscina exterior del balneario. Estaba casi solitaria porque era aún muy pronto. Nos bañamos, el agua estaba tibia, y le ayudé a entrar y salir sin forzar los huesos. Íbamos a estirarnos al sol en una hamaca después de secarnos con una toalla, cuando Ferry me dijo que prefería que fuéramos a un solárium reservado, un  pequeño prado en el espeso bosque de pinos que hay junto al balneario en la pequeña cuesta de una colina cercana. Que allí estaríamos más tranquilos. Le miré y le dije que sí. Ferry no dejaba de mirarme, especialmente mis muslos. Y mi vientre. Yo llevaba un bikini de color violeta diminuto, prácticamente una cintita arriba y un tanga pequeñito abajo. Y yo también le miraba a él, llevaba llevaba un bañador clásico hasta la rodilla de color gris que le queda algo estrecho porque tal vez le ha crecido aún más la barriga por la actual falta de actividad física, a pesar de las actividades de recuperación que ha ordenado la fisioterapeuta,  y le marca el bulto de sus testículos y el pene. Pero Fernando siempre es alegre, amable y divertido, siempre está haciendo bromas, incluso sobre su barriguita. Tiene la cara redonda y el pelo rizado, no tiene, claro, el aspecto de esos chulos que sólo presumen de ser los más guapos, porque él sabe que no lo es. No, Ferry no es guapo ni tiene cuerpo de atleta, pero se está muy a gusto a su lado por su buen carácter y alegría contagiosa, nunca está triste por nada. Además, de cerca, huele muy bien, a jabón de baño y colonia fresca.

Dejamos la piscina y subimos a un pequeño triciclo eléctrico de servicio. Por un sendero bien cuidado llevé con cuidado a Ferry al solárium. Extendimos las toallas en la hierba, y nos sentamos al sol. Entonces Fernando me miró sonriendo, me dijo que le iría bien un masaje, le ayudé a  estirarse con cuidado en la toalla y se giró boca abajo. Tomé la crema tonificante que utilizamos y se la fui extendiendo por el cuerpo, poco a poco, lentamente, al tiempo que le daba el masaje acariciando su piel y apretando suavemente su carne con mis dedos. El cuello, la nuca, los hombros, la espalda siguiendo la columna vertebral, las nalgas –le bajé el bañador y se lo volví a subir- los muslos, las piernas, los pies… Después le ayudé a girarse, a ponerse boca, y fui repitiendo el itinerario… Pero… Cuando le acaricié la cara tomó mis dedos y me los mordió con gran suavidad, me hizo apretarle los lóbulos de las orejas, los pezones… Era evidente que su pene estaba en estado de excitación, y no me atreví a pasar del ombligo al pubis, bajé directamente a darle masaje en la cara interior de los muslos momento en el que Ferry gimió de placer y excitación… Me di cuenta de que aquello se me había escapado de control, que el chico me miraba con un brillo turbio en los ojos mientras le acariciaba los brazos, la cintura, el culo… Tenía a Fernando muy cerca de mí. Cuanto más le miraba, más inquietantemente excitante me parecía su actitud conmigo en aquel momento, lleva una cadenita de oro con una medalla en el cuello, ojos oscuros incisivos e irónicos, con un reflejo nada disimulado de sensualidad, labios gruesos y resueltos en un gesto siempre burlón e irónico. En el brazo derecho, entre el codo y el hombro, un inesperado tatuaje con una flor y un ojo de mujer, detalle  chocante  que le da un carácter misterioso e inquietante. Alejé enseguida de mi mente un pensamiento brutal  muy excitante que me vino de golpe, me imaginé a Fernando y yo, los dos desnudos en una cama, con él encima de mí follándome, pero me di cuenta de que se movía demasiado, no debía hacer eso ni en sueños, podía perjudicarle en la recuperación de la cadera… Y me sonreí a mi misma…  Desperté de la ensoñación y justo en aquel momento noté la mano del chico en mi espalda soltándome el sujetador y retirándolo poco a poco. Contuve la respiración, me quedé paralizada, era la primera vez que me pasaba aquello en mi aún cortísima experiencia de pocos días como auxiliar y recuperadora, y la parte superior de mi bikini quedó en el suelo.

