miprimita.com

Lo que la curiosidad consigue [Parte II]

en No Consentido

Agarro el picaporte y lentamente abrió la puerta del baño, allí, de espaldas a él, en la bañera se encontraba la joven tranquila, canturreando ajena al presente que acababa de entrar en la sala, sin hacer el menor ruido, se acercó por detrás agarrando la nariz de ella y tapándole la boca a la par en un intento exitoso de desmayarla al no tener esta aire para respirar, Megara intento gritar, pero la presión de la mano en su boca evito que saliera el mas mínimo sonido de ella, poco a poco sintió como su cabeza daba vueltas hasta marearse y caer desmayada, el hombre, copio una toalla y la saco de la bañera envolviéndola en esta, la copio en brazos y la llevo al cuarto de sus padres donde cerro la puerta con tranco, la dejo sobre la cama y se quito de la espalda una mochila abriéndola sobre la cama, sacó de esta unas esposas, resistentes, no de esas de mercadillo, ato las manos de la joven a los barrotes de la cama, haciendo después lo mismo con los pies, allí la tenia ante él, el cuerpo desnudo de la muchacha que llevaba tiempo volviéndole loco por chat, se fijo en su cuerpo con detenimiento, su cabello rojo, húmedo, era bastante largo, una carita angelical con pequitas, aunque sus ojos estuviesen cerrados sabia de sobra que eran de un azul intenso, un cuello fino, una espalda pequeña, dos brazos delgados que acababan en unas suaves manos perfectas para pajear, sus pechos, grandes adornados con dos aureolas pequeñas, rosadas y dos pezoncitos duros por el contraste de temperatura del agua calida al frío aire, un vientre plano y una cadera algo ancha que formaba así un culito respingón bastante prieto, piernas largas y preciosas acabadas en dos pequeños piececitos, entre estas se encontraba el tesoro mas valioso, su coñito aun sin probar, rosado, sin un solo pelo, pedía a gritos ser comido, aquella visión hizo que el gran miembro del hombre se alzara pidiendo a gritos una paja, se bajo la cremallera, desabotono el botón y dejo caer sus pantalones, bajo sus boxer y se acerco a un lateral de la cama, comenzando a pajearse sobre las tetas de la chica, su mano subía y bajaba rápidamente haciendo que su piel se echara para atrás y dejase así expuesto el glande rosado al máximo, tras unos minutos de bamboleo acabo corriéndose sobre los pechos de esta dejándolos pringosos de leche espesa y caliente, sin guardarse el pene, fue hasta la mochila de nuevo y saco una venda la cual le puso en los ojos, no podía arriesgarse a ser visto por ella, mientras esta estaba desmayada, el fue de cuarto en cuarto bajando las persianas para mas intimidad, lo alerto un grito en el cuarto, se había despertado.

Megara abrió los ojos aturdida y confusa, no veía nada ¿Qué había pasado con la luz? Al recuperarse un poco noto una presión alrededor de la cabeza, algo le tapaba los ojos, se dispuso a quitarlo pero estaba completamente inmovilizada, aquello hizo que gritase asustada. En ese momento se escucho la puerta abrirse, una voz masculina y bastante grave e imponente comenzó a hablar.

-Mmm… Veo que te has despertado.

-¿Dónde estoy? ¿Qué me has hecho? ¡Suéltame carbón!- comenzó a gritarle asustada.

-Si no te callas tendré que amordazarte y no creo que quieras, preciosa- amenazó él sonriente mientras rebuscaba de nuevo en la mochila- Este fin de semana estas sola… Nadie te podrá ayudar, vas a ser mi esclava, serás mi zorra estos días y me obedecerás en todo.

-¡Nunca!-respondió ella haciéndose la valiente.

-¿A no?

Sintió como algo vibrante comenzaba a recorrer una de sus piernas subiendo hacia su coñito.

-¿Qué haces? ¿Qué es eso?-dijo asustada intentando soltarse.

-Cada vez que me niegues algo, serás castigada…

-¡No, no por favor! ¡Soy virgen- grito entre sollozos.

-Lo se.

Dijo él finalizando la conversación, introduciendo de golpe un estimulador a toda potencia dentro del coño de esta, sin llegar a romperle el himen, aquello hizo que la joven gritara de rabia y placer, movía la cadera intentando liberarse, sacarlo de allí sin éxito alguno pues él lo sujetaba a presión.

