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Toda rebeldía tiene un precio

en Dominación

-Otra vez esta mocosa, parece que no aprende... ¿Cuando se dejara de meter en líos? es la tercera vez esta semana.

-¿Y si se lo dejamos al novato? Igual el consigue algo, nosotros ya lo intentamos todo...

-Esta bien, llámale, si no consigue nada, al menos aprenderá lo que le espera en esta comisaría.

-¡Eh, Nathan! Ven aquí, tú te encargaras de esta muchacha.

-Si, señor.

Nathan se apresuro a entrar a la sala en la que se encontraba Martina, Nathan esta recién salido de la academia de policía, es un joven apuesto y fuerte, de metro noventa y cinco, musculado, de ojos verdes y pelo azabache, sobre los veinticinco seis años, Martina, es una muchacha descarriada, como decían los otros policías, rebelde, pelirroja teñida, rubia natural, con el cabello hasta la cintura, sensuales curvas bien formadas, diecinueve años, su piel pálida llena de pecas por el rostro y ojos azules, últimamente, desde que estaba con su novio actual, acababa metida en demasiados líos, el escapaba y la dejaba a ella sola sin posibilidad de huir, por lo que la acababan pillando. Nathan la caló enseguida, pudo ver en ella lo que los otros policías descartaban, no hacia esas cosas mas que por ''amor'' un amor falso que le infundían unos cuantos tatuajes, piercing y mal comportamiento por parte de su chico, parecía una adolescente en continua rebeldía contra sus padres, Nathan no necesito mas que unas palabras para que ella bajase la cabeza humillada, al final, la dejaron irse, pero con un ultimo aviso, la próxima vez no serian tan buenos con ella.

Casi una hora después, Nathan por fin era libre, se quito el uniforme y se vistió de calle y salio para irse a su casa, pero una sorpresa le esperaba en la puerta, Martina se encontraba sentada en el suelo, acurrucada contra si como una bolita, sollozando, el maquillaje de sus ojos se había corrido por su rostro  manchándoselo entero, Nathan se arrodillo a su lado y la hizo alzar el rostro.

-Me ha dejado... Ese cabrón me ha dejado y se ha ido con una puta operada de todo- consiguió decir ella a duras penas entre los sollozos, seguido se abrazo al cuello de Nathan sin ni si quiera pedirle permiso, llorando sobre su hombro, él sin saber bien como reaccionar la abrazó también para intentar calmarla.

-Vamos, te llevare a casa Martina.

Nathan se puso en pie cogiendo a la muchacha en brazos que parecía no tener fuerzas ni para caminar, la llevo hasta su coche y la metió en el asiento del copiloto entrando en el en el del piloto, se inclino hacia ella para sacar de la guantera un paquete de pañuelos y se lo ofreció para que se limpiase el rostro, no seria bueno que llegase así a casa, arrancó el coche mientras la chica se limpiaba el rostro mirándose en el espejo del parasol.

-¿Donde vives Martina? Tus padres estarán preocupados.

-La verdad... Es que no creo que lo estén, esta noche había dicho que me quedaría en casa de una amiga para poderme ir con mi... Mi... Mi ex novio... No lo aprueban por lo que tengo que mentir a pesar de ya ser mayor de edad.

-Entonces... ¿Donde quieres que te lleve? ¿Donde vive tu amiga?

-¿Me puedo quedar contigo?

Nathan se quedo paralizado y giro su rostro mirando a la muchacha ¿Lo decía enserio? Pero ni se conocían apenas.

-Bueno... Esta bien... Pero será mejor que no lo cojas como costumbre, soy bueno hasta cierto punto.

-Solo esta noche...

Tras suspirar, Nathan arrancó el coche conduciendo en dirección a su casa, no sabia como se había metido en este lío, estaba seguro de que había sido cosa de esos dos, mientras conducía por la oscura carretera camino a la urbanización nueva, miraba de vez en cuando de reojo a la joven, iba casi desprovista de ropa, una falda ajustada en la cintura que al estar sentada se le subía casi dejando ver por completo un pequeño tanga azul, una camiseta que se colocaba  bajo la falda y que tenia el cuello tan ancho que caía una de las mangas por su hombro dejando claramente a la vista desde un lateral, la falta de sujetador, aquella chica comenzaba a causarle un gran problema en la entrepierna, esta miraba por el cristal ignorando la mirada lasciva del policía. 

