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Sandra Erótica (2) La orgía más rara de este mundo

en Trios

Ésta es la continuación de Sandra Erótica (1) El desenfrenado inicio de todo, publicado en Hetero Infidelidad

http://www.todorelatos.com/relato/116308/

2.

Nunca me han disparado, pero supongo que así se siente cuando te vuelan la tapa de los sesos.  Todo pasa muy rápido. El universo se pone al revés, al mundo lo veo como en una pantalla, donde yo ya no estoy, no decido, y no siento nada (de culpas, porque mis sentidos están prendidos como nunca).  En la pantalla del televisor (con efecto 3D) se puede ver lo siguiente: Yo estoy agarrándole las nalgas a mi mejor amiga. Ella me besa como si en ello se le fuera la vida. Mi mejor amigo trastabilla para salir de la alberca mientras dice "eres un hijo de la verga, eres un hijo de la verga cabrón", hasta que se oye un portazo.  Laura le dice a Pedro "Vámonos", y yo casi alcanzo a escuchar que le dice "ya no te juntes con esa chusma".  Risas grabadas.  Su hermana deja de leer, se para y encierra en un cuarto con ellos, nunca quita la cara de asco.  Y la vieja con la que he estado cachondeando toda la tarde, la que hace apenas unos segundos era el centro de mi universo y cuya vagina había temblado en mis dedos hacía unos minutos, se acerca con 3 cubas en las manos y se mete en la alberca pegadita a nosotros, nos mira con una sonrisa de camarera y nos dice "¿Gustan…?" Más risas grabadas.

Claudia deja de besarme y agarra el vaso con una mano pero deja la otra alrededor de mi cuello haciendo notar que no pretende soltarme.  Yo tomo el vaso y de pronto tengo una sed tremenda.  Ninguno dice nada y nos empinamos el vaso hasta el fondo. Sandra nos mira con una sonrisa plena, como cómplice, pero no puedo asegurarlo.  Esta demasiado pegada a nosotros, demasiado pegada a mí. Somos como un grupito de gente que se reúne para contarse un secreto. Aunque claramente ya no hay nadie cerca. Todos los demás han salido de escena.  

-¿Verdad que este cabrón besa bien rico? – Dice Sandra, sin dejar de mirarme.     

Y sin esperar respuesta, su lengua empieza a buscar no sé qué cosa en mis muelas posteriores.

Otro balazo en la cabeza… La pantalla con todo y sus efectos 3D vuela en pedazos dejándome a mí dentro de la escena. Todo es muy extraño.  Empieza una especie de batalla sorda.  Estoy contra la pared de la alberca. Mientras Sandra me besa, Claudia me acerca a ella como reclamándome, y apenas dejo de besar a Sandra, Claudia se me pega todita, dándole la espalda a Sandra y comenzamos a besarnos y fajotearnos.  Y si Claudia se separa de mí unos milímetros Sandra se mete (quién sabe cómo) y comienza a besarme ella.  Pero como Claudia no me suelta del cuello, en un instante ya la estoy besando de nuevo. Yo no sé cómo comportarme ante esas dos bellezas que parecen turnarse para decir, es mío, no, es mío, no, es mío… Yo solo pienso, estoy tan cerca, tan cerca, tan cerca... 

Entonces Sandra hace como que se aleja y yo le agarro del brazo. Me pongo loco, desesperado. Ya no pienso, pura reacción.  Separo bruscamente a Claudia de mí, aunque se resiste.  Le tomo su mano y se la llevo a mi verga, que ultra parada espera que alguien la toque. Después le agarro el sostén del bikini y se lo jalo con fuerza hacia abajo, dejando sus grandes tetas al aire. Esto parece asustarlas. Veo durante un segundo los ojos de Claudia, sólo para asegurarme que no se irá, con la mirada le digo, te quedas perra y me la sobas… Después, agarro a Sandra por la cintura y la beso con fuerza. Al mismo tiempo, con  la otra mano tomo a Claudia del sostén que cuelga de su cuello y la jalo hacia mí sobándole los pechos.  Entonces, bajo mi mano a las nalgas de Sandra, tomo su tanga y empiezo a bajarla, ella me ayuda a hacerlo.  Una mano mía esta en los pechos de Claudia, deliciosos, grandes y fantásticos, inacabables. Y la otra dentro de Sandra, húmeda, tersa, cavernosa, universal, ya sin la parte de abajo de su bikini. Noto que Sandra empieza a acariciar las nalgas de Claudia con timidez y eso me excita muchísimo. Dejo de besar a Sandra porque ya le cuesta respirar y sus movimientos de cadera pendulares anuncian un nuevo orgasmo. Definitivamente Sandra está muy cachonda o es de facil orgasmo.  Claudia besa mejor y más delicioso. Así que la beso mientras mi mano, otra vez, le saca jugos y un orgasmo a Sandra.  

