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El Señor Momo me desvirgó: el bramido del Chivo

en Sexo con maduros

El Señor Momo me desvirgó: el bramido del Chivo

Crónicas libertinas: Relato de Mireia 1. Yo fui la ofrenda que hicieron al Señor Momo.

Carnavales, febrero 2013

 El Señor Momo es un personaje considerado el Rey de los Carnavales  en numerosas festividades de América Latina. Su aparición significa el comienzo de las fiestas de Carnaval. Cada Carnaval tiene su propio Rey Momo, a quien se le suele dar la llave de la ciudad. Tradicionalmente, un hombre alto y gordo es elegido para interpretar dicho papel. (Wikipedia)

Oh… Soy Mireia -todos me llaman Mire-, y estoy  completamente desnuda en la cama de un pequeño dormitorio de un hotel de la costa, con Lauro, mi amante, un músico brasileño mulato de mediana edad conocido artísticamente como “Corcovado”, alto, gordo y muy cariñoso, que siempre está a mi lado en el club bar musical en el que nos reunimos a tomar algo un grupo de chicas que vamos por la tarde a la escuela de baile, a veces me lleva a casa en su auto y le dice bromeando a mis amigas que ya somos novios. Y yo le dejo decirlo porque no quiero que me tomen por rara o antipática. Además, el “Senhor” Lauro es gracioso y muy simpático, aunque está demasiado gordo y por edad es demasiado mayor para mí... Bueno, él  en realidad me divierte y me excita porque es mi primer ligue un poco en serio desde que mis padres me dejan salir con mis amigas sin controlarme las horas, la escuela de danza está lejos de casa, en el centro antiguo de la ciudad, en unas calles donde se reúnen la gente del espectáculo, músicos, actores, pintores, etc., tanto hombres como mujeres, y todo el mundo se dedica a ligar con todo el mundo. 

Lauro es muy cachondo y divertido, y yo me encuentro muy a gusto a su lado… Una de las cosas más graciosas es que habla mezclando nuestra lengua con la suya. Le ha dicho a todas que está loco por mí desde el día que me conoció en el bar, cuando empecé a ir a la escuela de baile y salimos a merendar al bar, dice que le vuelve loco mi cuerpo, soy esbelta, delgada pero con las formas ya bien marcadas, con la piel muy blanca, ojos azules, cabello castaño, unos muslos muy bien formados, unas tetas como montañitas en punta hacia delante… Le dice riendo a todo el mundo que piensa enseñarme a follar, que ya se ha dado cuenta de que no lo he hecho nunca todavía, y que para bailar bien hay que follar mucho. Pues qué bien, ¿no?. Yo no digo nada, me divierte y excita, lo reconozco, oírle, y por tanto, no digo ni que sí ni que no. A veces por las noches, me abrazo a la almohada y pienso que es que sí y mis deditos son su cosa, aunque no paso de la entrada, claro… A veces en mis juegos solitarios por la noche me imagino que soy una puta, que bailo para Lauro y que me compra a una madame que me imagino que es la directora de la escuela de danza, frau Helga, y que luego…

Y llegó la época de Carnaval de este año. Me pareció muy excitante cuando me propusieron mis amigas ir con ellas a una gran fiesta si me dejaban mis padres. Todo el grupo había decidido ir a la fiesta de Carnaval de este año de un hotel de la costa que está junto a una cala solitaria, cosa que les habían propuesto un grupo de hombres del bar de los que se dedicaban a intentar ligar con nosotras, entre ellos mi músico brasileño, Lauro, claro, que dijo que naturalmente yo tenía que ir a la fiesta sí o sí, que me espabilase para convencer a mis padres, cosa que yo dije no sería problema, ellos se van al Carnaval de Rio de Janeiro para celebrar que llevan veinticinco años casados y yo y mi hermano mayor nos vamos a quedar solos en casa las dos semanas de Carnaval. Todos pensamos que sería fantástico correr y jugar por la playa pasando frío y encerrarnos bien calentitos por la noche en el hotel para disfrazarnos de Carnaval, cantar y bailar en la discoteca que hay en el sótano. Además, mis amigas me dijeron sonriendo que seguramente también haríamos fiestas sorpresa particulares con juegos que serían muy divertidos. Que me preparase que me harían jugar a mi también. Que sería muy emocionante.  

