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Chris y Familia 08

en Grandes Series

El martes por la tarde quedamos en la biblioteca para buscar una cosa y rápidamente bajar a su casa y hacer lo que ella mandase. Esa era la intención. Pero surgió el imprevisto de encontrarnos con conocidos en el local y nos pusimos a hablar… Sabéis que el tiempo pasa muy rápido si estás entretenido o disfrutando de lo que haces. Pues el caso es que cuando nos dimos cuenta nos estaban echando de la biblioteca porque eran las ocho y media e iban a cerrar en un cuarto de hora.

La noticia nos sorprendió. Salimos corriendo como posesos porque apenas nos iba a quedar tiempo para echar incluso un mísero y rápido polvo como nos retrasáramos más.

Entramos por la puerta de la cocina jadeando pero procurando no hacer ruido. Quizás por miedo a que hubiera alguien y no lo supiéramos. Y menos mal que actuamos así porque ese factor nos permitió descubrir algo sorprendente que a la postre iba a influir en nuestra “relación”.

Al subir por la escalera y según nos encaminábamos a la habitación de Chris, primero teníamos que pasar por delante del dormitorio de sus padres. Y aunque al principio nos pareció algo raro, pudimos comprobar que de la puerta entreabierta del dormitorio salían unos sonidos conocidos. Sobre todo por mí. Y cuando sonó la frase:

-Dámela, Quiero tu lefa.

Chris me miró reconociendo al igual que yo la expresión. Con una mezcla de miedo y extrañeza nos acercamos a la puerta. Suavemente y procurando no hacer ruido la abrimos lo suficiente como para mirar con disimulo el interior. Y dentro, con la luz apagada desnuda sobre la cama se encontraba la madre de Chris masturbándose mientras veía en la televisión lo que hicimos el sábado. Y no sólo eso. Como si hablase entre dientes pero perfectamente audibles podíamos escuchar unas frases muy poco delicadas.

- Así… Así. Pero que guarra eres hija mía… Y tú también, Sara… Venga. Tómatela toda. Eso… Vamos. Fóllatela otra vez.

- ¿No dijiste que estaría a gimnasia a estas horas? – susurré al oído de Chris.

Ella se encogió de hombros. Estaba totalmente desconcertada. Se apartó de la puerta y yo la imité.

- Dios mío. – Susurró para ella pero perfectamente audible para mí.- Mi madre se comporta como una puta salida.

Se me quedó mirando por un momento y volví a prestar atención a lo que se podía oír del otro lado de la puerta.

- Ahora mismo me follaría donde estuviese… Joder !Cómo chupas, pedazo de zorra¡… Eres tan guarra como yo. Y eso me gusta… Chupa…

Chris me sacó de la atenta escucha con la que disfrutaba para indicarme que bajáramos hasta la entrada. En su rostro pude contemplar una extraña mueca que junto a esa mirada chispeante me hicieron temer alguna catástrofe.

- Si le gustó el espectáculo. Vamos a darle uno. – Me dijo según bajábamos.

- Es tu madre, Chris.

- Si le gusta lo que hicimos el otro día, no creo que le importe ver otro espectáculo. ¿No crees?

No supe como reaccionar. A Chris no parecía importarle que su madre viera lo que hiciéramos,  y además de eso quería montarle un show porno. Me preguntaba qué familia era esta.

- Ahora vamos a hacer como si entráramos confiados. Haciendo ruido para que ella lo oiga perfectamente y dejaremos la puerta lo suficientemente abierta para que pueda verlo todo.

Y para dar por hecho que yo había aceptado el plan, abrió la puerta de la calle y la volvió a cerrar con un sonoro portazo. Luego gritó sin mucho disimulo:

- Vete subiendo para arriba que voy a buscar una cosa a la cocina.

Allí me quedé yo parado como un imbécil. Empezaba a pensar que Chris tenía la intención de montar el espectáculo delante de su madre más que nada por el morbo de ser vista. Parecía que el ser exhibicionista también era otra de sus aficiones eróticas.

Volvió de la cocina con un plátano y un botellín de cerveza. No supe encajar ese dato hasta un poco más tarde. Siempre he sido un poco lento para deducir lo que piensa la gente, pero con esta chica se me antojaba misión imposible.