-Te dejare aquí solita, disfrutando mientras yo registro tu casa.

Sacó de la mochila lo que parecía ser la braga de un bikini de esos que se atan a los lados, únicamente alzando su cadera, se lo coloco bien apretado para que no fuese capaz de sacarse el estimulador con movimientos, ella no decía nada, únicamente gruñía y gemía a desgana sintiendo como el placer la inundaba, un placer que no había sentido antes, corriéndose en tan solo dos minutos de placer, la braga del bikini se humedecía cada vez mas y a pesar de haberse corrido ella continuaba sintiendo placer por aquello, no quería rendirse y que él viese que le gustaba, tampoco sabia si se había ido o no, si lo había echo, sus gemidos habían acallado los pasos, arqueo la espalda llegando a otro orgasmo, este algo mas doloroso al no haber tenido tiempo de descansar, tras ese, sabia como serian los siguientes, le esperaba un fin de semana de dolor y torturas.

Él registraba la casa, cajones, armarios, todo, pero no buscaba cosas de valor, únicamente buscaba objetos que poder meterle a la muchacha como castigo, así, lo único que pudo reunir fueron un par de pepinos y algún que otro huevo que puso a cocer para que no se rompieran dentro de ella, cuando estuvieron cocidos, recogió los alimentos y subió al cuarto de nuevo dejándolos sobre una mesilla, registro entonces los cajones encontrando un verdadero botín.

-Mmm… Tienes unos padres muy guarros…

Ella no podía responder, lloraba de dolor y placer retorciendo su pequeño cuerpo, él comenzó a sacar cosas de los cajones dejándolos sobre la mesilla, sacó cerca de veinte condones de diferentes sabores y texturas, lubricantes, aceites de masaje comestibles, entonces fue al otro lado de la cama registrando el otro cajón, ese debía de ser el de su madre, saco un vibrador sencillo, pero de un gran tamaño, y otro que tenia dos terminaciones, perfecto para penetrarse el ano y el coño a la vez, sonrió con malicia pensando en todo lo que le haría a la chica esos días.

Se acerco a la chica y desabrocho los cordeles del bikini pasando después  a sacar el estimulador del interior de esta, estaba pringoso por las corridas de esta, ella emitió un sonoro suspiro de agradecimiento relajando su cuerpo, exhausta por aquello.

-Por favor, haré cuanto me pidas pero no me hagas daño… Te daré joyas, dinero, lo que sea…

-Lo que sea ya lo tengo preciosa, no he venido a robar, he venido a mostrarte lo que hace la curiosidad…

-¿De que me hablas? Por favor suéltame- la chica volvió a estallar en un montón de lagrimas.

 Él no dijo nada mas, comenzó a acariciar el cuerpo de ella con los dedos haciendo una leve presión con estos por lo que al pasarlos sobre sus piernas se quedaba una fina línea roja  tras estos, como un rastro, subió hasta sus pechos y comenzó a acariciárselos con cierta violencia, aquello hizo que la respiración de ella se agitase mientras lloraba desconsolada, él agarro sus pezones tirando de estos algo fuerte, lo suficiente como para que esta gritase de dolor, los soltó y ella pensó que todo había terminado, al menos por un rato, pero de pronto sintió un dolor como nunca antes lo había sentido, proveniente de uno de sus pezones, se lo estaba mordiendo y con fuerza, lo soltó pero repitió la agresión en el otro pezón, había sido tan fuerte el mordisco que por uno de estos salía una pequeña gota de sangre, aquello estaba superándola, el dolor comenzó a hacer que su cabeza diese vueltas mareándola, hasta acabar por hacerla desmayar, aquello no gusto al chico que le golpeo el rostro intentando sin éxito despertarla, bueno, tampoco podía hacer nada, ella no controlaba sus desmayos, comenzó a desatarla y saco de su mochila unas cadenas con grilletes, con las que ato sus pies y manos unidas, haciendo que únicamente pudiese moverse a cuatro patas, en su cuello coloco un collar de perro con una cadena, para tirar de ella, no iba a dejarla todo el fin de semana en la cama, quería follársela en todos los rincones de la casa. Cuando despertó, se sentía que podía moverse, por lo que intento estirarse para ponerse en pie, sin éxito ya que las cadenas lo impedían, entonces sintió un fuerte tirón en el cuello, él, al verla intentar huir, la había asfixiado como a un perro que se porta mal, ella movía la cabeza asustada intentando ver algo, al menos ahora, teniendo algo mas de movilidad, intento quitarse la venda cuando sintió de nuevo el tirón que se lo impidió, emitió un grito ahogado expulsando todo el aire de golpe de su garganta.

