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En lo mas oscuro del bosque

en No Consentido

Por que no todo tiene que ser como en las películas de Disney, narraré aquí un relato no apto para mentes delicadas, si quieres continuar pensando que las hadas son dulces mariposas y los enanos bonachones mineros no continúes leyendo, pues puede que el relato te haga perder el resto hacia cualquier criatura sobrenatural...

La noche comienza a caer poco a poco sobre el espeso bosque, las copas de los árboles dejan apenas pasar los rayos de luna que iluminan tenuemente los caminos, el cazador ha decidido que es la mejor hora para cazar criaturas, sabe de su existencia y no parara hasta dar con una que pueda mostrar, harto de que le llamen loco y realmente enajenado entra al bosque con cuerdas, cuchillos, redes, todo lo necesario para cazar una de esas criaturas, provisiones por doquier, ¿Quien sabe cuanto tiempo le llevaría? Por suerte para él, menos de lo esperado, pues en el bosque, las criaturas, ajenas a su presencia comienzan a salir, los búhos en las ramas de los árboles llaman la atención de las criaturas advirtiéndoles de que la noche ha caído, zorros y demás salen en busca de alimento, las hojas crujen bajo los pies de este fornido hombre, un hombre de apenas treinta y cinco años, de pelo largo, hasta la mitad de su cuello y un flequillo que apenas deja ver sus ojos verdes, cada pelo de una longitud, un aspecto desaliñado y es que la locura por encontrar una criatura lo ha convertido en lo que ahora es, fuerte tras duros entrenamientos en el gimnasio, de facciones varoniles y alto, de metro noventa, ataviado con unos vaqueros rotos, botas de montaña y una camiseta marrón, lo único que le protege del frío es una chaqueta vaquera, pero no hace frío, la lleva en la mochila junto a sus instrumentos de caza. Camina adentrándose más y más en el bosque...

Las risas juguetonas despiertan a la pequeña ninfa que se despierta en un lecho de agua en lo mas profundo del río, es de noche, pueden salir a la superficie a divertirse, sus amigas corretean por el fondo acuático, ella, tras desperezarse las sigue, una pequeña muchacha de apenas metro sesenta, pechos firmes y redondos adornados con unas aureolas rosadas y pequeñas, su tez es pálida, blanca como la leche, unas caderas anchas que dan paso a un trasero bien puesto, sus facciones son inocentes e ingenuas, una muchacha que si ves por la calle apenas pueda aparentar diecisiete años pero que en realidad roza los cincuenta, la vida de las ninfas no es como la de los humanos, eso ha de tenerse en cuenta, una muchacha de cabello azulado, largo, hasta la mitad de su espalda, ojos de color azul, cristalinos como el agua de aquel río, su cuerpo esta desprovisto de vello alguno, no todas las ninfas son iguales, Eneade era especial, una de las mas bellas del río...

Cansado de caminar sin ver nada por el bosque decide sentarse a la vera de un río, seria mas fácil buscar si estaba descansado, las criaturas se escondían a su paso sin ni si quiera él saberlo, comenzaba a estar desesperado y apenas llevaba allí unas horas, no sabia bien como aguantaría días y días hasta dar con algo, siente calor, se acerca a la orilla del río y se arrodilla, deja su mochila a un lado y se quita la camiseta dejándola sobre esta, entre sus manos coge un poco de agua que estampa contra su cara refrescándose, un chorro sobre el pelo y se hecha este hacia atrás dejando ver su rostro, mira al río pensativo, pero algo parece moverse en el agua, el buen ojo del cazador le da a entender que no es un pez, frunce el ceño y se inclina quedando con una rodilla hincada en el suelo en una posición defensiva con la mano en la bota donde guardaba un cuchillo.

-¿Quien va? Sal, te he visto.

No obtuvo respuesta alguna a su pregunta, pero pasados unos segundos, la pequeña Eneade comienza a salir del agua. Ante la presencia de un extraño todas las ninfas se habían puesto a cubierto, mas, Eneade es curiosa y el rostro del muchacho le había parecido bello, necesitaba verle de cerca, nunca había visto un humano y estaba asombrada, aunque no tanto como el joven que la miraba con los ojos abiertos de par en par, su rostro se había tornado pálido ante la vista de un ser sobrenatural, traga saliva y vuelve a hablar con su potente voz.