- Venga. Vamos para arriba. No tenemos toda la noche.

- ¿Estás segura de lo que vas a hacer? – quise cerciorarme de sus intenciones.

- Ya lo creo. Te aseguro que va a ser una noche salvaje. – Me sonrió de oreja a oreja a la vez que acarició con delicadeza mi barbilla.- Pero primero te haré sufrir un poquito. Pero ya verás como luego me lo agradeces.

Me cogió de la mano y si no me arrastró escaleras arriba fue porque fui obediente y logré seguirla como pude. Se la veía impaciente, quizás podría decir que ilusionada, por comenzar el teatro. Aquello le parecía excitante aunque yo no sabía muy bien como tomármelo.

Muy hábilmente y con mucho teatro hizo todo el ruido posible para que quedara claro que estaba allí. Luego dejó entreabierta la puerta lo suficiente como para poder mirar y “no ser vista” a no ser que estuvieras pendiente del hueco.

Colocó una silla  a los pies de la cama pero ofreciendo una buena perspectiva a “quien estuviera observando desde la puerta”.

- Quiero jugar un poco. Para eso voy a hacerte un striptease. Pero yo también quiero pasármelo bien. ¿Te parece bien?

Asentí con la cabeza de manera casi robótica. Mi cabeza estaba algo confusa sobre las intenciones de Chris. Dar una representación de este tipo delante de su madre me parecía algo obsceno pero no tuve fuerza para objetar nada. Por que entonces, con voz potente como para ser una orden pero no un grito dio comienzo al espectáculo.

- Quiero que te sientes totalmente desnudo ahí. Con las manos a los lados y sin moverte para nada. ¿Entendido?

Obediente me desnudé colocando la ropa con cuidado en la mesa de estudio. Luego me senté en la silla descubriendo que estaba perfectamente enfocado hacia la puerta. Si su madre miraba no tendría problema para verme al natural…

Chris puso la música. La música me era conocida. “Call Me” de esa cantante llamada Blondie. Ella ofreció su mirada más felina y sensual mientras comenzaba a moverse. Sus caderas parecieron cobrar vida propia y su cuerpo vibró como si renaciera. Sólo esa primera impresión logró que mi polla empezara a agitarse y elevarse desde el asiento de la silla hacia mi abdomen.

Calzada con unas botas negras con un tacón de no menos de doce centímetros que estaba seguro no eran suyas, vestía un pantalón vaquero que apenas le llegaba al tobillo, una camiseta de tirantes ajustada como una segunda piel que insinuaba la falta de ropa interior. No disimulaba unos pezones puntiagudos que parecían querer atravesar la tela que los cubría. De su chaqueta vaquera ya se había desprendido nada más entrar en la habitación y su pelo estaba suelto rodeando su rostro. En algún momento desde que entramos en su casa ella se había maquillado y sus labios mostraban un rojo pasión brillante, sus ojos aparecían más perfilados, sus mejillas más brillantes, en realidad parecía una gata en celo dispuesta a comerme.

Sus brazos recorrieron el cuerpo desde las rodillas hasta los pechos mientras su lengua parecía ejercer de imán a mi encelado miembro que se agitaba impaciente como si quisiera crecer y crecer hasta alcanzarla. Intentando romper el placentero dolor que me producía su baile desvié por unos segundos la vista a la puerta donde pude ver un ojo y parte de un rostro que parecía haberse congelado mirando a… ¿A mí? Supongo que sí pues a Chris apenas alcanzaría a verla medio de espaldas. Tal y como ella había querido.

Las manos de ella  se deslizaron por mi pecho recuperando mi atención. Colocó la bota derecha entre mis piernas, apenas rozando mis testículos con la punta logrando que el sudor empezara a cubrir mi frente y me doliera la polla a punto de estallar. Con un movimiento solemne pero elegante fue abriendo la cremallera dejando que sus dedos se movieran como una araña hacia abajo, luego sus manos tocaron las piernas para cerrarla alrededor de la bota y con suavidad extrajo la pierna limpiamente. Repitió la misma operación con la segunda bota sin dejar de mirarme a los ojos ni de sonreír lascivamente. Cuando se apartó descalza dejando las botas a mis pies yo me sentía como una fiera atada. Utilizaba toda la fuerza de voluntad que tenía para sujetarme a la silla y no abalanzarme sobre ella.