Ésta vez no hay gritos ni desmanes, en vez de eso, Sandra se voltea hacia Claudia y se abraza a ella mientras tiene el segundo orgasmo de la noche.  Aunque Claudia no lo espera, tampoco parece molestarle. Deja de besarme y recibe el abrazo y el orgasmo de Sandra, casi podría decir que con gusto, cálidamente. Nos detenemos por un instante. Claudia y yo nos volvemos espectadores del sabroso momento de Sandra y la dejamos terminar, viéndola y disfrutando su disfrute pleno. Esperamos sin prisas ni presiones a que regrese con nosotros para decirle hola, qué tal, cómo te fue… ¿rico?, y así estamos unos segundos.  Sandra vuelve en sí unos treinta segundos después. Se suelta suavemente del abrazo de Claudia y la mira a los ojos, intensamente (¿agradecida?), y con la sonrisa pícara del que se está divirtiendo mucho, se quita la parte de arriba del bikini, dejándolo flotar entre nosotros, nos guiña un ojo y se aleja hacia atrás, nadando hacia la otra orilla.  Los tres sonreímos, mirando en silencio esa escena que sólo se ve en las películas: una mujer bellísima, nadando desnuda en la alberca, a la luz de la luna (vaya, sólo falta la música de fondo y la toma desde el cielo).  Al llegar a la otra orilla, y casi rompiendo el encanto del momento nos dice: "Quién quiere de tomar algo más fuertecito…"  Sin decir palabra, Claudia y yo levantamos la mano para decir YO!!!...  Y Sandra, la mujer, la bella, la radiante, la totalmente desnuda, se impulsa fuera de la alberca.

-No hagan porquerías sin mí – nos dice con una carcajada mientras rodea la alberca rumbo a la barra.  Nos reímos. Claudia me mantiene abrazado,  mi erección sigue ahí aunque ya no es tan grande como hace unos minutos (segundos? horas?) y, casi tiernamente pone su cara en mi cuello y empieza a besarme. Eso me regresa ipsofacto la erección.  No voy a hacerme del rogar en estas circunstancias. La tomo de la cintura y la pongo contra la pared de la alberca. Claudia deja de mordisquearme el cuello y me mira vivamente. Toma mi trusa y la baja hasta las rodillas, yo hago el resto. La trusa flota al lado del sostén que Sandra había dejado. Vuelve a besarme, ahora con más violencia.  Es claro que quiere sacarle todo el provecho que pueda a los segundos que Sandra tardará en prepararnos las bebidas.  Tomo sus nalgas y las cargo alrededor de mis caderas. Sus piernas flotan abiertas alrededor de mi erección. Mientras le beso el cuello, aprovecho para quitarle el sostén por completo. Con los ojos cerrados y su boca abierta, se recarga en la orilla de la alberca con la cabeza hacia atrás ofreciéndome sus tetas y su cuerpo. Tengo ganas de comerle los pezones y los muerdo con fuerza.  Eso parece encantarle, así que le mamo los senos uno tras otro con desesperación mientras ella me agarra la espalda y me entierra las uñas.  Movimientos cada vez más rápidos y fuertes empiezan a golpear mi verga contra su tanga.  Yo la beso y muerdo con frenesí y ella reacciona como si la estuviera penetrando. Gimiendo y exhalando aire cada vez que mi verga se queda en la entrada de su vagina, detenida por un pequeño trozo de tela, que a pesar de la fuerza que ya tienen nuestros movimientos, se niega a dejar que mi verga pase.  Yo quiero romperla, literalmente a vergazos, juro que lo intento, presiono con fuerza hasta casi penetrarla, a lo que ella responde con gritos. Me asusto, no sé si la estoy lastimando, pero entonces, cuando ella nota que yo dejo de forzar la entrada me toma de las nalgas y me golpea contra ella mientras su mirada y sus pupilas dilatadas, me dicen, sigue, sigue, sigue así… lo vas a lograr, sigue

