miprimita.com

El acoso

en No Consentido

Había oído hablar de Sánchez y de los desmanes que se producían dentro de su mansión. Por eso, cuando le vi allí, me estremecí. En teoría era empresario, aunque pocos de sus negocios eran legales. Manejaba el ejército sin ser militar y dirigía el gobierno sin ser político. Por todo esto, era una de las personas más poderosas del país. 

Me llamo Olga y aunque soy española, llevo viviendo en este país más de diez años. Soy casada pero sin hijos, aunque en estas navidades, el hermano de mi marido, así como sus dos hijos, Aarón y Javi, ya postadolescentes, habían venido a pasar las fiestas con nosotros. Su madre había fallecido años atrás y desde entonces, a pesar de la distancia, intentábamos mantener todo el contacto posible. 

Todo esto sucedió el día 22 de diciembre de 2014. Por el cambio horario, por la mañana, mientras desayunábamos, veíamos la televisión. Había sido el sorteo de la lotería de navidad en España, y los afortunados, bien abrigados por el frío, se abrazaban y brindaban por haber sido agraciados por el premio. Nosotros, por el contrario, estábamos con un ambiente muy caluroso. Yo había comprado un décimo en el verano, cuando estuve de vacaciones, acababa en 37, y las terminaciones del primer y tercer premio había sido esa misma, por lo que los veinte euros que había invertido se transformaban en 220. No era para tirar cohetes, pero estaba contenta y pensé que era mi día de suerte. Nada más lejos de la realidad. 

Mi marido se quedó trabajando en la empresa turística que regentábamos junto a su hermano a quien le iba a enseñar las nuevas instalaciones y vehículos que habíamos adquirido desde la última vez. Yo salí a comer con los chicos y después pensábamos recorrer un poco para reunirnos por la noche y salir a cenar aun lugar que sabíamos que les encantaría. Fue a la salida del restaurante cuando un grupo de hombres, a punta de pistola. nos introdujo a los tres en una furgoneta. 

La respuesta a mis preguntas de a dónde los llevaban y se saldó con un empujón hacia el centro del vehículo y un cierre brusco del lateral de la furgoneta. Pocos minutos después, la puerta volvió a abrirse. Nos hicieron bajar y nos separaron. A mi me llevaron a una habitación bien decorada, pero cerrada por fuera. A pesar del calor exterior la temperatura era agradable. Me había puesto guapa para salir. Iba vestida con una falda blanca por debajo de las rodillas y una camisa negra más bien ceñida, entallada dentro de un cinturón bastante ancho. 

A los pocos minutos, tres jóvenes vestidos con ropa deportiva, pantalón corto y camiseta, vinieron a buscarme para llevarme al porche, próximo a la piscina y al enorme jardín, tan grande, que no se vislumbraba la salida desde allí. Antes de salir me quitaron las sandalias de medio tacón que llevaba y que se ajustaban a mi tobillo con un cierre autoajustable. Estaba aterrada y preocupada por la suerte de mis sobrinos. 

Allí estaba sentado Sánchez, a quien había visto un par de veces en alguna fiesta y otra persona, que luego me enteré, era un cliente amigo suyo y español como yo. Ambos estaban en bañador, cubiertos sus cuerpos con unas finas batas de seda de llamativos colores. Yo, ante ellos, vestida de calle, pero ya descalza. 

  • Ves García? Te dije que estaba buena a pesar de ser madurita. Se llama Olga y es compatriota tuya. – Dijo refiriéndose a su amigo.

  • Dónde están mis sobrinos? – Pregunté.

  • Están bien, no te preocupes por ellos. – Respondió con cierta sorna. – Por cierto.... Te presentaré a mis tres asistentes. Son Guille, Santi y Charly. Mi amigo es el señor García, y también es español. Está aquí invitado por mi, después de haber cerrado un importante negocio para ambos. 

Se hizo un silencio. Me sentía incómoda ante la mirada de los dos empresarios, los tres jóvenes y al menos dos guardas de seguridad que no estaban demasiado lejos. Fue cuando Sánchez dijo a los jóvenes que hicieran lo que debían. 

Uno de ellos puso música de discoteca y otro me dio un fuerte cachete en el culo. Instintivamente eché la mano hacia atrás, pero otro de ellos me tocó descaradamente los pechos. Al intentar defenderme el tercero tocó mis muslos por debajo de la falda. 

