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Conociendo mi destino [Parte I ]

en Gays

[Este relato no tiene sexo intenso, eso sucederá en la continuación si es que queréis que prosiga, sin embargo, si tiene algo de manoseo y masturbación no consentida y una leve mamada, aviso para no tener después malas criticas por no haber echo un relato con sexo duro o algo así.]

Aun puedo acordarme de aquello, como si hubiese sido ayer, como si no hubiese pasado el tiempo y aun le tuviese entre mis brazos… El tiempo pasa rápido y a penas nos damos cuenta, comenzare mi historia desde el principio, si, pero antes, dejar que me presente.

Mi nombre es Javier, soy alto y según las damas bastante atractivo, llevo el pelo corto, cuando era pequeño, este era de un rubio claro pero a medida que crecí, se oscureció hasta parecer casi castaño con reflejos dorados, unos ojos azules como el agua, se podría decir, que soy el típico chico perfecto, el príncipe de muchas, pero no lo soy, tengo veinte años y esto ocurrió cuando aun tenia dieciocho.

 

- ¡Estoy harta de ti! ¿Por qué no puedes ser… No se, diferente? - gritaba ella en mitad del parque, harto, harto me tenia a mi con tanto griterío, ¿No podía resignarse? No iba a cambiar por ella- Si va a ser así siempre, creo que será mejor dejarlo…

Se notaba en su voz que esperaba que me negase a ello, que le dijese algo como ‘’No, cambiare, lo prometo, no te alejes de mi’’ o cualquier ñoñeria de esas, pero como ya dije, no soy el príncipe que todas esperan.

- Esta bien, hasta otra Betty.

Sin decir nada más y dejándola aun con la palabra en la boca, me subía  la moto poniéndome el casco y arranque a toda potencia alejándome de allí lo más rápido posible, allí estaba yo, dejando a una pelirroja despampanante plantada. ¿Qué se me pasaba por la cabeza en ese momento? No lo se, me había liberado de esa atadura y tenia dinero, mucho dinero, solo quería vivir la vida, por lo que tome la autopista y acelere al máximo por aquel camino negro esperando llegar a algún sitio, alguna aventura, y allí, es donde llegaría, a una aventura que jamás llegaría a soñar, un chico como yo, un… Un machote por así decirlo… Que equivocado estaba en aquel entonces…

 

Estaba anocheciendo, seria mejor buscar algún lugar donde dormir y repostar, si no lo hacia acabaría tirado en mitad de la carretera y no me apetecía lo mas mínimo hacer autostop. Cuando era pequeño, mi padre solía traerme por estos lugares, si no se había confundido de carretera, pronto llegaría a un pequeño pueblo casi abandonado, tras media hora mas de camino, así fue, llegue a aquel lugar, perfecto para una película de miedo, incluso tenia la niebla, ¿De donde demonios había salido tanta niebla? Suspiro y aparco en una gasolinera, por las horas que eran estaba cerrada, debería esperar a que amaneciese, vaya lata, al menos, en esos momentos, rezaba por que algún hotel o motel o lo que fuese estuviese abierto, entre al bar, o restaurante, ni se que era, pequeño y algo mugriento, normal que el pueblo este desierto, si todos son como los de ese bar, nadie querría vivir en su propia mierda.

- ¿Hola? ¿Hay alguien por ahí? Soy un cliente, de esas cosas que os hacen falta por aquí… - grite a pleno pulmón sin importarme lo mas mínimo molestar a alguien con mis groserías – Va, esto esta abandonado, será mejor que me vaya.

 

Justo cuando me disponía a salir por la puerta, una dulce voz llamo mi atención tras de mi, haciendo que me girase para ver quien hablaba.