Por eso no me extrañó,  cuando, ya de madrugada, al final del baile de la fiesta de Carnaval en la discoteca del hotel –yo iba disfrazada de hawaiana y Lauro me dio la sorpresa de que era el Rey Momo o Rey del Carnaval de la fiesta, era curioso ver un Rey Momo tan mayor y gordo disfrazado como si fuese una especie de Rey de los Demonios, mis amigas dijeron que iba de Chivo-, mis amigas anunciaron que habían emparejado a la gente para los dormitorios y que Mireia -o sea, yo- se iría a dormir con el Rey Momo, que yo era la ofrenda en sacrificio que “os pecadores da noite de Carnaval” le hacían a tan alto, gordo, pervertido y demoníaco personaje para su disfrute y placer personal. Nos habíamos divertido hablando de quién se podría emparejar con quién, y no me extrañó que mis amigas lo hiciesen conmigo y Lauro “Corcovado”, mi galán Rey Momo, era lo más esperado por todos, ya que el brasileño no paraba de decir a todo el mundo desde hacía tiempo que pensaba hacerme el triqui-triqui en cuanto estuviese a solas un rato conmigo. Incluso me hacía a veces en el bar la vulgar y chabacana broma  de imitar al personaje más salido de una conocida serie de la televisión y preguntarme en tono erótico y burlesco si quería salami, lo que provocaba las carcajadas de todas mis amigas y de los otros hombres que había en el club.

Nos abrieron la puerta de una de las habitaciones, y nos hicieron entrar. Mi mejor amiga, Sara, una auténtica cabrona con cara muy divertida y pícara, nos dijo:

-No podéis salir hasta que os abramos por la mañana, Mire, tienes que dormir con él, son los derechos de teta y muslo del  Rey Momo del Carnaval. ¡O sea, que buenas noches y que Su Majestad disfrute mucho con su nena pibón, mi diabólico señor Rey Momo!

Sara nos hizo un significativo gesto metiendo el dedo índice de una mano en el círculo que formaban el pulgar y el índice de la otra.  Entonces cerró la puerta y oí que cerraban con llave por fuera. Era verdad, nos habían encerrado en la habitación, y el primer piso quedaba demasiado alto para salir por la ventana, a no ser por una emergencia… Las voces se alejaron riendo y cantando por el pasillo. Lauro, el Rey Momo,  había encendido la luz de la mesita de noche y me miró sonriendo cuando me dijo:

-Ya ves, baby, por fin vas a dormir conmigo, perrita, eu vou te dar amor, muito amor, bonita,  cariño…

Se desnudó, quedando sólo con un slip negro que dejaba ver su estómago y barriga desbordando por encima, y se introdujo en la cama, haciéndome un gesto de que me acercase. Yo seguía estando bastante divertida, todo parecía un sueño, no tenía ninguna sensación de miedo sino de curiosidad y excitación… El gordo brasileño estaba decidido a follar conmigo enseguida… Bueno, y no me extrañaba nada la idea, todos lo hacían en aquellos momentos, todas mis amigas se habían emparejado para dormir con hombres del estilo de mi supuesto amante Lauro, todos ellos artistas o músicos habituales del bar musical en el que les habíamos conocido. Sara se había emparejado con un profesor de la universidad que es también un pintor de desnudos, tan mayor y pervertido como mi músico brasileño, que nos ha propuesto a Sara y a mi que hemos de hacer de modelos para él, que somos dos pibones increíbles… Bueno, y hemos aceptado, aunque me da un poco de vergüenza saber que estaré desnuda delante de él…

-Tengo que ir al lavabo –le dije a Lauro, al ver que la habitación en la que nos habían encerrado, tenía un pequeño cuarto de baño. Después de toda la noche de bailar a tope y beber cosas muy diferentes, estaba mareada, sudada, despeinada y con aspecto de putita, lo reconozco…

-No tardes, menina, te estoy esperando, amorcito, Eu estou namorado e apaixonado por você, minha culebra e impaciente…

Le entendí perfectamente, había dicho que su culebra estaba impaciente, y cuando me di cuenta de que se me escapaba una risita al imaginarme aquello, me tapé la boca para que no me viera reír y entré en el lavabo. Intenté despejarme un poco lavándome la cara, pero no lo conseguí. Me alisé un poco el cabello, y pronto le volví a escuchar:

-Va, Mire, no te demores tanto, ya estás guapa como estás, me gustan las garotas con aspecto de viciosas como tu ahorita, nena, ven ya con tu papito…

Volví a la habitación y me dirigí a la cama. El Rey Momo me esperaba sonriendo sin apartar la vista de mi. Todo era ahora como un sueño, yo actuaba de forma automática, como si fuese lo más natural del mundo lo que estaba haciendo. De hecho muy pocas de mis amigas eran todavía vírgenes, tal vez ninguna, y al parecer habían decidido sí o sí que yo me lo hiciese con aquel mulato brasileño que decía a todo el mundo que yo era su putita.  Me quité lentamente la ropa de hawaiana y me quedé sólo con la minibraguita, el tanga que llevaba debajo, sabiendo que él me estaba mirando excitándose cada vez más. Me giré hacia el lecho y le vi sonreír observando fijamente mis tetas.

-Va, ven ya, cariño, papito te espera, va… –repitió, mientras me indicaba un lugar a su lado, dando por supuesto que me tenía que acostar con él sin lugar a dudas ni titubeos.

Vi su cuerpo mulato desnudo, cubierto tan solo por el slip negro que había bajado justo al límite de los pelos del pubis mientras la barriga le caía por encima. Realmente Lauro “Corcovado”, nuestro Rey Momo,  está bastante gordo, demasiado. Me senté en el borde de la cama, me quité las zapatillas, y me estiré encima de una suave y perfumada sábana azul claro con dibujos de florecitas que había en la cama, al lado del hombre, mirando el techo, mientras mi respiración se aceleraba. Noté que se giraba hacia mí…

-Estás muy buena, Mire, que tetas tienes, muñeca…

Sentí a mi lado el calor de su cuerpo cuando se giró hacia mí y quedamos muy juntitos, con los primeros roces de su piel en mi costado y mis muslos. Su brazo pasó por encima de mi, y vi que en la mano llevaba el slip… ¡Dios mío! Lauro ya se lo había quitado y estaba desnudo del todo… Pensé en lo que había dicho la Jésica cuando nos dejaron en la habitación: “Vigila, que este gordo cabronazo salido la tiene muy larga, se la hemos visto antes en la fiesta cuando dos tías se han empeñado en besarle el pene al Rey Momo…”  Lauro se colocó pegado a mi cuerpo, y empezó a lamerme la cara… Yo le dejé hacer, era agradable… Él siguió hasta llegar a mi boca y pasarme la lengua por los labios… Su mano estaba en mis muslos acariciándolos por la parte interior, cosa que me gustó mucho,  y se dirigía hacia arriba

Me estremecí la primera vez que el hombre acarició mis pechos,  con toda suavidad… Su mano en mi piel… Me daba besitos en la cara, rozaba sus labios con los míos y yo los apartaba, me acariciaba los cabellos… Y, de pronto, temblé al sentir que aquello que tantas veces había imaginado y simulado en mis fantasías nocturnas empezaba a ocurrir en la realidad… Lentamente, muy poco a poco, centímetro a centímetro, Lauro empezó a bajarme la braguita… La fue deslizando hacia abajo, acariciándome suavemente los muslos mientras lo hacía… Sus manos se pasearon por mi sexo… Me reí, y le dije que me estaba haciendo cosquillas, él paró, pero le dije que siguiera, que me gustaba.

De nuevo por el interior de mis muslos, ufff, … Noté que mi cuerpo ardía… Colocó mi braguita al lado de mi cara… Y poco después colocó otra cosa… Sí, era su slip, él estaba ya también completamente desnudo a mi lado, acariciándome…  Me imaginé aquello que debía haber en su vientre, aquello que seguro que iba a entrar dentro de mi cuerpo tal como había imaginado tantas veces, cuando yo me tocaba con los dedos y me los metía un poco, en la soledad de la noche en mi habitación o en el agua caliente de la bañera…