Todo el acoso que recibía hacía que parecía que bailaba al ritmo de la música o de los tocamientos de los chicos. Mis manos no paraban de moverse y a los pocos segundos mi camisa había quedado por fuera de la falda y cinturón. En algún momento observaba la cara de los dos empresarios y los veía reír mientras bebían de sus copas. 

  • Esperad. Servidle algo de beber a Olga – Interrumpió Sánchez mientras llenaba hasta arriba un enorme vaso de whisky.

  • No bebo. – Respondí

  • No he preguntado. He dicho que lo hagas. Bebe.

Entre los tres jóvenes me inmovilizaron, taparon mi nariz y me hicieron beber todo el contenido del vaso. Sánchez volvió a llenarlo y repitieron la operación una segunda vez hasta que ingerí calculo que más de media botella de alcohol. Enseguida sentí que el alcohol subía a mi cabeza, hasta el punto de sentir un mareo que casi no me permitía mantenerme en pie. 

Siguieron con los movimientos, A veces me agarraban y sujetaban el brazo. Fue de esa forma como empezando por abajo, fueron desabrochando los botones, todo ello sin prisa, e intentando siempre que estuviera frente a Sánchez y García para contemplar el espectáculo. Movía los brazos, pero no siempre mis manos conseguían apartar las suyas puesto que no acertaba a contactarlas. Fue así cuando quedaban los dos últimos botones me sujetaron entre dos y me colocaron a un metro de ellos. Sánchez invitó a el español a que hiciera los honores de abrirme completamente la camisa. A pesar de mis peticiones entrecortadas por el alcohol y de mis ojos vidriosos lo hizo con enorme placer según sus palabras y mirada. Mi camisa quedó completamente abierta. Yo crucé mis manos por delante del sujetador. 

  • Rubia, buenas tetas y parece que bonitas piernas. – Comentó Sánchez. – Respecto a las piernas, me gustan las mujeres un poco más femeninas y con faldas más cortas. Qué tal si la recortamos un poco? 

Guille me abrazó a él. Aunque pareciera absurdo durante esos instantes me sentí segura. Me agarró por la espalda y nuestros pechos se quedaron pegados. Fue todo una ilusión porque noté enseguida que otro de los chicos la manejaba mi falda y escuché el chic,chic de las tijeras mientras la recortaba bastante, en torno a quince o veinte centímetros. Hizo el círculo completo alrededor de mis muslos hasta hacer el corte completo. 

Cuando terminaron me miré y la habían dejado tan corta que sólo por unos centímetros cubría mis bragas. Sánchez les indicó que me dieran varias vueltas para ver cómo había quedado y que me quitaran la camisa de una vez. Fue así cómo quedé en sujetador y en un improvisada minifalda, que apenas bajaba un poco más que el ancho cinturón. Los giros unidos al whisky que había ingerido hicieron que me marease y cayese al suelo. Aún así, podía pensar con claridad y me daba cuenta de todo lo que sucedía. 

Sabía de las extrañas fiestas de Sánchez, pero a que un español se prestase a aquello, no podía darle crédito. No conocía a García, pero odiaba su mirada, no lo soportaba. 

  • Qué te parece ahora, García?

  • Pues mucho mejor. En sujetador y en “minifalda”. Es una mujer muy guapa. 

Sus palabras me humillaban aún más. Los chicos siguieron con sus juegos de tocamientos, sólo que ahora llegaban a mi tanga sin dificultad y tenía que sufrir para mantener mis pechos dentro del sujetador. Cerraba las piernas lo que podía, pero eso hacía que tuviera menor agarre respecto al suelo y a veces me tambalease y tuviese que moverme y hasta llegaba a caerme, momentos que aprovechaban a meter sus manos por todos lados. 

Con todo ello, no les costó mucho quitar el cinturón que iba por encima de mi cuerpo, cayendo al suelo. Me sentía agobiada, lloraba e hiperventilaba mientras me sujetaban para no caer. Imploraba a Sánchez e incluso hice lo mismo con García, a quien apelé diciéndole que era española como él. 

  • Que seas española como yo me pone aún más. Eres preciosa. Esto he de contarlo cuando llegue a España. Mis amigos no lo van a creer si no le llevo alguna prueba. 