- Lo siento, me han dejado solo y estaba dormido… No pasa mucha gente por aquí… ¿Qué deseas? – dijo la vocecilla, en un principio, habría dicho que era una chica quien me hablaba, pero no era así, un joven, pelirrojo, teñido claramente, se encontraba junto a una puerta que daba a unas escaleras, supongo que eso daría a su casa o algo,  se estaba frotando uno de esos pequeños ojos de color azul oscuro, con la poca luz que había, habría dicho que eran negros, pero tras fijarme, me di cuenta del pequeño resplandor azul que emitían, era un crío, ¿Cuánto? ¿Quince? ¿Dieciséis años? No pude casi distinguir su cuerpo, lo llevaba tapado con una amplia camiseta blanca, a ambos lados de su cuerpo caía uno de sus bracitos, como si pesasen dos toneladas, con la otra mano, en esos momentos se tapaba la boca pues un bostezo salía de sus finos labios, me había quedado embobado mirándole… A un chico ¡Yo! No, no, no, no podía estar pasando eso, si hasta me da asco cuando los veía besarse en el parque, no podía, no puedo ser gay… Salir corriendo, eso quería hacer pero mis piernas no respondían, su voz volvió a sacarme del trance - ¿Hola? Me gustaría volver a la cama, ¿Quieres algo o no?

 

- ¿Ehm? Si, si, claro, quería un cuarto donde pasar la noche ¿Sabes de algún hotel o algo? – carraspee levemente mientras intentaba apartar la vista de ese chico para concentrarme en lo que había ido allí a buscar.

- Estas en el único hotel de todo el pueblo, si quieres te puedo dar un cuarto, es barato… - el chico fue tras la barra del bar y saco una libreta buscando algo, supongo que los precios pues por lo vacío que estaba el aparcamiento, allí no había nadie mas que ellos dos – diez euros por noche ¿Cuánto te quedaras? ¿Un día? ¿Dos?

 

- Un día de momento, depende de cómo me encuentre aquí, ya decidiré si me quedo más o me largo de aquí- mi voz parecía intimidar al muchacho, tal vez debería relajarme un poco, no quería que el pobre saliese por patas.

- Esta bien ¿Cómo te llamas? – el chico había sacado un bolígrafo y apuntaba en la libreta los datos, supongo que para controlar a los clientes ¿De verdad? ¿No le bastaba con el dinero? Ni que me fuese a escapar, no tenia gasota en la moto y no abrirían la gasolinera hasta mañana.

- Javier, Javier Gómez, tengo dieciocho años, por si crees que me escape de casa o algo- dije con un tono chistoso.

- Tranquilo, te echaba mas- dijo como si nada apuntando en la libreta, aquello me choco demasiado, ¿Me acababa de llamar viejo un crío? Un bufido salio de mis labios- Tú cuarto es el nueve, sígueme, te llevare hasta allí.

 

- No, espera, me apetece tomar algo ¿El bar esta abierto? – dije algo molesto por el echo de haberme llamado viejo.

- S-si, aunque no se me da bien lo de preparar cócteles y esas cosas… - el niño se llevo el dedo índice a la boca, mordiéndoselo mientras esperaba mi pedido.

- ¿Una cerveza podrás darme no? – se limito a asentir y a buscar una en el congelador, tras servirme el botellín, se quedo allí, de pie, mirándome, esperando algo mas, estaba claro que no me dejaría solo, por lo que decidí entablar una conversación- ¿Cómo te llamas chico?

 

- A-Alex, señor- su voz se entrecortaba de repente, se notaba que ya había despertado y su timidez le invadía por completo.

- Llámame Javier, ¿No eres muy pequeño para estar tu solo aquí, Alex? – alce una ceja mientras preguntaba eso, me lleve el botellín a los labios dándole un trago a este, que ricura, fresquita, el espumoso liquido caía por mi garganta inundándome de ese amargo sabor.

-S-si… Pero mis padres t-tenían una boda y no tenían a quien dejar esto y como no entra nadie, pensaron que podría quedarme yo a-aquí…- el chico siguió hablando pero a quien vamos a mentir, no me interesaba en absoluto por que le habían dejado allí, en estos momentos solo quería verle hablar, entretenerle de algún modo para que no volviese a irse y me dejase solo.