-¿Que demonios eres?

-Una ninfa, mi nombre es Eneade - responde ella de forma inocente con una voz casi musical, sin percatarse del peligro que corría acercándose al humano.

-¿Una ninfa? ¿De verdad eres una ninfa? - ¡Lo he conseguido! ¡Por fin! Podré demostrar que no estoy loco - Mi nombre es Xavier, acércate, no tengas miedo.

El joven intentaba persuadir a la muchacha del peligro que corría, intentando hacerla entender que él no la haría nada, esta se acerco y con asombro toco el pecho del muchacho, acariciando sus fuertes y duros pectorales con sus finos dedos, el tacto de estos hizo que se despertase en el algo que tenia olvidado, estaba tan empeñado en encontrar un ser sobrenatural que había dejado de lado muchas cosas, entre ellas, el sexo, y ante él, ahora mismo, tenia a una hermosa joven, desnuda y a su disposición.

Enajenado y ahora cachondo, agarro de repente la mano de la ninfa con fuerza impidiendo así que pudiese tener escapatoria alguna, con una sonrisa maléfica la presiono contra un árbol de espaldas a él, la joven sentía su fina piel arañarse con el tosco árbol, no sabia que pasaba ni que iba a pasar, estaba asustada y sin poder evitarlo comenzó a llorar mientras rogaba que la soltase.

-Por favor, suélteme, no soy peligrosa, no le haré nada, déjeme volver al agua, se lo suplico- lloraba la joven mientras sentía su rostro apretado contra el árbol.

-El peligro aquí soy yo, matare dos pájaros de un tiro, demostrare que los seres sobrenaturales existen y además te follare como nunca.

Su voz sonaba violenta y eso solo conseguía asustar mas a Eneade, Xavier comenzó a quitarse las botas y de seguido pantalones y boxer, quedando desnudo y pudiendo apreciarse entre sus piernas una polla dura y venosa, el rosado glande relucía con los rayos de la luna, húmedo por la excitación, un miembro gordo de unos diecisiete centímetros de largo, la muchacha lloraba, jamás había estado con un hombre y por la dureza de los movimientos de este, ni si quiera pensaba que saldría viva de aquello.

-Dios, cuando sepan que me he follado a una jodida náyade serré famoso en el maldito pueblo.

El hombre hablaba y desvariaba sin esperar que nadie le escuchase, únicamente hablaba mientras separaba de golpe las piernecitas de la muchacha, inclinándola y haciendo que pusiera su trasero en pompa y alzándola del suelo debido a su pequeño tamaño, mientras con una mano sujetaba su rostro contra el árbol para inmovilizarla, Xavier no tardo en colocar su miembro en la pequeña entrada de la muchacha que gritaba intentando librarse de él, la dura polla del cazador atravesó de una estocada el himen de la preciosa muchacha llegando hasta lo mas profundo de su estrecha vagina, un fuerte grito de dolor resonó en el bosque entero, las fuertes embestidas del hombre comenzaron a ser cada vez mas fuertes, la sangre caía por las piernas de la chica que lloraba desconsolada, Xavier se estaba desquitando con ella, estaba descargando su rabia y deseo con la joven embistiéndola de forma salvaje, disfrutando todo lo que ella no lo hacia, por suerte para ella, la polla de este descargo dentro de su vagina completamente, el hombre, a pesar de ser tan gallito y decir en sus desvaríos que se la follaria por todos lados, no fue capaz de aguantar mas que unos minutos, quedando su miembro flácido al poco de descargar, Eneade no se tenia en pie, sentía un terrible ardor recorrer su cuerpo, el dolor de su vagina la consumía poco a poco.

