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Con prisas pero complacida

en Zoofilia

Las clases de música de Ana terminaron y mi madre decido trabajar más desde casa, lo cual dejaba poco tiempo por no decir ninguno para que Currito me hiciera suya, no paraba de desearlo, quería sentirlo a todas horas, entregarme a él, sentir a esa bestia creciendo en mí. Los dos éramos unos expertos el uno en el otro, sin duda la postura perfecta era la que de forma casi instintiva tome la primera vez; apoyando mis rodillas y mis codos en el suelo quedaba a la altura perfecta para él, y la perfecta para mí cuando conseguía abrir los ojos y mirar a través de mi piernas contemplando  él va y ve de Curro.

Pero la tortura veraniega estaba siendo infernal, mi hermana prefería el frio a potencia ártico del aire acondicionado con tardes de sofá y películas, mi madre hacia lo mismo cambiando las películas por sus dramas de trabajo… y yo no podía dejar de imaginar y desear ser montada por mi fiera que en su mirada reflejaba el mismo deseo, pero los dos nos limitábamos a recuerdos, recuerdos añorados que ni siquiera los encuentro con mi novio Alex en la parte trasera de su Renault Clío hacían apagar.

El verano asfixiaba  las tardes lentas y  en el que solo la piscina y tomar el sol intentando broncear mi blanca piel eran mis obligaciones, “adiós Clau” retumbo en el habiente, la voz era de mi madre, yo tumbada en la toalla alce la cabeza y mientras con una mano me hacía sombra en mi rostro la otra la despedía, tarde de compras… eso suponía muchas horas hasta que volviera, mi corazón se empezó a acelerar, mire a Curro que estaba en la sombra más cercana, tendido sobre el césped, mi cabeza funcionaba a mil buscando posibilidades pero Ana seguía en casa, y no se movería a no ser que la derrumbara.

Me senté en la toalla con mi fino biquini azul cielo, apoye mi barbilla en mi mano y el codo en mi pierna entrelazada con su pareja calentada por el sol, -vamos tiene que haber alguna forma, el cuerpo me iba a mil, hacia como un mes y medio que Curro no me hacía suya. Con la mirada perdida en nada vi la caseta de la piscina, sin ventanas, puerta con cerradura… mi cuerpo se acerero más aun, pero ¿si baja Ana? Me escucharía, no lo sabía, me levante y salte hacia el agua, intentando aliviar mi cuerpo de la lujuria que deseaba, el refrescante agua se abrazó a mi cuerpo y tarde lo más que pude en salir a la superficie.

Salí y me apoye en el borde, con mis brazos apoyados entrelazados en el saliente, mi barbilla posada sobre mis muñecas, Curro estaba expectante aun a la sombra, el agua no había conseguido aliviar mi deseos, un discreto silbido y curro vino hacia a mí, contento y ya con la lengua fuera, dos afectuosos besos se repartieron entre mis brazo y cara, con una mano le acariciaba su rostro y la mirada se fue por si sola a lo que tanto me llenaba, ahí estaba a salvo del mundo, a salvo de mí, solo veía la funda con su pelaje canela pero sabía de sobra lo que había dentro, y lo quería para mí.

No puedo más me decía para mí, y de forma apresurada Salí de la piscina, curro correteaba y saltaba junto a mí, mientras yo me dirigía a la caseta con paso decidido, mire para mi casa y seguía cerrado a cal y canto ni siquiera las persianas estaba subidas en su plenitud, volví a mirar la pequeña caseta y seguía tan decidida, hasta que me frene en seco, dos segundos bastaron para hacerle caso al duende malo y volver a enfilar el rumbo de la perdición, -solo dejare que me lama pensaba, -solo eso, pero creo que solo intentaba convencer al duende bueno. Entre y eche toda las vueltas al cerrojo que podía, y me quede deseando que tuviese alguna mas, una tenue bombilla iluminaba y algunas gotas de sol que se colaban por las juntas de aquella caseta de mal gusto, el solo dejare que me lamiera se debió de quedar fuera de la caseta, antes de darme cuenta me baje la parte baja de mi biquini mientras me ponía de rodillas en el suelo cementado que  tan poco cariñoso seria con ellas, la pequeña prenda quedaba enrollada en mis muslos, ahora solos me repetía que no me quedaría atada, solo sentirla dentro decía mi cabeza, pero mi cuerpo deseaba más. Mire a mi alrededor rodeada de tubos y depósitos, productos de piscina y demás utensilios, curro me intento montar por la cabeza, y yo me daba azotes en mi muslo para que fuera por el lado correcto, pero él también estaba ansioso, me incorpore quedando solo de rodillas para llamarlo y el acelerado se fue por el lado correcto, salto y él fue el que termino de doblar mi cuerpo para dejarme a su merced, por fin era suya, mis rodillas clavadas en el cemento y mis codos no podían ser menos, notaba sus uñas y su baile aproximándose a mí, mi mano lo tuvo que guiar, no sé si por el sitio o por las ansias pero estaba algo torpe, mis finos dedos guiaron su fina punta hasta mi puerta, pero el nervioso se bajo, “vamos currito, vamos” susurraba mi voz temblorosa, curro se volvió a subir, la puta ya asomaba del rojo más intenso y de una embestida entro la punta y todo lo que venía detrás, mi mano volvió rápida a apoyarse en el suelo para aguantar las embestidas, mis pies se levantaron del suelo y el peso de nuestros cuerpos se clavaban en mis rodillas.