Sin saber como, la niebla se había convertido en una tormenta eléctrica, un rayo cayo cerca del lugar y debió de llevarse por delante algún cable de la luz pues en cuestión de segundos, el bar se quedo a oscuras por completo, lo que ocasiono un grito por parte del chico, parecía asustado, muy asustado, apenas le veía ya que la luna estaba tapada por nubes, pero la luz de los rayos me permitía verle fugazmente, realmente estaba asustado.

- ¿Acaso le tienes miedo a las tormentas, chico? – dije en un tono guasón, divertido por la situación.

-N-no, teng-go mi-miedo a la os-oscuridad… No veo nada… Por fa-favor, no me dejes solo, po-por favor…

 

No dije nada mas, salte al otro lado de la barra e hice lo que llevaba esperando desde que le vi, le estreche entre mi brazos con fuerza para que el pequeño no tuviese miedo, que supiese que no esta solo, el se aferro a mi camisa con fuerza como si así redujese su ansiedad, una pregunta rompió el silencio, una pregunta que no me esperaba pero a la par ansiaba.

- ¿Po-podría… Dormir con-contigo… Esta noche?

Sin darme ni cuenta, en mi rostro había dibujada una estúpida sonrisa, suerte que nadie estaba allí para verla, que la oscuridad era tal que ni el niño le podía ver, tarde un rato en responder, estaba barajando las posibilidades de respuesta, si le decía que no, el chico acabaría en algún rincón llorando por el miedo y no podría dormir, si le decía que si, acabarían en la misma cama, abrazados, durmiendo claro, demasiado shock llevaba yo ya encima con lo de sentirme atraído por un chico, como para además llegar y acostarme con el la primera noche, ni en broma, eso no pasaría nunca, me negaba, a mi me gustan las chicas, hermosos pechos con sus pezones buen marcados y esos jugosos coñitos rasurados, no pollas calientes y duras, ya tiene una, ¿Para que quiere mas?

-Claro nene, vamos, guíame al cuarto, puedes quedarte sin problema alguno.

Ambos caminamos por la oscuridad, la mano de el chico cortaba la circulación de la mía de lo fuerte que me agarraba, pero no me queje, no iba a quejarme por es minucia, llegamos a un cuarto, me acerca la llave que llevaba en la otra mano, estaba sudada y caliente, abro la puerta y entramos dentro cerrando tras de nosotros, tiro la llave a una mesita mientras el chico se metía en la cama, como si las sabanas le protegiesen de algo, realmente parecía un crío, a la mente se me vino otra pregunta ¿Qué años tiene? No se lo había preguntado aun. Aprovechó esos minutos para ir al baño, necesitaba descargar su vejiga aunque el chico sollozaba por su ausencia, debió de entender que necesitaba ir al baño pues no se quejo por que lo quedase solo, mientras orinaba, alce la voz para volver a preguntar.

- ¿Qué años tienes niño?

- Qu-quince… Tengo quince años…

 

Había acertado con las suposiciones, me acerco de nuevo a la cama tras lavarme las manos y me meto dentro de esta, era un cuarto sencillo, paredes blancas, un televisor algo viejo que seguramente ni iría, una cama de matrimonio, un armario empotrado, dos mesitas de noche y el baño, simple pero algo acogedor, tal vez me quedara por allí mas tiempo, así podría conocer mejor al pequeño Alex. Mientras intentaba encontrar la postura perfecta para dormir, sentí los brazos del niño rodearme de repente y como apoyaba su cabeza sobre mi torso desnudo, antes de entrar a la cama, me quede únicamente en boxer, como solía hacer siempre para dormir, acaricie el pelo del pequeño y le di un suave beso en este, tenia grandes tentaciones de explorar al muchacho, de saber que había bajo es camiseta tan grande, ¿Cómo estaría el chico?