Lauro y yo apretamos las manos, el tacto de nuestros dedos nos daba una sensación especial… Él bajó su cuerpo y se colocó más a mi lado, siguió mirándome con los ojos casi enloquecidos… Me acariciaba, tocaba todas las partes de mi cuerpo con delicadeza y suavidad, pero se notaba que cada vez estaba más excitado. Y la verdad, yo también. Me lamió el sexo metiéndome dentro la lengua, y yo pensé que me volvía loca, estaba ya increíblemente excitada. Poco a poco nuestros cuerpos se fueron conociendo, hasta quedar juntos… Noté su sudor en mi piel… Sus labios estaban a punto de tocar los míos… Mi corazón se aceleraba por momentos, una de sus manos apretaba sin violencia mis tetas, pellizcaba mis pezones, jugaba con mi cara, me chupaba el cuello… Gemí como un estertor de agonía, pero era placer, no dolor…

Fue entonces cuando sus labios se unieron con fuerza a los míos, el mundo se fundió en mi cabeza, fue como si viese una tonalidad mágica de mil colores, y creció fuerte y valiente aquella sensación de deseo que me unía al mulato brasileño desde la primera vez que hablé con él… Aquel primer beso que me dio debió de ser el más miedoso de los que nunca se habían hecho, sus labios estaban muy calientes y húmedos y yo le correspondí nerviosa pasando mis manos por su cara y su espalda… Entonces Lauro  bajó su cabeza y exploró con sus labios mi cuerpo mientras yo le besaba y acariciaba su cabeza, oscura como sus ojos y toda su piel… De nuevo me besó, y noté como su lengua abría mis dientes y se introducía en mi boca… Yo sentía como me llenaba de amor, o de deseo, no sé, poco importa, a cada instante que pasaba sintiendo su cuerpo y sus manos en el mío…

El amor, o el sexo, aún no sé la diferencia, si es que la hay, me había atrapado… Decidí abandonarme, jugar con  mi mulato Rey Momo “Corcovado” como esperaban todas mis amigas  que hiciese… Una inquietud enervante  me rodeaba acuciante… El brasileño parecía no tener ninguna prisa en hacerme aquello que yo temía y al mismo tiempo deseaba y esperaba nerviosa… Él  creo que tal vez dudaba y temblaba en aquellos momentos, me trataba con delicadeza y serenidad, mientras crecía en mí el sentimiento de felicidad y confianza en lo que él hacía… Tiernamente Lauro seguía acariciando mi cuerpo adolescente, cada una de mis partes, muy lentamente, diciéndome que me quería, con una voz apasionada, entre beso y beso, sonrisa y sonrisa, caricia y caricia, con la tranquilidad de la soledad de la habitación del hotel y el silencio que ya se había ido adueñando de todo el edificio. Vi que escupía en una de sus manos y frotaba con la saliva su pene, imaginé que se estaba preparando para que entrase más fácilmente en mi vientre, todas estas cosas me las habían explicado mis amigas que ya lo habían hecho con algún tío experto.

Poco a poco, finalmente, después de un tiempo que se me hizo eterno de caricias y besos, me giró con cariño hasta que quedé de espaldas en la cama, y me di cuenta de que se colocaba encima de mi cuerpo mientras separaba suavemente mis muslos… Le ayudé instintivamente,  abriendo bien las piernas y doblando la rodilla de forma que apretaba con mis muslos su cadera y casi también su culo…

Noté su estómago y su tórax encima de mi cuerpo, sus pechos apretando los míos, y aquella sensación de ser medio aplastada, aumentó al máximo mi excitación y mi deseo por él, de manera que le abracé y le besé, notando como él introducía su lengua en mi boca y yo sentía el gusto a tabaco y alcohol típico de él dentro de mí boca…  Lauro  separó aún más mis muslos para colocarse mejor, y noté que con una de sus manos estaba colocando su pene en la entrada de mi sexo, se le notaba algo nervioso, jadeaba y no acababa de  decidirse a penetrarme, tal vez le impresionaba desvirgarme más de lo que él se había esperado… Entonces hice lo que nunca habría creído ni esperado de mi misma… Sin pensarlo, decidí ayudarle, bajé una de mis manos, aparté la suya y fui yo quien llevé su pene hacia el interior de mi sexo…