 Los ojos de Fernando se clavaron en mis tetas, que ahora podía mirar a gusto. Él estaba sentado, junto a mí, contemplándome con un aspecto ávido y turbio… Creo que incluso se le escapaba la lujuria de sus deseos como un rayo por sus ojos. Me sorprendí a mi misma quedándome muy quieta, a la expectativa. Pasó su mano por mis cabellos, que llevo bastante largos, y ligados con una cintita en una colita, lo que me da aún más aspecto de nena, todos los chicos me dicen que soy muy guapa… Ferry me acarició la cara. Noté que yo empezaba a respirar más rápidamente, y me quemaba la cara, seguro que había enrojecido al sentir sus dedos pasearse por mi piel…

Recuerdo cada cosa que hice… Nunca se me olvidará… Me dejé llevar por mis impulsos, o, como diría mi madre, por mi instinto femenino y mi perversa y caliente osadía de gamberrita adolescente, agarré una mano Ferry y la llevé a una de mis tetas, invitándole a jugar con ella. Después de apretar mis pezones, Ferry adelantó su cara hacia mí, y me besó en los labios. Yo estaba bastante decidida y segura, pero él sorprendentemente temblaba de emoción o nerviosismo, no sé, creo que influía mucho que dicen que yo parezco muy jovencita aunque evidentemente no lo soy tanto, tengo la edad de poder trabajar. Parecía que Ferry ahora no sabía que hacer conmigo… Ni hasta donde llegar…Él estaba parado, dudaba… Me divirtió darme cuenta de que no estaba acostumbrado a jugar con nenas de mi edad y aspecto, supuse que era un ligón de marchosas guerreras de discoteca y, claro, yo no lo soy, más bien todo lo contrario. Sus dudas aumentaron mis atrevidas ganas de provocarle. Le sonreí, me giré hacia él incorporándome un poco y…  Ya no hacían falta las palabras, nos sobraba con los ojos… Le ayudé a ponerse de pie con cuidado, me puse el sujetador, me tomó de la mano y me llevó hacia el triciclo eléctrico. Me sonrió mientras le ayudaba a sentarse en el vehículo e incluso se atrevió ya a pellizcarme el culo. Fuimos a su habitación en cuanto llegamos al edificio del balneario. Entramos. Me sujetó por la cintura y me besó de nuevo, su aliento sabía a tabaco fino, acababa de encender un cigarrillo que dejó encendido en un cenicero de la mesita de noche. Me arrastró suavemente al borde de la cama. El balcón estaba abierto y se oían las voces de la gente que iba llegando a la piscina. Agarró su bañador y se lo fue bajando poquito a poquito… Su  vientre  quedó al aire…  Y su pene, largo y ancho… Sus testículos y su pubis, depilados al estilo de los pijos… Apartó su bañador con los pies descalzos y quedó ya completamente desnudo a mi lado mientras yo me volví a a quitar el sujetador del bikini y quedé con las tetas al aire… Ferry se las comía con los ojos…

Y todo empezó… Su pene estaba ahora enorme, duro, rígido, con toda la punta fuera de la piel que lo cubre… Me pareció como una banana tropical madura, algo más corta y estrecha. Y detrás sus testículos,  bien marcados y evidentes, sin pelos… Me volvió a besar suavemente en los labios, sin dejar de acariciarme la cara y el pelo –me soltó la colita y dejó toda mi melena libre cayendo sobre los hombros- y me colocó con una delicadeza extraña en un chico grueso como él completamente acostada en la cama mirándome con una sonrisa anhelante…  Me di cuenta de que olía muy bien, creo que se acaba de impregnar con una colonia muy fresca y agradable. Ferry había comprendido que yo estaba dispuesta, sabía ya  perfectamente lo que iba a hacer conmigo, aunque al principio se había quedado bastante parado  e indeciso al no saber bien cómo reaccionaria yo… Se inclinó y lentamente, con cuidado, se colocó a mi lado. Sus labios rozaron de nuevo los míos. Cerré los ojos y sentí que las manos del chico empezaban a bajarme la braguita del bikini… Y le ayudé a hacerlo… Quedé yo también desnuda del todo… Llevó su mano a mi vientre, me acarició todo el sexo, sentí como apretaba con los dedos para recorrer toda la entrada de mi vagina… Me tomó la mano y la llevó a tocar su pene… Estaba duro como las rocas del acantilado… Entraban por el balcón las voces de niños jugando ya en la piscina, en realidad a pocos metros de nosotros, que estábamos en una habitación del primer piso, con todas las ventanas abiertas al aire y los sonidos de la mañana… El sol nos daba directamente en la cama. Era todo como algo irreal o contradictorio, Ferry me iba a follar con voces de niños jugando tan cerca en la piscina del balneario… Tomó un pote de la mesita con una crema transparente, una especie de aceite lubricante que olía muy bien, y empezó a acariciarme embadurnando todo mi cuerpo con aquella crema. Desde la frente hasta los dedos de los pies, pero especialmente repartiéndola con los dedos dentro de mi vagina.  Ferry se giró entonces sobre mí apoyándose, claro, en la cadera buena, dándome un beso, al que yo correspondí encantada, dejando que introdujese su lengua en mi boca. Y me agarró una teta, apoderándose de mi rosado pezoncito, pellizcándolo, besándolo, y, por primera vez, hasta mordiéndolo… Ferry iba deprisa… Se apretó contra mi cuerpo… Noté el contacto de su pene en la piel de mi cadera… Creo que empecé a temblar, era el primer chico que me iba a follar, no os lo había dicho, todavía era virgen, y me excitaba mucho tener a Fernando en plan violador a punto de penetrarme y desvirgarme…