Asegurándome de que dormía, nos destape a ambos y con mucho cuidado le tumbe a mi lado, me quede unos segundos inmóvil hasta que confirme que el chico no había despertado, entonces agarro los bajos de la camiseta con una mano y con la otra alzo un poco el cuerpo del chico, poco a poco subo la camiseta hasta llegar a quitársela entera, me quede pasmado viendo el cuerpo del chico, a pesar de ser tan joven, tenia un cuerpo bien formado, algo musculazo, pero no de esos músculos que obtienes en gimnasio, mas bien por correr o cuidarse el mismo, pasó lentamente la mano por su pecho, bajando y acariciándole los abdominales, llego a la cintura y sin darme cuenta antes, me quedo petrificado al darme cuenta de que el niño no lleva ningún tipo de ropa interior, trago saliva admirando el pene de este, flácido, blandito, respiro hondo, si el niño duerme no pasara nada, nadie sabrá que probé aquello y no podrán tacharme de gay, así podría descartar de una vez que me gusta esto, pendiente de que no se ha despertado, agarro su miembro con cuidado, no es muy grande, normal a esa edad, tan tierno, presiono levemente, esta blandito, me gusta esa sensación, mis mejillas comienzan a sonrojarse, le suelto el pene rápido, ¿Se esta excitando? El pene del chico creció levemente aumentando un poco su tamaño, me muerdo el labio con suavidad y vuelvo a tocarlo echando el pellejo de su miembro hacia atrás, dejando ver su hermoso glande, noto que en mi mano crece y se vuelve mas duro pero cuando ha llegado al máximo, apenas es la mitad del mío, me muevo lentamente hasta quedar entre sus piernas, moví la mano de arriba abajo lentamente echando hacia atrás el pellejo, dejando nuevamente el glande a la vista, acerco mi rostro y doy un lametazo en este, parece gustarle pues de la boca del niño sale un suave gemido, le miro temeroso de que haya despertado pero no es así, sonrío, vuelvo a repetir el lametazo varias veces mientras mi mano se mueve de arriba abajo, siento la suavidad de su miembro, apenas tiene pelo en su cuerpo, aun es un crío, durante un segundo, me siento un ruin pederasta, pero no es así, solo nos llevamos tres años, ni que yo fuese un viejo verde o algo así.

Soltándole el miembro, paso la lengua de la base a la punta, cada vez mas excitado pues Alex no deja de gemir con cada caricia o lametón, me estoy poniendo a cien, o no, me gusta, me gusta mas que si fuese una chica, no puede ser, yo no ¿Gay? ¿Por qué? Ya pensaría en esto mañana, en estos momentos lo que quiero es seguir con esto, seguir chupandole el pene al pequeño, aparto la mano y me la introduzco en la boca, el sabor es dulce a pesar de todo, me excita mas el pensar que soy el primero en probarla, la saco de la boca y presiono con la lengua su glande, comienza a salir fluidos, pero aun no se va a correr, pruebo el sabor de esto, es algo amargo pero no me desagrada, sigo lamiéndole con ganas mientras le masturbo de nuevo ahora con mas facilidad por los fluidos, aumento la intensidad y decido lamer sus huevos, el niño gime mas alto, doy gracias a Dios por estar solos en el hotel, lo estaría oyendo todo el mundo, sin previo aviso, Alex se corre en mi boca, muy poca cantidad, lo lamo tragándome aquello, es mas amargo aun que los fluidos, una leve mueca de asco se dibuja en mi rostro pero aun así lo trago, lamiéndole de nuevo para limpiarle, le pongo la camiseta, nadi puede saber lo que ha pasado aquí, pero ¿Qué ha pasado? Ni yo mismo lo se, me siento a su lado y me doy cuenta de que del elástico de mis boxer sobresale el capullo rosáceo de mi polla pidiéndome desesperadamente un alivio, me bajo los boxer y me dispongo a pajearme pero se me ocurre algo mejor, agarro la mano del niño y escupo en mi polla, con su mano, comienzo a hacer que suba y baje la mano mientras de mis labios salen gruñidos de placer, sus pequeñas manos se ajustan a la perfección al grosor de mi miembro, sus manos suaves y algo frías me están proporcionando una sensación que no había sentido antes, aquello era como hacerse una paja con la mano que no sueles usar, es torpe, pero aun así te gusta, miro al chico, me quedo petrificado ¿Ha parpadeado? Juraría que si, pero tras unos segundos no se mueve, habrá sido mi imaginación, sigo haciendo que mueva la mano, como me gustaría que en vez de su mano fuese su boca o tal vez su culito respingon, pero no podía ser, no sin despertarle, bufa, tendría que acostumbrarse con esto, movía la mano del chico rápido y lento alternando diferentes movimientos y velocidades, el calor aumentaba poco a poco, el placer cada vez era mas intenso, en mi miembro se marcaron las venas dando a entender un próximo final, me corrí, sobre la mano del chico manchándome también mi abdomen y algo las sabanas, ojala no se note mucho, me dio una ducha muy rápida y limpie las sabanas como pude, entonces me fije en su mano, estaba pegajosa, me mordí el labio pensativo y se la acerque a la boca, no se si por instinto o por que, pero el chico comenzó a lamerse la mano con ganas hasta que no hubo quedado rastro alguno, suspire levemente y me acerque a el besando sus labios, con dulzura, con ganas, no había otra respuesta, me atraían los chicos, este al menos, no podía confirmarlo de otra forma mejor…