Diciendo esto sacó su móvil y comenzó a fotografiarme. Los dos jóvenes, que me mantenían sujeta por los antebrazos, me situaron frente a él para que pudiera hacerlo más cerca. Guille subió ligeramente lo que quedaba de mi falda para que siguiera tomando fotos ahora a mi tanga. 

  • Sujetador y braguita blanca. Se nota que es una ropa interior elegante. Me gustan las mujeres que visten bien tanto la parte que se ve como la que no. – Comentó riendo a su amigo.

  • Está buenísima mi compatriota. Estoy deseando verle ya las tetas. Joder qué domingas¡¡ Ni el sujetador puede con ellas.

  • Seguro que te apetece hacer los honores.

  • Por favor. No sigan con esto. Estoy casada. – Supliqué sin dignidad y llorando ante los dos empresarios. 

García se levantó y se acercó lentamente hasta situarse detrás de mi. Agarró la hebilla del sujetador y la soltó quedando bailando el mismo alrededor de mis pechos. Los dos aros que rodeaban las copas impidieron que cayera hasta que los dos jóvenes que me tenían sujeta colaboraron para que pudiera sacarlo por delante, quedando desnuda de cintura para arriba delante de el empresario español y de Sánchez. 

  • Dios¡¡¡ Menudas tetas tiene. Mi mujer las tiene grandes pero esto es una maravilla. Me podría perder aquí.¡¡¡ – Exclamó mientras llevaba la cabeza a mi canalillo.

  • Por favor¡¡¡ Si no lo quiere hacer por mi, hágalo por su mujer. Pare con esto, por favor....

  • Zorra¡¡¡¡ No vuelvas a referirte a mi mujer. Ella es una mujer decente.

  • Yo también lo soy – Respondí justo antes que me diera una bofetada.

  • No se te ocurra compararte con ella. – Contestó con tono amenazante. 

Me sentía mareada y sabía que mi voz no era la que debiera fruto del alcohol que había ingerido, pero controlaba y era consciente de todo lo que sucedía. Veía los ojos saltones y deseosos de sexo sobre todo de García, que recorría con su mirada mi cuerpo de arriba a abajo hasta que volvió a acercarse y llevó sus dos manos a mis pechos, para centrarse en pellizcar los pezones. Acercó su boca a ellos para besarlos y morderlos. Se entretuvo mientras yo me limitaba a susurrar y suplicar. Volvió a coger su teléfono y me hizo varias fotos más, algunas de ellas mientras me tocaba los pechos con la mano que le quedaba libre. Antes de seguir, se colocó a mi lado, y pidió a Sánchez que le hiciera alguna junto a mi. 

  • A ver si va a ver las fotos tu mujer¡¡¡ – Le advirtió el anfitrión.

  • No te preocupes. Jamás mira el móvil. – Respondió jocosamente. 

Me derrumbaba pero los jóvenes evitaban que me cayese al suelo. Sánchez había cedido el mando de la situación a su amigo y era quien dirigía. 

Sus tocamientos hacían que estuviera continuamente saltando lo que provocaba las risas a ver moverse mis pechos. Continuaban acosando hasta que los jóvenes consiguieron agarrando mis brazos y mi cintura que quedase justo enfrente de los dos empresarios. 

  • García, creo que tienes el deber de dejarla en bragas. Quítale la falda. Estamos impacientes.

  • Será un auténtico placer. 

Notaba como se acercaba a mi falda y tiraba de ella hacia abajo. No podía sacarla así ya que estaba entallada por una cremallera. La bordeaba con sus manos y tocaba mi trasero. Me parecía eterna la tardanza porque sabía que iba a pasar. Al fin llegó al botón y bajó la cremallera. se ensanchó y llegó a mis pies. Estaba frente a García tan sólo con un tanga y sin posibilidad de poderme tapar. Los jóvenes, siguiendo sus instrucciones me dieron varias vueltas para contemplarme por delante y por detrás. Sentía como mis muslos temblaban ante la presencia de los cinco hombres y escuchaba los comentarios machistas de los dos empresarios. 

Sánchez volvió a coger la botella de whisky y ahuecó la parte alta de mi tanga, echando lo que quedaba en ella. Sentí frío cuando el líquido recorría mi vello púbico y mis piernas pero un cierto calor cuando mojó mi vagina. 