-Si te quitas la venda sin permiso, te mato- dijo él sin rodeo alguno- ahora vamos, baja de la cama zorra, te llevo al sofá, voy a follarte mientras veo la televisión.

Ella, con miedo a sentir otro tirón, obedeció bajándose de la cama como pudo, pero cayendo de bruces al suelo al no ver absolutamente nada, él, copio la mochila donde tenia todos los aparatos, comida y de mas metidos para jugar con ellos y con ella. La llevaba ante si, caminaba a cuatro patas como una perrita mostrándole su jugosito coño aun chorreante delante suyo, aquel coño pedía a gritos ser penetrado de una vez, sus pechos colgaban moviéndose de adelante hacia atrás con cada paso que daba y su culito se alzaba en pompa, era una autentica perra, la ayudo a bajar las escaleras para que no tropezase y se matase o hiriese y la dirigió hacia el sofá, el ya estaba desnudo del todo, se sentó en este y encendió el televisor, ella sabia que ahora volvería el dolor, el miedo y el horrible placer que le estaba obligando a sentir a la fuerza, se sentó al lado de este, en el suelo, cual perrita mientras esperaba alguna orden entre leves sollozos, entonces sintió como la movía y colocaba sus piernas alrededor de ella, estaba entre estas y sentía cerca de su rostro el calor de algo palpitante, un olor algo desagradable llego a su nariz, como amargo.

-Vas a chupar como una zorrita.

-No, no por favor.

Megara intento echarse hacia atrás pero solo recibió un tirón de la cadena lo que hizo de nuevo que soltase todo el aire de sus pulmones de golpe haciendo arder su garganta, entre lagrimas acerco el rostro hacia el miembro de él sin demasiada idea de cómo se hacia aquello.

-Ni se te ocurra morder, solo chupa.

Ordenó él con un tono potente, ella sacó la lengua y comenzó a lamer aquello como si de un helado se tratase, de la base hasta el glande mientras él lo sostenía ante ella.

-Oh… Si… Una zorrita buena… Mmmm…

Ella no dijo nada, se limitaba a lamer aquello, tenía un sabor amargo y asqueroso pero por su propio bien intentaba obedecerle y no llevarle la contraria, él agarro el pelo de esta  para así llevar sus torpes movimientos, agarro su polla y se la coloco sobre los labios.

-Abre la boca zorra.

Ella se resistió negando con la cabeza pero aquello ocasiono un fuerte tirón de pelo que la hizo gritar de dolor, lo que él aprovechó para introducir su polla dentro de la boca de la joven hasta lo más profundo que esta permitía sin llegar a hacer que tuviese arcadas.

-Mmm… Si putilla… Chúpala bien, succiona…

Ella obedecía succionando aquel pedazo de carne que tenia dentro de su boca, no le cabía entero pero aquello parecía no importarle a él, que disfrutaba de lo que la muchacha hacia, agarrándole mas fuerte del pelo, empezó a moverle la cabeza de arriba abajo comenzando a metérsela algo mas en la boca ahora si, sintiendo las arcadas de esta, ella lloraba sintiendo que de un momento a otro vomitaría si no paraba, por suerte, paro haciéndola de nuevo lamer cual perra.

-Quiero que me hagas una cubana con esas enormes tetas.

-¿Qué es eso…?- dijo ella con timidez y miedo.

Él no respondió, la alzo un poco y colocó su polla entre sus pechos haciendo presión con las manos para que así la rodeasen entera.

-Haz eso, agárrate los pechos y muévelos de arriba abajo presionándolos.

Ella hizo lo que este le pidió apretándose los pechos, sintiendo entre estos la polla palpitante de él, movía sus pechos en direcciones contrarias para intentar así darle mas placer, él gemía y gruñía sentado en el sofá, cuando, sin previo aviso, Megara comenzó a sentir en sus pechos y en su cara un liquido espeso y caliente, él acerco un dedo a sus tetas y cogió algo de ese liquido acercándoselo después a los labios e impregnándoselos de este.