Me acurruque en el tranquilamente y sentí como me abrazaba, al poco rato me había dormido.

 

- ¿Se puede saber que haces durmiendo con un desconocido? -  gritaba una voz desconocida.

- ¿Te ha violado? ¿Drogado? Hay mi pobre hijo a saberse que le han hecho – respondía otra voz.

- No mamá, es un amigo, anoche había tormenta y se fue la luz y no quería dormir solo- esta voz si la reconocía, era Alex.

Abro los ojos aun adormilado, bostezando, no veo nada, la luz me ciega, me froto los ojos y después los entrecierro hasta que logro ver algo, dos personas mayores, un hombre y una mujer, por lo que habían dicho antes, debían de ser los padres de Alex, su madre lo abrazaba protectoramente mientras que su padre me miraba, imponía demasiado.

- ¿Qué le has hecho a nuestro hijo? ¿Por qué dormía contigo? – su voz imponía aun mas, trague saliva antes de atreverme a decir nada.

- N-nada, tenía miedo y me pidió que durmiera con él… No ha pasado nada señor, a mi me gustan las mujeres…

 

Aquella mentira pareció relajar al hombre pero sin embargo, Alex, salió corriendo del cuarto para irse, supongo que al suyo, el hombre tras pedir disculpas por el malentendido se fue de allí y la mujer, amablemente me invito a desayunar por las molestias, yo acepte y cuando estuve solo, comencé a darme una ducha calentita y tranquilo, mirando al agua caer ¿Por qué a Alex le había molestado lo que me gusten las mujeres? Quien sabe.

Ya vestido con la ropa del día anterior, baje de nuevo al bar, de día aquello tenia mejor aspecto, no parecía tan sucio y abandonado, me senté en una mesa junto a una ventana, la madre de Alex me trajo una bandeja con café y unos bollos, se lo agradecí y pregunte por Alex, pero me dijo que se había encerrado en su cuarto, encogí los hombros y me informe sobre lo que tenia ese pueblo, tal vez tuviese algún sitio donde encontrar ropa o algo, por suerte fue así, el pueblo no era tan pequeño como parecía de noche, menos mal.

Tras acabar el desayuno y echarle gasolina a la moto, me dirigí al centro del pueblo, siguiendo las indicaciones que me habían dado, llegue a una especie de calle comercial, había varias tiendas, menos mal, compre una maleta pequeña y la rellené con varias prendas de vestir, mudas de recambio y algunos utensilios de higiene personal, cuchilla de afeitar, espuma y cosas de esas, ya casi por la tarde, tras haber dado una vuelta a todo el pueblo, regrese al hotel para dejar la maleta en el cuarto, si, definitivamente me quedaría por allí un tiempo.

CONTINUARA