Pronto llegaron a la urbanización, aparcó en el garaje pero no se bajo del coche, se quito el cinturón de seguridad y colocó una mano en la pierna de la joven que se estremeció con el contacto de este, la mano fue subiendo lentamente por su muslo, ella le miró, en un principio sin entender bien que pretendía y después con cierta lascivia y deseo, la mano se metió debajo de la falda agarrando la fina tira del tanga que se rompió con tirar un poco, seguido hizo lo mismo con la del otro lado quitándoselo así, acarició superficialmente el coño de la chica que estaba húmedo ya de excitación.

-Martina como condición de que te quedes en mi casa, vas a ser mi puta esta noche ¿Esta claro?

-S..Si...

De repente esa chica rebelde se había vuelto una sumisa deseosa de la polla de su amo. Nathan se salió del coche y Martina pronto le siguió, él se acerco a ella y la obligo a arrodillarse en mitad del garaje, aquella situación era un tanto morbosa, alguien podría llegar en cualquier momento y pillarles pero a ninguno de los dos pareció importarle eso, Martina arrodillada ante Nathan, permanecía quita mientras él hacia, se desabrocho la bragueta y bajo los bóxer dejando que su polla dura saltase de deseo, un miembro grande y gordo, las venas se le marcaban y el glande rosado sobresalía pidiendo con deseo poder comenzar el juego, Nathan agarró el pelo de Martina apartándoselo del rostro y tirando de esta acerco su cara a su polla.

-Comienza a chupar como la perra que eres.

Ella no dijo nada, saco la lengua y comenzó a lamer el glande como si de una perra hambrienta se tratase, se dispuso a lamer mas, pero Nathan se lo impidió, haciendo que se centrase solo en el glande, el chico emitía suaves gruñidos de placer, hizo que Martina abriese la boca y esta lo hizo con inocencia pensando que se la metería un poco en la boca, cuando sintió como el enorme falo del chico entro hasta su garganta provocándole una arcada que pudo controlar, tras unos segundos con la polla casi entera en su boca, Nathan agarro su cabeza impidiendo que pudiese moverla y comenzó a follarsela con fuerza, moviendo la cadera con rapidez, los labios de Martina presionaron suavemente para darle mas placer, su coño comenzaba a chorrear de deseo sin ni si quiera poder tocarse por orden de Nathan.

-Mmm... Si, perra, que bien lo haces, eres mi puta, eres mi puta perra y te voy a dar lo tuyo.

Martina sin poder contestar, se limito a emitir suaves jadeos con la boca mientras sentía como disminuía el vaivén de la cadera de este, aun agarrando su cabeza, la saco de su boca dejando que un hilo de saliva cállese hasta los pechos de la muchacha, giro su rostro y comenzó a meterla un poco haciendo que chocase contra su mejilla, el placer que le hacia sentir la boca de Martina le extasiaba. La sacó de su boca y puso de pie, se subió los pantalones y boxer pero no lo abrocho, dejando su miembro a la vista, cogió la mano de la muchacha y le hizo agarrarse a su miembro.

-Vamos, masturbame mientras vamos al ascensor.

Ella obediente y sin decir nada, comenzó a masturbarle suavemente mientras caminaban, sentía coló algo caliente recorría sus piernas, la excitación era demasiada quería que esa polla rompiese su coño de una vez.

Al llegar al ascensor, pulso el botón del ático, ella continuaba masturbándole, Nathan la giro y coloco contra el espejo apoyando las manos de la chica en esta, agarrando la camiseta, se la bajo quedándola debajo de sus pechos, dejando estos expuestos, podía verlos bien por el reflejo del espejo, con una mano los apretaba y con la otra subió la falda de la chica y separo sus piernas, comenzó a darle suaves pollazos en el culo y dejando de apretarle los pechos, separo sus nalgas acariciando el ano de la chica con su glande, fue entonces cuando ella hablo por primera vez.

-No, por ahí no, por favor, soy virgen de esa parte

-Cállate puta, eres mi perra y te doy por donde yo quiera... Me sorprende que con lo perra que eres aun no te hayan dado bien por culo todos tus amiguitos, tienes un culo tan apetecible.