Les escuchaba comentar como se marcaba mi vello y mis labios vaginales a través del tanga que había quedado totalmente empapado. Agaché la cabeza para ratificar lo que decía, deseando que eso no estuviera sucediendo, que tan sólo fuera una pesadilla de la que me despertaría en un rato, y las palabras que escuchaba, fuesen tan sólo fueran unas humillantes frases que retumbaban en mi cabeza, pero en realidad, era tal y como lo había descrito. 

  • Tiene un tipazo. Aunque estén de moda los culotes, donde esté un bonito tanga........ García, vamos a verle el coño, te parece? 

Dos de los chicos me sujetaban mientras que el español situó su cabeza a escasos centímetros de mi tanga. Agarró mis caderas y llevó su lengua a la parte delantera, bebiendo parte del licor que mojaba mi tanga. De nada servía mi negativa. 

Acto seguido tomó mi tanga y lo bajó. En esos momentos pensé que todo mi mundo se venía abajo. Aquello no podía estar pasando. 

Empezaron a hablar sobre mi sexo, que estaba cubierto por un fino manto de pelo negro, a pesar de ser rubia mi cabeza. Iba bien depilada, de forma rectangular, como le gustaba a mi marido. 

Los dos pasaron las manos con lascivia, tocando no sólo mi sexo, también mi trasero y mis pechos. Cuando consideraron, el anfitrión indicó a los chicos que me llevasen a la mesa. Antes de moverme, mi compatriota pidió otro recuerdo. Sánchez llamó a una persona y trajo una cámara que parecía profesional e hizo la foto. Mientras uno de los chicos me sujetaba y García metía su mano por detrás de las piernas y apretó mi vagina por delante. Sin duda sería la mejor prueba, como él decía, para enseñarla a sus amigos en España. 

Me tomaron dos de los brazos y el tercero de las piernas y me llevaron a una mesa de obra próximo al lugar donde me habían desnudado. Me ataron con unas correas, tanto las muñecas como los tobillos dejándome con las manos por encima de la cabeza y las piernas abiertas. Eso si, tenía un cierto margen de movimiento de unos diez centímetros por cada extremidad. 

Los dos empresarios comenzaron a tocarme mientras yo me intentaba mover, tan sólo consiguiendo encovar brevemente mi espalda. Sus manos pasaban por mis pechos y sexo sin ninguna consideración. 

  • García. Tengo una sorpresa para ti. Te voy a hacer un calendario muy sexy del año 2015 con Olga como portada. Te haré unos de bolsillo y otros grandes para que los pongáis en vuestras fábricas. 

El hombre que ejercía de retratista, fue el encargado de fotografías tal y como estaba. Tumbada y atada sobre la mesa. 

  • Tranquilo. En la foto no aparecerá atada. La recortaremos por las muñecas y tobillos. Ahora te mostraré otra sorpresa. Estás aquí para pasarlo bien. – Explicó a su amigo. – Hemos traído a Olga junto a sus dos jóvenes sobrinos. 

Al oír aquello supe que los iban a traer donde estaba. Empecé a suplicarles de nuevo, hablando deprisa y lloriqueando. Tan sólo conseguí que Sánchez se acercase con mi tanga y una pequeña toalla de manos. Mi prenda íntima, completamente empapada en whisky, la metió hasta el fondo de mi boca y la toalla la colocó sobre mi cuerpo. Llegaba desde el inicio de mis senos a la mitad de los muslos, quedando parte de los laterales sin tapar. A partir de ese momento se ahogaron todos mis sonidos de lamento. 

Noté que un hombre se sentaba detrás de mi. Vi que llevaba una pistola en la mano. Me hizo mirar y vi que mis sobrinos eran traídos hasta donde yo estaba. Iban semidesnudos, tan sólo con sus boxers. 

  • Habéis venido con vuestra tía y quiero que compartáis el espectáculo. Vais a hacer todo lo que os digamos, porque si no el hombre que está detrás de la cabeza de Olga, le pegará un tiro en la cabeza. 

Sentía la pistola sobre mi cabeza del guardia de Sánchez, mientras que con la otra mano mesaba mi pelo, lo acariciaba y estiraba. No podía hablar y mi garganta hervía por el whisky impregnado en el tanga. Temblaba de miedo y vergüenza, a sabiendas de lo que ocurriría. 