Sus caricias fueron descendiendo por mi vientre hasta pasar de nuevo por el sexo y acariciarme los muslos, por fuera y, oh, que bueno, por la parte interior, hasta volver al sexo y meter  lentamente uno de sus dedos dentro de mi vientre jugando con mi clítoris… Ferry sabe cómo poner a mil a una chica, ha sido como una maravilla de una película porno de esas que a veces había visto en casa de mis amigas…  Bueno, mejor para mí, claro, en la cama… Me fue abriendo poco a poco las piernas, me lamió el sexo y con la lengua empezó a acariciarme el clítoris al tiempo que mojaba mi vagina, ya llena de aquel aceite que había utilizado en todo mi cuerpo,  con su saliva… Oh, cuando lo hizo, sentí algo sin comparación, creí que me desmayaba de placer y excitación, que bueno era lo que Fernando me hacía… Y rápidamente me colocó por completo encima de su cuerpo, dejándome caer yo sobre él con cuidado para no forzar su cadera, sentí su  pecho, su vientre debajo de los míos… Abracé su cadera con mis muslos, apretándome contra su sexo… Bajó una de sus manos hasta encontrar el pene refregándose en mi vientre, y lo llevó hasta la entrada de mi vagina, haciéndolo entrar poquito a poquito… Ufffff, qué chulo fue sentir aquel trozo de carne dura empezando a entrar en  mi vientre…  Me di cuenta de que ahora era bastante más largo y ancho de lo que me había imaginado.

Ferry, por fin, apretó mi cuerpo encima del suyo, aplastó mi culo contra su vientre,  obligándome a dar un empujón hacia delante, sentí que el pene del chico se introdujo profundamente en mi vagina y noté una especie de pinchazo, un dolor en el momento en que me desvirgó, aunque tampoco fue nada exagerado, pensaba que me dolería más… Ferry ya estaba completamente dentro de mí y empezó a sacar y  volverlo a introducir en mi vientre, primero lentamente, mientras yo gemía al adaptarse mi vagina al tamaño de su miembro, hasta que después el movimiento ya lo hacía rápido y con naturalidad, mientras me besaba en la boca, me mordía el cuello, me chupaba las tetas, y yo gritaba de  placer mientras apretaba mi espalda y mi culo contra él… Me daba cuenta instintivamente de que ahora me estaba follando por primera vez un chico, Fernando, no era ningún sueño ni imaginación, era bien real…

