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La visita de L (1)

en Lésbicos

 

L abre la puerta de la habitación con una sonrisa enorme.

 

Es tan guapa como la recuerdo, y me siento cómoda al instante.

 

Siempre que viene a Madrid se queda en el mismo hotel, y aunque hace bastante que no viene, los recuerdos de nuestros últimos encuentros me asaltan en cuanto entro en la habitación.

 

L se siente juguetona, sonríe, me besa en la boca nada más cerrar la puerta, y me pide el abrigo, que deja sobre uno de los sillones mientras me ofrece algo de beber. Hablamos de esto y de lo otro, nos ponemos al día, y antes de darme cuenta nos estamos besando en el sofá, suavemente, entre risas, acariciándonos sobre la ropa, mordisqueándonos los labios...

 

La cosa sube de tono y poco a poco nos desvestimos, quedando en ropa interior, y L se levanta y se tumba en la cama. La sigo, me subo a la cama de rodillas, y me coloco entre sus piernas, le beso el vientre, le saco las tetas del sujetador sin desabrocharlo... Me gusta ver sus tetas apretadas, y las chupo suavemente, sin prisa. Tiene los pezones fríos, erectos, expectantes, y reciben de buen grado mis besos. L gime, mueve las caderas, quiere que baje más allá de su cintura, y no le hago esperar.

 

Me tumbo entre sus piernas, mi cara está frente a su sexo, cubierto por una braga sorprendéntemente húmeda. La aparto ligeramente, y su coño me saluda con una especie de latido incesante, mojado, precioso, rasurado al completo. Lo acaricio de arriba a abajo, lo exploro para recordarlo, y me responde con contracciones que me excitan y me empujan a lamerlo.

 

Lo empiezo a lamer suave y lentamente, como si fuera a romperse. Sabe dulce y salado, caliente, late y reacciona a mi lengua, a mis labios contra sus labios, y L se quita las bragas y abre las piernas al máximo para facilitarme el acceso. Su coño está totalmente abierto ante mi, su visión me excita, tengo que volver a saborearlo, y me sumerjo de lleno en él. Mi boca intenta acapararlo, lo beso como si fuera una boca, L se contrae, gime, me pide más, así que con ambas manos separo sus labios, para que su clítoris quede indefenso y expuesto, y con sumo cuidado poso mi lengua sobre él. No la muevo, quiero que L note el calor de mi lengua directamente en su clítoris, que late en mi boca. Su coño literalmente chorrea, y saboreo sus flujos como el mejor de los manjares.

 

En cuanto mi lengua empieza a moverse sobre su clítoris L da un respingo, suelta un profundo gemido y arquea la espalda, dejándome hacer, disfrutando del rápido y efectivo lengüeteo en su coño, en el que intercalo chupadas largas, de arriba a abajo, bebiéndome su líquido.

 

En apenas unos minutos me pide que pare, que no quiere correrse aún, e intento calmarla besando sus muslos, su vientre... Me tumbo junto a ella y se inclina sobre mí, me besa, me acaricia, me desabrocha el sujetador y me lo quita... Se recrea unos minutos chupándome las tetas, mientras me quita las bragas y desliza un par de dedos en mi sexo. Busca mi clítoris, lo frota con suavidad pero firmemente, sabe lo que hace. Sigue chupándome las tetas mientras me masturba, repite cuántas ganas tenía de follarme, me mete los dedos, juega con mi culo, me empapa de mi propio flujo...

 

Me coge de la cintura y me coloca boca abajo, me besa la espalda, se frota con mi culo, que acaricia y lame en cuanto baja más allá. Me abre las piernas, y su mano se pierde de nuevo en mi sexo. Mi clítoris está hinchado, sensible, receptivo, y reacciona ante los suaves frotes de L. Su mano me hace gozar de manera indescriptible, estoy tan perdida en mi propio placer que cuando L me lubrica el culo con mis propios flujos y me penetra con un dedo ni siquiera me doy cuenta.

 

Solamente un momento después noto la presencia de su dedo en mi ano, metido por completo, sin moverse en absoluto, y otro dedo de la misma mano se cuela dentro de mi coño. En cuanto ambos dedos están acoplados en mi interior, cada uno en su agujero, los aprieta con fuerza, mientras con la otra mano me hace el mejor dedo de mi vida. No tardo nada en correrme, entre gemidos y resoplidos, y L se ríe, satisfecha de su trabajo.

 

Descanso un momento mientras L me besa la espalda y la nuca, se tumba sobre mí, literal y completamente, y noto su calor, sus tetas en mi espalda, su coño en mi culo. Mueve las caderas lentamente, casi por inercia, y puedo notar su humedad. Nos besamos, torpemente por la extraña postura, y sus caderas aumentan de ritmo. Se coloca el coño de la manera más estimulante posible, con una mano se abre los labios que dejan su clítoris en contacto directo con mis nalgas, y apoya las manos en la cama arqueando la espalda para que el contacto sea máximo.

 

Sus caderas se mueven con fuerza, L gime, se masturba con mi culo, me dice cosas sucias, gime y anuncia una inminente corrida. Se desploma sobre mi y describe su orgasmo como “delicioso”. Nos tumbamos juntas y nos acariciamos mientras hablamos de todo y de nada.