Sandra nos grita desde la barra: "Les dije que no hicieran cochinadas, ja ja ja". Claudia y yo estamos tan concentrados disfrutando nuestra lucha con la tanga, que ninguno ha hecho ningún movimiento claro para quitarla.  Es delicioso pelear con esa tela. Es excitante.  Saber que estamos tan cerca, tan a punto de, que incluso, si Sandra no nos saca del trance con su grito, hubiéramos continuado así hasta romperla.  Sus palabras son el abracadabra. Nos miramos un segundo, excitadísimos, dándonos cuenta de lo que estamos haciendo. Claudia sonríe entre jadeos y pone los ojos en blanco por el comentario de Sandra.  Me mira y luego, acercando su boca a mí oreja en un susurro me dice algo que me pone en las nubes: "Quiero sentirte dentro de mí".

Baja las piernas y me ayuda, desesperadamente a quitarle la tanga. Luego las abre, flotándolas al lado de mis caderas, toma mi verga entre sus manos y la dirige hacia su vagina.  Lo más excitante de ese momento no es la penetración, deliciosa, lo más excitante es que mientras lo hago me mira a los ojos, y no deja de hacerlo hasta justo el momento en que mi verga llega al fondo, momento en que cierra los ojos y suelta un gemido ahogado que repite lleno de placer una y otra vez.  Sus gemidos son más animales, más instintivos, más guturales, no sé cómo describirlos, pero sé que me enloquecen. Ni siquiera nos preocupamos por llevar una cadencia, la penetro como animal y sus caderas responden sin ritmo ni exquisitez.  Locos por frotar nuestros cuerpos, atascándonos de deseo, de sexo.  A los pocos segundos tengo la venida más larga de mi vida.  Ahí, dentro de ella, me vengo las fantasías eróticas que había tenido con Sandra antes del viaje, me vengo las imágenes de las dos diosas sexuales que tuve frente a mis ojos en bikini y en el paraíso, me vengo la tarde entera que estuve cachondeando y tocando a una de esas diosas , me vengo el orgasmo de Sandra en mi mano cuando todos estaban cerca, me vengo el primer beso que le di a mi mejor amiga y que me había volado la tapa de los sesos, me vengo sus nalgas por primera vez en mis manos, me vengo mi propia imagen, besando a dos mujeres en una alberca, me vengo por todos y cada uno de los momentos en que tuve que utilizar la imaginación, el internet y el porno para venirme porque estas cosas sólo le pasaban a los de la tele y a los primos de los primos que una vez les pasó.  Me vengo en venganza por todas aquellas viejas que me han dejado cachondo, las que me han rechazado y las que se han ido.  Me vengo por todos los mortales, que como yo, nunca nunca nunca viven una experiencia así.  Me vengo por Claudia, que me ha dado, sin ella saberlo ni yo sospecharlo, la mejor cogida que he tenido en toda mi puñetera vida. Me vengo durante horas…

Al volver en mí, lo primero que veo es el cielo, estrellado a pesar de la luna.  Escucho las olas del mar, que habían estado ahí siempre, sólo que yo no las había escuchado tan nítidas ni tan claramente, el mar ahora rompe a mi lado.  Siento el viento, el aire de mar caliente que hay en la costa. El agua de alberca, que en este momento me parece como una rica lata de cerveza. Luego veo a Claudia, que aún me rodea con sus piernas, con mi verga dentro ya desvaneciéndose.  Ella no me ve, su cabeza recargada en la orilla de la alberca, sus ojos cerrados y su sonrisa satisfecha me hacen sentir en el cielo.  Si ella no ha tenido un orgasmo, es claro que ha tenido algo muy parecido, la cara que tiene es de indudable gozo. Luego me percato de Sandra que, sentada en la orilla de la alberca, a un metro de nosotros, nos mira satisfecha, como encantada de ser tan feliz.  Quién sabe cuánto tiempo llevará a ahí. Pero no me molesta en lo absoluto. Es parte del cuadro perfecto en el que estoy viviendo.  Me mira con su sonrisa ancha, clara, natural, y me dice algo que ya había escuchado y que escucharía una vez más ese fin de semana: "Eres un cabrón con mucha suerte…"

Y los tres nos reímos a carcajadas: carcajadas que duran (también – esta vez sí) horas.