Se escucharon unos pasos, un fuerte golpe en la cabeza de Xavier le hizo caer desmayado en la orilla de aquel río, unas manos alzaron el cuerpo casi desmayado de la joven y se la llevaron de allí.

habían pasado casi dos horas cuando Eneade abrió los ojos con la esperanza de que todo lo ocurrido hubiese sido un sueño, su cuerpo había sido lavado y no había rastro de sangre ni semen, pero el dolor era real, intento moverse pero no podía, su cuerpo estaba atado entre dos árboles, sus manos alzadas con tensas cuerdas que impedían cualquier movimiento y sus piernas también atadas evitaban que la joven se marchase o se defendiera, a su alrededor algunos ojos curiosos se deleitaban admirando su bello cuerpo, algunos elfos miraban con osadía a la joven llegando a acercarse a ella y tocarla, cuando pudo ver bien a sus nuevos captores distinguió a una mujer y dos hombres, uno de ellos sentado en el tocón de un árbol tenia a la mujer arrodilla ante él, chapándole la polla con ansias, una polla de unos dieciséis centímetros, algo estrecha pero con el glande mas ancho, lo que se suele conocer como pene seta, el otro hombre toqueteaba sus pechos, desnudo también, su miembro algo mas ancho y pequeño se alzaba entre sus piernas, Eneade los miro asustada sin saber bien que estaba pasando ahí. Todos eran bellos, de cabellos dorados y orejas puntiagudas, el pubis de la mujer tenia algo de vello del color de sus cabellos, una fina raya, en el resto de su cuerpo no se observaba mas vello, mientras que el que la toqueteaba contaba con una mata de pelo alrededor de su polla el otro estaba totalmente desprovisto de este, eran hombres fuertes pero no mas altos del metro ochenta, a pesar de parecer mas inofensivos que Xavier, Eneade estaba mucho mas asustada.

-Por fin ha despertado nuestra invitada, aparta Ireth, acércate a ella y démosle a esta bella muchacha la bienvenida que se merece.

La mujer, sumisa se aparto de este y se acerco a Eneade mientras el otro elfo se apartaba también, mientras los hombres disfrutaban del espectáculo, Ireth comenzó a besar a Eneade la cual se resistía para no seguir sus besos, pero eso no pareció importar a la mujer que comenzó a bajar por su cuello y a besar sus pechos suavemente, lamiendo con dulzura sus pezones, las sensaciones que Eneade sentía en este instante eran contrarias a lo sentido con el humano, sentía cosquillas y no dolor, pero continuaba negándose a seguir con esto, comenzó a pedirles que la dejasen ir, pero ellos parecían no oírla. Arrodillada ante ella, la cabeza de Ireth quedaba a la altura del coñito de Eneade, con sus manos separo suavemente los labios vaginales de esta y con la lengua, recorrió suavemente el interior de estos deleitándose con su clítoris, un gemido salio de los labios de Eneade que no entendía que estaba pasando en ese instante, que no sabia por que sentía esa sensación si en esos momentos odiaba a esos seres con toda su alma, el elfo que antes la toqueteaba se acerco a ellas dos y se coloco tras Eneade, el no saber que hacia este al no poder mirarle comenzó a poner mas nerviosa a la náyade, pronto sintió las manos del hombre que comenzaban a acariciar y apretar sus pechos sintiendo en su espalda el cuerpo de este, su dura polla se rozaba contra sus nalgas una y otra vez entrando entre estas alguna vez sin llegar a penetrarla, la lengua de Ireth bajo entre sus labios y llego a la entrada de la vagina de Eneade, entrando dentro de esta hacia que el escozor que aun sentía por la polla de Xavier, se convirtiese en placer, un sentimiento que empezaba a odiar, no sabia por que su cuerpo le hacia esto, por que se sentía llena de dicha si estaban haciendo eso en contra de su voluntad, se resistía a gemir o dar algún atisbo de placer, sus mejillas estaban sonrojadas y sus pezones duros sobresalían notablemente, lo que el hombre aprovechaba para jugar, su clítoris palpitaba amenazando con un inminente orgasmo y Ireth lo sabia, se lo lamia y le metía la lengua de forma mas rápida para sentir en breves el orgasmo de la joven que poco a poco fue curvando su cuerpo hasta soltar un fuerte gemido que hizo entender a los presentes que el éxtasis la recorría. 

Tras lamerle los flujos que resbalaban por sus piernas, Ireth se aparto dispuesta a dejar paso al elfo jefe, el otro continuaba con las caricias.

-Mi turno.