Era la primera vez que tocaba el pene de un hombre… Era duro, ancho, caliente… Enseguida lo noté ya un poco dentro de mí, a punto para avanzar… El brasileño gimió, agarró con una mano mi cabeza, besándome con una fuerza ahora más brutal, mientras pasaba la otra mano por mi culo, levantándome y apretándome contra su cuerpo, que me presionaba excitándome más, apreté mis muslos con fuerza contra los suyos, pasé uno de mis brazos por su espalda y otro por sus nalgas, presionando su culo aún más contra mí de forma que su pene se metía más en mi vientre, y noté de pronto un pinchazo en mi sexo, una sensación de que algo se desgarraba, y me di cuenta de que, después de romperme el himen y desvirgarme por fin, su pene se introducía por completo de forma rápida en mi vagina, ahora ya no quiso esperar más para poseerme lo más hondo y rápido posible.  Me hizo algo de daño al penetrar tan profundamente, pero con la mano comprobé que tenía ya su pene todo dentro de mi cuerpo…

La dilatación de mi vagina para que entrase todo su grueso y largo miembro me provocó una sensación nueva, como de un desgarro mayor, como si algo estuviese invadiendo y abriendo mi vientre, pero todo era mucho menos doloroso de lo que a veces yo me había imaginado o me temía por lo que decían algunas amigas del instituto que se lo habían pasado realmente mal la primera vez. No era para tanto.  Lauro  sudaba y gemía, me besaba, mordía y lamía, al tiempo que se movía, adelante y atrás, y su pene iba también oscilando dentro de mi sexo, casi afuera, adentro hasta el fondo, dentro, fuera, dentro, cada vez más rápida e intensamente, mientras sacudía y estrujaba mi cuerpo de arriba abajo. Ya no era mi amable seductor, ahora  “Corcovado”  era como otra persona, un animal copulando descontrolado conmigo, con la violencia de los perros cuando violan en el parque perritas caseras como yo… Pero a mi me gustaba, yo ya no era tampoco yo, no notaba el peso aplastante de su cuerpo, me sentía inundada por su sudor que se mezclaba con el mío, no me creía maltratada, sino que me agradaba, me gustaba hasta la exasperación, y deseaba que aquello continuase, que no acabase nunca, que fuese eterno… Yo también le abrazaba, le besaba, pellizcaba su culo, introducía mi lengua en su boca… Y me asfixiaba debajo de su cuerpo, me costaba respirar, su barriga apretaba mi vientre, su pene entraba tan adentro con tanta fuerza que me hacía daño, parecía que me iba a reventar… Pero yo quería que aquel momento fuese infinito…

Y, uffffff, la explosión…  El Rey Momo explotó… El Chivo se puso a bramar y berrear de forma  salvaje y espeluznante hasta aterrorizarme…

En aquel terrible momento  mi  amante brasileño  se puso a gritar y jadear, sacudiendo mi cuerpo como si fuese una muñeca de trapo, casi sacándome el pene y volviéndome a penetrar a gran velocidad tan profundamente y con tanta violencia que yo habría gritado también de dolor si no estuviese haciéndolo ya de placer, un placer increíble, extraordinario, tal vez inhumano, que sobrepasaba con mucho la más deliciosa de las veces que yo me había proporcionado placer tocándome el sexo con mis dedos en la soledad de mi habitación, mientras simulaba con la almohada tener un cuerpo masculino, el del brasileño los últimos tiempos, claro,  encima del mío… Pero ahora no era una almohada y un almohadón los que me violaban, ahora eran el auténtico cuerpo de Lauro  y su pene bien real los que se estaban follando mi cuerpo ya no virginal…

Sentí un placer que me llevó a la exasperación, a la asfixia, me ahogaba, mientras mi experto desvirgador seguía gritando y creo que hasta aullando como un lobo, y yo sentía como mi sexo, mi vagina, se estaba inundando con la cascada de semen que brotaba incontenible del pene que estaba dentro de mi vientre… No sé cuanto duró, pero fue al mismo tiempo muy corto y eterno…

Mi perverso amante se fue calmando al fin, mientras yo notaba que su esperma se había extendido incluso por fuera de la vagina, notaba que el líquido caliente me mojaba el vientre y los muslos…  Y yo no sentía asco ni dolor, me gustaba todo, le abrazaba y besaba… Me ahogaba… No podía respirar… Calor, sudor y semen del hombre en mi vientre, saliva en mi cara y mis ojos…

Lauro, que parecía no darse cuenta de que me aplastaba, iba volviendo a ser un humano… La bestia feroz, el perro  en el que se había convertido durante unos minutos ya se había calmado, ya me había follado por primera vez, igual que yo, aunque creo que ahora estaba más desconcertada e intranquila que él,  que ronroneaba satisfecho mientras me observaba victorioso.