Con el pantalón fue aun más cruel. Se colocó a apenas un palmo de mi rostro, con las piernas abiertas rodeando a las mías soltando uno a uno los botones de la prenda mostrando la prenda blanca ya mojada que mostraba más que insinuaba la piel que tenía debajo. Luego se apartó un paso, se giró y agachándose con una pose de profesional fue bajando el pantalón muy lentamente. Su culo se dibujaba perfecto partido por la mitad por el fino pedazo de tela que era el tanda que parecía clavarse en su raja. Cuanto más abajo estaba más seductor me parecía, el sudor se deslizaba por todo mi cuerpo mientras me mordía los labios y clavaba los dedos en la madera para no saltar sobre Chris.

Ella sonreía con sadismo observando como sobrellevaba la tortura. Sus labios parecían la boca del deseo capaz de saciarme en ese instante. Su piel brillaba exudando un aroma de celo de sexo salvaje y sin prejuicios.

 Una vez libre del pantalón cogió unas tijeras de la mesa y comenzando por abajo las deslizó hacia arriba cortando por la mitad la camiseta de tal manera que en ningún momento mostró más piel de la que ella quería. Depositó la herramienta de nuevo en la mesa y se acercó de nuevo a mí. Con sumo sadismo fue dejando caer primero un tirante y luego el otro sin mostrar más que unos centímetros más de piel. Mis ojos se asemejaban a una bestia irracional más que a los de un humano porque me calmó con un beso en el que tuvo suerte de que su lengua no quedara atrapada en mis fauces. Se apartó sonriendo para de golpe mostrarme sus pechos.

De nuevo volvió a acercarse a mí para frotar su húmedo tanga contra mi pierna derecha mientras me besaba de nuevo. Sus pechos rozaban mi piel y su estómago contra el mío me hacían enloquecer. Cerraba los ojos luchando por contener mi lujuria y en cierto momento su pierna, creo que fue, rozó el miembro enloquecido que explotó salpicando a los dos.

Ella sonrió. Aquella liberación apenas calmó mi hambre de sexo. Se apartó con una mirada de satisfacción y se acercó a la mesa para coger el plátano.

- Ahora voy a divertirme un momento. Espero que te ayude a poner a tono.

Introdujo el plátano en la boca y lo cubrió de saliva sin dejar de mirarme como una perra en celo. Sus ojos iban de mi rostro salvaje a mi polla que no había perdido ni un ápice de entusiasmo; mostrándose agitada y tensa. Ansiosa de caricias.

Chris deslizó por todo su cuerpo el plátano hasta llegar a su coño donde lo introdujo lentamente mostrando toda su lujuria en su rostro. Por sus piernas se deslizaban hilos de baba procedente de su chorreante chocho donde hundía y sacaba el plátano al ritmo que ella quería.

Por más que cerraba los ojos no podía evitar verla. Podía oír el chapoteo de sus dedos en su coño, los gemidos contenidos que se escapaban de su boca. Incluso creo que era peor, pues podía sentir con más claridad el resto de los sentidos. El fuerte olor de los fluidos de ambos, el sonido de la piel rozando con la piel, el sudor que brota de mis poros y empapa toda la piel…

Cuando se detuvo extasiada lo hizo mirándome directamente a los ojos como si me estuviera intentando trasmitir lo que ella estaba sintiendo. De mi polla brotaban gotas de líquido pero se resistía a vaciarse. Podía verla sacar el plátano chorreando de su coño, acercarlo a su boca para besarlo con delicadeza para torturarme aun más.

Cuando por fin se apiadó de mí y se olvidó del plátano, liberó su boca para descender a la enloquecida polla que se agitaba fuera de control. Resoplaba como si estuviera poseído y tenía todo el cuerpo agarrotado de mantenerlo sujeto.

- Chisss… - Siseo a media voz en un tono meloso.- Yo te calmaré.

Y haciendo realidad lo dicho deslizó sus labios alrededor del rabo provocando algo que yo creía imposible. Una erección más grande y dolorosa de la que ya tenía. Su lengua abrió la boca de la punta y creí que me apuñalaban la polla. Saboreó mis huevos como si fuera apetitosas delicias y su boca probó hasta el último pedazo de piel del tronco antes de tragárselo.