Me incorporaba para mirarme, giraba la cabeza y veía parte de mis muslos, caderas, y el lateral de mis pechos. Observaba la cara de mis sobrinos muy asustados y sin entender nada. Temía escuchar la voz del anfitrión, y acabó sonando como una losa en mis oídos. 

  • Chicos. Entregadme la toalla que cubre a vuestra tía. 

Mis músculos se iban tensando a la vez que me volvían a dejar completamente desnuda. Sentía pena por ellos ya que estaban siendo obligados, igual que yo. 

Les indicó que tocaran mis pechos, y en especial, se dirigieran a mis pezones. Con la otra mano debían acariciarme. Los chicos obedecían temblando, al igual que yo, temiendo que el amenazante guardia, me hiciera daño. Situados uno a cada lado, les indicaba los turno para morderlos y que sus manos se alternaran para tocar mi sexo. 

Mantenía mis ojos cerrados y en gran medida, en esa situación, agradecía estar atada. Veía al empresario español, que continuaba de pie con su teléfono móvil, imagino que filmando o haciendo fotos de lo que ocurría. 

Sánchez dijo a mis sobrinos que se quitaran los boxers, a la vez que hacía alusión a su excitación. 

  • No os vais a follar a vuestra tía, aunque sé que os apetecería. Es nuestro espectáculo, no el vuestro, aunque participaréis. Quiero que os masturbéis mientras tocáis su cuerpo. 

No podía hablar, tan sólo caían lágrimas por mis ojos. Los cerré con fuerza y apoyé todo lo que pude la mejilla junto a mi hombro, mientras sentía las dos manos de mis jóvenes sobrinos. Como les indicaba el anfitrión, se iban dirigiendo de mis pechos a mi vagina. Escuchaba el sonido de su respiración agitada y del movimiento compulsivo de sus penes. 

Sabía donde estaba situado cada uno. Aún sin mirar podía imaginar todo lo que estaba sucediendo por el tacto de sus manos. Supe por ello que Javi terminó primero, aunque no mucho antes que Aarón. Una vez hubieron acabado, los llevaron de nuevo por donde habían venido. 

De nuevo Sánchez volvió a hablarme. Miré con desgana y temerosa. 

  • Mira qué vibrador, Olga. Tiene dos brazos Uno grande para el coño y otro pequeño para que acaricie tu pipita. 

Entregó el artefacto a uno de sus jóvenes seguidores. Al verlo intenté cerrar mis piernas. Negaba con la cabeza y el anfitrión lo entendió perfectamente. 

  • Mira preciosa. Vamos a jugar con esto. Mejor que te relajes porque si no te va a doler, y si nos cuesta demasiado, ya puestos a ello, igual te damos la vuelta y lo entramos por detrás. Dado el tamaño no creo que pretendas eso. 

Hacía pucheros en mi barbilla, pero no tenía alternativa. En mi situación sabía que cumpliría su amenaza. El joven volvió a llevar el consolador a mi sexo. Temblando, intenté abrir las piernas hasta donde las ataduras me permitían y aún con cierta molestia, entró al fondo de mi útero. 

Colocó el otro brazo del vibrador en mi clítoris. Comenzó a vibrar, subiendo poco a poco la potencia. Sentía que yo vibraba también con aquello. Notaba como el enorme pene artificial me llenaba completamente, moviéndose en círculo, mientras que el brazo pequeño apretaba mi botón más íntimo. 

Otro de los chicos, no vi quien, se situó detrás mío, en el puesto que antes había ocupado el guardaespaldas y me agarró las manos. A pesar de estar atada, necesitaba apretarlas, y me agarré fuertemente a ellas. Sentía una mezcla de dolor físico, humillación y cierto placer. Los dos hombres bromeaban entre ellos, sin importarle que los escuchara, haciendo comentarios obscenos sobre mi cuerpo, y sobre lo que estaban haciendo conmigo. 

Cuando terminó, el español indicó al joven que abriera primero mi vagina, y que después hiciera lo mismo con mi clítoris para introducir el dedo primero, y en el otro caso, para tocarlo y moverlo en círculos a su antojo, siempre con el móvil en la otra mano. 

Ordenaron a los jóvenes que me desataran y llevaran a otro lugar. Pude observar como ambos charlaban amigablemente mientras me miraban y también que ahora había un colchón bastante grande. 

No oí palabras, pero los chicos se colocaron de rodillas agarrándome los brazos y antebrazos y García se situó encima de mi. 