Su pene, antes sorprendentemente largo y grueso, había ido quedando fláccido, en descanso… Y acabó de separarlo de mi cuerpo y se colocó de lado, abrazándome, con los cuerpos muy juntos y sin saber él que decirme…

Me fundí en un abrazo con él, las caras unidas, los muslos y las piernas entrelazados… Nunca en la vida me he sentido tan bien como en aquel momento, refugiada en el cuerpo del gordo mulato brasileño, aunque notaba algo de dolor en el sexo…  El himen roto, o la vagina resentida de la dilatación provocada por la penetración en ella del pene enorme del Rey Momo.…

Estuvimos así, unidos, abrazados un largo rato… .

Entonces me entró una especie de prisa por ir al lavabo,  me levanté casi de un salto, y me quedé mirando como mi libertino Rey Momo  contemplaba sonriendo de forma irónica y desvergonzada mi cuerpo desnudo al que se le escapaba muslos abajo su semen mezclado con mi sangre … Se puso de pie, se acercó, se arrodilló a mi lado y se puso a lamer y sorber mis muslos y mi sexo introduciendo el esperma en su boca…   Y las cosquillas que sentí empezaron a excitarme otra vez…

Aún era noche cerrada… Por la ventana vi las luces de los autos pasar a toda velocidad por la carretera cercana al hotel…  Había tiempo… Nos besamos de nuevo…  

Creo que me quedé dormida, porque abrí los ojos al notar las manos de Lauro en mi cuerpo y vi que el día ya empezaba a clarear. Estaba boca abajo, él me debía haber colocado así, con las tetas aplastadas contra la sábana, y él se estaba acabando de colocar encima de mi de nuevo, pero ahora con su cuerpo encima de mi espalda y su vientre en mi culo… Pero… Claro… Oh, no… De eso se trataba… Alguna vez me lo había imaginado, y ahora el brasileño me lo iba a hacer… Me estaba masajeando el agujero del culo con algo, no sé, tal vez era crema de afeitar, pasta de dientes, o su saliva… Me sujetó de la manera que me tenía más inmovilizada, y si, era eso, sí… Por favor… No me hagas daño… Su pene empezó a abrirse camino dentro de mi culo…   

Dolor, mucho dolor mientras su pene se introducía por completo en mi cuerpo por ese orificio… Y grité, pero él apretó mi boca contra la almohada para que nadie me oyera y siguió follándome por el culo hasta que se corrió dentro de él cuando el dolor se estaba transformando en un placer sorprendente que me dejó exhausta…

Cuando volví a despertar era ya de día y el sol entraba por la ventana. Yo estaba desnuda boca abajo en la cama y se oía a Lauro moverse en la ducha… Aún no se oía a nadie, todo el mundo debía de estar durmiendo. Me levanté –ufff, el culo me seguía haciendo daño- muy cansada notando en mi los olores del hombre y los restos pegajosos de su semen y su saliva. Tambaleándome entré en el cuarto de baño, y le vi, ahora a la luz del día, alto, muy gordo, con la barriga cayendo sobre un pene que aún estando en descanso lucía grueso y largo. Me miró, paró el agua y me volvió a mirar con una extraña sonrisa, mientras me di cuenta asombrada que su pene se estaba irguiendo y aumentando de volumen y longitud muy rápidamente. Me agarró de un brazo, me hizo entrar con él al interior de la ducha, dejó caer agua caliente sobre los dos, me abrazó contra él, en mi vientre noté que su pene ya estaba exageradamente empalmado, y sin demora penetró de nuevo en mi vagina hasta lo más profundo y empezó a follarme salvajemente contra la pared de la ducha mientras yo me colgaba de su cuello y cruzaba mis muslos en los suyos y apretaba mis rodillas contra su cadera mientras el brasileño me llevaba una vez más a conocer los placeres del infierno…