De la primera embestida me hizo contar un millón de estrellas, a pesar de estar muy mojada, note como de mi garganta broto un gemido profundo -me van a escuchar pensé, cerré mi boca lo más fuerte que pude mis gemidos eran largos y profundos, mezclado de placer y pasión, apagados en una boca cerrada, notaba como curro se iba haciendo grande  dentro de mí, como mi vagina se ajustaba a él, me faltaba el aire, mis pelos mojados se movían al ritmo que curro marcaba, y mis pequeños pechos liberados también de la parte superior del biquini no sé si por mi o por curro temblaban a un ritmo frenético, mis pezones estaban duros y asomándose al mundo, como si quisieran salir de mi cuerpo, huir de mí, miraba a través de mis pechos y apreciaba las embestida de curro a través de mi bajo vientre siempre plano pero en ese momento se apreciaba como hacia hueco para alojar lo que tenía en el interior.

De la nada arranco un motor que me asusto, y antes de pensarlo mi boca se abrió por sí sola, ese ruido apagaría mis cantos pensé, grite aliviada y respire como me hacía falta respirar hacía rato, a bocanadas, curro ceso su vaivén y yo a pesar de ser atea mencione a dios antes de estallar en otro orgasmo más en tan poco tiempo, mis quejidos se hacía largos y solo los cortaba el emanar aire, poco a poco me fui relajando, sintiéndolo palpitar dentro de mí, sintiendo mi cuerpo adaptándose a tal miembro, con una voz rota, desecha y temblorosa acerté a decir en susurro –o dios mío, Curro como me gusta tenerte dentro, Curro secaba el pelo de mi nuca con su aliento, el también disfrutaba penetrándome, estaba exhausto recuperándose sostenido en mí.

Había intentado no quedarme atada a él, y recobrando la vida me quería morir, como he podido hacer esto, no dejaba de preguntarme, no estás sola decía en susurros y con la voz algo más echa. Paso poco tiempo hasta notar que curro se quería liberar de mí, yo también tenía prisas asi que cuando note que tiraba apreté con todas mis fuerzas hasta que se escuchó sonar el plof que me daba la liberta, un suspiro hondo y disimulado salió de mí, el sonido del motor que me camuflaba tendrá que ver durado algo más, detrás de esa liberación salió algo del jugo de mi bestia acompañado del sonido del aire que curro había metido con sus embestidas, tense mis musculo todo lo que pude, no quería soltar la enorme carga que había en mi interior en aquel suelo que no podría limpiar, me repuse las piezas que cubrían mis zonas más secretas, y me apresure a salir de aquella cueva del placer, al ponerme de pie note como mi palpitante vagina no tenía fuerza para contener el dulce veneno de curro al que me había hecho adicta, y mi húmedo biquini se mojó más, Salí de la caseta con cuidado, me puse en cuclillas en el sombrío fresco césped y no me dio tiempo a apartar la húmedo prenda cuando de mi emanaba un chorro enorme de pecado, calaba a través del biquini y entre la fina costura que terminaba en mis inglés, curro metió el hocico queriendo probar su propio manjar, pero yo se lo impedí, entre en casa, y su fresco azoto mi sudado y acalorado cuerpo, mis rodillas rojas algo selladas seguían temblorosas, y mis arañazos en la cintura, -no puedes hacer esto no dejaba de decirme mi mente, pero definitivamente había ocasiones en las que mandaba mi cuerpo y no mi mente.

Tenía que pasar por el salón para subir las escaleras que subían a mi habitación, y Ana estaría viendo algunas de sus series estúpida, maldecí a su estúpido novio por no estar con ella en algún lugar bonito a miles de kilómetros diciéndole lo que la quería, pero por suerte Ana dormía, subí de puntillas los escalones y fui directa al baño, a lavar mi pegajosas piernas y mi interior en el que las escaleras se había encargado de exprimir lo que yo no pude en el jardín.

El baño limpio mi cuerpo de los restos que curro había dejado apagando asi mi fuego, pero todavía no estaba apagado del todo, aún quedaban rescoldos, había sido muy intenso pero a la vez muy breve y temeroso, por suerte no pasaron muchos días hasta que Curro volviera aliviar mi cuerpo como nunca antes lo había hecho.

Un saludo. Gracias por vuestros comentarios :-)