Martina sabia que no tenia nada que hacer ante eso, que si el quería, se la metería sin problema por el culo. Nathan dejo caer un gapo de saliva en el ano de la joven que extendió con su polla, ella comenzaba a tensarse suavemente apretando las manos en el cristal, no tardarían demasiado en llegar a arriba y quería follarse su culo antes de eso, acaricio la entrada del coño de ella haciendo que se relajase y pensase que la penetraría por ahí, cuando se hubo relajado, Nathan tapo la boca de Martina con la mano y metió su polla en el estrecho agujero de su culo, metiéndola por completo dentro de este, bajo la mano de Nathan, se escucho un fuerte grito apenas audible al no dejarle abrir la boca, no espero demasiado a que su ano se amoldase a su polla, comenzó a mover la cadera contra esta que gritaba con la boca cerrada, por el dolor que le producía aquello, pero poco a poco ese dolor paso a ser puro placer, su ano se había amoldado ya al pene del chico y este entraba y salía de su ano sin complicación alguna, destapo su boca cuando comprobó que sus gritos habían pasado a ser gemidos placenteros, las puertas del ascensor se abrieron, habían llegado a su destino, Nathan saco la polla de ella que se quedo con el ano abierto pidiendo mas, la obligo a arrodillarse y a caminar a cuatro patas como la perra que era, fue hasta su casa y abrió la puerta, cunado ambos hubieron entrado, la cogió de la cadera y como si fuese un perro montando a otro, comenzó a follarsela nuevamente por el culo deshaciéndose entre gemidos y gruñidos de placer, la sensación que ella sentía era indescriptible, el placer era absoluto y el pequeño ano de la chica hacia que la polla de el estuviese aprisionada y le diese mas placer a el de lo normal, varios minutos estuvo dándole por culo hasta que sin avisar si quiera, se corrió en su trasero llenándoselo por completo de leche, ella gimió con cierta fuerza, estaba exhausta pero su cuerpo le pedía mas y mas. La polla de Nathan por el contrario, se había vuelto flácida, necesitaba unos minutos para reponerse.

-Ven puta, a cuatro patas, eres mi perra.

Ambos fueron hasta la cocina, Nathan, saco unas esposas de repuesto que tenía y ato las manos de ella al asa de un armario quedándola con los brazos arriba, incapaz de moverse. Cogió la pierna de la chica y se la subió a la encimera quedando su coño completamente a la vista, sus flujos hacia rato que recorrían sus piernas por la excitación, su clítoris se veía inflamado y rosado, como el glande de el en un principio, buscaba guerra, Nathan lo pellizco y tiro de este provocándole a la chica un chispazo de placer que recorrió su cuerpo por completo haciendo que sus piernas temblasen, acerco su rostro al coño de Martina y comenzó a lamer su clítoris de forma lenta, haciendo que la chica se desesperase y quisiera mas y mas, mas rápido y fuerte, mas placer si es que eso era posible, el lo hizo tras un minuto mas de desesperación, comenzó a lamerle el clítoris con ganas y fuerza, el sabor de sus fluidos hacia que su polla poco a poco volviese a la vida pidiendo nuevamente mas placer, la sensación de éxtasis que recorría a Martina en ese momento, la hizo estallar en un fuerte orgasmo que la obligo a sentarse en la encimera sin poder sostenerse por las fuertes contracciones de su coño, su respiración estaba acelerada, pero Nathan no le dio tiempo para descansar, antes de poder hacer nada, Nathan ya se había puesto un condón que guardaba en su pantalón y se la ensarto completamente en el coño, que hizo que el orgasmo que ella sentía en ese momento, se alargase mas aun perdiendo durante unos segundos el control completo de su cuerpo, las fuertes embestidas de Nathan contra ella hacían que la encimera se moviese y chocase contra la pared, pero los ruidos de los golpes eran disimulados por los gemidos que salían sin control de la boca de Martina, sus pechos se movían botando descontroladamente cada vez que los dos cuerpos se juntaban con un ruido sordo, sus pezones rosados estaban duros, Nathan acerco su rostro a estos comenzando a mordisquearlos y a lamerlos con ganas sin cesar los golpes de cadera, el placer no tardo en convertirse en éxtasis nuevamente en el cuerpo de Martina que estallo en un nuevo orgasmo, el sudor resbalaba por sus cuerpos, Martina no podía mas, sentía que se desmayaba ante tanto placer, Nathan continuaba con las embestidas hasta llegar al punto máximo, metiendo su polla por completo dentro de ella y manteniéndola mientras su miembro expulsaba los fluidos que quedaban en esta.

Saco la polla del coño de Martina que permanecía sentada sin muchas fuerzas en el cuerpo y  se quito el condón, tras atarlo lo tiro a la basura, desato a Martina y la hizo arrodillarse nuevamente ante él, comenzó a lamerle la polla hasta dejar esta limpia por completo.

-Martina, desde hoy serás mi perra, solo mía, obedecerás mis ordenes, cuando yo te lo ordene estarás lista para mi, sea donde sea y a la hora que sea ¿Entendido?

-S..Si señor...

-Llámame ''amo'', ahora soy tu dueño.