Lo que vino después aún fue más sorprendente e inesperado para mi. Nunca me pude imaginar una cosa así, aunque tal vez no había valorado hasta que punto puede ser perversa y maliciosa mi amiga Sara. Cuando ya nos habíamos vestido y yo me impacientaba al ver que no nos abrían la puerta, primero me sorprendió ver la tranquilidad con la que Lauro se recostaba en la cama y me miraba con ironía y sonriendo de una forma bastante burlona. Y enseguida lo entendí. De pronto se abrió la puerta y entraron en la habitación Sara y todo nuestro grupo de chicas y hombres. Nos miraron sonriendo y empezaron a aplaudirnos y felicitarnos, lo que me desconcertó completamente, no así a nuestro Rey Momo, que correspondía a las felicitaciones con carcajadas, besos y abrazos. Yo me quedé estupefacta, no entendía nada. Y entonces Sara reveló lo cabrona y mala puta que es. Me dijo:

-¿Qué, Mire, te hace daño aún el culo, je, je?- Y todos volvieron a reír, literalmente se partían de la risa, como se dice vulgarmente.

Yo la miraba sin saber que decir, no entendía nada. Sí, me dolía el culo, pero, ¿cómo  sabía que…? Entonces Sara se subió a una silla, apartó unos libros que había en un estante en la pared, y apareció una cámara pequeña, una webcam de ordenador, que había estado todo el tiempo enfocando a la cama y la habitación. Ante mi cara desencajada por la sorpresa, todos volvieron a aplaudir, esta vez directamente a mi, incluido mi pérfido amante, el Rey Momo de nuestro Carnaval. Ya estaba bien claro lo que me habían hecho y porqué se habían divertido tanto. Desde que entramos en la habitación, la cámara había estado transmitiéndoles toda la madrugada por wifi lo que había pasado en la habitación, lo que habíamos hecho el brasileño y yo, al estilo de las imágenes nocturnas de un famoso y mítico programa de televisión, El Gran Hermano.

De pronto sentí como un relámpago, como una revelación, y le pregunté:

-En el cuarto de baño hay otra, ¿no?

Sara asintió, no me equivocaba, había otra. Y toda la noche nuestro Rey Momo me había estado follando sabiendo que toda la gente de nuestro grupo estaba en una habitación follando entre ellos mientras veían en directo todo lo que hacía Lauro conmigo. El alto y gordo brasileño me alzó en brazos mostrándome a todo el grupo en su victoria como Rey del Carnaval, y todos pasaron a darme un beso ritual como chica del Rey antes de ir al comedor a desayunar y tomar el sol descansando en las terrazas del hotel.

 

 

Me acerqué a Sara y le dije:

-Eres una puta traidora cabrona, esto no te lo perdonaré nunca, me has hecho hacer el ridículo delante de todos…

-Nada de eso, Mire, te estamos muy agradecidos, nos lo hemos pasado muy bien mirándote, especialmente cuando Lauro te daba por el culo, je, je… Eres muy buena en la cama… Además no soy una cabrona, para que lo veas, mira, tómate esto… 

Sara me dio una cápsula, un medicamento. La interrogué con la mirada.

-Sí –me dijo- Es Levonorgestrel, ya sabes. Cabrona sería yo si dejase que te quedases preñada, Mire. Y eso no, claro. Tómate esta pastilla y ya no habrá ningún peligro de que tengas un enano…

Me quedaba una duda, y temía la respuesta:

-¿Me habéis grabado? 

-Es automático, Mire, ya sabes, se graba automáticamente en el disco duro… Lauro quería una copia y en Carnaval los deseos del Rey Momo son órdenes… Pídele que te haga otra copia a ti, si la quieres… El ordenador es de un amigo suyo…

Bueno, pienso ahora, tampoco es tan grave, sobretodo porque no tiene remedio, claro, y más vale no vivir con mal rollo por algo que ya no puedes evitar. Acepto que seguro que se pasan copias y lo verá mucha gente. Bien. ¿Y qué? Con los millones de grabaciones porno que hay, dentro de algún tiempo nadie le hará caso, será una más, y nadie la relacionará conmigo…

Ya sabéis, si os llega un video porno del 2013 en el que un Rey Momo de Carnaval, un mulato alto y gordo de mediana edad se folla un pibón, puede que esa chavala, ese pibón, sea yo y el Rey Momo sea  Lauro… Si tenéis esa suerte, que lo disfrutéis, amigos… Y amigas también, no olvido a las lesbis, je, je…

Mireia

26 de febrero de 2013