El placer me iba aumentando a cada movimiento de su  pene, mi cuerpo ardía, cuanto más rápidamente me follaba Ferry – o más bien, por la posición de los dos, me lo follaba yo a él- más placer sentía yo… Y ya había perdido por completo cualquier miedo o complejo  por lo que estaba haciendo si es que alguna vez lo había tenido, que creo que no. Era maravilloso, fantástico, tener su pene dentro de mi, sentía en realidad por primera vez la sensación de que follar era como volar por mil paisajes diferentes, mi cuerpo y el suyo cada vez estaban más calientes, aquel meter y sacar rápido de Fernando me volvía loca de remate, yo gemía, gritaba, me estremecía, saltaba, era una especie de deporte, yo estaba sintiendo unas sensaciones tremendas de excitación y placer, era evidente que Ferry se había pasado la vida follando muchachas y sabía muy bien lo que estaba haciendo conmigo. … Ahora ya imaginaba yo lo que sentía mi mamá, porque cuando era pequeña oía desde mi habitación alguna noche de verano sus gritos y gemidos cuando, después de divorciarse de papá porque él se tiraba a una muchacha que trabajaba en su comercio,  estaba con en la cama con Miguel, su compañero de oficina que tenía a su mujer e hijos de vacaciones en su pueblo. Una vez incluso entreabrí la puerta de la habitación de mamá y la espié mientras Miguel se la follaba.

De golpe, Ferry se paró, se puso rígido, y volvió a empezar con jadeos y gritos mucho más rápidos y fuertes que antes, de hecho, movía y sacudía todo mi cuerpo cada vez que sacaba y metía el pene… Fernando ahora aullaba, gemía, se quedaba sin respiración mientras inundaba mi vientre con su semen… Me seguía besando ahora con una violencia rabiosa aplastándome contra su pecho y su cara... Sudaba mucho, yo también… Y  sentí de golpe un placer rabioso, me estremecí y gemí, hasta grité pero Ferry me tapó la boca con la mano porque el balcón estaba abierto… Cada vez entraba más ruido de voces y juegos de niños de la gente que se divertía en la piscina, un piso por debajo del dormitorio en el que el chico me estaba follando. El sol que se colaba por el balcón abierto de par en par nos continuaba bañando directamente. Ferry no sacó su pene de mi vientre hasta que no dejó ir hasta la última gota de semen, apurando lo que él llamaba un final feliz… Se quedó a mi lado, tal como estaba, boca arriba, gimiendo satisfecho y recuperando poco a poco el ritmo normal de respiración… Me quedé quieta, empapada de sudor… Me pasé la mano por el pubis apretándolo, y noté que el semen del chico salía de mi vientre y me mojaba la mano y el inicio de los muslos… Los dos nos fuimos recuperando poco a poco y Fernando me agarró de la mano y empezó de nuevo a apretarme una teta como si fuese una pelotita de goma…

De pronto, sonó la sintonía de mi teléfono. Me levanté de la cama mientras Ferry me observaba sonriendo de forma burlona y aspecto satisfecho y complacido… Parecía un fauno de los cuentos antiguos, allí, desnudo, con las manos cruzadas detrás de la cabeza, y el  pene que había estado dentro de mi vientre reposando fláccido sobre sus testículos y sus muslos… Fernando me sonrió irónicamente haciendo unos gestos obscenos con los dedos mientras yo hablaba con Janine que quería saber dónde estaba y yo le explicaba que atendiendo a Ferry en su habitación. Creo que Janine entendió, porque no hizo más preguntas y cortó la comunicación. Le saqué la lengua al chico también en tono de burla y él se señaló el pene indicando dónde quería que pusiese mi lengua… Le musité la palabra “¡cerdo!” y él volvió a sonreír diciéndome que sí con la cabeza. Cerré el balcón y encendí el aire acondicionado. Volví a la cama. Ferry no dejaba de mirarme y me dijo que estaba deliciosa así, desnuda, sudorosa, despeinada y acabada de follar con el semen bajándome por los muslos.  Me senté encima de él, agarré su pene, y al sentirlo duro de nuevo, me agaché, y, tal como él había insinuado, me pasé un rato lamiéndolo y chupándolo como si fuese un helado de vainilla y chocolate, mis preferido,  mientras él gemía ronroneando como un gato en celo. Después, encima de él, como antes, claro, hay que cuidar su cadera, yo misma le ayudé a introducirlo otra vez todo dentro de mí… Y empezamos de nuevo… El ritmo fue primero lento para disfrutarlo más, pero fue aumentando a medida que mi excitación y la de él era superior… Y más, y más, y más… Hasta que vi que Fernando empezó fuera de sí a dar alaridos, y yo saltaba encima de él apretando mi vientre contra el suyo de forma que su pene entraba hasta el fondo de mi vagina, notando enseguida de nuevo la sensación de la presencia del líquido caliente, el semen de Ferry,  escapándose de mi vientre… Por lo visto, aún le quedaba… Y nos fuimos calmando lentamente, me aparté y me quedé estirada otra vez en la cama, a su lado, jadeando e intentando recuperar el aliento y la respiración, igual que él…