  • Podría metérsela por la boca, pero no voy a sacarle el tanga de ahí. Lo que si haré será una cubana. No siempre se está con una hembra con esas tetazas. 

No había oído nunca esa palabra, aunque lo averigüé enseguida. Colocó su pene entre mis pechos y y lo rodeó con ellos, como si fuera un perrito caliente. Comenzó a moverse como si estuviera masturbándose. 

  • Joder¡¡¡ Cómo me pone la hija de puta¡¡¡¡ Está buenísima¡¡¡¡ – Dijo mirando a los chicos para después preguntar a su anfitrión. – Te la vas a follar tú?

  • No, no. Es toda tuya. Yo sólo disfruto del espectáculo. La tienes entera para ti. Eso si, deja algo para los chicos que nos han ayudado. Es su premio. 

Supe que me iban a violar no sólo mi compatriota, si no después aquellos chicos que me habían desnudado y ayudaban al invitado a abusar de mi. 

No estuvo mucho tiempo haciendo lo que él llamaba cubana. De nuevo los chicos le ayudaron quedando sólo uno agarrando ahora mis manos y dos mantenían mis piernas abiertas para que se situara entre ellas. 

Sentí dentro su pene. Su boca se intentó acercar a la mía pero me giré para que nuestros labios no se encontraran. Besó mis mejillas para después bajar a mis pechos para volver a besarlos y mordisquearlos. Le notaba en la respiración como su excitación aumentaba. Pensaba que terminaría dentro de mi pero de repente paró. 

Me reservo acabar en el mejor agujero. Diciendo esto, los chicos me hicieron arrodillar. Intenté gritar en ese momento pero la tela de mi boca impedía que saliese algo más que un leve mugido, aunque éste fuese desesperado. 

Pasó la mano por mi espalda como tomando posesión, tocó mi sexo por debajo hasta que noté que se incorporaba y un enorme dolor se apoderó de mi ano mientras él llegaba con la cabeza a la mía y con sus manos a mis pechos, que apretaba fuertemente, haciendo de riendas. 

Sus embestidas iban seguidas por mis gritos ahogados. Sentía su respiración en mi cara y oía sus jadeos de placer. Sólo deseaba que terminase todo aquello. 

Sentí como eyaculaba en mi esfinter. Todos se dieron cuenta y los chicos soltaron mis brazos. Yo caí rendida al suelo totalmente abatida y humillada. Pude ver como García se vestía y volvía a reunirse con Sánchez. Por su parte, este dio el visto bueno para que sus vasallos tuvieran su premio. 

  • Iros a la piscina y la refrescáis un poco. Así podremos seguir hablando mi amigo y yo. – Ordenó Sánchez. 

Los tres jóvenes se desnudaron allí mismo y me agarraron para llevarme con ellos a la piscina. Seguía mareada por el alcohol que me habían obligado a beber. Uno de ellos llevó su mano a mi boca y sacó el tanga que había permanecido ahí desde casi el principio. 

Quedaron desnudos allí mismo y me dieron unos azotes fuertes en mis nalgas dirigiéndome hacia la piscina y tirándome a ella sin consideración. Conseguía hacer pie en la parte menos profunda pero de puntillas, como si estuviera haciendo ballet. 

Los tres chicos se tiraron a la piscina conmigo. Ellos, más altos que yo, hacían pie sin dificultad. Iniciaron un acoso, tocando mi cuerpo. Comencé a gritar, ahora que mi boca estaba liberada pero hundieron mi cabeza en el agua. Al sacarla tosí para expulsar el agua que había tragado. 

Uno me sujetaba por detrás, mientras que los otros dos llevaban sus manos a mis pechos y sobre todo se centraban en mi sexo y de nuevo empecé a chillar. La reacción fue la misma que la vez anterior, sólo que ahora me tendrían más de veinte segundos en el agua, algo que a mi se me hizo eterno. 

Cuando volvieron a sacar mi cabeza apenas podía respirar. Tosí, pero ya no me atreví a gritar ni a defenderme. Dos se colocaron a los lados, sujetándome y el tercero separó mis piernas y se colocó dentro sin preámbulos. 

Sus compañeros le ayudaban, moviéndome al ritmo que el marcaba, penetrándome una y otra vez. Abrí los ojos y los dos empresarios estaban al borde de la piscina, mirando y el español, además, con su cámara, tomando nota de lo que me hacían. 