-Chupa zorra.

Megara pasó la lengua sobre sus labios intentando reprimir una mueca de asco ante el sabor del semen del chico, soltó sus pechos dejando que el miembro de este se retirase, pero cuando ella pensaba que la dejaría en paz por un rato, volvió a sentir como de una fuerte embestida le metía en la boca un pene ahora casi flácido.

-Chupa guarra, límpiamela.

La sacó de su boca y comenzó a lamer aquel asqueroso miembro hasta que este quedo limpio y reluciente por sus babas.

-Ponte a cuatro patas con el culo mirando hacia mí.

Ordenó él, ella no se atrevió a contradecirle, que temiéndose lo peor, lo hizo separando sus piernas ante él, de repente sintió como la lengua del chico recorría todo su coñito desde el clítoris hasta su ano el cual comenzó a estimular con la lengua, introduciéndosela dentro de este, aquello originó que Megara emitiese un inocente gemido, por primera vez desde que comenzó el día, estaba sintiendo algo de placer de verdad, sin dolor de por medio, pero aquello no duraría mucho y ella lo sabia, sintió como le introducía dos dedos dentro del ano y como hacia por separarlos mientras escupía en el interior de este, cuando estuvo lo suficiente lubricado, sintió como tras sacar los dedos le introducía algo de textura rugosa y demasiado duro y frío en su interior, emitió un fuerte gemido que a parte de placer denotaba demasiado dolor, no estaba lo suficiente dilatado como para que le introdujese algo mas que dos dedos, pero él le estaba metiendo uno de los pepinos hasta el interior, no era capaz de relajar el esfínter por lo que el dolor no hacia mas que aumentar a medida que le introducía aquel pepino su esfínter se rompía poco a poco hasta ocasionarle un desgarro anal, sin importarle que ella no relajara o el desgarro, comenzó a sacar y a meter el pepino con cierta fuerza dentro de esta, embistiéndola cuando podía metérselo, su ano comenzaba a dilatarse demasiado y con la sangre que había originado el pepino salía y entraba de ella sin problema alguno, Megara solo podía llorar de dolor, entonces sintió como algo recorría sus labios vaginales lentamente, no tenia la misma textura que lo que tenia en el ano, el cual le había introducido hasta el fondo y había dejado allí metido, esto estaba caliente y era algo pringoso, no supo que era hasta que sintió como atravesaba su coño con su polla rompiendo el himen sin piedad alguna, la chica emitió un grito desgarrador y de su coño comenzó a salir un hilillo de sangre entre algún que otro fluido preseminal de este, no se había puesto condón, ni llevaba lubricante alguno por lo que la penetración fue mas dolorosa aun ya que tampoco hizo por dilatarla un poco antes de metérsela, la chica gritaba de dolor mientras la enorme polla se habría paso dentro del estrecho coñito de ella desgarrándola y metiéndosela hasta el fondo una y otra vez, sus huevos chocaban contra su clítoris dándole algo de placer entre tanto dolor, mientras se la metía, comenzó a mover a la par el pepino penetrándola por los dos agujeros con ansia, ella no tuvo tiempo alguno de disfrutar pues de repente sintió como eyaculaba en ella llenándola de su apestoso semen, al sacar su miembro, a ella le temblaba todo el cuerpo, sentía que no podía sostenerse pero él no paro, agarrándole de la cintura y tras sacar el pepino de ella comenzó a encularla con desesperación, en la sala ya no se escuchaban sus llantos, ya no podía llorar mas aunque el dolor perdurase, se había quedado sin voz de tanto gritar de dolor, solo se escucha el sonido de dos cuerpos chocando y los gruñidos que el emitía al encularla con tal fuerza, sin aviso, como el resto de veces, sintió en su ano el espeso liquido, ahora en menor cantidad que llenaba su esfínter, no pudo aguantar mas, calló desmayada aun con la polla en su interior.

CONTINUARA.

[Si os ha gustado, dejar comentarios pidiendo la tercera parte de esta historia en la que Megara aprenderá las consecuencias de la curiosidad]