Poco después, Ferry se puso de pie, nos besamos y nos abrazamos, vi que la sábana de la cama estaba manchada y húmeda de la crema con la que él me había untado antes de follarme mezclada con sudor y semen. Y algunas gotas de sangre. Fernando me sonrió, me agarró de la mano y, desnudos los dos, me llevó hasta el baño de la habitación No nos hacían falta las palabras, abrió el agua caliente y estuve un largo rato dejando correr el agua tibia por mi cuerpo mientras él me enjabonaba y me acariciaba… Luego, Ferry me secó con una toalla, volvió a abrazarme y besarme hasta que de nuevo su pene se puso bravo pidiendo guerra, por lo que me arrastró ansioso hasta la cama, se acostó, me eché rápidamente otra vez encima de él y le volví a follar, creo que puedo decirlo así, porque todo lo hacía yo para evitarle movimientos bruscos de la cadera, esta vez mucho más lentamente hasta llegar al final, hasta que él volvió a eyacular, ahora apenas unas gotas,  exasperado y enloquecido con la mirada extraviada en el infinito hasta el punto que temí le diese algo, no sé, un ictus o un infarto… Pero no, poco a poco se fue recuperando, es un chico joven…

Y los dos nos  abrazamos, rendidos y agotados, pero yo perturbada y excitada por la inesperada loca mañana que acabábamos de compartir, él satisfecho y complacido, yo angustiada por lo que acababa de hacer y vivir, me había desvirgado un cliente del balneario, pero al mismo tiempo desconcertada por lo bien que me sentía y el placer que había disfrutado, sin arrepentirme lo más mínimo de lo que acababa de hacer por primera vez, follar con un chico… Al mediodía,  deseando ya sólo descansar para agarrar fuerzas y recuperarme de mi aspecto agotado y extenuado, me duché de nuevo, me puse el bikini y una camiseta me vestí y le dejé roncando estrepitosamente mientras salí a la piscina dónde me encontré con Janine, mi jefa, que me miró sonriendo cómplice sin decirme nada, lo que importa es la satisfacción de los pacientes, claro. Más tarde sirvieron el almuerzo en las mesas de la piscina, y entonces apareció Fernando,  radiante con un bañador amplio, una camisa hawaiana y unas cómodas sandalias protegiéndose del sol con un gorro de béisbol y unas gafas ray-ban de moda retro.  Mientras departía con nosotras y un grupo de jóvenes en viaje de fin de ciclo de estudios de secundaria, como un pavo real en el harén, nos sonreímos él y yo disimuladamente con complicidad .

En el mes que aún estuvo en el hotel continuando la recuperación, prácticamente me acosté todos los días con Ferry, incluso ya la última semana él, con cuidado de no hacer un gran esfuerzo de cadera que le perjudicase, se colocaba encima de mí para follarme al estilo clásico. Un día me dijo con una risa perversa en la cama mientras me penetraba, que las nenas guapas como yo lo mejor que podemos hacer abrir bien los muslos, que así contribuimos a la recuperación más rápida de los pacientes, por lo menos a la de él. El día que marchó del balneario, ya casi recuperado del todo, después de pasar la noche entera con él en su cama, me dijo que tenía que venir a nuestra ciudad desde la suya, para las revisiones en el hospital en que le operaron y esperaba que nos encontrásemos para pasar un buen rato juntos. Le di mi teléfono, él a mi el suyo, y me besó con una tremenda pasión cuando apareció el coche de servicio del balneario para llevarle al aeropuerto.

Desde entonces nos hemos visto varias veces, él me llama el día antes, viene a la ciudad, yo pido permiso en el balneario y voy al hostal donde aloja. Cenamos y pasamos la noche, o las noches, depende, juntos follando en su cama. Me ha invitado a ir a una semana a un hotel de la playa, viaje que le regalan sus papás, dice que yo no solo soy la más guapa de las chicas con las que sale, sino que, ha añadido sonriendo,  además podré cuidarle y hacerle recuperación personal. Y masajes todo el tiempo, dice que son deliciosos.  Naturalmente, me ha hecho mucha ilusión y he aceptado enseguida…