Se limito a decir mientras colocaba su polla en la vagina de Eneade y se la insertaba hasta el fondo, entrando sin problema debido a la excitación que aunque negara, tenia la joven, comenzó un vaivén de embestidas, pero la posición le comenzaba a resultar incomoda por lo que hizo que la bajasen del árbol, no tenia fuerzas para huir por lo que decidió dejarse llevar, que todo acabase rápido y así pudiese irse cuanto antes de aquel lugar.

Puesta a cuatro patas, el elfo jefe se coloco a su derecha, agarro su pierna y se la hizo pasar por un hombro, embistiéndola nuevamente estando ahora de lado, así su ano estaba disponible, algo que no desaprovecho el otro que mientras el jefe se follaba a Eneade había tenido a Ireth mamandosela con ganas, apartando a la elfa se acerco con su miembro ensalivado y se lo introdujo poco a poco por el ano hasta tenerla dentro, quedándose ahí unos segundos, sintiendo las embestidas del otro en su propio miembro, lo que le excito mas e hizo que cuando comenzase a embestirla no tuviese piedad alguna, ambos se la metían con ganas a la joven que se debatía entre el placer y el dolor, su cuerpo albergaba en esos instantes los dos sentimientos. Sus piernas eran sujetadas por los hombres mientras su parte superior estaba semitirada en el suelo sin fuerza alguna, la mujer la coloco y pasando sus piernas a ambos lados de su cabeza, coloco su coño en el rostro de la joven.

-Lámeme el coño- ordeno con una voz fina pero imponente.

Eneade, sin saber como hacer lo que la mujer le pedía, intento imitar los movimientos que había sentido ella minutos atrás, parando de vez en cuando por el placer de sentir las dos pollas dentro de si, no lo estaba haciendo mal, pues la mujer gemía complacida, el jefe continuaba las embestidas alternando el ritmo entre rápido y lento mientras que el lento extasiado por el placer la embistió una ultima vez antes de correrse en su ano, su polla estaba en lo mas hondo de ella cuando la leche salio de esta, rebosante salio de su culo cuando este saco su polla, el semen escurría por una de sus piernas mientras el jefe parecía decidido en lo que hacia, penetrándola como si no hubiese mañana. Al no sentir sujeción en su trasero, se coloco boca arriba siéndole más fácil la penetración al jefe y mas cómodo para ella en su tarea de lamerle el coño a la mujer, imitaba sus movimientos recorriendo los la parte interna de los labios de la mujer, moviendo con rapidez la lengua en su clítoris, succionando alguna que otra vez este y bajando hasta su coño, penetrándolo con la lengua hasta donde llegaba, poco a poco la cosa paso a ser de dos, el jefe con su polla aun dentro de ella, llego al orgasmo escupiendo en su interior toda la leche que le quedaba en los huevos, apartándose de ellas dos y sentándose en donde estaba en un principio para así descansar, el otro elfo estaba tirado a sus pies, por su rostro de agotamiento, habían estado ya follando antes de que ella despertase. Ireth se giro y acerco su cara al coño de Eneade mientras esta continuaba lamiendo, comenzó a lamerle el semen de ambas corridas, dejándola limpia en escasos segundos, comenzando a lamer después nuevamente el coño de esta buscando regalarle un ultimo orgasmo.

-Joder, no lo haces nada mal -le indico la elfa sintiendo como se correría en poco tiempo si seguía con sus juegos de lengua.

Eneade tampoco aguantaría demasiado, aun sentía las embestidas de ambas pollas en su interior, llegaba incluso a echarlas de menos, el placer la recorría y con a lengua de Ireth solo se acrecentaba, apenas se llevaron unos segundos de distancia una de la otra al llegar al orgasmo, acabando primero Eneade y después Ireth, haciendo que la joven le lamiese el coño hasta tenerlo completamente limpio.

Poco después Eneade, cansada por todo lo ocurrido cerro sus ojos desmayándose nuevamente, había dormido todo el día cuando los abrió se encontraba en casa, a causa de la magia de los elfos no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, pero los elfos no podían borrar el placer, placer que sentía alguna que otra vez la náyade al moverse o al rozar algo entre sus piernas, un vago recuerdo que jamás podría saber si querría recordar, como la peor noche de su vida fue también la noche en la que gozo como una perra en celo...