miprimita.com

Sandra Erótica (3.1) La rebelión de los otros

en Lésbicos

Continuación de Sandra Erótica (1) El desenfrenado inicio de todo, 

y de Sandra Erótica (2) La orgía más rara de este mundo.

http://www.todorelatos.com/relato/116308/

http://www.todorelatos.com/relato/116357/

3.         

El resto de la noche pasa de todo y nada.  Seguimos bebiendo (y yo ya bebí demasiado…) y en algún momento los tres estamos desnudos en la playa, cerrada y oscura.  Entramos un rato pero las olas son muy fuertes. Ellas parecen estar más despiertas y divertidas. Sandra se muestra ahora muy interesada en Claudia, ella es la que se le pega y cachondea. Aunque Claudia responde con timidez y entre risas, hace todo para incluirme. De vez en vez me da un beso, un agarrón de nalga o algún pellizco. Y cada vez que Sandra se le acerca demasiado demasiado tiempo, Claudia escapa y se refugia en mí, pero yo estoy hipercansado. Las emociones fuertes me dejan exhausto y lo que acabo de vivir está en el top #1 de emociones fuertes en mi vida. Además el alcohol ya lleva rato recorriendo mis venas. Regresamos a la casa. No sé la hora, pero seguramente ya es de madrugada. No se escucha un alma.  Sandra propone meternos a bañar y estamos de acuerdo porque las olas nos llenaron de arena. Me dirijo al cuarto del segundo piso, donde supuestamente nos íbamos a dormir Diego, Pedro y yo. Está cerrado. Sólo quiero sacar mi ropa, el cepillo de dientes y esas cosas pero Diego seguramente ya se está fermentado en alcohol y Pedro se habrá quedado en el otro cuarto con su novia y cuñada. No insisto mucho. Es mejor así, me dormiré con las mujeres.  Regreso al cuarto de Sandra, donde Claudia parece haberse instalado por lo mismo.  Se peina el pelo con una toalla alrededor de su cuerpo. Se ve esplendorosa, otra imagen que quiero guardar para siempre en mi memoria.  Le digo que no puedo entrar a mi cuarto y que no tengo nada de ropa que ponerme. Se ríe y me avienta una toalla.  Me la amarro a la cintura y me recuesto en la cama para observarla.  Siempre me ha parecido muy excitante ver a una mujer en toalla. Me parece muy íntimo, una de esas cosas (otra más) que no he hecho nunca.  Creo que me quedo dormido en segundos porque despierto con el grito de Sandra desde el baño – ¿Quieres meterte a bañar? – Claudia responde que sí y antes de meterse me pregunta si yo también quiero. No sé si es una invitación a entrar con ella, en vez de ella o después de ella. Le digo que si, ahorita te alcanzo y la pierdo de vista. Cierro los ojos y sopeso las posibilidades: Estoy absolutamente molido.  Los ojos me pesan. La cabeza me da vueltas y las piernas me tiemblan. Pero dentro del baño traen una fiesta en grande.  Escucho carcajadas y pedazos de plática y luego largos espacios de silencio seguidos otra vez de risas y sonidos inconexos. Sólo de imaginármelas, bañándose una a la otra, hace que otra vez me vuelva el morbo, la vida y algo parecido a una erección.