Cuando terminó el primero otro de ellos se colocó sentado al borde. Entre los otros dos me giraron y dado que me intenté resistir, volvieron a hacerme una aguadilla, dejando de nuevo mi cabeza sumergida en el agua. Al salir tomé aire de forma compulsiva, pero apenas me dejaron y entre los dos llevaron mi boca al miembro de su amigo. 

No podía pensar, aunque se había evaporado en gran parte el efecto del alcohol, parecía que seguía viviendo un sueño no real, una pesadilla, aunque mi angustia y mi cuerpo hacían que supiera claramente que lo que estaba pasando era real. 

Volví a toser cuando mi boca se llenó del esperma del segundo joven. Ahora sin haber dicho nada, y sin haber forcejeado volvieron a situarme en la postura inicial de cuando me tiraron al agua. 

Los chicos me sujetaron y me mantuvieron en la superficie mientras vi de nuevo al fotógrafo que se había retirado después de haber sido atada a la mesa para hacer los calendarios y que supuse, le habían llamado de nuevo para sus oscuras intenciones. 

Después de varias poses , abriendo y cerrándome las piernas volvió a situarse el tercer joven que aún no había disfrutado de su orgasmo conmigo. Repitieron casi de manera idéntica la intervención anterior e inició así la penetración, pero al momento me dieron la vuelta. Pensé que de nuevo me sodomizarían, pero no fue así. De nuevo mi vagina se llenó de su pene. Los chicos sujetaban mis brazos y agarraban los pechos. Yo sólo intentaba mantener la nariz fuera del agua para poder respirar, y sin sentir nada de lo que ya me estaba pasando. 

Cuando terminaron me soltaron. Los dos empresarios estaban de nuevo en las sillas del porche charlando animadamente mientras me observaban y hablaban, supongo de todo lo que había acontecido aquella tarde. 

Los chicos salieron de la piscina mientras yo me quedé unos instantes más, sujetándome a la escalera, pero sin apenas fuerzas para más. 

Los tres jóvenes volvieron a por mi. Estaba desfallecida y me levantaron como un cuerpo inerte. Ellos ya estaban vestidos y me llevaron junto a los dos empresarios. Me dieron una toalla para que me secase, y quedé allí en torno a quince minutos. Pasado ese tiempo, vi que la persona que había hecho de fotógrafo, apareció con varios papeles que luego comprobé que eran los calendarios. 

  • Traedle su ropa. – Dijo a los jóvenes – Toma tu tanga. Ya está prácticamente seco. Aquí todo se seca pronto. – Bromeó jocosamente mientras lo entregaba.

 Me dieron en mano la camisa, el sujetador el cinturón y la falda rota, dejándome las sandalias que llevaba en el suelo. Estaba mal, no decía nada mientras los chicos me pusieron el tanga, me ayudaron con el sujetador. 

Con una mano les indiqué que quería hacerlo sola. Me puse la falda que apenas ocultaba las bragas. Mientras lo hice vi a mis sobrinos que se acercaban a donde estábamos. Me pusieron las sandalias y las abrocharon. Sin mirarlos seguí, me puse la camisa y el cinturón. 

Miré a Aarón y Javi. Ahora ya estaban vestidos pero seguían con la cara desencajada. Supongo que igual que yo. Por lo menos, intuía que nos iban a dejar marchar, pero antes de eso quedaba una humillación más. 

Ya vestida, García me mostró los calendarios, unos de bolsillo y otros para colgar, para el año 2015. La portada era yo, desnuda completamente, uno de ellos mientras estaba atada en la mesa aunque no se veían los amarres, aparentaba que lo hacía de manera voluntaria otro con él tocando mi sexo, y luego varios más, en distintas posiciones en la piscina con los vasallos de Sánchez.  

  • Son de tu gusto los almanaques de 2015?

  • Impresionantes. Aunque sólo puedo regalar el de la mesa y los de la piscina. No voy a regalar en los que yo aparezco.

  • Espero que no hagas demasiados comentarios sobre esto. – Amenazó Sánchez antes de que varios de sus guardias nos escoltaran hasta el coche. Después de una media hora, nos dejaron junto a mi coche. 

Mis sobrinos me prometieron no decir nada para no disgustar a su padre y a su tío. Sé que no debía contarlo, pero necesitaba que alguien lo supiera.