Ya no pude contenerme y luchando por parecer delicado la cogí por el pelo echándoselo hacia atrás y forzando un ritmo suave a la hora de mamármela para no explotar demasiado pronto. Quería demostrar que podía controlar el juego aunque fuera una tortura de lo más gozosa.

No pude evitar el mirar de reojo a la puerta y verla un poco más abierta, con el rostro más arriba. Con los ojos entornados, la boca entreabierta, la piel más brillante y  el pelo húmedo. Ella me vio y abrió la boca para mostrarme una lengua que pedía que la fuera a visitar. En ese momento exploté. Si en la primera fue un desahogo, esta vez fue un doloroso placer que no quería que acabase.

Alcé la cabeza de Chris con la boca chorreando la lechada que acababa de expulsar mezclada con su saliva para que viera el rostro de su madre. Pude ver una sonrisa malvada digna del Marqués de Sade mientras recogía con los dedos lo que manaba de la polla para llevárselo a la boca. Su madre cerró los ojos y pareció a punto de caer como desmayada.

- Ve a verla. –dijo Chris.

Asentí comprendiendo de repente todo su juego. No era sólo para excitarse ella, era encelar a su madre para convertirla en un juguete más.

Me levanté liberando su pelo. La polla aun se mantenía perpendicular a mi cuerpo, manando con pereza pequeñas gotas de leche que se mezclaban con los restos que había sorbido Chris. Con paso lento me acerqué a la puerta. Esperé a que ella abriera los ojos… Se me quedó mirando fijamente. Asustada, aterrorizada por haber sido descubierta. Alargué la mano y abrí la puerta.

Apenas vestida con un albornoz abierto pude ver la humedad del vello de su coño. Sonreí. Ella se mostraba como una niña pillada en una falta grave a la espera de un castigo. Bajé la mano hasta su entrepierna y recorrí la piel rozando los labios de su coño logrando que se estremeciera. Estaba claro que se había corrido. Me acerqué más y la besé introduciendo la lengua sin encontrar resistencia. Al contrario. Puede que fuera timidez al principio pero pronto abandonó aquella actitud por una abrasadora pasión. Parecía querer devorarme. Me acerqué más hasta que mi polla hizo contacto con su vientre entonces ella me soltó casi al instante. Me miró a los ojos y luego a la polla para volver a mirarme a los ojos con una mirada suplicante. Yo asentí.

Se deslizó hacia abajo y comenzó a chuparla primero con timidez, mirándome buscando la aprobación. Pero una vez comprobó que no ponía pegas se dedicó a recorrerla con la lengua como si fuera un caramelo. Una y otra vez la ensalivaba con aquel músculo que parecía tener vida propia y trasmitirla a mi carne.

De repente sentí las manos de Chris a mis espaldas. Ella sonreía satisfecha viendo el comportamiento de su madre. Me besó en los hombros antes de imitar a su madre y colocándose a su lado comenzó a chupar lo que ella dejaba sin que su madre pareciera darlo importancia.

Mi tercer orgasmo no fue ni la mitad de copioso que el segundo pero sí mas líquido y explosivo, más agónico para mí que creía que nunca lo conseguiría. Para ellas salpicadas en sus rostros por la corrida rieron y se dedicaron a limpiarse a lengüetazos la una a la otra. Me retiré hasta la silla para recuperar fuerzas mientras pasaban de las caricias con la lengua a besos salvajes y apasionados seguidos de caricias impúdicas… La mano derecha de Chris buscó la peluda rajita de su madre y logró someterla con las caricias de sus dedos. Abandonada al placer que le proporcionaba su hija se agitaba acariciándose con pasión salvaje sus pechos. Pellizcándose los pezones y luchando por no gritar todo aquello que sentía.

No tardó en tener un orgasmo que la hizo casi desmayarse de nuevo. Pareció quedarse en suspenso mientras Chris besaba los pezones y acariciaba con desidia los labios del coño como si ya no la interesara. Jadeaba agotada mientras su pecho se hinchaba y vaciaba al ritmo de su respiración.

Jorge Rey Quinto_AKA_ Alfredo B. Mundo  alfredobmundo@yahoo.es