Me levanto casi de un salto y me tomo la cabeza que parece rebotar contra el cráneo. Estoy tan mareado que casi me caigo contra la puerta. Me doy cuenta que estoy más pedo de lo que pensaba (y ya pensaba que estaba yo bien pedo). Voy a necesitar mucho más que el morbo para moverme con soltura.  Abro la puerta del baño y me quedo ahí parado.  Sandra y Claudia se turnan la regadera con sonrisas cómplices. Quién sabe que estarían haciendo antes de que yo entrara. Pero seguro era divertido. Mis ojos se posan primero en el cuerpo de Claudia, que así desnudo y blanco me parece formidable y luego veo a Sandra, cuyo cuerpo escultural está para quitar el aliento y, aunque las había visto desnudas desde que salimos de la alberca, todo había sido en la penumbra de la noche, verlas con la perfecta luz blanca del baño me deja alucinado (y tengo que decirlo, estoy complétamente mareado). Me doy cuenta al instante que no voy a poder entrar a bañarme sin hacer un numerito que termine con vómito y caída. Así que desisto.  La fiesta se me ha terminado.  Apenas me da tiempo de cerrar la puerta e ir a la cocina. Vomito media vida en el lavabo (aún en esas condiciones soy tan pudoroso que termino enjuagando todo hasta que queda limpio, o eso parece). Alcanzo a ver una botella de pepto bismol y me la empino para quitarme el sabor amargo y regreso a la cama donde me dejo caer. Las arcadas se han llevado el resto de mi existencia.  Del resto de esa noche puedo contar muy poco, en algún momento siento que ambas se acuestan a mi lado y sueño con risas y besos, luego gritos y gemidos. Creo que fue un sueño, pero no puedo asegurarlo. Se me apaga el sistema y sólo vuelvo al mundo hasta el día siguiente, pasado el medio día.

Me despierto con la resaca normal de una borrachera memorable. Me duele el cuerpo y la cabeza.  Me levanto y tomo un vaso con AlkaSeltser. No hay nadie en la casa. Los cuartos están vacíos. En el cuarto donde se quedaron Pedro, Laura y la bruja de su hermana no hay ninguna maleta ni rastros de ocupación. Me asomo a la playa, pero no reconozco a ninguno del grupo.  ¿Donde se han metido todos? Todo es muy raro y empiezo a pensar que lo de anoche fue un sueño.

De pronto entra Diego a la casa, casi asustándome y dice, Quiubole, qué tal la cruda… – Su falsa sonrisa confirma mis sospechas, todo fué un sueño. De la verga – le digo – ¿donde están todos?

-Claudia y Sandra se quedaron desayunando en la fonda. Parece que querían platicar… Yo me adelanté para traerte esto de desayuno, estabas muerto cuando nos fuimos…

-¿Y los demás?

-Laura y Pedro se fueron a ver a un tío de Laura que dicen que vive por aquí.  Se fueron desde temprano, dejaron una servilleta diciendo que regresaban en la noche…

-Pero se llevaron todas sus cosas…

-¿Apoco?

-Si wuey, no hay nada…

-Pos quién sabe…

Diego camina al cuarto de los novios y regresa repitiendo lo mismo, Pos quien sabe… Luego me mira y casi disculpándose me dice – Yo también me voy a tener que ir …

-¿Y ora?

-Pos es que ya sabes, la abuela se puso mal y me pidió mi papá que regresara a la tienda para ayudarles…

Es la forma de decirme que sí está encabronado. Así es Diego, se encabrona sólo, nunca te enteras ni te dice qué le molesta y luego, cuando se le pasa regresa. Lo de anoche no fue un sueño. Pero, irse de Acapulco y viajar 6 horas nomás por encabronado me parece un exceso.  Se lo digo.  Sube los hombros, me da la espalda y se mete a su cuarto. Desde ahí me grita – Claudia también se va conmigo… nada más termino de empacar y nos vamos. Ella ya habló a la terminal y sale un camión a las dos…

Volteo a ver el reloj. Son la una de la tarde…

A los pocos minutos llega Claudia, y casi al mismo tiempo un taxi se estaciona en la puerta de la casa y toca la bocina. Parece que Claudia quiere decirme algo pero se mete a su cuarto y en unos instantes sale con maleta al hombro. Se despide de mí con un abrazo – Te quiero mucho cabrón… Apenas me suelta y Diego pasa a mi lado, me palmea la espalda y le abre la puerta del taxi. Sube las maletas y justo antes de subir me dice – Cuídate …